Anna Karenina - Película - 2012 - Crítica | Reparto | Estreno | Duración | Sinopsis | Premios - decine21.com
Decine21
Anna Karenina
8 /10 decine21
Anna Karenina

Premios

Oscar
2013
Ganadora de 1 premio
  • Diseño de vestuario
Nominada a 3 premios

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Sinopsis oficial

Anna Karenina

Esta historia atemporal explora la capacidad del corazón humano para amar, al tiempo que muestra la fastuosa sociedad de la Rusia imperial. Nos encontramos en el año 1874. La preciosa y vivaz Anna Karenina (Keira Knightley) lleva la vida deseada por todas sus contemporáneas: está casada con Karenin (Jude Law), un importante funcionario al que ha dado un hijo, y su posición social en San Petersburgo es envidiable. Viaja a Moscú después de recibir una carta de su hermano, el mujeriego Oblonsky (Matthew Macfadyen), pidiéndole ayuda para salvar su matrimonio con Dolly (Kelly Macdonald). En el tren, Anna conoce a la condesa Vronsky (Olivia Williams), a la que espera su hijo, el elegante oficial de caballería Vronsky (Aaron Taylor-Johnson). Cuando Anna es presentada al oficial, surge una chispa mutua que ninguno de los dos ignorará.

Levin (Domhnall Gleeson), un terrateniente compasivo y sensible, es el mejor amigo de Oblonsky y tiene la intención de pedir la mano de Kitty (Alicia Vikander), la hermana pequeña de Dolly, pero no sabe que la joven está perdidamente enamorada de Vronsky. Ante el rechazo de Kitty, el entristecido Levin regresa a sus tierras de Pokrovskoe y se entrega a los trabajos del campo, mientras Kitty descubre con dolor, durante un baile, que su gran amor Vronsky no le quita ojo a Anna Karenina, que parece compartir sus sentimientos.

8 /10 decine21

Crítica Anna Karenina (2012)

Crímenes del corazón

Crímenes del corazón

La Rusia de bien avanzado el siglo XIX. Anna Karenina está casada con un ministro del emperador y tiene un niño, parece el ejemplo perfecto de esposa, que hasta logra el perdón de su cuñada Dolly para Oblonsky, un hermano demasiado aficionado a las infidelidades conyugales. Pero su existencia sin tacha se ve puesta a prueba cuando conoce al hijo de una condesa, el apuesto Vronsky, pues en vez de favorecer su relación con Kitty, hermana de Dolly, acaba sumergida en una seria relación con él, que va más allá de la simple aventura, y desafía las reglas aceptadas de conducta social. Curiosamente esto podría favorecer las pretensiones amorosas de Levin, el mejor amigo de Oblonsky, sobre Kitty.

Maravillosa adaptación de la inmortal obra de Leo Tolstoi “Anna Karenina”, que ha conocido múltiples traslaciones a la cine, la más conocida la de Clarence Brown con Greta Garbo como protagonista. La que nos ocupa cuenta con un solidísimo guión del dramaturgo Tom Stoppard –que además de firmar los guiones de Brazil y El imperio del sol llevó al cine su propia obra de teatro Rosencrantz y Guildenstern han muerto–, en el que privilegia todas las tramas que tratan el tema del amor en sus distintas vertientes y con sus diversos dilemas morales, con atención primordial por supuesto a la relación adúltera de Anna Karenina, y siempre fiel al espíritu de Tolstoi. Lo que implica una crítica a las existencias postizas e hipócritas, ante las que pugna el deseo de vivir en plenitud un amor real y verdaderamente sentido, con espacio para la pasión y la ilusión, pero con el precio impagable de incumplir los compromisos adquiridos.

Por supuesto, lo que hace de “Anna Karenina” una obra universal es su indudable complejidad y su mirada honesta y nada complaciente, donde la conciencia tiene un espacio, como lo tienen los deberes ya asumidos –conyugales y maternales–, que no se pueden simplemente ignorar. El perdón, la comprensión, el deseo, los remordimientos, el saberse en la presencia de Dios, forman parte de Anna y alrededores ofreciendo una poliédrica e interesantísima panorámica del ser humano, donde Oblonsky es un interesante contrapunto a la protagonista, como Levin lo sería del excesivamente rígido Karenin.

Resulta obligado en Anna Karenina mencionar la audaz puesta en escena de Joe Wright (Orgullo y prejuicio, Expiación), que trabaja por tercera vez con su musa Keira Knightley, además de repetir con gran parte de su equipo técnico, además de los productores el director de fotografía Seamus McGarvey, el compositor Dario Marinelli, la directora artística Sarah Greenwood, la diseñadora de vestuario Jacqueline Durran y la montadora Melanie Ann Oliver. Wright concibe su historia como una metáfora del gran teatro del mundo, e invita al espectador a moverse entre sus bambalinas. De modo que muchas escenas transcurren en escenarios teatrales –asombrosa, a este respecto, resulta la carrera de caballos–, produciéndose a veces maravillosas transiciones a escenarios naturales, un efecto que para asombro de propios y extraños, no transmite artificiosidad.

Como en otras de sus películas, especialmente Expiación, Wright juega con una feliz fusión de la partitura musical con otros sonidos justificados por las escenas, y ello funciona maravillosamente. Y resulta cuando menos elegante en las escenas donde se da rienda suelta a la pasión. El reparto es espléndido, todos los personajes parecen vivos y comprendemos su comportamiento, sus razones y sinrazones, Stoppard y Wright, de acuerdo con Tolstoi, nos invitan a no juzgarles y mucho menos a condenarles. Knightley hace justicia a Anna Karenina, compone bien un personaje muy difícil, y Jude Law humaniza a su duro marido.

Últimos comentarios de los lectores

Jesús Gómez - Hace 3 años

Enésima versión y remake muy bien hecha, pero demasiadas licencias con respecto a la novela de Leo Tolstoy.

RMNO5 - Hace 5 años

Excelente película y excelente crítica.

La puesta en escena, como de opereta, comienza con una distribución muy definida de los espacios. En la escena se representa el espacio público: estaciones, restaurantes, oficinas. Entre bambalinas, la intimidad, los hogares. En el patio de butacas, la muchedumbre, aquellos que no participan directamente en el drama y son más bien espectadores.

Con el desarrollo de la historia van confundiéndose los espacios y vemos en la toma final, desde el patio de butacas un mar de hierba alta, que se repite en el escenario y se adivina que continúa tras el decorado. Se funde la toma con una exterior, donde está Karenin con su hijo e hija adoptada, rodeado de hierba y, en cierto modo, reconciliado con la memoria de su desdichada esposa.

Puede leerse tentativamente esta distribución de espacios y su mezcla o traslación posterior como un llamamiento a superar la hipocresía de comportarse de forma muy diferente en cada espacio, un llamamiento que los personajes han ido siguiendo en su desarrollo en la historia y que trágica o misericordiosamente han logrado llevarles a una mayor autenticidad.

En resumen, 8 de nota, recomendar.

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