La villa medieval del País Vasco que esconde un secreto subterráneo

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La villa medieval del País Vasco que esconde un secreto subterráneo

En la Rioja Alavesa, sus centenares de cuevas subterráneas conectadas entre ellas hace imposible la circulación de vehículos por su centro histórico.

Para entrar a Laguardia hay que pisar sin prisa y con cuidado. Lo primero, porque su calma es contagiosa y merece la pena recorrerla sin premuras. Lo segundo, porque bajo el empedrado su tamaño se dobla y una auténtica ciudad de calados se teje bajo sus casas y sus calles. Se cuentan más de doscientos, un motivo por el que esta villa está libre de vehículos, un peso que sus suelos, que también son techos, no podrían soportar. Durante todo el año, el aroma a vino impregna el aire,  invitando a saborearlo con un tradicional pintxo pote y coger fuerzas para conocerla más a fondo.   

Laguardia

Cinco razones para visitar en otoño

  1. Porque el otoño le sienta muy bien a los pueblos del País Vasco

  2. El otoño le viene muy bien a los vinos de Rioja Alavesa

  3. Aguarda uno de los hayedos vascos más bellos... 

  4. Y también un dolmen legendario entre viñas

  5. Sólo en la Rioja Alavesa una bodega se puede convertir en el primer alojamiento “Sólo por invitación” de España

 

Laguardia
Foto: Adobe Stock

UNA MURALLA, CINCO PUERTAS, TRES CALLES

Laguardia no se acaba en el pórtico. De hecho, este es sólo el comienzo de un recorrido por sus calles, donde muchos de sus edificios guardan alguna historia. El primero que se encuentra al salir de la Iglesia de Santa María de los Reyes es la Torre abacial, una torre castillo que hace las veces de campanario y que sirvió de defensa a la villa. Se cree que podría haber pertenecido a un monasterio por las figuras religiosas que se pueden ver en sus ventanas. La calle mayor baja hasta el ayuntamiento, que en el siglo XVI hizo las veces también de carnicería y cárcel, ubicado en una pequeña plaza donde también se puede disfrutar del reloj de carillón, con tres autómatas que representan al Cachimorro y dos dantzaris, dos figuras importantes del folklore de la localidad.

 

 

 

 

Laguardia
Foto: Getty Images

 

Siguiendo el curso de la calle se llega a la Iglesia de San Juan y a la Casa Palacio Samaniego, donde vivió el famoso escritor, y donde se encuentra la bodega El Fabulista, en la que se puede disfrutar de una visita teatralizada. Otra bodega peculiar es Casa Primicia, que se ubica en el edificio más antiguo del pueblo y que recibe su nombre por ser el lugar donde antiguamente se cobraban los impuestos a las cosechas y que se convirtió en la primera bodega de la comarca de la Rioja Alavesa. Por último, y no menos importante, es necesario hacer un recorrido por las cinco puertas de la muralla y conocer su historia. Una recomendación: dejar para el final la de Paganos, frente a la cual se ubica un mirador donde contemplar todo el valle bajo la Sierra de Cantabria.

 

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Foto: Facebook Estanque Celtibérico

UN ESTANQUE QUE DESVELA UNA HISTORIA DORMIDA

Nadie en Laguardia podía imaginar que bajo sus calles, además de calados, se encontraba un estanque construido hace 2100 años. La necesidad de equipamiento llevó a realizar una excavación en 1998 que, capa tras capa, reveló parte de la historia dormida de esta localidad. Tras el hallazgo de vestigios del cementerio del cercano Convento de los Capuchinos y un aljibe, los arqueólogos siguieron con la prospección hasta dar con los restos del mayor estanque de la Edad de Hierro en Europa, con una capacidad de hasta 300.000 litros de agua.

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El estanque, ahora protegido por una instalación museográfica donde se cuentan todos sus detalles, recogía aguas de un manantial y no sólo ha supuesto una pista para saber que a sus alrededores se ubicaban varios asentamientos, sino que también ha revelado otros aspectos de interés. Uno de ellos, el uso del estanque para funciones rituales y hallazgos cercanos relacionados con el culto a las Matres celtibéricas.

 

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Foto: Shutterstock

LA GUARDIA DE UNA GRAN HECHICERA

A tan solo diez minutos en coche del centro de Laguardia se encuentra uno de los dólmenes más grandes y mejor conservados de Álava. Tras recorrer la pequeña carretera que conecta el pueblo con Elvillar, se adivina una estructura de piedra descubierta en 1935 y con un gran aire de misticismo. Nueve losas que dibujan una forma poligonal componen este dolmen, en el que se hallaron restos de hachas, cerámica, otras herramientas y joyas que se pueden ver en el Museo de la Sociedad de Amigos de Laguardia.

La Chabola de la Hechicera recibe su nombre por la leyenda popular de que, durante la mañana de San Juan, se escuchaba cantar a una mujer que convertía en piedra a aquellos que se acercaban a curiosear. Según los descubridores, este monumento se construyó a finales del Neolítico, hace alrededor de 5.000 años, y en él se realizaban enterramientos de la comunidad. Pero este no es el único dolmen de la zona: aquellos que se sientan atraídos por la historia alrededor de estas construcciones puede disfrutar de una ruta que recorre los nueve dólmenes de la Rioja Alavesa.

