El bombardeo de Dresde - Crónica
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El bombardeo de Dresde

Por Franck Fernández Estrada

Son muchas las ciudades europeas que, debido a su larga historia y a su rico pasado, han podido acumular con el paso del tiempo grandes obras, tanto pictóricas, esculturales como arquitectónicas, pero si hay una ciudad que fue especialmente rica en estos elementos es la ciudad de Dresde en Sajonia, actual Land (estado) de Alemania.
Sajonia fue un viejo territorio de los estados alemanes que, por fuerza, fue unido al Segundo Imperio Alemán de Guillermo II, el Káiser, siendo obligado su Rey, Federico Augusto III, a abdicar. Sajonia era rica por sus minerales, sus industrias y su comercio y así durante siglos logró acumular grandes riquezas. Dresde (en otros idiomas Dresden) se encuentra en lo que hoy son los límites orientales de la RFA, pero antes de la Segunda Guerra Mundial estaba distante de las fronteras con Polonia y Checoslovaquia.
Los días 13, 14 y 15 de febrero de 1945, la ciudad fue casi enteramente destruida por las fuerzas aéreas de los Estados Unidos e Inglaterra. Tres raids aéreos donde participaron 1300 bombardeos, arrasaron fundamentalmente el centro, la parte más rica de la ciudad desde el punto de vista histórico y con mayor concentración demográfica. Se lanzaron casi 3900 toneladas de bombas en los tres bombardeos. Nunca se sabrá a ciencia cierta cuántas personas murieron, las cifras van de 25 000 a 630 000. El martes 13, día de carnaval, a las 21h51, sonaron en Dresde las alarmas antiaéreas. Una vez más, como antes, pues nunca había sido la ciudad objeto de los bombardeos aéreos. Los habitantes creyeron que era una alarma más. Los Pathfinders ingleses lanzaron bombas de iluminación para indicar la zona a bombardear a los aviones que siguieron. A las 22h14 cayó la primera bomba.
Debemos recordar que ya para febrero de 1945 se sabía que Alemania había perdido la guerra. Las fuerzas aliadas avanzaban hacia Alemania por el oeste mientras que los soviéticos se acercaban cada vez más por el este. Ya se había realizado la famosa Conferencia de Yalta, en la que los tres grandes, a saber: Churchill, Roosevelt y Stalin, se habían dividido Europa en zonas de influencia.
Desde Silesia -hoy polaca- y desde Prusia Oriental -hoy la rusa Kaliningrado- los civiles alemanes huían por decenas de miles del avance de las tropas del Ejército Rojo. Las autoridades de Dresde les habían prohibido quedarse en su ciudad, pero sí servir de zona de tránsito de refugiados y militares heridos, porque el nudo ferroviario de Dresde, al lado del de Hamburgo, Colonia y Berlín, era uno de los más importantes del país. Fue precisamente esa una de las razones invocadas para justificar esta horrible matanza. Por otra parte, los soviéticos anunciaban el movimiento de cientos de trenes que confluían hacia Dresde, lo que realmente era cierto, pero no se trataba de movimiento de tropas
sino de los aterrados civiles que huían de los rojos hacia el oeste. Los historiadores han querido negar que los alrededores de Dresde seguían siendo un centro de producción. Sus grandes industrias seguían en marcha, casi todas dirigidas hacia la economía de guerra, allí se producían desde piezas de aviones hasta gases venenosos y granadas para la guerra.
Los aliados no bombardearon los alrededores industriales y elegantes, sino el centro antiguo e histórico de la ciudad. Desaparecieron la hermosa Ópera Semper, la catedral Fraunkirche (catedral luterana de la ciudad), la Hofkirche (la catedral católica), la Galería de los Maestros Antiguos, la Galería de los Nuevos Maestros, la Cámara de los Tesoros y buena parte del Palacio Real. Toda la riqueza arquitectónica de la ciudad.
Entre las razones esgrimidas para justificar esta destrucción se afirma que ya los alemanes habían destruido de forma similar en noviembre de 1940 la ciudad inglesa de Coventry y esto sería para “vengar” su destrucción. Otra es que Stalin le había pedido a Churchill y Roosevelt “limpiar” el camino al Ejército Rojo en su avance hacia Berlín, otro de los argumentos es que era necesario destruir el importante nudo ferroviario de la ciudad, elemento indispensable para todo tipo de movimiento de personas y materiales, otros incluso llegan a decir que fue una forma de demostrarle a Stalin el poderío de los aliados ante lo que ya se vislumbraba como futura Guerra Fría.
Las víctimas se contaron por decenas de miles, fallecieron muchos inocentes: unos por las bombas, otros por las tormentas de fuego que atraía a su centro a cualquiera que estuviera en sus cercanías y los terceros, refugiados en los sótanos de sus casas, asfixiados por la falta de oxígeno debido a los innumerables incendios que ocasionaron las bombas incendiarias. Hoy en día, Dresde renace de sus cenizas cual Ave Fénix. Es maravilloso ver con el tesón y amor con que Alemania ha reconstruido uno de sus más importantes baluartes culturales. En una ciudad donde no quedó piedra sobre piedra, se han reconstruido de forma idéntica los monumentos como fueron antes de esta horrible barbarie en la que Adolfo Hitler sumió no solo a Alemania sino al resto del mundo en su afán de conquistarlo.

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