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Carlos IV, Emperador del Sacro Imperio (1316-1379).

Emperador del Sacro Imperio y rey de Bohemia, nacido en Praga el 14 de mayo de 1316 y muerto en esa misma ciudad el 29 de noviembre de 1378. Fue uno de los soberanos más hábiles y cultos de su época y, junto con Federico II, el emperador alemán más importante de la Baja Edad Media.

Era el hijo primogénito de Juan de Luxemburgo, rey de Bohemia, y de su esposa, Isabel Poemyslovná, hija del rey Wenceslao II de Bohemia. Por parte paterna era nieto de Enrique VII. Recibió en el bautismo el nombre de Wenceslao, pero desde los ocho años fue llamado Carlos. En 1323 fue enviado a la corte de Francia, donde contrajo matrimonio con la princesa Blanca, hermana del rey Felipe IV. En París tuvo como preceptor a Pierre Roger, futuro papa Clemente VI. En 1330 abandonó París y pasó una breve temporada junto a su tío abuelo, el arzobispo Balduino de Tréveris. Al año siguiente, cuando apenas contaba quince años, su padre le encomendó la administración de los dominios de los Luxemburgo en el norte de Italia. En 1333 Carlos volvió a su país, al nombrarle su padre margrave de Moravia y gobernador de Bohemia. En este puesto, se esforzó por restaurar el poder regio mediante la redención de los castillos, señoríos y ciudades que habían sido pignorados por la nobleza. Asimismo, trató de reconstruir el ejército y de reducir el poder de la aristocracia, que había crecido notablemente durante la larga ausencia de Juan de Luxemburgo. Sin embargo, éste comenzó a albergar sospechas acerca de las verdaderas intenciones de su hijo y, en 1335, le relevó del gobierno de Bohemia.

Padre e hijo se reconciliaron poco después, pero Juan de Luxemburgo procuró mantener a Carlos alejado del reino checo, encomendándole diversas misiones diplomáticas. Durante los años siguientes, sus incuestionables dotes políticas le convirtieron en el principal colaborador de su padre, cuya salud estaba muy quebrantada. En 1341, Juan de Luxemburgo presentó a Carlos como su sucesor en el trono ante el parlamento reunido en Breslau. Dos años después volvió a encomendarle la regencia de Bohemia. El primer logro político de Carlos en este puesto fue la elevación de Praga al rango de sede arzobispal, gracias a su influencia ante el papa Clemente VI, su antiguo preceptor. Poco después se inició bajo sus auspicios la construcción de la catedral de San Vito, diseñada por el arquitecto suabo Peter Parler. En 1343 Carlos firmó una serie de acuerdos de paz con el rey Casimiro III de Polonia para poner fin a la rivalidad que mantenían Bohemia y Polonia por los territorios de Silesia y Moravia.

Entretanto, se iniciaron las negociaciones para elegir al sucesor del emperador Luis IV el Bávaro, que había perdido sus derechos al trono al haber sido excomulgado por el papa. Carlos se definió en seguida como uno de los principales candidatos a la corona imperial. Sin embargo, no fue reconocido como Rey de Romanos hasta el 11 de julio de 1346, cuando, en la ciudad de Rhesen, cinco de los siete príncipes electores del Imperio votaron a su favor. En su elección tuvo una importancia decisiva el apoyo del papado, a cambio del cual Carlos tuvo que jurar fidelidad a la Santa Sede. Ello le valió el calificativo de "rey de los sacerdotes" (rex clericorum) que le aplicó el filósofo Guillermo de Ockham. No obstante, su coronación como Rey de Romanos en Bonn el 26 de noviembre de ese mismo año no significó su inmediata entronización, pues Luis el Bávaro se negó a reconocerle y continuó proclamándose legítimo emperador de Alemania.

Poco después, Carlos y su padre intervinieron a favor de Francia en la guerra que ésta libraba contra Inglaterra (véase Guerra de los Cien Años). La intervención fue desafortunada, pues Juan de Luxemburgo resultó muerto en la célebre batalla de Crécy. Carlos fue proclamado rey de Bohemia el 2 de septiembre de 1347. Ello le permitió emprender con garantías la lucha por el trono imperial. Luis IV de Baviera murió en octubre del año siguiente, pero sus seguidores continuaron luchando contra Carlos y eligieron a varios antireyes. Carlos, sin embargo, procuró evitar la lucha armada y consiguió vencer a sus oponentes mediante una hábil política diplomática y la entrega de numerosas prebendas y privilegios que le atrajeron el apoyo de la aristocracia y de las ciudades. Su reconocimiento definitivo como emperador se produjo tras su triunfo sobre el antirey Günther von Schwarzburg. El 17 de junio de 1349, en Frankfurt del Main, Carlos fue nuevamente nombrado emperador por el colegio electoral, siendo coronado en Aquisgrán el 25 de julio siguiente.

