Misterios y curiosidades del Antiguo Egipto

El brazo que levantó la momia de Ramsés II

En 1902, cuando un grupo de científicos estaba examinando la momia del famoso faraón en el recientemente inaugurado Museo Egipcio en la plaza Tahrir, en El Cairo, tuvo lugar un suceso que conmocionó a los allí reunidos y que incluso novelistas de la talla de Pierre Loti o Vicente Blasco Ibáñez recogieron en sus obras.

Momia a punto de ser fotografiada en un museo. Grabado en color.

Momia a punto de ser fotografiada en un museo. Grabado en color.

Momia a punto de ser fotografiada en un museo. Grabado en color.

Foto: Prisma / Album

Tras su descubrimiento en el escondrijo de Deir el-Bahari, en 1881, junto a muchos de sus compañeros faraónicos, la momia de Ramsés II fue trasladada a El Cairo y hospedada en el Museo de Boulaq,antecedente del actual Museo Egipcio de El Cairo, donde se la sometió a un estudio por parte de los sabios de la época. En 1886, y frente a un gran número de autoridades, la momia de Ramsés el Grande fue solemnemente desenvuelta por parte de la máxima autoridad arqueológica del país, el francés Gaston Maspero, director general del Servicio de Antigüedades de Egipto, que corroboró la identidad del faraón gracias a una inscripción sobre la mortaja.

En 1886, la momia de Ramsés el Grande fue solemnemente desenvuelta por parte de la máxima autoridad arqueológica del país, el francés Gaston Maspero.

De Boulaq a la plaza Tahrir

Pero Maspero no sólo quitó las vendas de la momia, también desveló tres inscripciones grabadas en el ataúd: la primera explicaba cómo la momia fue restaurada en tiempos de Herihor (1106-1077 a.C.), y las otras dos contaban los traslados a los que fue sometida la momia del gran faraón, primero desde su emplazamiento original a la tumba de su padre, Seti I, y después a la tumba de la reina Inhapy, de la dinastía XVII (hacia 1540 a.C.). La momia de Ramsés II, que estaba en unas condiciones bastante óptimas, fue albergada finalmente en una sala especial y protegida bajo una cubierta de cristal.

En 1902, se inauguró la actual sede del Museo Egipcio de El Cairo, en la plaza Tahrir, un gran edificio de estilo neoclásico diseñado por el arquitecto francés Marcel Dourgnon. Las momias reales, incluida la de Ramsés, fueron dispuestas en la primera planta del edificio, aunque no se expusieron al público. De hecho, las momias reales sólo podían ser contempladas por visitantes ilustres y en casos muy excepcionales. Entre estos visitantes se cuentan novelistas de prestigio como Pierre Loti o Vicente Blasco Ibáñez.

En el museo de la plaza Tahrir, las momias reales sólo podían ser contempladas por visitantes ilustres y en casos muy excepcionales.

Batalla de Qadesh

Batalla de Qadesh

Bajorrelieve del templo de Abu Simbel en el que aparece representado Ramsés II sobre un carro de combate en la batalla de Qadesh, que tuvo lugar en el año 1247 a.C.

HEMIS / GTRES

¡Ramsés se mueve!

En esa época, ya se hablaba de la magia de las momias y de posibles maldiciones, y las novelas protagonizadas por momias malvadas que regresaban a la vida empezaban a tener éxito entre los lectores. Loti, que visitó el Museo en 1907 acompañado de su director Gaston Maspero, quedó impactado con una historia que le contaron, un acontecimiento del que también se hizo eco Blasco Ibáñez y que sucedió poco después de la inauguración del museo. En su obra, La vuelta al mundo de un novelista, el escritor valenciano cuenta lo siguiente:

"Lo cierto es que la momia de Ramsés II, sin perder su inmovilidad yacente, levantó una de sus manos, dando una bofetada a la cubierta de cristal [...]. Todos los guardianes egipcios del museo, que habían mirado con cierta alarma la llegada del terrible personaje, no perdiéndole de vista un momento en su nueva instalación, se dieron cuenta inmediatamente de su despertar [...]. Corrieron despavoridos hacia las puertas, luchando por quién escaparía el primero. Algunos rodaron escaleras abajo; a otros hubo que curarlos por haberse arrojado de cabeza a través de las vidrieras de los ventanales, cayendo en el jardín inmediato".

Estudio de una momia en el Museo Egipcio de El Cairo. Paul-Dominique-Philippoteaux.

Estudio de una momia en el Museo Egipcio de El Cairo. Paul-Dominique-Philippoteaux.

Estudio de una momia en el Museo Egipcio de El Cairo. Paul-Dominique-Philippoteaux.

Foto: PD

Una explicación lógica

Pero ¿realmente Ramsés II levantó su brazo izquierdo con fuerza asustado a quienes le contemplaban en ese momento? Pues parece ser que sí, pero la explicación a tal suceso es bastante sencilla: la momia del faraón no se encontraba en ese momento en un ambiente controlado y un cambio brusco de temperatura hizo que los tendones del brazo se contrajeran espontáneamente con lo que la extremidad se alzó un poco hasta su posición actual. El mismo Blasco Ibáñez lo explica en su libro: "[Las articulaciones de la momia] sufrieron la dilatación que produce el calor sobre ciertas materias, moviéndose espasmódicamente uno de ellos [de sus brazos]".

La momia del faraón no se encontraba en 1902 en un ambiente controlado, y un cambio brusco de temperatura hizo que los tendones del brazo se contrajeran espontáneamente.

De hecho, el día de autos, el científico británico sir Grafton Elliot Smith se encontraba estudiando y fotografiando la momia de Ramsés II. Cuando su ayudante empezó a quitar las vendas que cubrían el brazo del monarca, las fibras largamente comprimidas de la extremidad se contrajeron repentinamente, y los científicos que se hallaban junto al cadáver se retiraron sobresaltados cuando vieron que el anciano faraón movía un brazo pareciendo despertar de su sueño milenario, haciendo un gesto que parecía ser una orden. Evidentemente no ocurrió nada sobrenatural y la momia el rey no pretendía indicar nada. Pero si hubiera sido posible ¿qué hubiera dicho Ramsés a los allí reunidos? Nunca lo sabremos, pero años después, el famoso egiptólogo John Romer no pudo evitar afirmar lo siguiente: "Si pudiera hablar, seguro que el viejo faraón mandaría ser devuelto a las suaves colinas tebanas".