Castillo de Tamarit
Situado en mitad de una pineda y con vistas privilegiadas al Mediterráneo, la historia del castillo de Tamarit se retrotrae al siglo XI. En un principio, la propiedad pertenecía a los condes de Barcelona, aunque rápidamente pasó a manos de la familia Claramunt. Tres siglos más tarde, y ante el temor a posibles incursiones piratas se construyeron las murallas y las torres que bordean la fortaleza, algo que además de reforzar su estatus defensivo, la convirtió en un punto seguro del incipiente comercio mediterráneo.
A punto de ser incendiado
Desde su construcción, el castillo tuvo que hacer frente a un sinfín de batallas pero fue durante la Guerra Civil cuando estuvo cerca de vivir su episodio más trágico. Durante la contienda, la Federación Anarquista Ibérica (FAI) se planteó seriamente la idea de prender fuego a la fortaleza tal y como ya habían hecho anteriormente con otros monumentos de alrededor como en Altafulla. Afortunadamente, el plan se detuvo cuando descubrieron que el propietario del castillo era el norteamericano Charles Deering.
Empresario y filántropo, el magnate estadounidense fue durante muchos años mecenas de Ramón Casas y Santiago Rusiñol, además de haber mandado construir otro edificio histórico en tierras catalanas: el palacio Maricel, en Sitges. El plan se detuvo nada más conocerlo y gracias a ello, piezas de valor incalculable como el retablo barroco que aún se conserva en la iglesia del castillo se salvaron de quedar reducidas a cenizas.