A diferencia de su predecesor en el trono imperial, Carlos poseía extensos dominios patrimoniales en Bohemia y Moravia. De ahí que su política, en lugar de perseguir proyectos irrealizables en Italia (como había hecho su abuelo, Enrique VII), se concentrara en gobernar sus estados patrimoniales. Su política imperial estuvo, en todo momento, subordinada al engrandecimiento de la monarquía bohemia. Pocos meses después de su coronación como rey de Bohemia por el arzobispo de Praga, Carlos promulgó un edicto de gran importancia que definía la posición constitucional del rey dentro del Estado bohemio. En dicho edicto, Bohemia era definida como una monarquía hereditaria vinculada a la dinastía luxemburguesa.

Carlos convirtió a Praga en su capital e hizo cuanto pudo para engrandecerla. En 1348 fundó la universidad -llamada Collegium Carolinum en su honor-, según el modelo de organización de las universidades de París y Boloña. Ese mismo año comenzó a construir en las cercanías de la ciudad su nueva residencia, el castillo de Karlstein, donde posteriormente se guardarían los símbolos de la realeza bohemia. Desde entonces, Praga se convirtió en una de las grandes capitales culturales, económicas y políticas de Europa.

En sus dominios patrimoniales promovió el desarrollo de la artesanía y la agricultura mediante la importación de nuevas técnicas artesanales y nuevas variedades de cultivos, como viñedos y frutales. Pretendió hacer del Elba y el Moldavia ríos comerciales de la importancia del Rin y, para ello, hizo construir un canal entre el Elba y el Mar Báltico (Stecknitzkanal). Asimismo, abrió una nueva ruta comercial entre Flandes y Hungría que pasaba por Nuremberg, Praga y Brünn.

Carlos desarrolló, además, una política muy activa respecto a los reinos vecinos del ámbito oriental. En 1354, cuando los turcos penetraron en Europa a través de Gallípoli, respondió con entusiasmo a la petición de ayuda del emperador serbio Esteban IX Uros, que había solicitado al papado la convocatoria de una cruzada contra los osmanlíes. Carlos dirigió una carta a Esteban en la que se comprometía a ayudarle en la lucha contra el infiel y a trabajar en pro de la unión de la Iglesia Católica y la Greco-ortodoxa. Pero los planes de cooperación se vieron truncados por la muerte de Esteban en 1355 y la consiguiente disolución de su imperio.

A pesar de su interés secundario por los asuntos imperiales, en 1354 Carlos viajó a Italia al frente de un ejército para recibir la corona imperial en Roma y, al mismo tiempo, para asegurarse el control de los dominios patrimoniales de los Luxemburgo en la península. El 6 de enero de 1355 recibió en Milán la corona de los reyes de Lombardía. El 5 de abril de ese mismo año fue coronado emperador en Roma por un cardenal legado y, casi de inmediato, emprendió viaje de regreso a Praga. Carlos se desentendió así de la complicada situación política romana, decepcionando a muchos de sus partidarios italianos, como el escritor Petrarca. Esta decepción está posiblemente en el origen de la leyenda que cuenta que, después de ser coronado, Carlos arrojó con desprecio la corona al suelo y dio orden de partir hacia Bohemia.

Sin embargo, su reinado constituye un hito fundamental en la historia del Imperio germánico bajomedieval. El 26 de diciembre de 1356 promulgó la Bula de Oro, documento esencial para la fijación del marco constitucional por el que se rigió el Imperio durante la Edad Moderna. La Bula regulaba el sistema de elección del Rey de Romanos (heredero del trono imperial) mediante el establecimiento de un colegio electoral formado por siete príncipes (cuatro laicos y tres eclesiásticos). Además, reconocía la plena soberanía de los príncipes electores sobre sus estados patrimoniales, lo que significaba, de hecho, la legitimación constitucional del sistema federativo que caracterizaría desde entonces a la organización político-territorial alemana. A cambio, Carlos IV obtuvo importantes compensaciones, que, más que reforzar su posición como emperador, sirvieron para fortalecer a la dinastía luxemburguesa mediante la adquisición de nuevos dominios territoriales, como el principado electoral de Brandeburgo (1368). Además, Carlos consiguió en 1376, no sin largas y complejas negociaciones, la elección como Rey de Romanos de su hijo primogénito, Wenceslao (que en 1363 fue también reconocido como heredero del trono bohemio).

Respecto a sus relaciones con el Occidente europeo, Carlos IV desarrolló una política diplomática muy activa cuyo principal objetivo fue refrenar la expansión del poderío francés. Para ello, rompió la amistad que su padre había mantenido con la dinastía francesa y buscó una nueva alianza con Inglaterra (dicha alianza permitiría, de forma indirecta, la penetración en Bohemia de las doctrinas heterodoxas de John Wycliff, que tendrían posteriormente una importancia fundamental en el estallido del movimiento husita). Mediante esta política antifrancesa, Carlos buscó, ante todo, impedir que la dinastía angevina estableciera su influencia sobre el sur de Italia, Hungría y Polonia.

