Breve biograf�a de Augusto (primer emperador de Roma)

1. (63 a. de J.C.-14 d. de J.C.). Primer emperador de Roma, hijo del senador Cayo Octavio, y de Atia, hija de Julia, hermana de Julio C�sar.
   
   Al producirse la muerte de su padre (59 a. de J.C.) y el segundo matrimonio de su madre, qued� convertido su nombre en Cayo Julio C�sar Octavio.
   
   El t�tulo de Augusto (�el Venerado�) le fue otorgado por el Senado y el pueblo el a�o 27 a. de J.C.
   
   Estudiaba Augusto en Apolonia (Albania) el a�o 44 a. de J.C. cuando se enter� del asesinato de su padre adoptivo, C�sar.
   
   March� entonces a Roma a reclamar su herencia y, desoyendo los consejos de no mezclarse en la pol�tica dada su estrecha vinculaci�n con C�sar, se adhiri� al Partido Republicano y luch� contra Marco Antonio en M�dena.
   
   Antonio cruz� los Alpes y Augusto volvi� a Roma, donde impeli� al Senado a apoyar Su candidatura al consulado; luego se dispuso a proceder contra Antonio, pero lleg� a una reconciliaci�n con �l merced a la intersecci�n de L�pido; los tres formaron el segundo triunvirato, que hab�a de durar cinco a�os.
   
   Proscribieron a todos sus enemigos, asesinaron a no pocos y confiscaron sus bienes a m�s de 2000 caballeros y 300 senadores, entre ellos Cicer�n.
   
   En el 42 a. de J.C. Augusto y Antonio vencieron a Bruto y Casio en Filipos (Grecia), dando as� al traste con las esperanzas del Partido Republicano.
   
   Al volver a Italia (41 a. de J.C.), hubo de presentar batalla al hermano y la esposa de Antonio, Lucio Antonio y Fulvia.
   
   La toma de Perusia decidi� la guerra a favor de Augusto, que reparti� el mando del Imperio con Antonio y L�pido, qued�ndose �l con Occidente, Antonio con Oriente y L�pido con la sola provincia de �frica.
   
   En el a�o 36 a. de J.C. derrot� al �ltimo pompeyano, Sexto Pompeyo, hijo de Pompeyo el Grande, que hab�a ocupado Sicilia con una poderosa flota durante varios a�os, y depuso a L�pido, a quien permiti� continuar en Roma como Pontifex Maximus. Mientras tanto el repudio de Octavia, hermana de Octavio, por parte de Marco Antonio, llev� a una lucha decisiva por el poder supremo, que termin� con la victoria de Augusto en Accio (31 a. de J.C.).
   
   Al a�o siguiente march� a Egipto, donde la muerte de Antonio y Cleopatra dej� a Augusto due�o indiscutible del mundo romano. El a�o 29 a. de J.C. volvi� a Roma, donde celebr� un triple triunfo.
   
   El 27 a. de J.C. resign� sus poderes extraordinarios, que puso a disposici�n del Senado, el cual le rog� que los aceptase por 10 a�os m�s, plazo que fue sufriendo sucesivas pr�rrogas hasta el fin de sus d�as.
   
   Sus �ltimos a�os se vieron ensombrecidos por la desastrosa derrota sufrida por Varo en Germania el a�o 9 de nuestra Era.
   
   Aunque fuera realmente un monarca absoluto, se present� como defensor de la constituci�n republicana.
   
   En su Monumentum Ancyranum pretende haber recibido poderes extraordinarios por voluntad del pueblo hasta que se restableciese el orden en el Imperio y haber restaurado el a�o 27 la antigua constituci�n.
   
   al pretensi�n parece justificada, ya que si asumi� el consulado 13 veces, su autoridad descansaba realmente en los poderes que le hab�an sido conferidos sin funci�n definida: el Imperium Proconsulare, no limitado en tiempo ni lugar, que le dio la supremac�a sobre todos los gobernadores provinciales, y la Tribunitia Potestas, que, otorgada con car�cter vitalicio, le dio poder para convocar al Senado, proponer leyes y dirigir la pol�tica en Roma.
   
   Su reforma del Gobierno provincial le proporcion� la. mejor base de su fama. Regul� los impuestos, restaur� la justicia y llev� la paz y el orden a todo el mundo romano. Consolid� el Imperio dentro de sus l�mites naturales: el Atl�ntico al O, el Sahara por el S, el Eufrates al E y los r�os Danubio y Rin por el N. Roma mejor� notablemente bajo su mando: se ufanaba de haber encontrado una Roma de ladrillos y haber dejado una Roma de m�rmol.
   
   Las letras encontraron en �l al mejor de sus protectores: Horacio, Virgilio, Livio y otros muchos escritores recibieron el est�mulo de su ayuda y su recompensa.
   
   Se rode� de colaboradores tan valiosos como Agripa en la acci�n y Mecenas en el consejo. Aunque en su juventud, por su radical designio de eliminar toda oposici�n, cometiera vituperables excesos, la nota dominante de su car�cter fue la de una moderaci�n estudiada. V�ase Roma, Historia.
   
   
   
   Augusto. CC

Biograf�as

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