Algunas consideraciones sobre las Cantigas de Santa María y la espiritualidad franciscana
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Algunas consideraciones sobre las Cantigas de Santa María y la espiritualidad franciscana

Quelques considérations sur les Cantigas de Santa María et la spiritualité franciscaine
Some considerations on the Cantigas de Santa María and Franciscan spirituality
Juan Sota

Resúmenes

En las últimas décadas se ha avanzado considerablemente en el estudio de las fuentes y métodos de trabajo del escritorio de Alfonso X. El proceso de creación de las Cantigas de Santa María coincidió con un período de gran expansión de las nuevas órdenes mendicantes en la península ibérica apoyadas por el monarca, siendo estas portadoras de toda una nueva visión de la espiritualidad cristiana. El presente estudio pretende analizar la presencia de las nuevas tendencias religiosas características del siglo xiii en esta obra del rey Sabio. Dada la fuerte influencia de la orden franciscana tanto en el ámbito intelectual castellano, como en el entorno cercano al monarca, nos centraremos en una posible lectura del proyecto general y algunas cantigas en particular en consonancia con la espiritualidad franciscana.

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1El proceso de creación de las Cantigas de Santa María en el escritorio de Alfonso X coincidió con un período de gran expansión de las nuevas órdenes mendicantes en la península ibérica, siendo estas portadoras de toda una nueva visión de la espiritualidad cristiana. El presente estudio pretende analizar la presencia de las nuevas tendencias religiosas características del siglo xiii en esta obra del rey Sabio. Dada la fuerte influencia de la Orden de los Frailes Menores tanto en el ámbito intelectual castellano, como en el entorno cercano al monarca, nos centraremos en una posible lectura del proyecto general y algunas cantigas en particular en consonancia con la espiritualidad franciscana.

2Hasta ahora la aportación de la espiritualidad franciscana a las CSM ha sido explorada a partir de las ilustraciones de los Códices de las historias. Aquí pretendo centrarme en los textos, aunque en algunos casos sea necesario hacer referencia a las miniaturas que los acompañan.

El franciscanismo y el culto a la Virgen

  • 1 Jacques Le Goff, «Du ciel sur la terre: la mutation des valeurs du xiie au xiiie siècle dans l’Occ (...)
  • 2 André Vauchez, «La religión de los nuevos tiempos (finales del siglo xi-principios del xiii)», in: (...)
  • 3 Id., Les laïcs au Moyen Âge. Pratiques et expériences religieuses, París: Éditions du Cerf, 1987; (...)
  • 4 Para el contexto de aparición de las órdenes mendicantes ver Javier García Turza, «De los monjes a (...)
  • 5 Paul Bertrand, «La fondation des ordres mendiants : une révolution ?», in: Marie-Madeleine de Cevi (...)

3Europa fue entre finales del siglo xi y el siglo xiii testigo de una serie de cambios que abarcaron todos los ámbitos de la vida y vinieron a modificar los valores fundamentales sobre los que se edificaba la sociedad1. En el terreno espiritual, surgió una nueva religiosidad cuyas características principales fueron el deseo de «volver a los orígenes» (la vida evangélica), una mayor apertura al mundo y mayor participación de los laicos en la vida de la Iglesia y una piedad más emotiva y personal, centrada en la humanidad de Cristo, en la Virgen y en la Eucaristía2. En respuesta a estas nuevas tendencias –expresadas en la reforma de algunas órdenes religiosas (como los cistercienses) y en el surgimiento de nuevas formas de vida consagrada, pero también en una gran variedad de movimientos apostólicos, fraternidades y otras asociaciones populares de laicos, no siempre reconocidas por la Iglesia–, la jerarquía eclesial comenzó a mostrar un mayor interés por los laicos3. Ya en el siglo xiii, las órdenes mendicantes, en especial las dos primeras, la de los predicadores y los franciscanos, que compartían los mismos afanes de reforma de los otros movimientos evangélicos, se convirtieron en el instrumento principal de catalización de estas corrientes dentro de la Iglesia católica. El modo de vida de los frailes, caracterizado por la pobreza evangélica, la predicación y la presencia en las crecientes ciudades, respondía a la perfección a los cambios ocurridos en la sociedad occidental y les granjeó gran éxito4. Es en este sentido en el que se ha hablado a veces, de la «revolución» de los mendicantes en la Iglesia5.

  • 6 François Vandenbroucke, «New Milieux, new problems. From the twelfth to sixteenth century», in: Je (...)
  • 7 Sobre la Virgen María y la orden franciscana: Steven J. Mcmichael; Katherine Wrisley Shelby (ed.), (...)
  • 8 Sobre la imaginación y su función en las meditaciones de san Buenaventura véase Michael Karnes, Im (...)
  • 9 Existe cierta polémica acerca de la fecha de composición de esta obra. Pese a que en 1990 Sarah Mc (...)
  • 10 Ewert Cousins, «The Humanity and the Passion of Christ», in: Jill Raitt (ed.), Christian spiritual (...)
  • 11 Como afirma Cousins sobre san Francisco: «more than any other saint or spiritual writer, he transf (...)
  • 12 Miri Rubin, Mother of God. A history of the Virgin Mary, New Haven, Londres: Yale University Press (...)

4La devoción a la Virgen, que vivió en esos siglos un desarrollo sin precedentes, estuvo fuertemente ligada a la de Cristo6. María ocupó también un lugar preeminente en la devoción, teología y predicación de los frailes menores7. El especial interés por la contemplación de las escenas del nacimiento y la muerte de Jesucristo, en los que María ocupa un papel principal, contribuyó a estrechar la unión de los fieles con la Virgen, acompañándola y participando de su dolor. Este modo de piedad, que acudía a textos apócrifos y a la imaginación con el objeto de revivir más plenamente las escenas del evangelio, fue cristalizando durante el siglo xiii gracias a los mendicantes y, de modo especial, a los franciscanos. En este sentido fue de suma importancia la labor realizada por san Buenaventura (1217-1274), que desarrolló un método de meditación al mismo tiempo teológico y emotivo, cuyo fin era llegar a la divinidad de Cristo a través de la contemplación de su humanidad. Sus obras de carácter meditativo, como Itinerarium mentis in Deum (1259), De triplici via (1259-1260) y, sobre todo, Lignum vitae (1260), alcanzaron gran difusión y popularidad8. Más tarde recibirán una gran propagación las Meditationes de Vita Christi, de un autor franciscano desconocido9. La piedad emotiva y la devoción a la humanidad de Cristo no son fenómenos originalmente franciscanos, sino que se remontan a una tradición monástica, cuyos principales representantes en los siglos anteriores fueron san Anselmo (1033-1109) y san Bernardo de Claraval (1090-1153)10. Sin embargo, es innegable el papel jugado por san Francisco de Asís y sus seguidores en el desarrollo y extensión de esta nueva espiritualidad11. Además, los frailes extendieron la devoción mariana sobre todo gracias a su predicación. Como afirma Miri Rubin: «The importance of the Franciscans to the story of Mary is in their power as cultural mediators. [...] With urgency and exhortation, the friars transmitted religious ideas and images in sermons, in devotional writings, in religious drama and in theological reflection»12.

  • 13 Sigo a este respecto lo explicado en S. J. Mcmichael y K. Wrisley Shelby (ed.), op. cit.

5Esta devoción a María predicada por los franciscanos revistió ciertas características13. En primer lugar, la alabanza de la especial santidad y pureza de la Madre de Dios –Mater sanctissima– (lo que les llevó a afirmar con frecuencia su Inmaculada Concepción y la Asunción). En segundo lugar, los franciscanos resaltaron la misericordia de María –Mater Misericordiae–, que entendían como canal de la misericordia divina. Finalmente, subrayaron la cercanía de María con su Hijo, que compartió todo con Él, incluyendo su propia carne, a lo largo de toda su vida en la tierra. Esta unión de la Madre –Mater dolorosa– con el Hijo le llevó a sufrir de manera especial junto a su Hijo al pie de la Cruz. El resultado fue una imagen especialmente cercana y maternal, al mismo tiempo humana y divina, que debía servir de ejemplo y guía de los hombres.

Alfonso X y los franciscanos

  • 14 Sobre la orden franciscana en España durante el siglo xiii son de obligatoria consulta las obras d (...)
  • 15 Adeline Rucquoi, «Los franciscanos en el reino de Castilla», in: J. I. de la Iglesia Duarte, F. J. (...)

6La expansión de dominicos y franciscanos en la península ibérica fue temprana y rápida, gracias al apoyo de los papas y monarcas del momento14. La provincia franciscana de España fue fundada en 1217 y en 1233 se dividió en tres: las de Santiago, Castilla y Aragón. En 1265, Castilla contaba ya con cuarenta y cuatro conventos repartidos en ocho custodias. En cuanto a las clarisas –antes denominadas damianitas–, la rama femenina de la orden que vivían en clausura, su llegada es ligeramente posterior, pero a finales de siglo contaban ya por lo menos con ocho monasterios en la Provincia de Castilla y doce en la de Santiago15.

  • 16 M.a M. Graña Cid, «Berenguela I y Fernando III, promotores de las órdenes mendicantes en Castilla» (...)
  • 17 Ead., «The Mendicant Orders and the Castilian Monarchy in the reign of Ferdinand III», in: Francis (...)
  • 18 Ibíd., p. 69. «Las crónicas señalan que Fernando III estuvo acompañado por frailes desde comienzos (...)
  • 19 Ian R. MacPherson y Robert B. Tate (eds.), Don Juan Manuel, Libro de los Estados, Madrid: Castalia (...)

7En la Península, los monarcas se convirtieron rápidamente en benefactores de los mendicantes. En Castilla, los franciscanos contaron con la protección de Berenguela I y después Fernando III (1217-1252)16. Ambos monarcas parecen haber tenido una devoción especial por los franciscanos, devoción compartida por las hermanas de Berenguela: Urraca, reina de Portugal, y Blanca, madre del rey Luis IX de Francia. Esta devoción les llevó a fundar monasterios, otorgar privilegios y actuar como protectores de los frailes, e incluso según la tradición pudo llevar al rey Fernando a hacerse terciario franciscano17. Es por eso por lo que los franciscanos pronto estuvieron presentes en la corte y actuaron como agentes de aculturación cristiana en las nuevas tierras conquistadas a los musulmanes en Andalucía y en el reino de Murcia18. Además, alcanzaron fama como predicadores y confesores, como atestigua don Juan Manuel: «dos órdenes son las que al tienpo de agora aprovechan más para salvamiento de las almas et para ensalçamientode la sancta fe católica. Et esto es porque los destas órdenes pedrican et confiessan et an mayor fazimiento con las gentes. Et son las de los fraires pedricadores, et de los fraires menores»19.

