"Houston tenemos un problema": la odisea del Apolo 13

"Houston tenemos un problema": la odisea del Apolo 13

La misión Apolo 13 partió hacia la Luna para explorar la región montañosa de Fra Mauro, pero la explosión de uno de los tanques de oxígeno acabó con toda la esperanza de los astronautas, cuyo ingenio, junto con la ayuda desde el centro de control, fue determinante para regresar a salvo a la Tierra

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Centro de Control durante la crisis de los tanques de oxígeno del Apolo 13
Foto: NASA
Héctor Rodríguez
Héctor Rodríguez

Editor y periodista especializado en ciencia y naturaleza

"Nuestra misión fue un fracaso, pero me gusta pensar que fue un fracaso exitoso". Son las palabras del comandante del Apolo 13, James Lovell, quien también viajó a bordo de la misión Apolo 8 convirtiéndose en el único hombre en ir y regresar dos veces a la Luna.

El Apolo 13 fue lanzado el 11 de abril de 1970, y durante los dos primeros días de la misión todo hacia pensar que aquel sería el vuelo más suave desde que viera la luz el programa espacial tripulado americano. Tal fue así, que parece que desde el mismo centro de control de la misión se transmitió un mensaje por radio a los astronautas que decía "estamos aburridos hasta las lágrimas aquí".

Parece que alguien les escuchó y quiso jugar a los dados con el destino de la misión, pues tras 56 horas de vuelo la situación dio un giro de 180 grados para cambiar de forma completamente dramática.

A unos 322.000 kilómetros de la Tierra, uno de los dos tanques de oxígeno a bordo del módulo de servicio explotó, causando que el otro tanque también fallara. Los astronautas perdieron reservas las vitales no solo de oxígeno, sino también de agua, los propulsores y la energía eléctrica. De hecho, la nave apenas se quedó sin energía suficiente para posicionar el motor del cohete del módulo de servicio de forma en que la nave pudiera retomar una trayectoria de retorno inmediato a la Tierra. El astronauta Jack Swigert se comunicó por radio con el centro de control de la misión, "Houston, hemos tenido un problema aquí".

"Me parece mirando por la escotilla que estamos perdiendo algo, estamos soltando algo en el espacio" informó una voz por radio desde la nave". "Vamos a ver que estamos perdiendo" contestó un segundo de los 3 tripulantes. Efectivamente, la tripulación pudo ver por la ventanilla del módulo de mando que estaban perdiendo el gas que necesitaban para respirar."

Afortunadamente los astronautas contaban aún con la reserva de oxígeno del módulo lunar, que les sirvió de salvavidas, pero tuvieron que hacer grandes sacrificios para conservar el agua y la electricidad. “Redujimos a 30 mililitros la ración de agua diaria, una quinta parte de la ingesta normal. Bebimos zumos de fruta y comimos perritos calientes y otros alimentos ricos en agua”, escribió Lovell. Todos se deshidrataron y la tripulación perdió un total de 14,3 kilogramos.

"Dormir era casi imposible debido al frío. Cuando apagamos los sistemas eléctricos, perdimos nuestra fuente de calor. Teníamos tanto frío como las ranas en un estanque congelado, especialmente Jack Swigert, que se mojó los pies y no tenía fundas. No fue simplemente que la temperatura bajara de los 3 grados: la vista del agua condensada en las paredes y las ventanas húmedas lo hacía parecer todo aún más frío".

Pero había un problema aún mayor. El dióxido de carbono exhalado con cada respiración necesitaba ser limpiado de la atmósfera de la nave por latas de hidróxido de litio o los astronautas se asfixiarían. El módulo lunar al que se habían movido tenía solo la sustancia química suficiente para mantener a dos hombres durante dos días, y necesitaban lo suficiente para tres hombres durante cuatro días. Había más en el módulo de mando ya abandonado, pero los contenedores cuadrados del módulo de mando no encajaban en las aberturas redondas del módulo lunar. "Nos hubiéramos muerto por el producto de nuestros propios pulmones si el control de la misión no hubiera encontrado una solución maravillosa", escribió Lovell. “Habían ideado una manera de conectar un recipiente del módulo de mando al sistema módulo lunar mediante el uso de bolsas de plástico, cartón y cinta aislante, todos materiales que teníamos a bordo”.

Ya solo quedaba resolver el problema de cómo volver a la Tierra. La tripulación pudo usar el motor del módulo lunar para cambiar hacia una trayectoria que les hiciera circunvalar la Luna y que los pusiera de regreso a la Tierra. En condiciones normales, los astronautas verificarían la alineación de la nave con respecto a alguna estrella a través del Telescopio óptico de alineación.

Pero este no era un viaje normal. Lowell declaró que “la luz del sol brillaba en los escombros de metal que acompañaban la trayectoria de la nave. Los llamé estrellas falsas. Hicieron imposible distinguir una estrella real. Un genio en el centro de control de la misión tuvo la idea de usar el Sol para verificar la precisión de nuestra alineación. ¡Ninguna cantidad de escombros podría borrar esa estrella! Su gran diámetro podría resultar en un error considerable, pero nadie tenía un plan mejor. Giré la nave espacial como Houston había solicitado. Si nuestra alineación era precisa, el Sol estaría centrado en el sextante ". La alineación demostró estar a menos de medio grado, lo cual fue lo suficientemente buena".

La nave puso rumbo a la Tierra y al alcanzar su atmósfera el compartimento salvavidas del módulo lunar no pudo sobrevivir al reingreso, en la misma por lo que los astronautas tuvieron que regresar al módulo de mando durante el tramo final de su vuelo. "Las paredes, el techo, el suelo, los cables y los paneles estaban todos cubiertos de gotas de agua", escribió Lovell. "Sospechamos que las condiciones eran las mismas detrás de los paneles. Nos preocupaba, la posibilidad de un cortocircuito, por decir lo mínimo. Pero gracias a las medidas incorporadas en el módulo de mando después del desastroso incendio en enero de 1967, no se produjo ningún arco eléctrico ".

Siete horas más tarde, separaron el módulo lunar y se precipitaron a través de la atmósfera. El Apolo 13 amerizó en el Océano Pacífico, al sureste de la Samoa Americana el 17 de abril de 1970 a las 18:07:41 UT tras una misión de 142 horas, 54 minutos, 41 segundos, a unos 6 kilómetros y medio del USS Iwo Jima. Los tres tripulantes sobrevivieron a un viaje en el que tan pronto pensaban como sería la cara oculta de la Luna, pasaron a pensar en si regresarían a salvo a la Tierra.

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