490 años de la anulación del matrimonio entre Enrique VIII y Catalina de Aragón

490 años de la anulación del matrimonio entre Enrique VIII y Catalina de Aragón

490 años de la anulación del matrimonio entre Enrique VIII y Catalina de Aragón

Hoy, 23 de mayo, se cumplen 490 años de la anulación del casamiento entre Enrique VIII y Catalina de Aragón, cuyo proceso repercutió en la historia de Inglaterra –hoy Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, cuyo monarca actual, Carlos III, acaba de ser coronado– y consolidó la preeminencia de la Iglesia Anglicana en una Europa absorbida por la vorágine del fenómeno de la Reforma religiosa promovida por el protestantismo.

Lo voy a explicar. Enrique VIII, mentadísimo monarca europeo que ningún sílabo de historia universal podría obviar, mostró en ese episodio de su vida personal una de las manifestaciones más tempranas del absolutismo monárquico que luego adquiriría enorme trascendencia en el Viejo continente. Fue rey de Inglaterra, uno de los cuatro Estados que hoy componen el Reino Unido –los otros tres son Gales, Escocia e Irlanda del Norte–.

Enrique VIII también fue señor de Irlanda y más allá de que contrajo nupcias durante sus 56 años de vida (1491-1547) hasta con 6 mujeres, entre ellas, la primera esposa, Catalina de Aragón –fue el matrimonio de mayor tiempo (24 años)–, hija de los reyes Católicos Fernando e Isabel de Castilla, y la no menos célebre Ana Bolena, a quien acusó de adulterio y mandó ejecutar (1536) en la Torre de Londres, sin duda este monarca es recordado porque llevó adelante una de las escisiones más impactantes en la historia de la Iglesia al fundar en su país el referido Anglicanismo e insólitamente convertirse en jefe de la Iglesia Anglicana por el Acta de Supremacía de 1534.

Lo hizo precisamente en un acto de reacción porque el papa Clemente VII no quiso concederle la anulación del matrimonio con Catalina para casar con Ana Bolena. Fue, junto a Martín Lutero en Alemania y a Juan Calvino en Francia, quienes consolidaron el referido protestantismo. Como nadie, Enrique VIII personificó el derecho divino en su máxima expresión.

Hoy eso ya no existe. En el Reino Unido y en la mayoría de las casas reinantes “el rey reina, pero no gobierna”, es decir, conserva su calidad de jefe de Estado con prerrogativas específicas atenuadas, y con ellas, otras para las tareas de representación y con atribuciones muy reducidas y de eminente carácter protocolar, dejando las de gobierno para los elegidos por el pueblo –legadas por la Revolución Francesa-, que es el otro soberano, forjado por el iusnaturalismo o derecho natural que dijo que todos somos iguales jurídica y naturalmente.

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