  • 20 Pedro Gallego fue el primer obispo de Cartagena (1250-1269) y Pedro Pérez, de Badajoz (1252-1262). (...)
  • 21 Peter Linehan, The Spanish Church and the Papacy in the thirteenth century, Cambridge: University (...)
  • 22 María Jesús Fuente Pérez, Violante de Aragón. Reina de Castilla, Madrid: Dyckinson, 2017. Sobre su (...)
  • 23 M.a M. Graña Cid, «¿Favoritas de la corona? Los amores del rey y la promoción de la Orden de Santa (...)

8Al comienzo del reinado de Alfonso X (1252-1284) los franciscanos se hallaban ya asentados en el reino de Castilla y gozaban del favor de la corona. Durante su reinado estos consolidaron su presencia en las ciudades y ampliaron su influencia, gracias a numerosos privilegios del rey y a su promoción a sedes episcopales, especialmente en zonas fronterizas20. Es remarcable en este sentido el encargo del rey Alfonso al obispo de Ávila fray Domingo Suárez para que le representara en Roma durante las negociaciones relativas a sus ambiciones imperiales21. Se puede hablar además de un apoyo especial de Alfonso y su familia a las clarisas, heredado de Berenguela I y Fernando III: junto a él fueron fundadoras de monasterios de clarisas su esposa la reina doña Violante22, su favorita doña Mayor Guillén23 y su hija bastarda Beatriz, reina de Portugal.

  • 24 Sobre la influencia de Berenguela en el joven Alfonso: María del Pilar Rábade Obradó, «Aproximació (...)
  • 25 «Otrosí mandamos que si el nuestro cuerpo ouiere a ser enterrado en Seuilla, que sea y dada la nue (...)

9El contacto de Alfonso X con los franciscanos debió de ser muy temprano, dado la proximidad que tuvo con ellos su padre. Sabemos con certeza de su cercanía como infante con fray Pedro Gallego, que fue su confesor y le acompañó en la conquista de Murcia en 1243. Pero bien pudo haber tenido contacto con la espiritualidad franciscana en su infancia, gracias a su abuela la reina Berenguela24, de quien ya hemos señalado la devoción por la orden de san Francisco. Es de señalar también el contacto que mantuvo con el rey Luis IX de Francia, muy cercano a los franciscanos, que en más de una ocasión obsequió a Alfonso con libros de gran valor (entre ellos, la llamada Biblia de san Luis y el Speculum historiale), y a los que el monarca guardó gran cariño, según se desprende de su testamento25.

  • 26 Respecto a los «hombres de confianza» de Alfonso X, véase Francisco J. Hernández, Los hombres del (...)
  • 27 Ver especialmente, Manuel de Castro y Castro, De Preconiis Hispanie. Estudio preliminar y edición (...)
  • 28 José Luis Hernando Garrido, «Los franciscanos en los viejos reinos de Castilla y León: de la pobre (...)

10Una vez elegido rey, Alfonso se rodea de franciscanos, hombres de confianza a los que encomienda diversas tareas26. Especialmente estrecha fue la colaboración de algunos obispos, como Juan Martínez o el ya mencionado Domingo Suárez, y la de Juan Gil de Zamora27. El último, como es sabido, fue confesor del infante don Sancho y escribió un Oficio de la Virgen por encargo de Alfonso X. Entre las variadas obras del zamorano se encuentra también un Liber Mariae, que recoge milagros de la Virgen. La lealtad de los franciscanos al monarca se puso de manifiesto al ser estos prácticamente los únicos clérigos que no apoyaron la revuelta de su hijo Sancho28.

Las CSM en clave franciscana

  • 29 Una buena síntesis puede encontrarse en Mercedes Brea, «Tradiciones que confluyen en las Cantigas (...)
  • 30 Especialmente, Ana Domínguez Rodríguez, «San Bernardo y la religiosidad cisterciense en las Cantig (...)
  • 31 Laura Fernández Fernández, «Cultura visual monástica en las Cantigas de Santa María», in: José Áng (...)
  • 32 Son reveladoras a este respecto las palabras de H. Salvador Martínez: «La predicación y la mística (...)

11Es de notar que una empresa como la de la creación de las Cantigas de Santa María en el escritorio regio de Alfonso X refleja al mismo tiempo todo un conjunto de procesos de la sociedad bajomedieval: el auge de las lenguas romances en la literatura, el patronazgo regio de la cultura, la popularidad del culto mariano y los miracula, una religiosidad de rasgos evangélicos y emotiva, más abierta a la sociedad secular… Son muchas sin duda las tendencias que encontraron cabida en esta obra magna de piedad mariana29, lo que explica que a lo largo del tiempo se hayan ido identificando algunas de sus fuentes (otras colecciones de milagros, composiciones litúrgicas, etc.), así como topoi literarios y tendencias más generales (poéticas, musicales, pictóricas, iconográficas, religiosas, etc.), que pudieron marcar diversos aspectos de la obra. En el plano religioso se ha puesto de manifiesto con especial fuerza la relación con las obras de san Bernardo de Claraval y la espiritualidad cisterciense30. Al analizar la posibilidad de una influencia franciscana en las CSM un primer paso es afirmar que la obra en sí es, por lo menos, coherente con los ideales evangélicos propios de la época, que fueron compartidos, más aún encarnados y propagados por los frailes. Como afirma Laura Fernández «la sombra del franciscanismo está presente en múltiples detalles, así como en el tono general de la obra»31. La devoción tierna y emotiva que muestran las cantigas ha llevado a pensar a muchos e importantes investigadores de la época alfonsí en el influjo directo de la espiritualidad franciscana en esta obra, aunque este aspecto no ha sido todavía objeto de un estudio pormenorizado32.

  • 33 Ana Domínguez Rodríguez, «Iconografía evangélica en las Cantigas de Santa María», Reales Sitios, 8 (...)
  • 34 A. Domínguez Rodríguez, «Iconografía evangélica…», p. 38.

12La primera en sugerir esta conexión fue Ana Domínguez, que, al estudiar las representaciones evangélicas de los códices iluminados, llegó a la conclusión de que se trata de una iconografía innovadora, que refleja una nueva religiosidad procedente de Bizancio, «basada ante todo en la sensibilidad y en la participación en la vida de Cristo y de la Virgen, [y que] tiene sus raíces en Occidente, en el franciscanismo»33. En sucesivos artículos la autora puso de relieve diversas manifestaciones de esta influencia: la iconografía de la Virgen de la Leche, el rol de María al pie de la cruz como corredentora y en el juicio final como intercesora de la humanidad. Domínguez descarta el influjo de fuentes plásticas franciscanas y sugiere la posibilidad de que un texto seráfico semejante a las Meditaciones sobre la Vida de Cristo, pero anterior, pudiera haber llegado a la Corte de Alfonso X gracias a Juan Gil de Zamora y fuera la fuente de inspiración de estas miniaturas34.

  • 35 M.V. Chico Picaza, art. cit., p. 216 y nota p. 221.

13En aquellos años, Victoria Chico Picaza sostuvo también la cercanía de ciertos pasajes y miniaturas de las Cantigas con las obras mariológicas de san Bernardo y san Buenaventura. Según su opinión sería Juan Gil de Zamora el medio por el que llegaron las obras del último a la Corte alfonsí35.

  • 36 Rocío Sánchez Ameijeiras, «Imaxes e teoría das Imaxes nas Cantigas de Santa María», in: Elvira Fid (...)
  • 37 Ead., «“Ymagenes Sanctae”: Fray Juan Gil de Zamora y la teoría de la imagen sagrada en las “Cantig (...)

14Más recientemente Rocío Sánchez Ameijeiras recogía las conclusiones de Ana Domínguez para concluir que «la intervención de frei Juan Gil de Zamora, ou dun grupo de franciscanos do seu círculo, na selección de temas e motivos para a realización de versión figurativa das Cantigas nos Códices das Historias parece entón, incuestionable»36, pasando luego a estudiar la influencia de la teoría sobre las imágenes sagradas de fray Juan Gil de Zamora en las Cantigas de Santa María37.

  • 38 Es este un tema que ha suscitado muchos trabajos. Entre otros se pueden citar por orden de aparici (...)
  • 39 Ver especialmente, J. O’Callaghan, op. cit.

15En repetidas ocasiones se ha señalado el singular papel que ocupa el rey Alfonso X en la creación y la historia del cancionero, que va mucho más allá de su simple encargo o financiación. Se ha apuntado así, por un lado, la función ideológica para la representación del poder real de ésta y, en mayor o menor medida, todas las obras que el taller realiza en nombre del rey (creando así una imagen de rey sabio, justo, cristiano, etc.)38. Por otro lado, se ha señalado el especial interés que Alfonso mostró por esta obra, coordinando e incluso colaborando activamente en el proceso de su creación, e incluyendo relatos milagrosos «personales», es decir en los que él mismo y miembros de su familia son amparados por la Virgen39.

  • 40 L. Fernández Fernández, art. cit., p. 274.
  • 41 Ibíd., p. 273-274. Se trata de una idea aportada también por Ana Domínguez: «La imagen del rey com (...)

16Sin embargo, son menos frecuentes las referencias a la significación del hecho de que el autor de semejante cancionero de contenido religioso sea un rey y las reflexiones sobre lo que eso puede decirnos esto sobre la autorrepresentación de Alfonso X. En este sentido Laura Fernández analiza en un artículo reciente la escena del rey dirigiéndose a sus súbditos en las miniaturas de los Códice Ricos de las Cantigas: «Estas imágenes del rey dirigiéndose a sus súbditos habitualmente se han puesto en relación con su faceta trovadoresca, el rey como “trovador de santa María” […]. No obstante, dicho papel, podría ser entendido de manera más contundente si asimilásemos la figura del monarca no con un trovador que deleita a su público con dulces tonadas, sino con la del predicador que revela con sus palabras los misterios teológicos, apropiándose para ello de la puesta en escena trovadoresca. Un rey predicador, docto, que instruye a través de la palabra»40. Este rey-predicador es además relacionado directamente (al menos visualmente) con los franciscanos41.

  • 42 Este carácter religioso de la persona poética, como la denomina J. Snow, es puesto de manifiesto e (...)
  • 43 Connie L. Scarborough, «La voz personal de Alfonso X en una Cantiga murciana», Alcanate, 6, 2007-2 (...)

