“Quedó un solo periodista libre en toda Italia, Benito Mussolini”

“Quedó un solo periodista libre en toda Italia, Benito Mussolini”

Tengo 52 años. Nací en Nápoles, crecí en Venecia y vivo en Milán. Soy profesor universitario de literatura y escritura creativa. Tengo dos hijas, Lucia (12) y Maria (10). ¿ Política? Soy de izquierdas. ¿ Creencias? No tengo. Mi pasatiempo favorito es beber en el bar con los amigos

Antonio Scurati,ha biografiado narrativamente a Mussolini

Mussolini colgado por los pies.

En la gasolinera de plaza Loreto, detrás de mi casa.

Anda.

Pasé el otro día, con mi hija de la mano.

Hace 76 años solamente.

Pensé “¿se lo explico a la niña?”.

¿Le explicó algo?

Que la democracia y la libertad nunca están garantizados. Eso le dije.

¿No añadió más?

Que el fin del fascismo en Italia debía pasar sí o sí por el cuerpo de Mussolini. Lo pensé. Pero se lo contaré cuando crezca.

¿Su niña le recuerda a usted de niño?

Crecí en Venecia, y jugaba entre obras de arte. Con veinte años me fui, para crear.

¿Qué quiso crear?

Era poeta. Dividí a la humanidad: poetas e imbéciles.

Y acaba escribiendo sobre Mussolini.

Nadie lo había abordado, ¡qué raro!

Curioso, sí.

Mi generación creció en el mito de la resistencia, partisanos del antifascismo.

Normal.

Pero el fascismo fue hegemónico en Italia desde 1922 a 1945, con un líder: Mussolini.

¿Y nadie lo había narrado?

Pregunté a la generación de mis padres y abuelos. Todos parecían haber sido antifascistas. Había topado con un tabú.

¿Qué le llevó a confrontarlo?

Supe de Leone Ginzburg: le mataron por no plegarse al fascismo. Me conmovió.

¿Fue Ginzburg una excepción?

Sí, con Benedetto Croce escribió un manifiesto antisfascista. Le apartaron.

¿Tan dominante era el fascismo?

Era tan omnipresente como el aire que ahora respiras.

Eso merecía ser contado, desde luego.

El mito de la resistencia antifascista hoy caduca. Rebrota un menosprecio a la democracia. Pasó en los años veinte del siglo XX, lo que el mito antifascista nos ha encubierto.

¿Qué pasó, en verdad?

“¡Mejor legiones que elecciones!”, clamaba Mussolini, y su sociedad le aplaudía.

¿Sí? ¿En masa?

Las grandes mayorías veían la democracia como un sistema inoperante, ineficaz, burocrático, lento, vetusto...

Poco sexy , vamos.

Así es. Mussolini aprovechó ese descontento, y se brindó a sanarlo mediante el fascismo , con su cuerpo por delante.

¿Su cuerpo?

Sí, él se fotografiaba con el torso desnudo, fíjese cómo henchía el pecho en el balcón, exhibía su físico, alardeaba de virilidad.

Eso me evoca a Putin, a Trump...

Dos lideres populistas en la estela del primer líder populista, Mussolini. En Rusia no publican mi libro, porque arguyen que ellos no publican libros sobre dictadores.

¿Un líder arrogante nos atrae?

Cuándo la democracia renquea. Mussolini ocupó con su cuerpo el centro del escenario, le podemos ver con campesinos en la siega, en muchas actividades muy físicas. Mussolini habla con el cuerpo.

¿Y la razón retrocedió?

Eso es, en favor de la violencia física. A Matteotti, opositor socialista que denunciaba abusos de Mussolini y sus fascistas, le secuestraron a plena luz del día, en una avenida muy céntrica de Roma.

¿Y nadie hizo nada?

Nada. Apareció acuchillado. Toda la sociedad miró hacia otro lado. Mussolini habló: enalteció la violencia. Eso gustaba.

¿Qué ideología tenía Mussolini?

La de detentar el poder. Sin más. Él se declaraba antipartidos, antipolítica...

Antisistema, vamos.

Sí. Hablaba de “asaltar la historia”: eso es algo más emocionante que la tediosa democracia. Aquello magnetizaba a la gente.

Aquí hemos vivido tiempos emocionantes, también, hace bien poquito.

Ya. Pensar que todo es posible resulta muy excitante, muy motivador.

Bien, bien, pero que sea sin saltarse leyes democráticas, por favor, gracias.

En los años veinte, el parlamentarismo decayó, los moderados como usted cayeron y resultaron atropellados. Aquel asesinato de Matteotti acalló a todos los opositores.

El miedo, el miedo...

La esposa de Matteotti le suplicaba “Giorgio, te has quedado solo, te van a matar, déjalo”. Y él seguía, aún sabiéndolo. Mussolini fomentó el miedo, y lo aprovechó. “Las masas, como las hembras, gustan de ser dominadas”, repetía Mussolini.

¿Y los periodistas callaban?

Los periodistas sois los primeros en sentir la atmósfera y adaptaros. Apartados los directores de La Stampa y el Corriere della Sera , todos los demás se doblegaron.

Esto es tristísimo.

Y así quedó un solo periodista libre en toda Italia, el señor Benito Mussolini.

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