Eugenio L�pez Chacarra dialoga con su caddie Adolfo Luna/AP
Adelant�ndose a todos los plazos, Eugenio L�pez Chacarra ya tiene una muesca en el cintur�n. Su victoria en el circuito LIV, el millonario rodillo impulsado por Arabia Saud� que amenaza al PGA Tour y el DP World Tour hasta el extremo de convertirlo en tres letras prohibidas, reafirma las excelentes se�ales que el joven hab�a emitido en el campo amateur. Sus sue�os, y tambi�n sus palabras, s
e adelantaron a los hechos. Ahora ya caminan de la mano.
Seguramente descoloque al aficionado que L�pez Chacarra
, por muchos torneos que gane hasta abril, no tiene opci�n de jugar el Masters de Augusta, salvo que el selecto club se invente invitaciones como hizo ya con alg�n jugador asi�tico por intereses comerciales en el pasado. Ni el US Open ni el Open Brit�nico, excepto que entre por la fase previa. Como tampoco el PGA Championship, si no cambia la pol�tica del r�nking mundial. El golf se ha convertido en la nueva cruzada, donde en lugar de espadas de acero blanden palos de grafito. "Es una pena porque ese chico deber�a estar pronto peleando por los grandes", dicen en la Federaci�n Espa�ola.
No hay un deporte que respire tantas tradiciones,
tanta historia y tanta solemnidad como el golf. Pero, al mismo tiempo, es un juego muy d�bil en la pelea medi�tica con el resto de disciplinas. Para empezar, porque el mejor, su n�mero 1, no alcanzar� m�s all� de un 15 por ciento de victorias, un porcentaje que choca con el rol dominador que se adjudica a las estrellas de tenis, atletismo o los deportes de equipo. Y esto se deber�a tener muy en cuenta a la hora de entender si realmente se puede permitir la escisi�n actual. Al principio se se�al� al LIV como el retiro dorado de leyendas como Westwood, Mickelson, Poulter o Sergio Garc�a, pero la incorporaci�n de los j�venes, de Niemann, Chacarra, Gooch, Cameron Smith, David Puig, Wolf... dibuja otro escenario.
El LIV ya no es un circuito clandestino
. Y como no tiene problemas de liquidez va a seguir seduciendo a los j�venes. Por mucho que la industria sea capaz de acelerar el cambio de �dolos con su mercadotecnia, siempre queda la duda de saber si los buenos est�n al otro lado del tel�n. Y eso tambi�n ata�e a los grandes. Visto el bloqueo en el r�nking mundial, deber�an ser los propios Majors los que arbitren sus reglas para poder contar con una buena parte de los jugadores rebeldes. Aunque luego, es cierto, la historia nunca entienda de asteriscos.
Nadie reclama a Pel� que no ganase una Copa Am�rica
sin caer en el desinter�s que gener� esta competici�n en la CBF que, en su �poca, nunca mand� una selecci�n potente.