17Creo que la consideración del rey, en y gracias a las Cantigas, como predicador es correcta y tiene un gran valor. Pero, además, pienso que precisamente el hecho de ser el rey representado como trovador-predicador puede sugerir un paralelo aún más notable con la figura del mismo fundador de la Orden de los frailes menores, san Francisco de Asís, el juglar de Dios y de la Virgen, conocido por cantar las maravillas de la creación y predicar a todas las criaturas, por cierto, también en vernácula. En las Cantigas Alfonso alaba a Dios por medio de su Madre, se posiciona a sí mismo como el trovador de la Virgen, lo que le acerca más al Poverello que a los trovadores occitanos42. Como afirma Connie Scarborough: «Alfonso manifiesta mucho más sobre sí mismo que el deseo de presentarse como un poeta en la tradición del amor cortés; el Rey declara que no solamente es el trovador de la Virgen, sino también su portavoz en la tierra cuidadosamente seleccionado por Ella»43. El mismo atrevimiento de semejante autorrepresentación, la de un laico que se relaciona de manera personal y sin necesidad de intermediarios con Dios y la Virgen e invita –predica– públicamente a los demás a seguirle, solo se puede entender desde la perspectiva de los movimientos evangélicos, cuyo «espíritu laical» especialmente compartía el santo de Asís.

  • 44 Francisco J. Hernández, Peter Linehan, The Mozarabic cardinal. The life and times of Gonzalo Pérez (...)
  • 45 Isaac Vázquez Janeiro, «Los estudios franciscanos medievales de España», in: VI Semana de Estudios (...)
  • 46 Un ejemplo del conocimiento que se tenía de Italia en el escritorio regio y su influencia en las C (...)

18Este paralelo, unido a la importancia otorgada por los estudiosos de las miniaturas de las Cantigas al franciscanismo para la interpretación de su iconografía, exige una revisión de la posible influencia seráfica en esta obra. Más allá de conjeturar, como ya se ha hecho en diversas ocasiones, sobre la participación en el proyecto de creación de las CSM del franciscano Juan Gil de Zamora a su vuelta de Francia, pretendo buscar huellas de la espiritualidad franciscana en algunas de las cantigas. El zamorano sería solo una de las posibles vías que hicieron llegar esta espiritualidad a la corte del monarca. En todo caso sabemos que las obras de san Buenaventura eran conocidas en la corte alfonsí, pues sus escritos figuran tanto en el Liber Mariae del mismo Gil de Zamora, como en la biblioteca del deán de Toledo Don Gonzalo García de Gudiel, hombre de confianza y notario de Alfonso X, que ocupó las sedes episcopales de Cuenca y Burgos y llegó a ser arzobispo de Toledo y más tarde cardenal44. Además, no olvidemos que al igual que estos, muchos franciscanos hispanos acostumbraron a «transpirinear» en busca de títulos, siendo París el destino más frecuente45. Las relaciones de la corte de Alfonso X con Italia también fueron intensas, lo que constituye otra posible vía de penetración de nuevas ideas religiosas46.

Los personajes franciscanos en las Cantigas de Santa María

  • 47 L. Fernández Fernández, art. cit., p. 271. La autora habla de doce, entre texto y miniaturas, a la (...)
  • 48 Para la presencia de las diversas órdenes religiosas en las Cantigas, ver L. Fernández Fernández, (...)
  • 49 Santiago Disalvo, «Los VII goyos de la Virgen en las Cantigas de Santa María y la tradición de los (...)
  • 50 A. Domínguez Rodríguez, «Poder, ciencia y religiosidad en la miniatura de Alfonso X el Sabio. Una (...)
  • 51 Son CSM 109, 119, 123, 143, 171, 239, 266, 274 y, quizás, 297.

19El conocimiento de la orden y la espiritualidad franciscana que se tiene en el taller alfonsí están atestiguadas por la notable presencia de los frailes menores en el cancionero mariano del rey. Los minoritas –distinguibles en las miniaturas por su hábito de color pardo con capucha y cordón de tres nudos y pies descalzos– aparecen en un total de trece cantigas47, una cantidad solo comparable a la de los cistercienses, y mucho mayor que la de los dominicos, presentes solo en tres48. Así lo demuestra también la inclusión de tradiciones de influjo franciscano, como la de los siete gozos de la Virgen (en vez de cinco)49 y la de la Virgen de la humildad50. Además, es de notar que la gran mayoría de las cantigas referentes a los franciscanos, ocho de un total de trece, tienen lugar en España y se encuentran en T o F, pero no en To, lo que apunta a que no fueron tomadas de otras colecciones y refleja la importancia de los frailes en la Península51. Las Cantigas dejan constancia de su labor tanto en ciudades como Burgos (CSM 274), como en las tierras recientemente reconquistadas, como Murcia (CSM 239) o Jerez (CSM 143).

  • 52 L. Fernández Fernández, art. cit., p. 271. Ver CSM 85, 96, 109, 119, 123, 143, 171, 239, 266. Tamb (...)
  • 53 La traducción es de Elvira Fidalgo Francisco, Traducción al castellano de las Cantigas de Santa Ma (...)

20Como nota Laura Fernández, las Cantigas destacan la tarea de los frailes menores como predicadores y confesores52. El éxito que alcanzaron lo muestra la CSM 143, que nos reporta el sermón de un franciscano a los habitantes de Jerez con motivo de una sequía, en el que les llama a servir a la madre de Dios y a arrepentirse cada uno de sus pecados. Al terminar «la gente empezó a bramar / y las mujeres a llorar y a gritar / cada una más que la otra»53 (v. 38-40) postrándose en tierra, como muestra la miniatura, y la Virgen no tardó en hacer el milagro. Otra de las cantigas nos confirma la popularidad que alcanzaron los franciscanos con sus sermones en Castrojeriz. Mientras el fraile predicaba, una viga se cayó del techo, pero no dañó a nadie, lo que fue considerado como milagro, pues «tan espessa siya a gent’ aly / aquele sermon oyndo, como contaron a mi, / que de cima non podia nihũa ren caer y / que non matass’ ou ferisse e fezesse gran sinal» (CSM 266, v. 19-22).

  • 54 Confesando en la CSM 305 y predicando en CSM 171.
  • 55 Por el camino CSM 85, 96, 109. Predicando, acompañado de otro fraile: CSM 85, 143, 266.

21Es esta faceta confesora y predicadora la que les otorgó gran prestigio, como afirma la CSM 123 de un fraile que entró en la orden de niño y «mui bon prez / vivendo gãara» (v. 12-13). Varias miniaturas muestran a los franciscanos impartiendo el sacramento de la penitencia o predicando, aun cuando no son nombrados en el texto, lo que indica que se les asociaba a estas tareas54. El carácter itinerante de los minoritas queda reflejado en varias cantigas, en la que los frailes –siempre en pareja, como mandaba san Francisco– aparecen de camino o predicando55.

Fig. 1. Códice Rico, CSM, cantiga 76, viñeta 6: San Lorenzo de El Escorial, RBME, T-I-1, fol. 113r.o

Fig. 1. Códice Rico, CSM, cantiga 76, viñeta 6: San Lorenzo de El Escorial, RBME, T-I-1, fol. 113r.o

© Patrimonio Nacional. Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial, T-I-1.

  • 56 L. Fernández Fernández, art. cit., p. 272-273.

22Laura Fernández ha visto una similitud entre la iconografía de la predicación franciscana en las Cantigas y la posterior representación del sermón de san Francisco ante el papa Honorio III en el ciclo de la basílica de Asís, siendo común a ambos la presencia de un fraile «secundario», que se encuentra sentado a los pies del que predica en actitud pensativa o distraída y con las mangas del hábito excesivamente largas (fig. 2). Esta coincidencia le hace pensar que puede tratarse de una composición definida en el marco de la orden franciscana, de la que los artistas del escritorio regio habrían tenido noticia gracias a alguna hipotética fuente hoy desconocida56. En las miniaturas de las CSM 119 y 239 el fraile «secundario», esta vez de pie y en apariencia entablando una conversación mientras su compañero confiesa, muestra un hábito con las mismas mangas. Sin negar la posibilidad de que nos encontremos ante una representación extendida entre los franciscanos –en las Cantigas desde luego es solo común a ellos– es de notar que una iconografía muy parecida se puede encontrar con anterioridad en un conocido manuscrito del siglo XII de la vida de san Cutberto de Beda el Venerable (Londres, British Library, Ms. Yates Thompson 26). Se puede pensar que de ser una composición verdaderamente adoptada por los franciscanos, haya sido tomada de una tradición monástica anterior.

Fig. 2. Códice Rico, CSM, cantiga 85, viñeta 11: ms. RBME T-I-1, fol. 126r.o

Fig. 2. Códice Rico, CSM, cantiga 85, viñeta 11: ms. RBME T-I-1, fol. 126r.o

© Patrimonio Nacional. Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial, T-I-1.

Fig. 3. Vida de san Cutberto Londres, British Library, Yates Thompson 26, fol. 35v.o

Fig. 3. Vida de san Cutberto Londres, British Library, Yates Thompson 26, fol. 35v.o

© British Library.

Indicios textuales y temáticos de la influencia franciscana

  • 57 «Sancta Maria virgo, non est tibi similis nata in mundo in mulieribus, filia et ancilla altissimi (...)
  • 58 Antes de Francisco encontramos este título en un sermón para la fiesta de la Asunción de un Pseudo (...)
  • 59 Concretamente la expresión «filla e criada» en: CSM 30, v. 16; CSM 300, v. 9; CSM 322, v. 1; CSM 3 (...)

23Sabemos que san Francisco de Asís compuso dos oraciones a la Virgen. La primera es una antífona de su Oficio de la Pasión, que los hermanos menores recitan catorce veces al día57. Esta oración asocia a la Virgen con la Trinidad como «hija y esclava del altísimo Rey sumo y Padre celestial, madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo». Pese a que otros autores, como Adán de San Víctor, habían destacado la relación de María con las tres personas de la Trinidad, esta oración es, en contra de lo que pueda parecer, novedosa para el siglo xiii. Por un lado, la expresión «esposa del Espíritu Santo» es muy inusual en Occidente hasta Francisco58. Por otro, el término «hija y esclava» (filia et ancilla) del Padre para designar a la Virgen, sin ser original en cuanto al contenido teológico, se convertirá en una expresión típicamente franciscana. Pues bien, en las Cantigas, encontramos esta última expresión repetidas veces59. Así, por ejemplo, la CSM 335 en la que unos hombres explican la fe a un buen hombre que era pagano dice:

Eles disseron: “Avemos a Virgen mui groriosa,
que de Deus foi Madr’ e Filla, e criada e esposa,
e pariu e ficou virgen, cousa mui maravillosa
(v. 90-93).

  • 60 Sobre este aspecto M .V. Chico Picaza, art. cit.

