Ana María Quiñones, la española que podría ser reina de Libia: “Felipe VI es el mejor regente que ha tenido España”

Realeza

Ana María Quiñones, la española que podría ser reina de Libia: “Felipe VI es el mejor regente que ha tenido España”

Hablamos con la mujer del príncipe Idris Al-Senussi, pretendiente al trono del país africano: una leonesa con elegantes formas de princesa

Ana María Quiñones
Ana María Quiñonescedida

«Ana es una persona muy bella, educada y que nunca dirá una palabra fuera de contexto», afirma Idris Al-Senussi, príncipe y pretendiente al trono libio, de su mujer, la española Ana María Quiñones con la que se casó en 1986. Se conocieron en Roma tras saber lo que suponía fracasar en un matrimonio y parece que en la Ciudad Eterna se forjó un matrimonio que va para largo, ya que llevan 37 años juntos.

Desde entonces, esta leonesa, dueña de una elegancia natural propia de reinas, se ha paseado prácticamente por todo el globo defendiendo los intereses de Libia, su país de adopción, y enorgulleciéndose siempre de sus orígenes: «Me siento cien por cien leonesa, ¡y española! Pero mi segunda patria es Libia». Quiñones sigue así los pasos de otras compatriotas que también han sentido lo que es el peso de la responsabilidad de un trono y un apellido, como ya les sucedió a Eugenia de Montijo, Fabiola de Mora y Aragón o a Margarita Gómez-Acebo, emperatriz de Francia la primera, reina titular de Bélgica la segunda y reina de Bulgaria en el exilio la tercera.

En 1968, la familia real de Libia, con el rey Idris I a la cabeza, tuvo que abandonar el país del que fueron expulsados por la revolución liderada por Gadafi. En aquel momento, el marido de Ana María de Quiñones era un adolescente y se encontraba en Londres: «El príncipe tenía 13 años y ya no pudo regresar a Libia. Toda la familia real fue expulsada sin nada. Los pusieron en un avión y los sacaron de allí. Es una historia increíble». Desde entonces, Al-Senussi se convirtió en altavoz de las injusticias que se cometían en el país africano y una de las personas más incómodas para el dictador Gadafi, que no dudó en firmar su sentencia de muerte en sus intentos por acabar con toda oposición a los principios revolucionarios que defendía para el país.

Aunque no todo en la vida de esta pareja ha sido la política. También son unos candidatos para cualquier cita con estilo que se precie. Sin ir más lejos, hace tan solo unos días disfrutaban en Versailles de The Royal Versailles Ball, una fiesta por todo lo alto donde la aristocracia europea y las grandes fortunas internacionales se citaban. Con los jardines que diseñó Luis XIV de fondo, compartieron protagonismo con otros reyes sin corona, como Juan Cristóbal Bonaparte, Zita Borbón-Parma o Borís de Bulgaria, ejerciendo como embajadores de un país que poco a poco les va abriendo sus puertas.

Desde su casa de Madrid en el barrio de Salamanca, y tras regresar de París, la princesa Ana María, como muchos la conocen, habla para LA RAZÓN de su pasado y su presente y, quién sabe, si su futuro en Libia. ¿Estamos hablando con una futura reina? Ella nunca cierra la puerta a esa posibilidad aunque, como explica a este periódico, es consciente de todo lo que eso puede conllevar y, sobre todo, de a qué precio estarían dispuestos a hacerlo.

Ana María Quiñones junto al príncipe Idris y su hijo
Ana María Quiñones junto al príncipe Idris y su hijocedida

¿Piensan volver algún día a Libia?

Desde que yo conocí al príncipe Idris, en 1985, él sueña con regresar, poder hacer política y conseguir que regrese la familia real.

¿Hubo algún momento en que estuvieran a punto de regresar al trono?

Cuando comenzó la revolución contra Gadafi estábamos en Washington y no nos podíamos creer lo que estaba sucediendo. En aquel momento, mi marido aparecía de manera habitual en la CNN hablando del país y parecía que existía la posibilidad de regresar a casa.

Su marido destacó por ser una voz crítica contra Gadafi, ¿sintieron miedo durante aquellos años?

