CASA REAL

Falleci� este lunes

La vida de pol�micas y esc�ndalos del infante don Carlos de Borb�n

Carlos de Borb�n, en el centro, con su mujer, Ana de Orleans y su hijo, Pedro, duque de Noto.

El duque de Calabria fue un hombre discreto y leal al Rey, con quien se educ� en la finca Las Jarillas

Protegido bajo el paraguas de su cercano parentesco con el Rey Juan Carlos, labr� un jugoso patrimonio

Pese a que el duque de Calabria, sobrino de do�a Mar�a de las Mercedes y primo de Don Juan Carlos, fue un hombre discreto y leal al Rey, con quien se educ� en la finca Las Jarillas y que en 1994 le hizo infante de Espa�a, su vida no estuvo exenta de pol�micas y alg�n que otro esc�ndalo.

El infante don Carlos era un hombre h�bil y protegido bajo el paraguas de su cercano parentesco con el Rey Juan Carlos, labr� un jugoso patrimonio, que se asentaba en sus numerosos consejos de administraci�n. Hasta el punto de que en el a�o 2007 era el consejero independiente que m�s asientos acumulaba en este pa�s, nada menos que una decena, en empresas tan importantes como petr�leos SAU, la inmobiliaria Urbys, la financiera Diana capital, el holding alem�n Thyssekrupp, la compa��a estatal Iberpistas o Viajes Marsans, entre otros.

Precisamente, el mayor esc�ndalo que protagoniz� tuvo lugar con motivo del desplome de esta �ltima compa��a, en el a�o 2011, cuando fue citado a declarar para dirimir su responsabilidad en la quiebra fraudulenta de Viajes Marsans, empresa de la que era consejero, propiedad de Gerardo D�az Ferr�n. No compareci� y en su lugar acudi� su yerno, Pedro L�pez Quesada, �ntimo de Felipe VI, alegando que su suegro padec�a una enfermedad degenerativa neuronal, detectada a�os atr�s, que le provocaba lagunas en la memoria y en el habla. Algo que levant� serias sospechas de que se trataba de una argucia para eludir el embargo de sus bienes, entre ellos su finca La Toledana, donde falleci� este lunes. Sospechas que se intensificaron meses m�s tarde cuando acudi�, en enero de 2012, a la entrega del Tois�n de oro al entonces presidente de Francia, Nicol�s Sarkozy, sin que su aspecto delatara signos externos de la enfermedad.

Sin embargo, ese oto�o de 2012 sufri� un ictus, que no s�lo agrav� considerablemente sus problemas neurovegetativos, sino que le conden� definitivamente al ostracismo p�blico. La gran pregunta es: �Hasta qu� punto estaba privado de facultades para eludir declarar ante el juez y asumir su responsabilidad en la quiebra fraudulenta de Marsans antes de sufrir el ictus?

Es dif�cil de saber. Sin embargo, los que le conoc�an bien s� dan por cierto que la decisi�n que tom� en enero de 2014, su in�dita reconciliaci�n con su "hist�rico" enemigo en la pugna por el trono de las Dos Sicilias, el pr�ncipe Charles de Borb�n, actual duque de Castro, jam�s la hubiera tomado si hubiera estado en sus plenas facultades mentales, pues supon�a dar carpetazo a su lucha de toda una vida.

Batalla din�stica

Esta feroz batalla din�stica, que dur� medio siglo, fue otra de las pol�micas que envolvieron la existencia del duque de Calabria. El origen fue la muerte sin hijos en 1960 del pr�ncipe Fernando, jefe de la dinast�a, quien ten�a dos hermanos: Carlos, abuelo del actual duque de Calabria, que renunci� a sus derechos al trono italiano al casarse con la infanta Mercedes, hermana del monarca espa�ol Alfonso XIII. Y Rainiero, que se convirti� en jefe de la dinast�a. El problema surgi� cuando el padre del fallecido duque de Calabria se autoproclam� tambi�n jefe de la Casa de Borb�n Dos Sicilias, al considerar nula la renuncia de su padre, y alegando tambi�n el matrimonio desigual de Rainiero con la condesa polaca Carolina Zamoyska. Decisi�n muy pol�mica, que cuestionaron muchas casas reales europeas y ni siquiera fue tomada en serio por su propia hermana, do�a Mar�a, madre de Don Juan Carlos.

La hostilidad entre ambas ramas fue in crescendo, hasta el punto de que cuando ocurri� "el milagro" de la firma del armisticio, el 27 de enero de 2014, en forma de un documento que reconoc�a a ambas ramas los mismos derechos a la corona de las Dos Sicilias, y era el primer paso para la unidad din�stica, muchos lo creyeron producto de un milagro de Santa Chiara, iglesia donde est�n enterrados los miembros de la estirpe Dos Sicilias.

Lo cierto es que la encendida pugna condujo a los miembros de la dinast�a al descr�dito, y tampoco muchos entend�an que el duque de Calabria, habiendo sido nombrado infante de Espa�a por Don Juan Carlos en 1994, siguiera peleando por los derechos a un trono extranjero.

Tampoco fue muy bien visto que, investido de tal dignidad por su primo Don Juan Carlos, quien a sus propios nietos se content� con otorgarles la Grandeza de Espa�a y punto, el duque de Calabria "hiciera sombra" al Monarca concediendo por su cuenta t�tulos de nobleza. Como hizo con su nieto Jaime, primog�nito de su hijo Pedro de Borb�n Dos Sicilias, y de Sof�a Landaluce y Melgarejo, a quien en mayo del a�o 2013 le concedi� el t�tulo de duque de Capua, que seg�n los genealogistas no es v�lido en Espa�a. Seg�n la Constituci�n espa�ola, el otorgamiento de t�tulos nobiliarios es prerrogativa expresamente reservada al Monarca, por lo que la noticia caus� bastante perplejidad.

2 Comentarios

2

@joserrapb #1 In un Paese dove la nobilt� � riconosciuta si pensa che chi scrive di nobilt� ne capisca qualcosa, ma mi sbaglio perch� un giornale cos� famoso offre informazioni sull'argomento che fanno nel migliore dei casi sorridere. Per rispetto alla memoria di S.A.R. l'Infante Don Carlos. che era orgoglioso di essere spagnolo ed Infante, ma come erede di un diritto storico anche Capo della Real Casa delle Due Sicilie (ovvero titolare di una "sovranit�" residua relativa agli Ordini della Dinastia autorizzati dalla Repubblica Italiana), devo precisare che aveva trasferito al nipote un titolo della Dinastia di Sua propriet� come Capo della Dinastia, non aveva creato un titolo nuovo, dato che non era Sua prerogativa e come Spagnolo rispettava le leggi vigenti in materia. Pier Felice degli Uberti, president​/chairman International Commission for Orders of Chivalry

1

No merece la pena ni opinar. Los dispendios hay que dedicarlos a comentarios �tiles.