24Y es interesante ver como prosigue esta cantiga, poniendo a la Virgen en relación con la Trinidad60:

e a omagen da Virgen, Madre de Deus, ll’amostraron,
con séu men
ȳo en braços, e o feito lle contaron
de seu Fillo Jesu-Cristo, om’ e Deus en Trĩidade
(v. 96-98).

25También encontramos numerosas veces en las Cantigas el título «Madre do alto Rei» (CSM 35, 42, 52, 59, 125, 156, 187, 237, 242, 249, 265, 272) que claramente recuerda el «filia et ancilla altissimi summi Regis Patris» de la oración del santo de Asís.

  • 61 Lesley K. Twomey, The serpent and the rose: the inmaculate conception and Hispanic poetry in the l (...)
  • 62 Se podrían traer aquí infinitas citas del cancionero. Baste con recordar lo que dice la CSM 80: «P (...)
  • 63 Rocío Sánchez Ameijeiras encontró una iconografía similar en salterios ingleses de la segunda mita (...)
  • 64 Respecto a estos dos últimos aspectos ver Ana Domínguez Rodríguez, «Compassio y co-redemptio en la (...)
  • 65 Traducción de E. Fidalgo Francisco, Traducción al castellano de las Cantigas…, p. 194.

26Teniendo en mente las características de la devoción mariana de los franciscanos ya reseñadas, es obvio que las Cantigas coinciden a la perfección en alabar a la Madre de Dios como Mater sanctissima, misericordiae, et dolorosa. Las cantigas de loor son especialmente explicitas en cuanto a la santidad de María, nueva Eva, superior a la de cualquier santo. Las Cantigas celebran a la Virgen en su Asunción a los Cielos y afirman que fue preservada del pecado original (aunque son menos claras en cuanto al momento de esta santificación)61. Su misericordia, reflejada en la atención por los necesitados y pecadores, es el tema principal de los milagros62, llegando a extremos verdaderamente revolucionarios como en las imágenes de la Virgen mostrando su pecho para aplacar el castigo divino sobre los pecadores63. En cuanto a su unión al dolor de su Hijo el texto y las miniaturas son también muy prolijas64, recalcando que ella es «la madre del que nos compró / con su sangre y que se dejó / matar en la cruz a mano de los judíos» (CSM 133, 6-8)65. Los siete dolores de la Virgen ocupan la CSM 403. La composición trata principalmente del sufrimiento de María durante la Pasión de su Hijo, descrita con gran sentimiento desde su prendimiento (tercer dolor) hasta el descendimiento de la Cruz (sexto dolor).

E o pesar terçeiro
foi mui grand’ aficado,
quando ll’ un mandadeiro
disse que recadado
seu Fillo verdadeiro,
Jesu-Crist, e liado
levavan mui senlleiro,
dos seus desanparado.

Do quarto foi coitada
u seu Fillo velido
viu levar a pesada
cruz, e el mal ferido
d’açoutes e messada
a barva e cospido,
e a gent’ assúada
sobr’ el en apelido.

O quinto pesar forte
foi quando o poseron
na cruz e por conorte
azed’ e fel lle deron;
sobre seus panos sorte
deitaron e fezeron
per que chegou a morte,
onde prazer ouveron
(v. 26-49).

  • 66 Este es un milagro procedente de la tradición cisterciense. A. Domínguez Rodríguez, «San Bernardo… (...)

27Cabe reseñar también la ternura y emotividad, tan propias de la religiosidad franciscana, de muchas expresiones y miniaturas, como la de Cristo abrazado a su madre en las cantigas 14 y 30, la Virgen colocando al Niño en el pesebre (CSM 1 y 80) o abrazada a los pies de su Hijo en la cruz (CSM 50 y 140), o la del mismo Alfonso llorando ante la flagelación de Cristo (CSM 50). También vemos a María muchas veces acercarse al lecho de los enfermos y moribundos (por ejemplo, CSM 75, 79, 235, 299), e incluso dar la mano (CSM 20, 75, 151, 170, etc.) o acariciar (CSM 166, 189) a sus devotos. En otra ocasión, es el Niño que está en brazos de María el que se inclina para curar al rey Alfonso X (CSM 235). También vemos a la Virgen poner su mano sobre los enfermos al curarles (CSM 166), e incluso usar la leche de sus pechos (CSM 54)66 o meter un dedo en la boca y otro en el oído a un sordomudo en Soissons (CSM 101). Esta atención al aspecto humano de la Virgen tan propio de las Cantigas y de la espiritualidad evangélica es resaltado de una manera maravillosa en la CSM 420, que conmemora la «procesión» de la Virgen al cielo. Esta cantiga es una letanía preciosa, que hace una enumeración muy pormenorizada y material de todo lo que rodeo a la Virgen desde su nacimiento, incluyendo los paños en la que fue envuelta al nacer, el pecho de su madre, el agua con que la bañaron, la casa en la que vivió, etc.:

[…]
e beeytos los panos u fust’ envurullada
e outrossi a teta que ouviste mamada,
e bẽeyta a agua en que fuste bannada
e a santa vianda de que fust’ avondada,
e bẽeyta a fala que houviste falada
e outrossi a letra de que fust’ ensinada.

E bẽeita a casa u feziste morada
e outrossi o tempro u fuste presentada,
e bẽeyta a seda que ouviste fiada
e outrossi a obra que end’ ouv[i]ste obrada,
e bẽeyta u fuste con Joseph esposada,
non que tigo casasse, mas que fos[s]es guardada;
e bẽeyta a ora u fuste saudada
pelo angeo santo, e ar de Deus pren[n]ada,
e bẽeyta a culpa de que fust’ acusada,
onde ficaste quita e santa e salvada,
e bẽeyta a ta carne en que jouv’ enserrada
a de teu fillo Christo e feita e formada
.

E bẽeyta u fust[e] a Beleem chegada
e por parir teu Fillo ena cova entrada,
bẽeyta u pariste om’ e Déus sen tardada,
sen door que ouvesses del, nen fosses coitada,
e bẽeyta a tua virgĩidade sagrada
que ficou como x’era ant’ e non foi danada;
bẽeyta a ta leite onde foi governada
a carne de teu Fillo e creçud’ e uviada,
bẽeytas las tas mãos con que foi faagada
a ssa pes[s]õa santa e benaventurada,
bẽeyta foi a vida que pois con el usada
ouviste, macar fuste mui pobr’ e lazerada
.(v. 9-38)

28Entre las advocaciones de la Virgen tomadas de la espiritualidad franciscana destaca, sin embargo, la de «pobre» o «menguada». La primera es usada en la CSM 180, cuyo estribillo precisamente canta «Vella e Minȳa, / Madr’ e Donzela, / Pobre e Reynna, / Don’ e Ancela» y explica más adelante:

  • 67 Elvira Fidalgo traduce así estos versos: «Fue pobre, ¿quién lo creería?, / la que tuvo que acostar (...)

Como foi Pobre, queno osmaria,
a que seu Fillo Deus ya deitar
no preseve, ca aver non podia
un pano en que o envurullar
senon sa touca, ca eno logar
sol non acharon i hũ’ almocéla?
(v. 41-46)67

29Las miniaturas que acompañan el poema en el Códice Rico muestran cada una de estas paradojas (fig. 3). En la primera viñeta, vemos a una Virgen de edad avanzada, junto a María niña. La segunda representa a la Virgen amamantando al Niño, subrayando así su maternidad, al lado de otra figura de María erguida con una flor blanca en la mano, signo de su virginidad. Las siguientes dos viñetas –que son las que más nos interesan aquí– contraponen a una Virgen vestida de hábito penitente, semejante al de las clarisas (fig. 4), con otra cubierta con un rico manto real. Finalmente, la quinta y sexta viñeta muestran a la Virgen como Señora –sentada y bendiciendo–, junto a una imagen de la Anunciación, en alusión a la respuesta de María al arcángel: «He aquí la esclava del Señor» (Lc 1, 38).

Fig. 4. Códice Rico, CSM, cantiga 180, ms. RBME T-I-1, fol. 240r.o

Fig. 4. Códice Rico, CSM, cantiga 180, ms. RBME T-I-1, fol. 240r.o

© Patrimonio Nacional. Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial, T-I-1.

Fig. 5. Códice Rico, CSM, cantiga 180, viñeta 3 : ms. RBME T-I-1, fol. 240r.o

Fig. 5. Códice Rico, CSM, cantiga 180, viñeta 3 : ms. RBME T-I-1, fol. 240r.o

© Patrimonio Nacional. Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial, T-I-1.

  • 68 Michael Robson, «The poor followers of St. Francis», in: id., op. cit., chap. 3, p. 37-47.
  • 69 Luciano Bertazo, «Maria Oliva Benedicta: A reflection on the mariology of Anthony of Padua/Lisbon» (...)
  • 70 EpFidII 5, en Carlo Paolazzi (ed.), Francisci Assiensis: Scripta, Grottaferrata, Roma: Editiones C (...)
  • 71 En la Vita secunda escrita por Tomás de Celano san Francisco dice: «Hermano, cuando ves a un pobre (...)

30El hecho de que el artista haya elegido vestir a la Virgen con hábito penitente en esta miniatura nos muestra hasta qué punto la pobreza se asociaba con los frailes. La pobreza ocupa un papel verdaderamente central en la espiritualidad franciscana68. Es por eso por lo que san Francisco alaba especialmente esta virtud de Cristo y de su Madre, a la que los franciscanos comienzan a llamar con el título de «la Pobrecilla» (Pauperculla). Aunque la alabanza de la pobreza de la Virgen esté ya presente en los sermones de san Bernardo de Claraval, este título puede ser denominado propiamente franciscano69. Destaca el añadido que hace Francisco en uno de sus escritos a la conocida aserción de san Pablo cuando dice de Cristo: «Qui, cum dives esset (2 Cor 8:9) super omnia, voluit ipse in mundo cum beatissima Virgine, matre sua, eligere paupertatem» (La cursiva es mía)70. Así, la CSM 420 ya citada dice que la vida de la Virgen fue «mui pobr’ e lazerada». Este aspecto es especialmente destacado en relación al Nacimiento de Jesús en Belén y así lo hace ya la CSM 1 con gran ternura, aclarando que, después de llegar la Virgen cansada a Belén y tener que alojarse en un portal, dio a luz y como mujer pobre (como moller menguada) acostó al Niño en un pesebre. En las miniaturas del Códice Rico vemos además una inusual representación de la Virgen, que recuerda el arte bizantino y anticipa el de Giotto, sentada en un lecho y colocando con ternura al Niño envuelto en pañales en un pesebre. La CSM 335 puede ser considerada también una ejemplificación gráfica de la pobreza de la Virgen. En ella la Virgen se aparece al pagano que protagoniza el milagro como una mujer pobre con su hijo en brazos («en figura / de moller con fill’ en braço con mui pobre vestidura»)71. En otra cantiga se dice que la pobreza y la humildad agradan a la Virgen coronada (cf. CSM 75, v. 4-7).

