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Declaraciones de Scottie Scheffler tras ganar por segunda vez el Masters de Augusta

Sus conversaciones con Dios, el infinito deseo de ganar y el putt del 8

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Scottie Scheffler posa con el trofeo de campeón del Masters en el green del hoyo 18.
Scottie Scheffler posa con el trofeo de campeón del Masters en el green del hoyo 18.

Scottie Scheffler cree en la predestinación divina y está convencido de que a él lo diseñaron para ganar. «Se me ha concedido el don de jugar bien al golf y yo lo utilizo para gloria de Dios. Eso es todo», aseguraba este domingo ante los periodistas después de ganar su segundo Masters de Augusta en tres años y confirmarse como el golfista más dominante de los últimos quince años.

Scheffler se apoya en su fe. Rezó mucho el domingo por la mañana. Rezó para que sus dolores en el cuello no fueran a más y rezó por la paz. Su mujer, Meredith, que vivió su victoria desde la residencia que comparten en Dallas, apurando los últimos días de embarazo antes del parto, también le dedicó varias oraciones.

Los dos sienten que pase lo que pase en los torneos ya han ganado. «Mi identidad va a ser la misma gane o pierda un torneo. No cambia quién soy. Es un sentimiento muy especial saber que no importa si logro la victoria o no. Mis amigos me dijeron por la mañana, antes del ir al campo que mi victoria estaba asegurada en la cruz. Esto me dio mucha calma», asegura.

La idea de la predestinación le ayuda a vivir lo que le rodea con más tranquilidad. Entiende que todo está escrito y si tiene que pasar, pasará. «Creo que los planes de hoy ya estaban trazados hace muchos años y yo no podía hacer nada para estropearlos».

Scottie es muy religioso, pero al mismo tiempo es un competidor insaciable. «No creo que sea malo. Me encanta ganar y odio perder. Odio de verdad jugar sobre par. Cuando soy líder un domingo, realmente tengo muchas ganas de ganar. Siento que así es como fui diseñado. He sido así desde que era pequeño. Siempre ha formado parte de mí y no creo que vaya a desaparecer pronto», explica.

Le gustaría disfrutar algo más de las victorias, pero no lo entiende de esa manera. «El golf profesional es profundamente insatisfactorio. Ahora mismo no estoy pensando en la victoria o en la Chaqueta Verde, sino en volver a casa. Igual cuando llegue allí sí intento entender lo que ha pasado, absorberlo mejor, pero al fin y al cabo el jueves estaré pinchando de nuevo en el tee con la intención de ganar un torneo. Así es el corazón humano, siempre quieres más y creo que hay que luchar contra eso y centrarse más en las cosas buenas». (Juega el RBC Heritage).

Es consciente de la vida le va a cambiar con el nacimiento de su primer hijo, pero no le preocupa. No tiene ningún problema en relegar el golf en su escala de prioridades, sin que eso signifique que no va a querer seguir ganando. «Me iré a casa y disfrutaré de esta victoria. Disfrutaré después del nacimiento de mi primer hijo. Mis prioridades cambiarán muy pronto. Mi hijo o hija será ahora la prioridad principal, junto con mi mujer, así que el golf será probablemente el cuarto en la lista. En todo caso, me sigue encantando competir y no pienso despistarme en este sentido a corto plazo».

En cuanto a la última ronda del Masters, Scheffler asegura que nunca vio el torneo ganado. La clave fue seguir empujando y haciendo birdies. «En este campo si juegas muy agresivo o muy defensivo, lo pagas. Hay que pegar los tiros que hay que pegar en cada momento. Yo es lo que he intentado y por suerte me ha salido bien. No he empezado jugando bien, nos hemos equivocado de viento varias veces, pero Tedd (Scott, su caddie) ha hecho un trabajo excepcional manteniéndome donde tenía que estar».

A su juicio, el golpe más importante del día ha sido el putt del hoyo 8. «Eso me ha dado un gran impulso para atacar después en el 9, 10, 13… No he dejado de atacar y pegar los tiros que tocaban en cada momento. Estoy agradecido porque ha salido bien», señala.

Del mismo modo, tuvo palabras de agradecimiento para sus dos entrenadores principales, Randy Smith, que vigila su swing, y Phil Kenyon, que cuida de su putter. «Le doy las gracias a los dos porque no era una situación fácil. Llevo 20 años trabajando con Randy y después de East Lake nos sentamos y le dije que teníamos que buscar algo con el putt. Estuvo de acuerdo y le pareció muy bien que nos pusiéramos en contacto con Phil. Tengo que darle las gracias porque dejó a un lado el ego, y eso no es fácil. Del mismo modo, tengo que dar las gracias a Kenyon porque también deja a un lado el ego y sólo piensa en lo mejor para el jugador. Tengo suerte de estar con ellos dos», remata.

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