Ya hace tres décadas desde que deseamos ir a una feria costera a encontrar una máquina de Zoltar o tener unas teclas de piano gigantes en el salón de casa para componer coreografías musicales con nuestros pies. Y eso que esas son sólo dos de las imágenes icónicas que nos dejó ‘Big’, estrenada en 1988 y convertida en un éxito instantáneo gracias al carisma de su protagonista -Tom Hanks- y una historia que supo combinar lo cómico y lo dramático para ofrecer un relato sensible, “realista” -dentro del fantástico- y tremendamente divertido.

Fue la primera película por derecho propio de Penny Marshall y la confirmación de Hanks como una estrella de talla mundial después de la también exitosa ‘Splash’ (1984). En una época en la que el intercambio de cuerpos -especialmente entre niños y adultos- estaba a la orden del día en Hollywood, ‘Big’ sobresalió… y triunfó. Analizamos las claves de su éxito, y por qué no ha envejecido nada desde aquellos maravillosos años ochenta. Verla de nuevo, con la mirada moderna de 2018, se antoja igual de entrañable, pues en el desarrollo de sus personajes destaca algo que la convierte en imperecedera: su honestidad.

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EL DEBUT DE UNA OLVIDADA

Es curioso cómo el tiempo ha borrado -relativamente- de nuestra memoria a Penny Marshall, aunque dos de sus películas fuesen, en aquel tramo entre finales de los 80 y principios de los 90, dos grandes éxitos convertidos en iconos del cine popular: la que nos ocupa en este artículo y ‘Ellas dan el golpe’ (1992), la aventura del béisbol femenino con Geena Davis y Madonna. Para la cineasta, ‘Big’ fue el primer proyecto propiamente suyo después de aceptar el encargo a medias de dirigir ‘Jumpin’ Jack Flash’ (1986), protagonizada por Whoopi Goldberg. No, para Marshall, fue su segundo largo el que de verdad empezó a construir desde cero con su visión de la historia y su dominio sobre el tono de la narración. Curiosamente, estuvo a punto de no ser siquiera suyo: Steven Spielberg estaba muy interesado el guion, escrito por su hermana Anna Spielberg y Gary Ross, y quería que la protagonizase -atención- Harrison Ford. Por suerte o por desgracia, ambos acabaron rechazando el proyecto, y llegó a las manos de la neoyorquina.

Si lo de Ford hubiese parecido una decisión extraña, ella tenía otra aún más sorprendente: su intención era que Robert de Niro protagonizase el filme, algo que, finalmente, no pudo ocurrir por cuestión de agendas (aunque el actor estaba muy interesado, y un par de años más tarde trabajaría con la directora en ‘Despertares’ (1990)). Como en toda preproducción cinematográfica, los astros estaban intentando alinearse, y, cuando parecían que apuntaban en una dirección, la sorpresa llegó con Hanks. Y es que, ¿alguien es capaz de imaginar esa inocencia y carisma del personaje en otro actor? Quizás su éxito interpretrando a un niño de 13 años encerrado en el cuerpo de un adulto de 30 tuvo que ver con una decisión de la directora: durante los ensayos, hizo que el actor que interpretaba al pequeño Josh realizase también las escenas de Hanks, para que éste pudiese inspirarse en sus gestos y su forma de relacionarse con los demás. Sin duda, una decisión acertada.

Puede decirse que Marshall acabó viviendo más de aquel éxito -y del de la también aclamada ‘Ellas dan el golpe’- que de una carrera basada en la constancia: los proyectos cinematográficos dejaron de llegarle a principios del nuevo siglo, y la televisión se convirtió en su nuevo refugio. Parece que ser la primera mujer directora en conseguir más de 100 millones de dólares en la taquilla no le asegura a una nada.

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SOBRE EL NIÑO… Y LA ADULTA

“Quiero ser mayor”. Ese es el deseo de Josh Baskin (David Moscow) le pide a Zoltar, un adivino de plástico colocado en las afueras de una feria de la costa de San Francisco. El pobre acaba de ser sutilmente ‘friendzoneado’ por la chica que le gusta y rechazado en la montaña rusa por ser demasiado bajito. Como cualquier preadolescente, Josh quiere ser mayor lo antes posible para no tener que sentirse nunca más inferior a los que le rodean. Deseo concedido: a la mañana siguiente, el joven se despierta en el cuerpo de un adulto treintañero (Hanks), y ha de huir de su casa ante los gritos de socorro de su madre. Así, afrontará una nueva vida en la ciudad hasta que pueda volverse a encontrar con Zoltar y deshacer su deseo.

