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Historia
Su palacio, amenazado

La conspiradora historia del duque de Montpensier, cu�ado y gran enemigo de la reina Isabel II de Espa�a

Actualizado
Grabado de Antonio de Orleans, duque de Montpensier.
Grabado de Antonio de Orleans, duque de Montpensier.GTRES

Europa Nostra, agrupaci�n que aglutina a m�s de 400 organizaciones y que entre sus objetivos busca concienciar de la importancia del patrimonio en el Viejo Continente y hacer de su salvaguarda y conservaci�n un objetivo prioritario para los poderes p�blicos, acaba de dar a conocer su �ltima lista de los 12 sitios patrimoniales m�s amenazados de Europa. Y, por desgracia, incluye a dos en Espa�a: la sinagoga-ermita de San Ant�n de H�jar -lo que provoc� la reacci�n inmediata del Gobierno de Arag�n, que sostiene que ha invertido 500.000 euros en los �ltimos seis a�os para su restauraci�n- y el Palacio de Orleans-Borb�n, en Sanl�car de Barrameda (C�diz).

Es �ste �ltimo un inmueble muy ligado a la Familia Real espa�ola, aunque desde 1979 es propiedad del Ayuntamiento de Sanl�car, que lo adquiri� para evitar su destrucci�n y destinarlo a un uso p�blico.

Estamos hablando de un palacio construido entre los a�os 1852 y 1876, y que constituye todo un icono de la arquitectura neo�rabe del siglo XIX. Lo mandaron levantar como residencia de verano los duques de Montpensier, esto es, Antonio de Orleans (1824-1890) y su esposa, la infanta Luisa Fernanda de Borb�n (1832-1897), �nica hermana de la reina Isabel II de Espa�a.

El duque de Montpensier fue el benjam�n entre los hijos de Luis Felipe I, rey de los franceses, quien ascendi� al trono de Par�s en julio de 1830.

La vida de Antonio de Orleans es de aut�ntica novela. Se baraj� su matrimonio con la jovenc�sima e inexperta reina Isabel II de las Espa�as, aunque las potencias europeas lo rechazaron para evitar que el trono de Madrid se controlara desde Par�s. Al final se produjo un doble matrimonio: el de la mencionada soberana con su primo hermano Francisco de As�s -el rey consorte a quien las malas lenguas apodaron Paquita-, tambi�n infante de Espa�a, y el de Luisa Fernanda con don Antonio.

Cuadro de Luisa Fernanda de Borb�n, esposa del duque, realizado por Madrazo.
Cuadro de Luisa Fernanda de Borb�n, esposa del duque, realizado por Madrazo.

Montpensier, hombre cult�simo, muy rico y extraordinariamente ambicioso, se pas� d�cadas intrigando para convertirse en rey de Espa�a. Cu�ado, ya lo hemos dicho, de Isabel II, fue al mismo tiempo su gran enemigo.

El matrimonio Montpensier no pudo instalarse en Madrid por la oposici�n del Gobierno de turno que ya ve�a demasiadas intrigas palaciegas en torno a Isabel II. Por ese motivo, don Antonio y Luisa Fernanda se trasladaron a vivir a Sevilla, donde se constituy� lo que se dio en llamar la Corte andaluza de San Telmo. En un primer momento, se instalaron en los Reales Alc�zares de la capital hispalense. Y Montpensier lleg� a proponer la adquisici�n del palacio de Carlos V o el Generalife en Granada. Al final, su hogar fue el Palacio de San Telmo de Sevilla.

Pero para disfrutar del verano, ya lo hemos dicho, los duques se enamoraron de la localidad gaditana de Sanl�car de Barrameda, donde construyeron el Palacio Orleans tras adquirir varias propiedades como el antiguo seminario conciliar de San Francisco Javier, la casa familiar de los P�ez de la Cadena y las dependencias conventuales de la Merced.

Isabel II, reina de Espa�a y cu�ada del duque de Montpensier, en un grabado de  L'Ilustration.
Isabel II, reina de Espa�a y cu�ada del duque de Montpensier, en un grabado de L'Ilustration.

Mientras Isabel II y su prole se desplazaban en los sofocantes meses estivales a orillas del Cant�brico, tanto en el Pa�s Vasco como en Cantabria, donde se pusieron de moda los ba�os de ola, la corte de los Montpensier, que inclu�a a importantes empresarios y terratenientes de Andaluc�a, puso de moda Sanl�car, que experiment� un enorme crecimiento y auge econ�mico gracias al cu�ado y la hermana de la reina.

En 1868, los Montpensier fueron expulsados de Espa�a, acusados -no formalmente, claro- de formar parte de un complot para destronar a la reina y conseguir don Antonio ce�irse la corona. El duque se dej� un buen pellizco de su fortuna en hacer caer en desgracia a su cu�ada. Y, tras la revoluci�n de 1868, la Gloriosa, que provoc� el derrocamiento de Isabel II y su exilio en Francia, Montpensier, que en 1870 pudo regresar a Espa�a, hizo lo imposible por que las Cortes le proclamaran rey, aunque nunca lo logr�. Sus posibilidades, si es que lleg� a tener alguna, acabaron cuando mat� en duelo a Enrique de Borb�n, hermano del rey consorte Francisco de As�s.

A pesar de que fueron dos enemigos �ntimos toda su vida, Isabel II y Montpensier ver�an casarse entre s� a dos de sus hijos. Primero, Alfonso XII, el �nico v�stago var�n de la destronada reina, matrimoni� con la dulce Mar�a de las Mercedes, hija de don Antonio. Bien sabido es que la pobre reina consorte falleci� de tifus con apenas 18 a�itos.

Tiempo despu�s, la infanta Eulalia -hija de do�a Isabel- se vio obligada a casarse, por raz�n de Estado, con el �nico hijo var�n que quedaba vivo de los Montpensier, el infante Antonio de Orleans. La historia de este matrimonio y de su descendencia est� reflejada en la novela hist�ricaEl hijo de Eulalia (La Esfera de los Libros), de reciente publicaci�n.

Su �ltimo residente

La obra tambi�n tiene como uno de sus escenarios a ese Palacio Orleans en Sanl�car hoy por desgracia en estado tan calamitoso. Porque en �l pas� buena parte de su vida don Antonio, el marido de la infanta Eulalia, tanto con �sta, mientras el matrimonio manten�a las formas, como con su amante Carmela, a la que apodaron la Infantona. No hace falta mucha imaginaci�n para concluir que con esa gracia andaluza los sanluque�os pon�an el acento en que se trataba de la otra.

El �ltimo residente del Palacio Orleans fue el primog�nito de don Antonio y do�a Eulalia, el infante Alfonso -Ali-, quien, concluida la Guerra Civil, lo habit� varios a�os junto a su esposa, la princesa Beatriz de Sajonia-Coburgo-Gotha.

Son muchas las historias y leyendas que se esconden tras los muros del Palacio sanluque�o, dise�ado por algunos de los arquitectos espa�oles m�s importantes del siglo XIX, como Balbino Marr�n, Juan Talavera de la Vega o Fern�ndez Ayarragaray, que emplearon obras procedentes de distintos palacios reales de Madrid. El inmueble est� en el Cat�logo General del Patrimonio Hist�rico de Andaluc�a. Pero, ya se ve, amenaza ruina, lo cual es mucho m�s que una pena.

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