31Además de recalcar la pobreza de la Virgen, las Cantigas muestran su solicitud por los pobres y humildes (fig. 5) (por ejemplo, CSM 20, 75, 86, 147, 212) y critican en cambio severamente la avaricia (por ejemplo, CSM 128, 216, 281), pues Cristo «quiso seer pobre por requenta-los pobres / no seu reino do ceo e faze-los i nobres / mui mais que nulla outra que seja creatura» (CSM 149, 54-56). Estas cantigas resaltan la fe de la gente sencilla y pobre, que acuden a la Virgen en sus necesidades y sirven de testimonio para los demás. Este aspecto queda especialmente plasmado en la CSM 22, en la que un campesino es atacado por varios hombres armados, enemistados con su señor, mientras trabajaba en el campo. En las miniaturas vemos a Mateus, que así se llamaba el campesino, semi desnudo (en camisa y bragas) y de rodillas implorando ayuda a la Virgen mientras es atacado con lanzas. Tras ser protegido milagrosamente, le vemos señalando el Cielo y dando fe de que lo ocurrido es obra de la Virgen (fig. 6). Esta imagen recuerda a las del rey “predicando” a sus súbditos a las que hemos hecho referencia más arriba. La desnudez de Mateus subraya su humilde estado y su equiparación con los predicadores es ciertamente atrevida, pues por su testimonio aquellos hombres se convierten.

Fig. 6. Códice Rico, CSM, cantiga 170, viñeta 2, ms. RBME T-I-1, fol. 228v.o

Fig. 6. Códice Rico, CSM, cantiga 170, viñeta 2, ms. RBME T-I-1, fol. 228v.o

© Patrimonio Nacional. Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial, T-I-1.

Fig. 7. Códice Rico, CSM, cantiga 22, ms. RBME T-I-1, fol. 34v.o

Fig. 7. Códice Rico, CSM, cantiga 22, ms. RBME T-I-1, fol. 34v.o

© Patrimonio Nacional. Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial, T-I-1.

  • 72 Así lo hacía ya Menéndez Pidal en su conocida obra: Gonzalo Menéndez Pidal, La España del siglo xi (...)
  • 73 R. Sánchez Ameijeiras, «“Ymagenes Sanctae”…», p. 524-525. El poema de Juan Gil es el siguiente: «M (...)
  • 74 Los animales de las Cantigas han sido estudiados en su faceta simbólica por Elvira Fidalgo, «Los a (...)
  • 75 La visión de la naturaleza en san Francisco de Asís es un tema muy extenso que requiere una amplia (...)
  • 76 Vincent Moleta, From St Francis to Giotto: The influence of St. Francis on early Italian art and l (...)

32Un último rasgo que puede guardar relación con la espiritualidad franciscana es la inclusión en los milagros de numerosos animales que se unen también a la alabanza a la Virgen72. Es el caso de la famosa miniatura de la cantiga 29 (fig. 7), en la que numerosos animales salvajes, aves y peces, se inclinan ante la Virgen, ilustrando que es deseo de Dios que «a ssa Madre onrrar / deven todas creaturas» (v. 30-31). Rocío Sánchez Ameijeiras sostiene que esta estrofa pudo estar inspirada en una composición poética de fray Juan Gil de Zamora73. Es fácil ver también una alusión al «Cántico de las criaturas» de san Francisco y a la visión franciscana de la creación. En efecto, aunque la tradición medieval otorgaba un valor simbólico positivo a ciertos animales, mientras veía en otros seres diabólicos (las Cantigas presentan numerosos ejemplos de estos últimos74), la concepción de que la naturaleza es buena y da gloria a Dios con su belleza y por tanto debe ser cuidada, pese a estar enraizada en la Biblia, no se abrió camino en la sociedad hasta la llegada de los cistercienses y de manera especial los franciscanos75. La protección que la Virgen ejerce sobre algunos animales a lo largo de la obra hace pensar en el amor por las criaturas del santo de Asís, que tanta resonancia alcanzó en el arte76. Así la Virgen sana, e incluso resucita a mulos (CSM 178, 228), salva al hurón del rey Alfonso X (CSM 354), y ayuda a los dueños a encontrar sus ovejas (CSM 147), corderos (CSM 398), una vaca (CSM 31) o un halcón (CSM 44). No podía faltar tampoco la presencia (por influencia apócrifa) del buey y la mula en las escenas del Nacimiento.

Fig. 8. Códice Rico, CSM, cantiga 29, viñeta 5, ms. RBME T-I-1, fol. 44r.o

Fig. 8. Códice Rico, CSM, cantiga 29, viñeta 5, ms. RBME T-I-1, fol. 44r.o

© Patrimonio Nacional. Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial, T-I-1.

*

33En conclusión, el presente estudio permite reforzar, a falta de evidencias inmediatas, la hipótesis de la influencia de la espiritualidad franciscana en las CSM. Como se ha visto, las Cantigas contienen tradiciones, expresiones, tópicos y temas que pueden ser relacionados con la espiritualidad propagada por los franciscanos, aunque en ocasiones sean parte de una tradición más amplia. Las Cantigas resaltan la santidad, misericordia, pobreza y ternura de la Virgen y nos la muestran como corredentora, sufriendo junto a su Hijo por los pecados de los hombres. Es de destacar también la inclusión de protagonistas franciscanos en los milagros sucedidos en España y añadidos en la etapa final de redacción del cancionero. A todas luces, la especial importancia que el rey Alfonso X otorgó a los hermanos menores y las clarisas en su reino dejó también cierta huella en su gran obra mariana.

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Notas

1 Jacques Le Goff, «Du ciel sur la terre: la mutation des valeurs du xiie au xiiie siècle dans l’Occident chrétien», in: id., Héros du Moyen Âge, le Saint et le Roi, París: Gallimard, 2004, p. 1263-1287.

2 André Vauchez, «La religión de los nuevos tiempos (finales del siglo xi-principios del xiii)», in: id., La espiritualidad del Occidente medieval (siglos viii-xii), Madrid: Cátedra, 1995, p. 65-120.

3 Id., Les laïcs au Moyen Âge. Pratiques et expériences religieuses, París: Éditions du Cerf, 1987; Marie-Dominique Chenu, «The evangelical awakening», in: ead., Nature, Man and Society in the twelfth Century: Essays on New Theological Perspectives in the Latin West, Chicago–Londres: University of Chicago Press, 1968, chap. 7, p. 239-269.

4 Para el contexto de aparición de las órdenes mendicantes ver Javier García Turza, «De los monjes a los frailes: la coyuntura del año 1200 en la sociedad y en la Iglesia», in: VI Semana de Estudios Medievales. Nájera, 31 de julio al 4 de agosto de 1995, Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, 1996, p. 13-28.

5 Paul Bertrand, «La fondation des ordres mendiants : une révolution ?», in: Marie-Madeleine de Cevins y Jean-Michel Matz (dir.), Structures et dynamiques religieuses dans les sociétés de l’Occident latin (1179-1449), Rennes: Presses universitaires de Rennes, 2010, p. 195-204. La bibliografía sobre la orden franciscana es muy numerosa. Baste citar aquí algunos trabajos generales de especial importancia. José María Moliner, Espiritualidad medieval. Los mendicantes, Burgos: Ed. El Monte Carmelo, 1974; Clifford Hugh Lawrence, The Friars: The impact of the early Mendicant Movement on western society, Londres-Nueva York, 1994; Bert Roest, A history of Franciscan education (c. 1210-1517), Leiden–Boston–Colonia: Brill, 2000; Michael Robson, The Franciscans in the Middle Ages, Woodbridge: The Boydell Press, 2006; A. Vauchez, Francis of Assisi. The life and afterlife of a medieval saint, New Haven–Londres: Yale University Press, 2012; Felice Accrocca, Francesco e i suoi frati. Dalle origini ai Cappuccini, Roma: Istituto Storico dei Cappucini, 2017. Me remito también a la bibliografía recogida en Tomás Sáenz de Haro, «Franciscanismo y espiritualidad. Bibliografía», VI Semana de Estudios Medievales, Nájera, 31 de julio al 4 de agosto de 1995, Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, 1996, p. 301-336.

6 François Vandenbroucke, «New Milieux, new problems. From the twelfth to sixteenth century», in: Jean Leclercq, François Vanderbroucke y Louis Bouyer, A history of Christian spirituality. Vol. II. The spirituality of the Middle Ages, Londres: Burns & Oats, 1968, p. 250-254. Para una visión de conjunto del contexto del auge de la devoción mariana en el siglo xiii véase la estupenda síntesis de Raquel Torres Jiménez, «La devoción mariana en el marco de la religiosidad del siglo xiii», Alcanate, 10, 2016-2017, p. 23-59.

7 Sobre la Virgen María y la orden franciscana: Steven J. Mcmichael; Katherine Wrisley Shelby (ed.), Medieval Franciscan approaches to the Virgin Mary. Mater Misericordiae Sanctissima et Dolorosa, Leiden, Boston: Brill, 2018; Franco Andrea Dal Pino, «La presenza della beata Vergine nella vita degli ordini mendicanti (secoli xiii-xv)», in: Enrico Dal Covolo y Aristide Serra (ed.), Storia della mariologia, Vol. 1. Dal modello biblico al modello letterario, Roma: Città Nuova, 2009, p. 726-773; id., «Culto e pietà mariana presso i frati minori nel Medioevo», in: Clelia Maria Piastra (ed.), Gli studi di mariologia medievale. Bilancio storiografico. Atti del Convegno Mariologico della Fondazione Ezio Franceschini, Tavarnuzze, Firenze: SISMEL Edizioni del Galluzo, 2001, p. 159-192; Eugene Christian, Our Lady. Devotion to Mary in the Franciscan tradition, Chicago: Franciscan Herald Press, 1954; Jean De Dieu, «La Vierge et l’ordre des frères mineurs. Conventuels, franciscains, capucins», in: Hubert du Manoir (dir.), Maria. Études sur la Sainte Vierge, 2 t., París: Beauchesne, 1952, t. 2, p. 783-831.

8 Sobre la imaginación y su función en las meditaciones de san Buenaventura véase Michael Karnes, Imagination, meditation and cognition in the Middle Ages, Chicago–Londres: University of Chicago Press, 2011, p. 63-140.