Siempre hemos hablado de política en casa y fuera de ella y es habitual que nos pregunten por la actualidad de nuestro país. Durante los años en los que vivmos en Roma, cada poco tiempo teníamos policía en casa porque el príncipe aparecía en las listas de los más buscados por el régimen libio. Encontraban su nombre a los terroristas que detenían. Él tuvo miedo, pero nunca dejó de aprovechar cualquier momento para denunciar la situación de Libia.

¿Cómo ven la actualidad del país?

La gente de Libia es encantadora, pero la situación ha llevado a mucha gente a emigrar y la zona resulta ahora peligrosa. Le están robando el petróleo, que sale de mala manera del país.

¿Se siente en el exilio?

Yo no me siento exiliada, pero el príncipe sí. Le han pedido muchas veces regresar y, de hecho, cuando la revolución estuvimos unos días de visita. Aquella fue la primera vez que mi hijo y su hermana, fruto del primer matrimonio de mi marido, pisaban el país. Le han propuesto ser primer ministro o ministro del petróleo, pero eso son planes a corto plazo. A él le gustaría ser Jefe del Estado como mínimo cuatro años para poder plantear un referéndum a la sociedad sobre la monarquía que seguramente ganarían los partidarios de la corona. La constitución de 1951, monárquica, es muy buena y a él le gustaría que el país regresara a ella. Es su sueño.

Pese a los años que llevan en el exilio, parece que los Al-Senussi nunca se han sentido solos. Han sido acogidos por las familias reales de Marruecos y Jordania, y el príncipe mantuvo una muy buena relación con don Juan Carlos, con quien comía en el Palacio de la Zarzuela cuando venía de visita a España (y cómo no, al León que tiene enamorada a la princesa).

¿Mantienen contactos con otros reyes?

Hemos conocido a muchas familias reales y estamos emparentados con los reyes de Marruecos y Jordania. El Rey Mohamed nos ha invitado varias veces a su país y el rey Abdalá se comportó fenomenalmente con mi hijo cuando estuvo allí en la escuela militar.

¿Y con la Familia Real Española hay sintonía?

El príncipe Idris siente un aprecio enorme por el rey Juan Carlos. Cuando venía a Madrid acudía a comer con él a Zarzuela. España le debe mucho, por todo lo que ha hecho por el país. Sus errores han sido algo personal, pero no debemos olvidar que tenemos una democracia gracias a él. Al rey Felipe también le apreciamos mucho. Es fantástico y posiblemente el mejor rey que ha tenido España.

Ha vivido en Roma, en Washington o Abu Dabi, ¿qué le queda de todo eso?

Tengo una mente muy abierta. En cada país que he vivido aprendo algo. La época en Washington fue toda una escuela de política, porque allí vives lo que será noticia al día siguiente. Pero algo que he notado es que el trato hacia nosotros en los países monárquicos es distinto que en los que no lo son. Parece como si consideraran que algo tenemos que ver con ellos.

¿Cómo se afronta el papel de una reina?

De manera muy sencilla. Hay que tener claro que tienes que ayudar a tu país y defenderlo. En mi caso, además, tengo un hijo y él se siente muy libio, como toda la gente de allí, es su país. Por otra parte, siempre tenemos compromisos con embajadas y siempre estamos de aquí para allá.

Su marido es musulmán y usted es católica, ¿cómo se lleva eso en la familia?

Muy bien. Ellos participan de mis costumbres y yo de las suyas. El príncipe hace el ramadán y me encanta la traición de la cena cuando se pone el sol. Tras la oración, se toma leche y dátiles y se está en familia, con amigos o vecinos. O la fiesta del cordero. La familia de mi marido, los Senussi son descendientes de Fátima, la hija del profeta Mahoma, y son jefes religiosos de los senusitas, al mismo tiempo que rey. Él tiene un concepto más moderno del Islam que ya lo iniciaron sus antepasados. Con el rey Idris, Libia era un país muy moderno. Las mujeres no iban tapadas y vestían de manera occidental. La reina Fátima el-Sharif era una mujer muy elegante, vestía de corto, llevaba tacones y su corte de pelo era a la europea. Y recibía junto con el rey a quien visitaba el país.

El príncipe tiene una hija de su primer matrimonio, ¿qué tal es la relación entre las dos?

Alia es maravillosa. Vive y trabaja en Londres, donde está considerada una de las expertas en arte contemporáneo más importantes. Tan pronto está en Art Bassel como en Miami o Dubai.