Elena de Baviera

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Elena de Baviera
Princesa heredera de Thurn y Taxis

Elena en 1862.
Información personal
Nombre completo Elena Carolina Teresa
Otros títulos Duquesa en Baviera
Princesa de Baviera
Nacimiento 4 de abril de 1834
Bandera de Reino de Baviera Múnich, Reino de Baviera
Fallecimiento 16 de mayo de 1890 (56 años)
Bandera de Reino de Baviera Ratisbona, Reino de Baviera
Sepultura Cripta de la Capilla de la Abadía de San Emerano
Religión Católica
Apodo Néné
Familia
Casa real Wittelsbach
(por nacimiento)
Thurn y Taxis
(por matrimonio)
Padre Maximiliano José de Baviera
Madre Ludovica de Baviera
Cónyuge Maximiliano de Thurn y Taxis
Hijos

Elena, duquesa en Baviera (nacida Helene Carolina Teresa;[nota 1] Múnich, 4 de abril de 1834-Ratisbona, 16 de mayo de 1890), apodada familiarmente "Néné", fue la esposa de Maximiliano y como tal, princesa heredera de la casa de Thurn y Taxis, entre 1858 y 1867. Por nacimiento, ostentó el título de princesa de Baviera hasta su ascenso al trono, duquesa de dicho lugar y miembro de la casa de Wittelsbach hasta su muerte. Fue hermana de la emperatriz Isabel de Baviera (conocida "Sisi") y prima hermana del emperador Francisco José I de Austria.

Biografía[editar]

Infancia y matrimonio frustrado[editar]

Elena fue la tercera hija de Maximiliano y de su esposa, Ludovica, duques en Baviera. Fue la hermana mayor de la emperatriz de Austria, Isabel de Baviera; de María Sofía, reina de las Dos Sicilias, y de Sofía Carlota, duquesa de Alençon. Como todos sus hermanos, Elena creció en un ambiente de gran libertad y en medio de una naturaleza salvaje, en el palacio familiar de Possenhofen. Allí solía acompañar a su padre y a su hermana, Isabel, en sus excursiones a las montañas y a sus paseos por los bosques.

Elena (Nené) de Baviera en su juventud.

Elena, a diferencia de Isabel, era más bien conservadora, seria y retraída, y cultivaba un perfil bajo, muy dada a la reflexión profunda. Era poseedora de una buena figura y una belleza fría y serena; pero era opacada por su hermana menor, quien a diferencia de Elena destacaba en todos estos aspectos. Al contrario que su familia, Elena era católica practicante. Asimismo, iba en muchas ocasiones a hospitales, al tiempo que se encargaba de otras obras de caridad.

En la búsqueda de un buen partido para casar a su hijo, Francisco José, su tía, la estricta archiduquesa Sofía de Baviera, se fijó en la seria y humilde Elena, aunque reprobando la educación poco aristocrática que su hermana había impartido a sus hijos. Así que para ver a su hija en el trono imperial, la duquesa Ludovica se preocupó de enseñarle el francés (idioma oficial en las cortes europeas), así como el complicado ceremonial cortesano español. Ambas madres acordaron reunirse en Bad Ischl con los dos jóvenes, que sólo se habían visto en una ocasión en Innsbruck. Para la ocasión, Ludovica se hizo acompañar también por otra de sus hijas, Isabel, la cual encandiló a su primo Francisco José con su encanto, así que decidió casarse con ella pese a las críticas de Sofía. En la cena por el cumpleaños de Francisco José, se sentó Isabel junto a éste, relegando a Elena a un puesto secundario en la mesa; y durante el baile, volvió a agasajar a la que sería su prometida dedicándole el cotillón, a pesar de que estaba previsto que lo bailara con Elena. Al día siguiente pidió la mano de Isabel a su tía. Desilusionada, humillada y afligida, Elena se sintió rechazada por el uno y traicionada por su hermana al principio.

Matrimonio y descendencia[editar]

Cumplidos los 22 años, Elena era considerada una solterona y la esperanza de encontrar un buen partido se diluía con el tiempo. Así pues, su madre se dispuso a buscar un marido para su hija antes de que fuese tarde. En su búsqueda encontró al príncipe heredero Maximiliano de Thurn y Taxis, procedente de una importante familia del Imperio que había hecho su fortuna gracias al monopolio del sistema de postas que le había concedido el emperador Maximiliano I. Con el beneplácito de los padres de él, que vieron así la oportunidad de emparentarse con el emperador, Ludovica le invitó a Possenhofen para que conociera a su hija, y en esta ocasión triunfó en su plan, acordándose el matrimonio de los jóvenes.

Maximiliano María de Thurn y Taxis, hijo primogénito de Elena de Baviera.

