CULTURA
Historia

Carlos II, la leyenda negra de un rey "digno" pero extremadamente feo

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Juan Pedro Cosano publica una novela hist�rica que reivindica la figura de un rey injustamente tratado, sobre todo por su fealdad

Carlos II
Retrato de Carlos II por Juan Carre�o de Miranda.E. M.

Carlos II "el hechizado", ha sido el rey m�s denostado de la historia de Espa�a, a la que pas� como un monarca "nefasto" a pesar de que pocos como �l demostraron su "entereza y dignidad", dice el autor de novela hist�rica Juan Pedro Cosano, que atribuye esta "leyenda negra", sobre todo, a su extrema fealdad.

"Fue condenado a esa leyenda negra por la injusticia de la apariencia y su incapacidad de procrear", asegura Cosano a Efe sobre Carlos II (Madrid, 1661-1700), el �ltimo de la dinast�a de los Austrias espa�oles que dio paso a los Borbones.

A este injustamente menospreciado rey y a las extra�as circunstancias de la muerte de su primera esposa, Mar�a Luisa de Orleans, sobrina de Luis XIV, dedica este escritor su �ltima novela, Nadie podr� quererle como yo (Espasa), en la que expone sus sospechas sobre su envenenamiento.

A los 18 a�os Carlos II se cas� en primeras nupcias con Mar�a Luisa de Orleans, que muri� diez a�os despu�s. Fue un matrimonio ordenado por el t�o de la novia, el rey Sol, algo que en principio horroriz� a la joven pues su destino era casarse con el hombre, posiblemente, "m�s feo, monstruoso y deforme de Europa", indica el autor.

Pero tras a�os de matrimonio, Mar�a Luisa de Orleans amaba a su marido, un hombre "justo y cabal", aunque no tienen descendencia, se�ala el autor, que titula su libro con la frase que la reina dirige a su marido en el lecho de muerte.

La extra�a muerte de la reina Mar�a Luisa

La presunta infertilidad de la reina hab�a sido la comidilla de la corte ("si par�s, par�s a Espa�a, si no par�s, a Par�s", dec�an sobre ella en la �poca) y la ponen en el punto de mira de las distintas facciones que no dejan de conspirar hasta que cae enferma haci�ndole sospechar que ha sido envenenada.

A su muerte, Carlos II ordena una investigaci�n al dramaturgo y hombre de confianza Francisco Antonio de Bances y Candamo, que es el hilo conductor de la novela, un "thriller" pol�tico que retrata los intereses pol�ticos, nacionales e internacionales, ocultos tras el posible envenenamiento de la reina Mar�a Luisa.

M�s de 300 a�os despu�s, la muerte de Mar�a Luisa de Orleans sigue rodeada de misterio y no hay pruebas concluyentes de que fuera envenenada, aunque el autor sostiene que conforme ha ido investigando, cada vez tiene m�s sospechas de que fue as�.

En su libro realiza un retrato de Carlos II alejado de los t�picos de la �poca y perpetuados a lo largo de la historia sobre este monarca al que le llamaban, adem�s de "el Hechizado", "el Desfigurado", "el Triste" o directamente "el Tonto".

Juan Pedro Cosano critica la percepci�n "nefasta" que se ha tenido de este rey por su aspecto f�sico y su salud, que reflejaban las consecuencias de siglos de endogamia. Hered� un pa�s arruinado y en plena decadencia y le toc� lidiar con el rey Sol, pero en su forma de reinar no dio motivos para ser condenado y denostado de esa forma, algo que se debi� "a la injusticia de su apariencia f�sica".

Un legado injustamente tratado

Otros reyes lo hicieron peor y no fueron tan maltratados como �l, sostiene el escritor, que explica c�mo Carlos II impuso medidas fiscales y administrativas que Espa�a necesitaba, aunque fueran impopulares, y mantuvo el imperio.

Y, sobre todo, indica Cosano, consciente de su debilidad, supo rodearse de los mejores y de un gobierno "realmente competente", algo que demuestra su dignidad y su humildad, sostiene.

Sobre la muerte de la reina, el novelista considera que interesaba a todos: a los nobles espa�oles, que ve�an con preocupaci�n que Carlos II no tuviera descendencia; a Luis XIV, que manten�a derechos din�sticos sobre la corona espa�ola, y al emperador alem�n Leopoldo, al que le preocupaba tener a la sobrina de su gran enemigo franc�s en el trono de Espa�a.

Carlos II tampoco tuvo descendencia en su segundo matrimonio, con la alemana Mariana de Neoburgo, dando lugar al problema sucesorio que trajo como consecuencia el final de la dinast�a de los Austrias espa�oles.

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