Carlos, el príncipe que no se olvidó de Gales
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Carlos, el príncipe que no se olvidó de Gales: "Su compromiso no se quedó solo en la ceremonia"

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Bandera de Gales a media asta por la muerte de Isabel II, en Cardiff
Bandera de Gales a media asta por la muerte de Isabel II, en Cardiff

El ahora rey británico Carlos III fue, durante décadas, un hombre pegado a un título, el de príncipe de Gales, o lo que es lo mismo, el de permanente heredero al trono. Pero para él, a diferencia de sus predecesores, Gales simbolizaba algo más que una mera distinción. Este viernes visitará la nación por primera vez como monarca de Reino Unido, pero este territorio representa una parte fundamental de su formación y de su despertar político en el pasado.

Isabel II nombró a su hijo príncipe de Gales cuando este tenía solo nueve años, lo que se materializaría en una multitudinaria ceremonia en el castillo de Caernarfon en 1969. Allí, el joven Carlos sorprendió pronunciado parte de su discurso en galés y asegurando que en su estancia allí había "llegado a ver mucho más en el título" que ostentaba que hasta ese momento, y reconoció "la larga historia" de la región "en su determinación de seguir siendo individual y proteger su patrimonio propio".

Para preparar aquella ceremonia, Carlos pasó dos meses estudiando galés y la historia y la cultura de esta nación en la universidad galesa de Aberystwyth, una inusual implicación con el territorio que daba nombre a su distinción. "A lo largo de la historia, el título de príncipe de Gales se ha tratado como un título, sin un mayor compromiso entre quien lo ostentara y esta nación", explica a RTVE.es Emyr Lewis, profesor de Derecho en esta universidad y experto en la relación constitucional entre la monarquía y Gales. El título en sí, recuerda, no conlleva ninguna responsabilidad ni obligación

"Creo que con Carlos vimos un cambio, porque su compromiso con Gales no se quedó solo en la ceremonia. Siguió comprometido y teniendo relación con la sociedad civil galesa y sus instituciones, algo que sus predecesores no habían hecho", sigue Lewis. Carlos ha sido el príncipe de Gales que más tiempo ha ostentado ese título, 64 años, a lo largo de los cuales ha visitado en numerosas ocasiones el territorio.

Polémica investidura: ¿estrategia de marketing o influencia del nacionalismo?

El punto que marcó la relación entre el actual monarca y los galeses fue aquella proclamación en el histórico castillo de Caernarfon. Tuvo lugar precisamente en un momento en el que "crecía la idea de que Gales se convirtiera en un territorio autónomo con su propio gobierno e incluso que fuera independiente de Reino Unido", sigue el profesor.

También se estaba produciendo una recuperación del interés por el galés, una lengua que había sido la mayoritaria hasta principios del siglo XX pero que había quedado arrinconada por el inglés. Las palabras de Carlos, que no solo habló en galés, sino que reconocía las peculiaridades de aquella nación, alarmaron al Gobierno británico. El entonces secretario para Gales temía que el príncipe hubiera caído bajo la influencia de los nacionalistas y advertía al primer ministro de que "se estaba desarrollando una peligrosa situación", por lo que le aconsejaba incluso hablar con la reina, según unos documentos desclasificados publicados por The Guardian.

Para Lewis, sin embargo, la situación era distinta. "Parte de la razón por la que el príncipe vino a estudiar aquí era para desalentar la idea de un autogobierno galés, mantener la monarquía pero darle un poco de sabor galés", subraya.

"Parte de la razón por la que el príncipe vino a estudiar aquí era para desalentar la idea de un autogobierno galés, mantener la monarquía pero darle un poco de sabor galés

Aquella ceremonia fue recibida por una multitud entusiasta, pero también por grupos de manifestantes que consideraban el uso de este título como un "insulto". La distinción de príncipe de Gales era la que usaban los monarcas de este territorio antes de la conquista inglesa, en 1282. En aquel año, el rey inglés Eduardo I mató al último príncipe de Gales nacido allí, y proclamó a su heredero con ese título en el mismo castillo en el que 700 años después lo recibiría Carlos. Desde entonces, nadie nacido en Gales lo ha ostentado.

Ceremonia de investidura de Carlos como príncipe de Gales en 1969 en el castillo de Caernarfon

Ceremonia de investidura de Carlos como príncipe de Gales en 1969 en el castillo de Caernarfon RPE/GTRES

Apoyo a la monarquía pero cuestionamiento del título

El recibimiento de la ceremonia de Caernarfon es sintomático de la compleja relación de los galeses con su ahora monarca. Por una parte, recuerda Emyr Lewis, "hay mucha gente contenta con el príncipe, mucho apoyo a la monarquía tras la Segunda Guerra Mundial, especialmente entre las generaciones que vivieron aquellos años". En julio de este año, más de 1.500 personas hicieron cola para dar la bienvenida a Carlos y Camila en la localidad galesa Treorchy, lo que muestra que ese sentimiento sigue vivo.

Pero también "hay una fuerte oposición, especialmente porque se le considera como un monarca extranjero". Este sentimiento "creció a partir de la investidura", que "recordó a mucha gente la artificialidad de la institución, considerada otra imposición artificial", recuerda el profesor. Según los últimos datos de la encuestadora YouGov, previos a la muerte de Isabel II, el apoyo a la monarquía en Gales es ligeramente inferior al de la media de Reino Unido (48% frente a 54%), pero no es tan bajo como el de Escocia, por ejemplo (42%).

El primer discurso de Carlos como monarca ya trajo la primera controversia en Gales. Nombró, apenas un día después de haber sido proclamado rey, a su hijo Guillermo como nuevo príncipe de Gales, mientras que Isabel II había tardado seis años. "Mucha gente se sorprendió de que lo hubiera hecho tan pronto y sin ningún tipo de discusión pública o conversación con el Gobierno de Gales", constata el profesor de Derecho.

Mientras que toda la clase política galesa se mostró unánime en mostrar sus condolencias por la muerte de la reina, y su parlamento nombró a Carlos como nuevo soberano, algunas voces ya se han levantado para cuestionar el título de príncipe de Gales. Es algo que debería debatirse "a su debido tiempo", aseguró Adam Price, el líder del partido nacionalista galés Plaid Cymru. "Debería ser el derecho democrático del pueblo tener la última palabra sobre este asunto en un Gales independiente", escribió en redes sociales.

"No vamos a ver el mismo compromiso con Gales en Guillermo"

Mientras, en Gales crecen las dudas sobre si el nuevo príncipe va a estar tan implicado en el territorio como su padre. Guillermo agradeció, en una conversación con el ministro principal de esta nación, "apoyar las aspiraciones del pueblo de Gales" y esperaba "celebrar la historia y tradiciones, así como el futuro lleno de promesas" de este territorio. Guillermo y Catalina vivieron unos meses en Anglesey, al norte de esta región, mientras el príncipe llevaba a cabo su instrucción militar.

"Se especula sobre hasta qué punto Guillermo va a mantener este compromiso con Gales. Creo que es improbable que se le pida que aprenda galés, supongo que recibirá algo de contexto de historia y cultura, pero no tengo la sensación de que vayamos a ver el mismo compromiso que vimos con Carlos", cree Lewis.