Carlos IV fue, además de uno de los hombres más cultos de su tiempo, un generoso mecenas de las artes y las ciencias. Fue autor de la primera autobiografía de un gobernante europeo: la Vita Caroli Quarti, en la que contó sus sueños, sus experiencias políticas y sus reflexiones sobre la religión y el cultivo del espíritu. Su refinada educación en Francia y sus numerosos viajes le permitieron entrar en contacto con el humanismo temprano, cuyas ideas influyeron notablemente en su gobierno y, especialmente, en el desarrollo cultural y artístico de la ciudad de Praga. Su principal colaborador fue el canciller Johannes von Neumarkt, obispo de Olmütz, un humanista de inmensa cultura que, en 1354, llamó a la corte al florentino Giovanni de Marignola, autor de una Chronica Bohemorum en la que se profetizaba la victoria del emperador sobre los turcos. El gobierno de Carlos y su canciller fue, además, muy importante en la fijación del alemán escrito a través de la cancillería imperial de Praga, cuya labor contribuyó decisivamente a la germanización de los territorios orientales del Imperio.

Una de las principales preocupaciones de Carlos IV fue la modernización y embellecimiento de su capital: Praga. En 1348 fundó el barrio de Neustadt (Nové Misto), que pobló mediante la concesión de exenciones fiscales a cristianos y judíos. Carlos ordenó, asimismo, que las calles de la ciudad tuvieran una anchura de entre 18 y 27 metros (en esta época, las calles de la mayoría de las ciudades europeas tenían una anchura media de entre 3,5 y 7 metros). Bajo sus auspicios se construyó la Karlsplatz, que es tan grande como la Plaza de la Concordia de París, la plaza más grande construida en el siglo XVIII. El área de la ciudad se expandió en un 180% durante su reinado. Cuando Carlos murió, Praga tenía 85.000 habitantes y era, junto a Colonia, la ciudad más poblada del Imperio.

Fue también un hombre muy piadoso que promocionó la fundación de numerosas iglesias y monasterios. Era muy devoto de san Wenceslao, al que hizo construir numerosos monumentos en Praga y al que consagró la corona del reino bohemio. Carlos quiso convertir la catedral de San Vito en un gran centro de peregrinación. Para ello, reunió una notable colección de reliquias, entre las que destacaba el antebrazo de santa Odilia, que hizo traer desde Alsacia. Asimismo, fue un ferviente admirador de la tradición religiosa cirilo-metodiana y contribuyó en gran medida a restaurar y promover el uso de la liturgia eslava. En 1346, durante una visita a Clemente VI, le habló al papa en favor de la generalización de dicha liturgia como forma de remediar la crítica situación religiosa que vivían Lituania, Serbia y la propia Bohemia, donde el culto greco-ortodoxo estaba haciendo importantes avances debido a que el clero católico se empeñaba en seguir utilizando el latín como lengua litúrgica. Carlos consiguió del papa un privilegio para la fundación de algunos monasterios donde se usaría la lengua eslava en el culto. En 1347 Carlos fundó en los alrededores de Praga el monasterio de San Jerónimo de los Eslavos (conocido como Emmaus), cuya escuela monacal contribuyó notablemente a la fijación escrita del idioma checo.

Carlos IV murió en Praga el 29 de noviembre de 1378 y, según su deseo, fue enterrado en la catedral de San Vito. A su muerte había conseguido plenamente el objetivo primordial de su política: ampliar las posesiones territoriales de su familia, que en 1378 estaban integradas por Luxemburgo, Bohemia, Moravia, Silesia, Lusacia y Brandeburgo. No obstante, el final de su reinado se vio ensombrecido por el Cisma de Occidente. Carlos IV, a pesar de su tradicional amistad con los papas de Aviñón, se pronunció a favor del pontífice romano e intentó mediar en el conflicto, sin ningún éxito.

Le sucedió su hijo Wenceslao IV, rey de Bohemia y emperador de Alemania, que sería depuesto del trono imperial en 1400. Pero éste no sería el único descendiente de Carlos IV en acceder a la dignidad imperial: su hijo Segismundo (al que Carlos convirtió en heredero del trono de Hungría al casarlo con María, hija del monarca de ese país, Luis el Grande) fue elegido emperador en 1411 y, en 1419, se convirtió asimismo en rey de Bohemia.

Bibliografía

  • GRUNDMANN, H. Die Zeit Kaiser Karls IV, 1347-1378 (1970).

  • HILLEBRAND, E. (ed.). Vita Caroli Quarti. Die Autobiographie Karls IV. (1979).

  • SEIBT, F. Karl IV. Ein Kaiser in Europa, 1346-1378 (1978).

  • SPEVÁCEK, J. Karl IV. Sein Leben und seine staatsmännische Leistung (1978).

  • STOOB, H. Kaiser Karl IV und seine Zeit (1990).

Autor

  • Victoria Horrillo Ledesma