9 Existe cierta polémica acerca de la fecha de composición de esta obra. Pese a que en 1990 Sarah McNamer propusiera datarla entre 1336 y 1364, siendo esta hipótesis aceptada durante algún tiempo en la historiografía, los estudios más recientes permiten reafirmar la más tradicional datación en torno al año 1300: Emma Simi Varanelli, «Le Meditationes Vitae Nostri Domini Jesu Christi nell’arte del Duecento italiano», Arte Medievale, 6, 1992, p. 137–48; Peter Tóth, Dávid Falvay, «New light on the date and authorship of the Meditationes vitae Christi», in: Stephen Kelly y Ryan Perry, Devotional culture in late medieval England and Europe: Diverse imaginations of Christ’s Life, Turnhout: Brepols (Medieval Church Studies, 31), 2014, p. 17-104. La tesis de McNamer es discutida en detalle en las p. 52-60.

10 Ewert Cousins, «The Humanity and the Passion of Christ», in: Jill Raitt (ed.), Christian spirituality. High Middle Ages and Reformation, Nueva York: Crossroad, 1997, p. 375-391, p. 375-378. Rachel Fulton, From judgment to passion: Devotion to Christ and the Virgin Mary, 800–1200, Nueva York: Columbia University Press, 2002.

11 Como afirma Cousins sobre san Francisco: «more than any other saint or spiritual writer, he transformed religious sensibility in the direction of devotion to the humanity of Christ», E. Cousins, op. cit., p. 380-381.

12 Miri Rubin, Mother of God. A history of the Virgin Mary, New Haven, Londres: Yale University Press, 2009, p. 197. Sobre la importancia de los franciscanos para la difusión del culto a María dice también: «The Franciscans above all dwelt on the meaning of Mary and her son to simple believers: and they remade the Mary of monastery and cathedral into a neighbourhood Mary, a woman whose life could be likened to that of the urban wives and daughters of European cities. Since Mary was understood to be both ordinary in her humanity, and unique in her unparalleled purity, she was imagined both as exalted and as modest», ibíd., p. xxv.

13 Sigo a este respecto lo explicado en S. J. Mcmichael y K. Wrisley Shelby (ed.), op. cit.

14 Sobre la orden franciscana en España durante el siglo xiii son de obligatoria consulta las obras de José García Oro, Francisco de Asís en la España medieval, Santiago de Compostela: CSIC–Liceo Franciscano, 1988; id., Los franciscanos en España: Historia de un itinerario religioso, Santiago de Compostela: Eco Franciscano, 2006; y las posteriores de F. Javier Peña Pérez, «Expansión de las órdenes conventuales en León y Castilla: franciscanos y dominicos en el siglo xiii», III Semana de Estudios Medievales, Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, 1993, p. 179-198; las recogidas en José Ignacio de la Iglesia Duarte, Francisco Javier García Turza y José Ángel García de Cortázar (coords.), VI Semana de Estudios Medievales. Nájera, 31 de julio al 4 de agosto de 1995, Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, 1996; y Francisco Javier Rojo Alique, «Intelectuales franciscanos y monarquía en la Castilla medieval», SÉMATA, Ciencias Sociais e Humanidades, 26, 2014, p. 297-318. Me remito también a la bibliografía recogida en Fidel Revilla García, «El franciscanismo en la Castilla del siglo xiii. Una aproximación bibliográfica», Anuario de Estudios Medievales, 27, 1997, p. 281-313.

15 Adeline Rucquoi, «Los franciscanos en el reino de Castilla», in: J. I. de la Iglesia Duarte, F. J. García Turza y J. Á. García de Cortázar (coords.), VI Semana de Estudios Medievales. Nájera, 31 de julio al 4 de agosto de 1995, Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, 1996, p. 65-86, p. 68-70. Sobre la implantación de las clarisas ver José García Oro, «Origen de las clarisas españolas», Archivo Ibero-Americano, 54, 1994, p. 163-182; María del Mar Graña Cid, «Clara de Asís y la implantación de las franciscanas en Castilla (c. 1220-1253). Autoría femenina en red», in: Gemma Teresa Colesanti et al. (eds.), Clarisas y dominicas. Modelos de implantación, filiación, promoción y devoción en la Península ibérica, Cerdeña, Nápoles y Sicilia, Florencia: Firenze University Press, 2017, p. 223-246, y otros trabajos de la autora, que serán citados más adelante.

16 M.a M. Graña Cid, «Berenguela I y Fernando III, promotores de las órdenes mendicantes en Castilla», in: Manuel Peláez del Corral (coord.), El franciscanismo: identidad y poder. Libro-homenaje al P. Enrique Chacón Cabello, ofm, Córdoba: Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos, 2016, p. 119-142.

17 Ead., «The Mendicant Orders and the Castilian Monarchy in the reign of Ferdinand III», in: Francisco García Serrano (ed.), The Friars and their Influence in Medieval Spain, Ámsterdam: Amsterdam University Press, 2018, p. 61-83, p. 62.

18 Ibíd., p. 69. «Las crónicas señalan que Fernando III estuvo acompañado por frailes desde comienzos de su reinado en dos ámbitos que, como los institutos mendicantes, eran itinerantes: la corte y la hueste. Este acompañamiento era un hecho novedoso que vino a manifestar la identificación entre los mendicantes y la monarquía […]. Aunque no parece que el rey tuviera confesores de estar orden [franciscanos], estuvo muy próximo a algunos frailes que debieron actuar como consejeros: quizá fray Lope Hernández y sobre todo fray Pedro Gallego, que fue confesor del infante don Alfonso y muy querido por don Fernando», M.a M. Graña Cid, «Berenguela I y Fernando III, promotores», p. 135.

19 Ian R. MacPherson y Robert B. Tate (eds.), Don Juan Manuel, Libro de los Estados, Madrid: Castalia, p. 374.

20 Pedro Gallego fue el primer obispo de Cartagena (1250-1269) y Pedro Pérez, de Badajoz (1252-1262). Martín fue obispo de Segovia (1259-1265), Domingo Suárez rigió la sede abulense (1263-1271), Vasco, la de Guarda (1267-1278), Juan Martínez, sucesivamente las de Cádiz (1267-1278) y Guarda (1278-1301), Tello, la de Braga (1278-1292), Fernando de Covarrubias, la de Burgos (1280-1299): A. Rucquoi, art. cit., p. 71. Hablando de la política eclesiástica de Alfonso X con relación a las elecciones episcopales, De Ayala subraya los «nombramientos regios de sedes estratégicas y fronterizas, en manos casi invariablemente de franciscanos», Carlos de Ayala Martínez, «La política eclesiástica de Alfonso X. El rey y sus obispos», Alcanate, 2014-2015, p. 41-105, p. 74.

21 Peter Linehan, The Spanish Church and the Papacy in the thirteenth century, Cambridge: University Press, 1971, p. 316.

22 María Jesús Fuente Pérez, Violante de Aragón. Reina de Castilla, Madrid: Dyckinson, 2017. Sobre su relación con los franciscanos, véase Rosa María Rodríguez Porto, «Cara e cruz: conflito político, territorio e padroado rexio en Galicia durante o reinado de Afonso X e Violante de Aragón», in: José M. Andrade Cernadas y Simon R. Doubleday (eds.), Galicia no tempo de Afonso X, Santiago de Compostela: Consello da Cultura Galega, 2021, p. 243-274; M.a M. Graña Cid, «The mendicant policies of the Queens of Castile in the 13th century. The implantation of convents», in: Nikolas Jaspert e Imkte Just (eds.), Queens, princesses and mendicants. Close relationship in a European perspective, Zúrich: LIT, 2019, p. 65-83; Melissa R. Katz, «A convent for La Sabia: Violante of Aragón and the Clarisas of Allariz», in: James D’Emilio (ed.), Culture and society in medieval Galicia. A cultural crossroads at the edge of Europe, Leiden–Boston: Brill, 2015, p. 812-936.

23 M.a M. Graña Cid, «¿Favoritas de la corona? Los amores del rey y la promoción de la Orden de Santa Clara en Castilla (siglos xiii-xiv)», Anuario de Estudios Medievales, 44 (1), 2014, p. 179-213, en línea: [DOI][https://doi.org/10.3989/aem.2014.44.1.06][consultado el 01/03/2022]. Son de especial interés la relaciones que mantuvieron tanto ella como después su hija Beatriz con el monasterio de clarisas que fundó en su señorío de Alcocer, donde quiso ser enterrada. Véanse al respecto: Pablo Martín Prieto, «The poor Clares of Alcocer and the Castilian Crown (thirteenth to fifteenth Centuries)», in: F. García Serrano, op. cit., p. 143-157; id., El monasterio de Santa Clara de Alcocer en la Edad Media, Guadalajara: Diputación Provincial de Guadalajara, 2005; David Arbesú, «Alfonso X el Sabio, Beatriz de Portugal y el sepulcro de doña Mayor Guillén de Guzmán», eHumanista: Journal of Iberian Studies, 24, 2013, p. 300-320, en línea: [URL][https://www.ehumanista.ucsb.edu/volumes/24][consultado el 01/03/2022].

24 Sobre la influencia de Berenguela en el joven Alfonso: María del Pilar Rábade Obradó, «Aproximación al entorno femenino de Alfonso X», e-Spania, 39, 2021, en línea, [URL][http://journals.openedition.org/e-spania/40874][consulatdo el 01/03/2022]; H. Salvador Martínez, Alfonso X, el Sabio. Una biografía, Madrid: Ediciones Polifemo, 2003, p. 27.

25 «Otrosí mandamos que si el nuestro cuerpo ouiere a ser enterrado en Seuilla, que sea y dada la nuestra tabla que fiziemos fazer con los reliquias, a onra de Sancta María, <e> que la trayan en la processión en las fiestas de Sancta María, e la pontan sobre el altar, e los quatro libros que llaman Espejo Ystorial que mandó fazer el rey don Loys de Francia […]. Mandamos otrosí que las dos Biblas, la una en tres libros de letra gruessa, cubiertos de plata, e la otra es en tres libros, ystoriada de dentro, que nos dio el rey don Loys de Francia, e la otra nuestra tabla con las reliquias. […] que lo aya todo aquél que con derecho e por nos heredare el nuestro sennorío mayor de Castella e de León». Manuel González Jiménez (ed.), Diplomatario Andaluz de Alfonso X, Sevilla: El Monte, Caja de Huelva y Sevilla, 1991, p. 559.

26 Respecto a los «hombres de confianza» de Alfonso X, véase Francisco J. Hernández, Los hombres del rey y la transición de Alfonso X el Sabio y Sancho IV (1276-1286), Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2021.