Sin embargo, el rey Maximiliano II de Baviera, primo materno de Elena, disentía en cuanto a la principesca Casa de Thurn y Taxis que, aunque rica y de antiguo linaje, no tenía ni la realeza ni el poder de los Wittelsbach, dinastía de la que descendían los padres de Elena, aunque en una línea colateral. Aun así, Isabel, que se sentía en deuda con su hermana, intercedió en favor del matrimonio y gracias a ella llegó el consentimiento real, acordándose que Elena seguiría manteniendo tras su matrimonio el rango de duquesa en Baviera conjuntamente con el tratamiento de Alteza Serenísima y el título de princesa heredera de Thurn y Taxis. La boda se celebró en Possenhofen el 24 de agosto de 1858. El 22 de diciembre, los esposos entraban en Ratisbona acogidos por un caluroso recibimiento popular.

Lo cierto es que para entonces la relación entre Isabel y Elena hacía tiempo que se había conciliado, ya que ambas se querían mucho y eran confidentes; el caso es que la emperatriz tenía en Elena una fiel amiga en la que desahogar sus angustias en la corte de Viena y los enfrentamientos con su suegra. Siempre hablaban entre ellas en inglés, una lengua incomprensible para la mayoría de la realeza imperial. También acudió, junto con su madre, a Corfú, donde Isabel se había refugiado ante la ahogante situación que vivía en Viena.[1]​ El consejo dado por Elena era siempre el mismo: llegar a un acuerdo y tener paciencia con la tía Sofía.

El matrimonio consiguió ser feliz, pues a pesar de que Maximiliano no era más bien apuesto, sí era un joven inteligente que supo apreciar las virtudes de Elena. Ambos encontraron rasgos comunes, como las obras de caridad, que realizaban conjuntamente. Tuvieron cuatro hijos:

Viudez, locura, fallecimiento y entierro[editar]

La felicidad conyugal no duró mucho y al poco crecieron las preocupaciones por el estado de salud de Maximiliano, que había engordado y envejecido en exceso. Cuando los médicos encontraron el diagnóstico ya era demasiado tarde, pues se trataba de una grave patología nerviosa que no supieron curar ni los mejores especialistas llegados a Ratisbona para tratarlo. Murió poco después, a los 36 años, sin haber abandonado su condición de príncipe heredero. Elena se desesperó por el dolor y, pese a ello, acudió a la misa celebrada ante la tumba de su marido. Pasó mucho tiempo hasta que recobró la serenidad. Compró el castillo de Tuntzig, a orillas del lago de Starnberg, para estar cerca de su familia, pero una serie de sucesos la obligó a hacerse con las riendas de la herencia de sus hijos, ya que su suegro acababa de morir y, tras la unificación alemana, el canciller Otton von Bismarck había privado a los Thurn y Taxis del monopolio del servicio postal que reportaba gran parte de los ingresos de la familia. Al morir su suegro, el cargo de cabeza de familia pasó al hijo de Elena, Maximiliano María, cuando éste llegó a los 21 años, convirtiéndose en el VII príncipe de Thurn y Taxis. Pero su precario estado de salud propició que muriera anticipadamente, siendo sucedido por su hermano menor, Alberto, que no se hizo cargo del principado hasta dos años después, cuando cumplió la mayoría de edad. Su hija, Isabel, la hizo abuela por primera vez en 1878, pero su tercer parto dañó seriamente la salud de la princesa que murió al poco tiempo, a los 21 años. Elena buscó descanso, pero pasado un tiempo, en el que falleció también su hijo Maximiliano, la desesperación se transformó en locura y en un deseo de alejarse del resto del mundo. No obstante, el joven Alberto daba la impresión a su madre de ser un buen príncipe, por lo que recobró mayor serenidad, aunque jamás llegó a recuperarse de la muerte de su marido e hijos. Hacia el final de su vida, Elena enfermó gravemente por una inflamación de la garganta que le impedía comer. Las fuerzas la abandonaron al tiempo que tenía fiebres altas y delirios. Su hermana, la emperatriz Isabel, permaneció junto a ella hasta el fin. El funeral se celebró en un clima de gran dolor por los habitantes de Ratisbona, siendo sepultada en la cripta de la familia Thurn y Taxis en la Abadía de San Emerano.

Distinciones honoríficas[editar]

Ancestros[editar]

Notas[editar]

  1. Nota sobre el nombre: Los miembros de la familia Wittelsbach eran bautizados llevando su título por apellido, esto es Herzog in Bayern para los hombres y Herzogin in Bayern para las mujeres. Sin embargo, se toma por correcto añadir von Wittelsbach entre el nombre y el título, dado que ese es el apellido de la saga.

Referencias[editar]

  1. CASO, ÁNGELES: ELISABETH, EMPERATRIZ DE AUSTRIA-HUNGRÍA O EL HADA MALDITA. EDITORIAL PLANETA, 2002.

Enlaces externos[editar]