La Opinión de Luis Sánchez-Moliní | Carlos III solo hay uno

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¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Carlos III solo hay uno

Uno no sabe de qué sorprenderse más, del candor de Carlos III o de su buena pluma erótica

Carlos III de Inglaterra y Carlos III.

Carlos III de Inglaterra y Carlos III. / DS

MI flamígero corazón de patriota se indigna cada vez que veo en la prensa nacional nombrar al actual monarca del Reino Unido como Carlos III. Oiga, hasta que Pedro Sánchez no se cargue el país, Carlos III a secas solo hay uno: don Carlos de Borbón quien, antes de reinar en España por las carambolas del destino, fue duque de Parma y Plasencia y soberano de Nápoles y Sicilia. El otro, el expríncipe de Gales, el elegantísimo hombre támpax, un caballerazo contra el que nada tenemos en contra, debe ser nombrado como Carlos III de Inglaterra. Cada uno que aguante su cruz.

Y dirán ustedes –si es que dicen algo– que a qué vienen estos remilgos de monárquico picajoso y si esta columna de ¡Oh, Fabio! se ha convertido en una sucursal de Peñafiel, que poco le falta. Pues se debe a que todavía no salgo de mi asombro cuando he visto que una revista femenina (no sé muy bien si se pueden seguir llamando así) ha ilustrado un titular sobre Carlos III (el nuestro, el de la peluca) con una foto de Charles vistiendo un impecable traje de cuadros. Lo vi en las redes y hay que decir que rectificaron rápidamente. También que el error (como todos los que se producen en el periodismo) es lógico y cuenta con mi más profunda comprensión. El artículo hablaba, entre otras cosas, de una famosa carta de Carlos III a sus padres, Felipe de Borbón e Isabel Farnesio, sobre su iniciación sexual con la que fue su amada esposa, María Amalia de Sajonia. Uno no sabe de qué sorprenderse más, si del encantador candor del entonces joven monarca o de su buena pluma erótica: “nos acostamos a las nueve y temblábamos los dos, pero empezamos a besarnos y enseguida estuve listo y empecé, y al cabo de un cuarto de hora la rompí, y en esta ocasión no pudimos derramar ninguno de los dos [...]. Más tarde, a las tres de la mañana, volví a empezar y derramamos los dos al mismo tiempo, y desde entonces hemos seguido así, dos veces por noche”. Con estas letras tan subidas de tono es normal la confusión con Carlos III de Inglaterra, que, por mucho que haga, pasará al anecdotario de la historia por una de las más tiernas conversaciones telefónicas que uno haya escuchado. Y saben a cuál me refiero.

Lo cierto es que Carlos III, por ahora el mejor Borbón que ha tenido España, fue un hombre profundamente religioso (lo que no significa que fuese un eunuco) y fiel a María Amalia de Sajonia, la única esposa que tuvo pese a que murió 19 años antes que el monarca. Con ella tuvo 13 hijos, de los que solo siete llegaron a adultos. Eran otros tiempos y, en las cosas del amor, las mujeres y los hombres no se andaban con demasiadas tonterías.

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