Esta es la premisa principal de ‘Big’, un relato de cómo un niño se pasa la adolescencia de golpe y se encuentra adulto sin haber llegado a la madurez. De este modo se da cuenta de que uno no puede saltarse etapas, por muy estimulante que pueda parecer cuando te has acostumbrado a ello. Todos tenemos que pasar por el aro. En su nueva vida, en la que entra a trabajar a una empresa de juguetes, conoce a una mujer con la que mantendrá una relación (un apunte: ¿cómo te sentirías si de repente te enteras de que te has estado acostando con un niño de 13 años? Glups). Susan (Elizabeth Perkins) es una secundaria en esta historia, y, sin embargo, tiene uno de los desarrollos más interesantes. Realmente, Josh se da cuenta de que tiene que volver a ser como era. Tiene que volver a la infancia. Ella, en cambio, sí evoluciona hacia adelante: es una adulta trabajadora que vuelve a encontrarse con la ilusión por la vida, que se da cuenta de lo mucho que se ha hundido en el fango de los negocios, olvidando todo lo que alguna vez le importaba. Que sea un hombre -un romance- el que la haga darse cuenta no escapa del cliché, pero aquí tiene una vuelta de tuerca interesante: ha sido, en realidad, un niño. Ha sido la infancia. Esa a la que ella, como dice al final, no quiere volver, pero sí necesitaba recordar.

Después, claro, está el personaje más infravalorado de toda la película: Billy (Jared Rushton), el amigo de Josh. La primera vez que vemos su hogar está en una mesa llena de familiares, y se escucha a su madre decir: “Soy una persona, no soy vuestra sirvienta. Venís aquí como si fuera un resort. ¿Alguna vez pensáis en mí? ¿Alguno sabéis qué es trabajar ocho horas y venir a casa para ver esto? No puedo hacerlo sola”. Él se levanta y trae la cena, mientras la cara de los demás es de total indiferencia. Y esa es, con diferencia, la persona más honesta, sensata y valiente de la película. Sin él, su amigo no habría pasado de la esquina y, desde luego, no habría encontrado de nuevo a Zoltar.

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¿QUÉ LA HACE DIFERENTE?

Por aquella época de finales de los 80, Marshall estaba preocupada. Había algunas películas muy similares en construcción cuando el proyecto de ‘Big’ llegó a sus manos, entre las que se encontraban ‘Vice Versa’ (1988) y ‘Like father like son’ (1987). La directora insistió a la productora que quería alejarse de la comedia, alejarse del tono de esas películas, y adentrarse más en el drama, sin perder el entretenimiento. El resultado fue una película de habla de temas muy serios con una sensibilidad y carisma fuera de lo común. Y en la base de todo esto hay un maravilloso guion y trabajo de dirección, que la alejaron -en calidad narrativa y repercusión- de aquellas réplicas cómicas.

Pero, ¿qué la hace realmente diferente? Hay muchos ejemplos de ello: la sutileza con la que se presente el contexto de Billy en una cena familiar, la entrañable llamada del “cuestionario sanitario” para saber qué tiene que tomarse en caso de un dolor de estómago, las interesantes reflexiones sobre la masculinidad y la madurez… Pero el mejor ejemplo es, sin duda, el final. Según contaba Marshall en algunas entrevistas, los productores querían que la pareja acabase junta, un auténtico final ‘made in Hollywood’. Pero ella no lo permitió. En cambio, el final es lo más realista que podría pasar en una historia de corte fantástico: él vuelve, porque “sólo hay una razón para quedarme, y esa eres tú” (y, racionalmente, eso no es suficiente), y ella se queda, porque “ya he pasado esa época de la adolescencia”, y ni ganas de volver a repetirla. Pese a todas las excentricidades que puedan aparecer en ‘Big’, lo que siempre destacará de ella es su capacidad de tener los pies en la tierra. O, en su defecto, sobre un piano.

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Mireia Mullor

Mireia es experta en cine y series en la revista FOTOGRAMAS, donde escribe sobre todo tipo de estrenos de películas y series de Netflix, HBO Max y más. Su ídolo es Agnès Varda y le apasiona el cine de autor, pero también está al día de todas las noticias de Marvel, Disney, Star Wars y otras franquicias, y tiene debilidad por el anime japonés; un perfil polifacético que también ha demostrado en cabeceras como ESQUIRE y ELLE.

En sus siete años en FOTOGRAMAS ha conseguido hacerse un hueco como redactora y especialista SEO en la web, y también colabora y forma parte del cuadro crítico de la edición impresa. Ha tenido la oportunidad de entrevistar a estrellas de la talla de Ryan Gosling, Jake Gyllenhaal, Zendaya y Kristen Stewart (aunque la que más ilusión le hizo sigue siendo Jane Campion), cubrir grandes eventos como los Oscars y asistir a festivales como los de San Sebastián, Londres, Sevilla y Venecia (en el que ha ejercido de jurado FIPRESCI). Además, ha participado en campañas de contenidos patrocinados con el equipo de Hearst Magazines España, y tiene cierta experiencia en departamentos de comunicación y como programadora a través del Kingston International Film Festival de Londres.

Mireia es graduada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y empezó su carrera como periodista cinematográfica en medios online como la revista Insertos y Cine Divergente, entre otros. En 2023 se publica su primer libro, 'Biblioteca Studio Ghibli: Nicky, la aprendiz de bruja' (Editorial Héroes de Papel), un ensayo en profundidad sobre la película de Hayao Miyazaki de 1989.