Basilio II Bulgaróctono, el asesino de búlgaros, fue Emperador Ronano Oriental desde el 10 de enero de 976 hasta su muerte en 1025. Condujo al Imperio Romano Oriental al máximo de su poder en cinco siglos, devolviendo el estatus de potencia al Imperio.

Basilio era el hijo del emperador Romano II y Teofano Anastaso, cuando este murió Basilio sólo tenía 5 años de edad. Como él y su hermano, el futuro emperador Constantino VIII (1025-1028), eran demasiado jóvenes para ascender al trono de Constantinopla,​ Teófano se casó con uno de los principales generales de Romano II, a cambio de que adoptara a sus hijos como sucesores.

De este modo ascendió al trono con el nombre de Nicéforo II Focas en 963, pero fue asesinado en 969, y le sucedió en el trono otro general, Juan I Tzimisces, que reinó hasta el 976. Con Juan I muerto, Basilio pudo ascender al trono.

En los primeros años de su reinado, la administración quedó en manos del eunuco Basilio Lecapeno, un astuto y competente funcionario. Basilio II esperaba y observaba sin interferir, dedicándose al aprendizaje de los entresijos de la administración e instruirse en la ciencia militar.

Aunque Nicéforo II Focas se había señalado como un brillante general durante su reinado, tanto él como Juan I Tzimisces resultaron ser administradores mediocres. En consecuencia, Basilio se encontró con serios problemas al comienzo de su reinado. Los grandes terratenientes de Asia Menor Bardas Skleros y Bardas Focas; que proporcionaban muchos de los soldados del Imperio y de gran parte de los impuestos, se encontraban en revuelta abierta contra su poder.

Basilio les hizo frente y reprimió sus rebeliones en 979 y 989, respectivamente. Para ello se alió con el príncipe Vladímir I de Kiev en 988​, quien junto su ejercito con las tropas imperiales. El pacto se selló con el matrimonio entre Vladimir y la hermana del emperador, Ana. Además, el príncipe aceptó bautizarse y comprometer a su pueblo al cristianismo ortodoxo.

Los refuerzos rusos serían fundamentales para acabar con la rebelión. La caída de Basilio Lecapeno siguió a la rebelión, ya que fue acusado de conspirar con los rebeldes y fue condenado al exilio.

Tras la rebelión, Basilio II hizo una despiadada reforma en el sistema tributario gravando con mayor dureza a las inmensas fincas que se habían expandido en Asia Menor. Es decir, devolvió las tierras a la población e impidió a la nobleza terrateniente que acaparará las tierras.

Ademas, la desconfianza de Basilio en los guardias provenientes de Asía Menor, y la probada lealtad de los varegos, muchos de los cuales habían servido en el ejército con anterioridad, llevaron al emperador a tomar la decisión de emplearlos como guardia personal. A lo largo de los años, reclutas procedentes de Suecia, Dinamarca, Noruega o Islandia conformarian la "Guardia Varega" hasta finales del siglo XI.

Estabilizado el Imperio, Basilio dirigió su atención a los demás enemigos de Constantinopla. Las guerras civiles habían debilitado su posición en el oriente y las conquistas de Nicéforo II Focas y Juan I Tzimisces peligraron, siendo Antioquía y Alepo sitiadas.

En el 995, Basilio lanzó una campaña contra los árabes con un ejército de 40.000 hombres. Consigue varias victorias en Siria, libera Alepo, asegura el estratégico valle del Orontes y conquista todas las ciudades desde Emesa hasta Trípoli. Sus victorias le permitieron recuperar gran parte de Siria para el Imperio, cosa que ningún emperador desde los tiempos de Heraclio había conseguido (y duraría bajo control bizantino por 75 años).

Habiendo asegurado oriente, Badilio se propuso a recuperar los territorios perdidos en los Balcanes. A comienzos del siglo XI, inició las hostilidades contra quien sería su gran adversario, el zar Samuel de Bulgaria.

Bulgaria había sido parcialmente conquistada por Juan I Tzimisces, pero partes del país habían logrado mantener su independencia. Los búlgaros realizaban incursiones en tierras imperiales desde el 976. Fue la invasión de Tesalia y la toma de Larisa a fines de 985 por parte de Samuel lo que decidió a Basilio II a pasar a la ofensiva.

Aprovechando un respiro de su conflicto con la nobleza, Basilio guio un ejército de 30.000 hombres a Bulgaria decidido a tomar Sredets (Sofía) en 986, pero no pudo penetrar en la ciudad. Falto ya de víveres decidió regresar, cuando todavía no había sufrido demasiadas bajas; pero al retirarse el Ejército búlgaro lo alcanzó y le infligió una grave derrota en la batalla de las Puertas Trajanas​ en agosto de 986, lo que puso en jaque su poder y prestigio dentro del Imperio.

Lejos de rendirse, Basilio se replegó y asoló los Balcanes los siguientes doce años, durante los cuales tanto Basilio como Samuel lograron victorias sorprendentes. Samuel esperaba desgastar así a las tropas romanas, forzándolas a la rendición o al menos a la firma de una paz (sabiendo que su ejército era menor).

Finalmente, después de que la fortaleza Baba Vida en la frontera con el Danubio hubiera soportado un asedio bizantino que se prolongó ocho meses, el 29 de julio de 1014 Basilio aplastó a los búlgaros en la Batalla de Kleidion e hizo 14.000 prisioneros; mandó cegar a 99 de cada 100 de éstos, dejando tuerto al restante para que pudiese guiar a los demás de vuelta. Este hecho le proporcionó a Basilio su sobrenombre "Bulgaróctonos" (griego; asesino de búlgaros).

Cuando Samuel vio volver a sus tropas cegadas, sufrió un ictus y murio unos días después. Bulgaria terminó sometiéndose en 1018. La victoria sobre los búlgaros y el posterior sometimiento de Serbia supuso la recuperación de la antigua frontera del Danubio por primera vez en 400 años.

Mientras, en 1016, romanos varegos recuperaron Crimea, gran parte de la cual había caído bajo el Reino de Georgius Tzul, sucesor del reino Jázaro. Georgius Tzul fue hecho prisionero y su reino destruido.

Cuando Basilio volvió triunfante a Constantinopla solo estuvo el tiempo suficiente para que sus tropas se recuperaran. El reino de Armenia se había convertido en un Estado Vasallo de Constantinopla cuando murió su rey en el año 1000. Tras varias victorias rapidas, Armenia se reincorporó al Imperio Romano Oriental.

Al mismo tiempo, otras fuerzas bizantinas recuperaron gran parte de Italia meridional cuyo dominio había perdido el Imperio a manos de los lombardos y los árabes a lo largo de los 150 años anteriores. Reorganizó las temas italianas, uniendo tanto la de Longobardia como la de Calabria bajo un mando común, el Catapánato de Italia, con capital en Bari.

Cuando Basilio estaba planeando una expedición militar para recuperar la isla de Sicilia a manos de los árabes, murió el 15 de diciembre de 1025. En su última voluntad pidió ser enterrado junto al campo de entrenamiento de su caballería, en lugar de en el espacio reservado a los emperadores de su familia.

Como no se caso, ni tuvo hijos, el trono pasó a su hermano Constantino VIII.