27 Ver especialmente, Manuel de Castro y Castro, De Preconiis Hispanie. Estudio preliminar y edición crítica, Madrid: Universidad de Madrid, 1955; Manuel Díaz y Díaz, «Tres compiladores latinos en el ambiente de Sancho IV», in: Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías (eds.), La literatura en la época de Sancho IV (Actas del Congreso Internacional «La literatura en la época de Sancho IV», Alcalá de Henares, 21-24 de febrero de 1994), Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá, 1996, p. 35-52; Javier Pérez-Embid Wamba, «De la hagiografía a la historia nacional: la obra del franciscano Juan Gil de Zamora», in: Hagiología y Sociedad en la España medieval. Castilla y León (siglos xi-xiii), Huelva: Universidad de Huelva, 2002, p. 303-364; Cándida Ferrero Hernández, «Nuevas perspectivas sobre Juan Gil de Zamora», Studia Zamorensia, 9, 2010, p. 19-33; y Francisco J. Hernández, «Juan Gil de Zamora: ideología y retórica de la subversión», in: op. cit., p. 255-306. Las obras del zamorano (Iohannis Ægidii Zamorensis Opera Omnia) están siendo editadas bajo la dirección de Cándida Ferrero en el Instituto de Estudios Zamoranos.

28 José Luis Hernando Garrido, «Los franciscanos en los viejos reinos de Castilla y León: de la pobreza espontánea a la promoción nobiliaria», Biblioteca. Estudio e Investigación, 31, 2016, p. 159-195, p. 167. Una excepción importante es la del propio Gil de Zamora, que a todas luces debe ser contado entre los partidarios de Sancho. F. J. Hérnandez, loc. cit.

29 Una buena síntesis puede encontrarse en Mercedes Brea, «Tradiciones que confluyen en las Cantigas de Santa María», Alcanate, 4, 2004-2005, p. 269-289. La bibliografía sobre las Cantigas es inabarcable, por lo que me remito a la recopilada hace ya años por Joseph T. Snow, The poetry of Alfonso X. An annotated critical bibliography (12782010). Woodbridge: Tamesis, 2012; así como a la más actualizada disponible en la página de The Oxford Cantigas de Santa María Database, en línea: [URL][https://csm.mml.ox.ac.uk][consultada el 01/03/2022].

30 Especialmente, Ana Domínguez Rodríguez, «San Bernardo y la religiosidad cisterciense en las Cantigas de Santa María, con unas reflexiones sobre el método iconográfico», in: Literatura y Cristiandad. Homenaje al profesor Jesús Montoya Martínez (con motivo de su jubilación). Estudios sobre hagiografía, mariología, épica y retórica, Granada: Universidad de Granada, 2001, p. 289-317. También, María Victoria Chico Picaza, «Una nueva iconografía trinitaria en el “Códice Rico de las Cantigas de Alfonso X el Sabio” (Escorial, t. I, 1)», Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 56, 1983, p. 213-223, p. 216.

31 Laura Fernández Fernández, «Cultura visual monástica en las Cantigas de Santa María», in: José Ángel García de Cortázar (coord.), El monasterio medieval como célula social y espacio de convivencia, Aguilar de Campoó: Fundación Santa María la Real, 2018, p. 253-285, p. 273.

32 Son reveladoras a este respecto las palabras de H. Salvador Martínez: «La predicación y la mística franciscana se centran especialmente en los sufrimientos, la muerte redentora de Cristo y la compasión de su madre. Se difunde así una nueva sensibilidad hacia los aspectos más humanos de Cristo, como era la infancia, el sufrimiento y la muerte y la participación de la Virgen en todas las fases de la vida del Hijo. Las Cantigas son una incomparable manifestación de esta espiritualidad. Cristo crucificado y la Virgen que le acompaña en su pasión, sufriendo junto a él, son, por así decir, imágenes familiares en la corte alfonsí, conviven con Alfonso y sus cortesanos. Como parte de esta tierna humanidad franciscana […] María corredentora y mediadora aparece en una escena tan dramática como la del Juicio Final mostrando su pecho desnudo a su Hijo para indicar su participación en el proceso de redención habiéndolo amamantado. Todas estas cantigas rezuman la nueva espiritualidad, hecha de afecto humano que se manifiesta en todos los protagonistas de la Redención», H. S. Martínez, op. cit., p. 249-250.

33 Ana Domínguez Rodríguez, «Iconografía evangélica en las Cantigas de Santa María», Reales Sitios, 80, 1984, p. 37-44, p. 38. Ya lo había apuntado en un trabajo anterior: ead., «Imágenes de un rey trovador de Santa María (Alfonso X en las Cantigas de Santa María, in: Hans Belting (ed.), Il Medio Oriente e l’Occidente nell’arte del xiii secolo. Atti del XXIV Congresso Internazionale di Storia dell’Arte (settembre 1979), Bolonia: CLUEB, 1982, p. 229-239, p. 234.

34 A. Domínguez Rodríguez, «Iconografía evangélica…», p. 38.

35 M.V. Chico Picaza, art. cit., p. 216 y nota p. 221.

36 Rocío Sánchez Ameijeiras, «Imaxes e teoría das Imaxes nas Cantigas de Santa María», in: Elvira Fidalgo, As Cantigas de Santa María, Vigo: Xerais, 2002, p. 247-330, p. 276.

37 Ead., «“Ymagenes Sanctae”: Fray Juan Gil de Zamora y la teoría de la imagen sagrada en las “Cantigas de Santa María”», in: Miguel Romaní Martínez y M.ª Ángeles Novoa Gómez (eds.), Homenaje a José García Oro, Santiago de Compostela: Universidad de Santiago de Compostela, 2002, p. 515-526.

38 Es este un tema que ha suscitado muchos trabajos. Entre otros se pueden citar por orden de aparición: Evelyn Procter, Alfonso X of Castile. Patron of literature and Learning, Oxford: Clarendon, 1951; Maricel Presilla, «The Image of Death and Political Ideology in the Cantigas de Santa Maria», in: Israel Katz and John E. Keller (ed.), Studies on the Cantigas de Santa Maria. Art, Music and Poetry, Madison: Hispanic Seminary, 1987, p. 403-458; Francisco Márquez Villanueva, El concepto cultural alfonsí, Madrid: Editorial MAPFRE, 1994; Joseph O’Callaghan, Alfonso X and the Cantigas de Santa María: a poetic biography, Leiden: Brill, 1998; Daniel Gregorio, «Alfonso X de Castilla, o la sabiduría como herramienta de poder», De Arte, 7, 2008, p. 61-76; Connie L. Scarborough, A Holy Alliance. Alfonso X’s Political Use of Marian Poetry, Newark, Delawere: Juan de la Cuesta, 2009; Marina Kleine, «El carácter propagandístico de las obras de Alfonso X», De Medio Aevo, 4 (2), 2013, p. 1-42; Joseph T. Snow, «Huellas sociopolíticas de la devoción mariana del rey Alfonso X en las Cantigas de Santa María», in: Isabel Beceiro Pita (coord.), Poder, piedad y devoción. Castilla y su entorno (siglos xii-xv), Madrid: Silex, 2014, p. 53-73; id., «La utilización política de la devoción mariana en el reinado de Alfonso X, el Sabio (1252-1284)», Alcanate, 10, 2016-2017, p. 61-85.

39 Ver especialmente, J. O’Callaghan, op. cit.

40 L. Fernández Fernández, art. cit., p. 274.

41 Ibíd., p. 273-274. Se trata de una idea aportada también por Ana Domínguez: «La imagen del rey como trovador de Santa María sería, en este caso, semejante a la de los predicadores franciscanos que introdujeron un nuevo método de enseñanza y predicación a los fieles, en el que siguiendo al propio san Francisco de Asís, hacían mimo y escenificaban las escenas evangélicas que desde el pulpito narraban», A. Domínguez Rodríguez, «Iconografía evangélica…», loc. cit.

42 Este carácter religioso de la persona poética, como la denomina J. Snow, es puesto de manifiesto en la comparación que hace Juan Gil de Zamora entre Alfonso y David: «More quoque Davitico etiam, [ad] preconium Virginis gloriose multas et perpulchras composuit cantinelas, sonis convenientibus et proportionibus musicis modulatas», Fidel Fita, «Biografías de San Fernando y de Alfonso el Sabio por Gil de Zamora», Boletín de la Real Academia de la Historia, 5, 1884, p. 308-328, p. 321.

43 Connie L. Scarborough, «La voz personal de Alfonso X en una Cantiga murciana», Alcanate, 6, 2007-2008, p. 297-308, p. 298.

44 Francisco J. Hernández, Peter Linehan, The Mozarabic cardinal. The life and times of Gonzalo Pérez Gudiel, Florencia: Sismel-Edizioni del Galluzzo, 2004.

45 Isaac Vázquez Janeiro, «Los estudios franciscanos medievales de España», in: VI Semana de Estudios Medievales. Nájera, 31 de julio al 4 de agosto de 1995, Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, 1996, p. 43-64, p. 49. Sobre los estudios franciscanos en general: Bert Roest, op. cit. y Neslihan Şenocak, The poor and the perfect. The rise of learning in the franciscan order, 1209-1310, Ithaca & Londres: Cornell University Press, 2012.

46 Un ejemplo del conocimiento que se tenía de Italia en el escritorio regio y su influencia en las Cantigas ha sido estudiado por Deirdre E. Jackson, que menciona también la conexión de Juan Gil de Zamora con franciscanos italianos. Deirdre Elizabeth Jackson, «Virgin, Devil, Bishop, King: Nicola Pisano’s Pulpit in Siena and Alfonso X’s Cantigas de Santa Maria», in: Laura Cleaver et al. (ed.), Illuminating the Middle Ages: Tributes to Prof. John Lowden from his students, friends and colleagues, Leiden–Boston: Brill, 2020, p. 259-275.

47 L. Fernández Fernández, art. cit., p. 271. La autora habla de doce, entre texto y miniaturas, a la que yo añado las ilustraciones de la CSM 76 y 305 (F35). No es posible, en cambio, determinar la orden a la que pertenece el «frade» que protagoniza la CSM 297 –y que L. Fernández considera franciscano–‍, pues la miniatura que debería haberla acompañado en F y podría habernos sacado de dudas no llegó a realizarse. Aquí y en adelante seguimos la numeración propuesta por Mettman y todas las citas, excepto que se señale de otro modo, están tomadas de su edición: Walter Mettmann (ed.), Alfonso X, el Sabio. Cantigas de Santa Maria, 3 vols., Madrid: Cátedra, 1986-1989.