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Foto: iStock

SANTA MARÍA DE LOS REYES Y SU EXQUISITA POLICROMÍA

En Laguardia existe un punto desde donde brotan como ríos todas las calles de su casco antiguo: la Iglesia de Santa María de los Reyes. Una puerta lateral pasa desapercibida a simple vista, pero lo que esconde no deja a nadie indiferente: el Pórtico de Santa María de los Reyes, protegido por una construcción del siglo XIV que, aunque parece de madera, es de piedra arenisca tallada. Gracias al cierre del porche exterior donde se encontraba, se le considera como uno de los pocos pórticos policromados que se conservan en España, una pintura que revela algunos aspectos ocultos a simple vista.

 

Situada en el centro del pórtico se encuentra la figura de la virgen María de los Reyes, sosteniendo la figura del Niño y rodeada por los doce apóstoles. Sobre ellos se despliega la historia de la vida de Jesús y de la Virgen, desde la Anunciación hasta la Dormición, algo que permitía introducir el catolicismo a una población prácticamente analfabeta que no podía interpretar la Biblia. La visita al pórtico permite conocer mucho más sobre la historia de Laguardia y disfrutar de una obra única del gótico español rica en detalles.

Solar de Samaniego
Foto: Javier Zori del Amo

UNA EXPERIENCIA PARA ENTRELAZAR LETRAS Y VINO

Dicen que Félix María Samaniego escribía sus fábulas junto a sus viñedos, algo que ha animado a sus predecesores a unir el mundo vitícola con el literario en una experiencia que ganó el Premio a la Mejor Experiencia Enoturística de España en 2020: Beber Entre Líneas. En este solar se comenta que los libros, al igual que los vinos, tardan su tiempo en prepararse, crecer y finalizar, algo que les empujó a homenajear a ambos. Los dibujos de la artista Elena Odriozola visten las etiquetas del vino 7 Cepas honrando cada mes a un literato diferente, también a través de un menú especial con pequeñas citas de sus obras. 

La siguiente parada tras un largo pasillo entre barriles y estanterías es la Biblioteca de Fincas, donde las pinturas de los viñedos salpican las paredes y se organizan actividades donde se cuentan relatos que se entrelazan con la historia de sus fincas. En la sala de Fábulas & Barricas, una copa de vino espera al visitante mientras disfruta de la lectura de algunas de estas pequeñas obras de Samaniego, pero aún queda el plato fuerte: el Espacio Medio Millón, donde el artista Guido van Helten plasmó sus dibujos en unos viejos depósitos de hormigón de más de diez metros de altura, una obra monumental que los visitantes podrán ver mientras escuchan la historia tras las pinturas.

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Foto: Bodega Javier San Pedro Ortega

UNA BODEGA JOVEN CON PASO FIRME Y MIRADA INNOVADORA

Quinto Javier de la familia y quinta generación dedicada a la viticultura, este joven laguardiense de tan sólo 33 años ya deja entrever con la insignia de su bodega que tiene la llave de los viñedos del cielo. Con el premio a mejor tinto joven este 2021 por su Cueva de Lobos, su faceta transgresora ha derivado en tres gamas de vino bien diferenciadas: su vino galardonado, la gama Viuda Negra, que recupera viejos viñedos, y la semidulce Anahí, que homenajea a su madre. Aun así, Javier no frena aquí: una visita a su bodega depara muchas sorpresas más allá de sus catas.

Esta bodega, que apenas cuenta con tan solo tres años de andadura, tiene depósitos que van desde los 25.000 litros de capacidad hasta los 50, pequeños recipientes donde Javier hace sus experimentos, fórmulas que después guarda a buen recaudo en pequeños barriles que se confunden entre el resto de la producción en su bodega de estilo andaluz. Durante la visita se pueden conocer algunos detalles del mundo del vino, además de repasar la evolución del viñedo a lo largo de las estaciones, la particularidad de sus cepas más antiguas, descubrir más sobre el envero, el porqué del enigmático nombre de su vermut y las novedades que están por venir.

 

Visita a un trujal y cata de aceites de Erroiz
Foto: Erroiz

ERROIZ, O CÓMO EL ACEITE BROTA ENTRE LAS VIÑAS

Saliendo de Laguardia espera todo un mundo de sabores y olores que amplia la experiencia en muchos sentidos. A escasos minutos de esta villa se encuentra Lantziego, donde se encuentra Erroiz, una joven empresa que ha decidido dedicarse al aceite en tierra de vinos. Estas aceitunas, de la variedad Arroniz, no está muy extendida y el escaso producto resultante ofrece un sabor de calidad y muy particular con aromas muy intensos y un picor agradable en el paladar.  Dounia y Mikel pusieron en marcha esta marca hace tres años y su aceite virgen extra ha crecido hasta ofrecer una variada gama: el Erroiz, el Oliturri, el Haurrari y el Abuelari, que tiene un propósito solidario.

Nombrado como ‘el primero del año’, para él se usan las primeras aceitunas de la recogida anual y el resultado es una producción apadrinada por distintas personalidades. Ellas deciden una asociación a la que se destinará más tarde el 30% del importe recogido de la venta de cada botella. Para aquellos que quieren disfrutar del exclusivo producto de trujales arrinconados entre cepas, Erroiz organiza visitas donde no sólo se pueden observar sus olivos centenarios, sino el trujal tradicional de Lanciego y otros formatos más modernos, además de una obligada cata de sus especiales y únicos aceites.