48 Para la presencia de las diversas órdenes religiosas en las Cantigas, ver L. Fernández Fernández, art. cit., p. 261-277.

49 Santiago Disalvo, «Los VII goyos de la Virgen en las Cantigas de Santa María y la tradición de los gaudia en la poesía medieval latina y vernácula», Revista do Centro de Estudos Portugueses, 32 (47), p. 39-66. El autor apunta también que «la cantiga 121 vincula explícitamente el rezo del avemaría con las guirnaldas de flores, en una asociación similar a la de la leyenda del surgimiento del rosario franciscano» (p. 59).

50 A. Domínguez Rodríguez, «Poder, ciencia y religiosidad en la miniatura de Alfonso X el Sabio. Una aproximación», Fragmentos: Revista de arte, 2, 1984, p. 33-46, p. 43-46.

51 Son CSM 109, 119, 123, 143, 171, 239, 266, 274 y, quizás, 297.

52 L. Fernández Fernández, art. cit., p. 271. Ver CSM 85, 96, 109, 119, 123, 143, 171, 239, 266. También confesando en la miniatura de la CSM 305. Sobre la representación de la predicación en el arte hispano de la época, ver: M.a Dolores Fraga Sampedro, «El poder de la palabra: imágenes de predicación en la edad media hispana», e-Spania, 3, 2007, en línea: [URL][http://journals.openedition.org/e-spania/15133][consultado 30/11/2022].

53 La traducción es de Elvira Fidalgo Francisco, Traducción al castellano de las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2022, p. 206.

54 Confesando en la CSM 305 y predicando en CSM 171.

55 Por el camino CSM 85, 96, 109. Predicando, acompañado de otro fraile: CSM 85, 143, 266.

56 L. Fernández Fernández, art. cit., p. 272-273.

57 «Sancta Maria virgo, non est tibi similis nata in mundo in mulieribus, filia et ancilla altissimi summi Regis Patris caelestis, mater sanctissimi Domini nostri Jesu Christi, sponsa Spiritus Sancti: ora pro nobis cum S. Michaele archangelo et omnibus virtutibus caelornm et omnibus sanctis apud tuum sanctissimum dilectum Filium, Dominum et magistrum.- Gloria Patri. Sicut erat». (OffPass, Ant).

58 Antes de Francisco encontramos este título en un sermón para la fiesta de la Asunción de un Pseudo-Ildefonso (s. viii). Ilario Pyfferoen, Optato Van Asseldonk, «María Santísima y el Espíritu Santo en San Francisco de Asís», Selecciones de Franciscanismo, 16 (47), 1987, p. 187-215.

59 Concretamente la expresión «filla e criada» en: CSM 30, v. 16; CSM 300, v. 9; CSM 322, v. 1; CSM 335, v. 91; CSM 360, v. 4; CSM 414, v. 28; tres cantigas más (CSM 1, v. 414, 420) usan la expresión con la siguiente variación «Filla, Madr’e e Criada», una de ellas en el refrán. La expresión «esposa del Espíritu Santo» no aparece explícitamente en las cantigas, aunque sí otra menos explícita y novedosa: «de Deus esposa» en CSM 309, v. 71; CSM 335, v. 91; CSM 340, v. 2. Dos cantigas son algo más directas: CSM 306, 22-23: «s’ houve d’ emprennar / ela de Spirito Santo» y CSM 413, v. 20-21: «Mas aquesta Virgen amou Deus atanto / que a emprennou do Espirito Santo».

60 Sobre este aspecto M .V. Chico Picaza, art. cit.

61 Lesley K. Twomey, The serpent and the rose: the inmaculate conception and Hispanic poetry in the late medieval period, Leiden, Boston: Brill, 2008, p. 248-250 y 268; Cristina Álvarez Díaz, «La doctrina inmaculista en las Cantigas de Santa María de Alfonso X», in: Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla (coord.), La Inmaculada Concepción en España: religiosidad, historia y arte. Actas del simposium 1/4-IX-2005, 2 vols., Real Centro Universitario Escorial-María Cristina: Ediciones Escurialenses, 2005, vol. 2, p. 1219-1246.

62 Se podrían traer aquí infinitas citas del cancionero. Baste con recordar lo que dice la CSM 80: «Punna, Sennor, de nos salvar, / pois Deus por ti quer perdõar / mil vegadas, se mil errar / eno dia o pecador» (v. 24-27).

63 Rocío Sánchez Ameijeiras encontró una iconografía similar en salterios ingleses de la segunda mitad del siglo xiii y aventuró la posibilidad de que los artistas del escritorio alfonsí contaran con algún ejemplar de ese tipo. R. Sánchez Ameijeiras, «Imaxes e teoría das Imaxes…», p. 276.

64 Respecto a estos dos últimos aspectos ver Ana Domínguez Rodríguez, «Compassio y co-redemptio en las Cantigas de Santa María. Crucifixión y Juicio final», Archivo Español de Arte, 71 (281), 1998, p. 17-35.

65 Traducción de E. Fidalgo Francisco, Traducción al castellano de las Cantigas…, p. 194.

66 Este es un milagro procedente de la tradición cisterciense. A. Domínguez Rodríguez, «San Bernardo…», p. 314-317.

67 Elvira Fidalgo traduce así estos versos: «Fue pobre, ¿quién lo creería?, / la que tuvo que acostar a su hijo Dios / en el pesebre, pues no tenía / un paño en el que envolverlo / excepto su toca, pues en el lugar / no encontraron ni una manta». E. Fidalgo Francisco, Traducción al castellano de las Cantigas… p. 252.

68 Michael Robson, «The poor followers of St. Francis», in: id., op. cit., chap. 3, p. 37-47.

69 Luciano Bertazo, «Maria Oliva Benedicta: A reflection on the mariology of Anthony of Padua/Lisbon», in: S.J. Mcmichael; K. Wrisley Shelby (ed.), op. cit., p. 32-50, p. 50.

70 EpFidII 5, en Carlo Paolazzi (ed.), Francisci Assiensis: Scripta, Grottaferrata, Roma: Editiones Collegii S. Bonaventura ad Claras Aquas, 2009, p. 186.

71 En la Vita secunda escrita por Tomás de Celano san Francisco dice: «Hermano, cuando ves a un pobre, ves un espejo del Señor y de su madre pobre», 2 Cel LII, 85. Lo mismo repite la vida escrita por san Buenaventura (LM VIII, 8).

72 Así lo hacía ya Menéndez Pidal en su conocida obra: Gonzalo Menéndez Pidal, La España del siglo xiii leída en imágenes, Madrid: Real Academia de la Historia, 1986, p. 303-305. Sobre la naturaleza en las CSM, véase también John Esten Keller y Annette Grant Kash, «Fauna and flora», in: eid., Daily life depicted in the Cantigas de Santa Maria, Lexington: The University Press of Kentucky, 1998, chap. 6, p. 22-24, p. 22-23.

73 R. Sánchez Ameijeiras, «“Ymagenes Sanctae”…», p. 524-525. El poema de Juan Gil es el siguiente: «Mundi hujus creaturas, / tam presentes quam futuras, / manentes et perituras / Ad laudes Virginis puras / Invitemus perenniter / Psallamus concorditer», Fidel Fita, «Poesías inéditas de Gil de Zamora», Boletín de la Real Academia de la Historia, 6, p. 379-409, p. 389.

74 Los animales de las Cantigas han sido estudiados en su faceta simbólica por Elvira Fidalgo, «Los animales de las Cantigas de Santa María. Una lectura en clave simbólica», Revista de Literatura Medieval, 29, 2017, p. 107-127, en línea: [DOI] [https://doi.org/10.37536/RLM.2017.29.0.69396] [consultado el 01/11/2022]; ead., «“Bestias e animalias de muchas maneras”: animales en las Cantigas de Santa María», in: Gerardo Pérez Barcala (ed.), «Cui tali cura vel remedio subvenitur». De animales y enfermedades en la Edad Media europea, Avellino: Edizioni Sinestesie, 2019, p. 99-119.

75 La visión de la naturaleza en san Francisco de Asís es un tema muy extenso que requiere una amplia bibliografía. La historiografía más reciente ha hecho hincapié en la continuidad de las ideas desarrolladas por san Francisco con la tradición bíblica y hagiográfica, y la visión de la naturaleza de eremitas y cistercienses. Sin embargo, la originalidad del santo de Asís, aunque matizada, permanece incuestionable. Ver especialmente, Roger D. Sorrel, St. Francis of Assisi and nature. Tradition and innovation in western Christian attitudes toward the environment, Nueva York–Oxford: Oxford University Press, 1988; Dominic Alexander, «Saint Francis and the thirteenth century», in: Saints and animal in the Middle Ages, Woodbridge: The Boydell Press, 2008, cap. 9, p. 169-180.

76 Vincent Moleta, From St Francis to Giotto: The influence of St. Francis on early Italian art and literature, Chicago: Franciscan Herald Press, 1983. Ver también, Joaquín Yarza Luaces, «La imagen del fraile franciscano», in: VI Semana de Estudios Medievales. Nájera, 31 de julio al 4 de agosto de 1995, Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, 1996, p. 185-211.

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Índice de ilustraciones

Título Fig. 1. Códice Rico, CSM, cantiga 76, viñeta 6: San Lorenzo de El Escorial, RBME, T-I-1, fol. 113r.o
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Título Fig. 2. Códice Rico, CSM, cantiga 85, viñeta 11: ms. RBME T-I-1, fol. 126r.o
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Título Fig. 3. Vida de san Cutberto Londres, British Library, Yates Thompson 26, fol. 35v.o
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Título Fig. 4. Códice Rico, CSM, cantiga 180, ms. RBME T-I-1, fol. 240r.o
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Título Fig. 5. Códice Rico, CSM, cantiga 180, viñeta 3 : ms. RBME T-I-1, fol. 240r.o
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Título Fig. 6. Códice Rico, CSM, cantiga 170, viñeta 2, ms. RBME T-I-1, fol. 228v.o
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Título Fig. 7. Códice Rico, CSM, cantiga 22, ms. RBME T-I-1, fol. 34v.o
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Título Fig. 8. Códice Rico, CSM, cantiga 29, viñeta 5, ms. RBME T-I-1, fol. 44r.o
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Para citar este artículo

Referencia electrónica

Juan Sota, «Algunas consideraciones sobre las Cantigas de Santa María y la espiritualidad franciscana»Atalaya [En línea], 22 | 2022, Publicado el 31 diciembre 2022, consultado el 02 mayo 2024. URL: http://journals.openedition.org/atalaya/6060; DOI: https://doi.org/10.4000/atalaya.6060

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Autor

Juan Sota

School of History, HSE University, Moscou

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