La nostalgia y la idealizaci�n del pasado son caminos inciertos pero �c�mo leer la noticia de la muerte de la actriz inglesa Angela Lansbury a los 96 a�os y no a�orar el cine y la televisi�n de otra �poca? A�orar ese tipo de intrigas de guante blanqu�simo al estilo de Se ha escrito un crimen, a�orar esas fantas�as infantiles que conservaban un aire caballeresco como las de 'La bruja novata'. Ese tipo de personajes que eran buenos con naturalidad y con una gota de iron�a hacia s� mismos y sus antagonistas, como si el mal en el mundo no fuese una conspiraci�n sino un accidente desagradable. En un mundo mejor, el mal ser�a as�, un accidente desagradable, una cosa de ad�lteros, codiciosos y d�biles de car�cter a los que ver con compasi�n y no de psic�patas sobreactuados.
Hace unos a�os, un remake de 'Mary Poppins' no especialmente memorable incluy� un cameo de Angela Lansbury en un papel que remit�a al personaje de la viejecita que alimentaba a las palomas en la 'Mary Poppin's original. Aquella aparici�n causaba suspiros entre los espectadores o, por lo menos, entre los espectadores que eran padres. Lansbury, que siempre pareci� tener una edad indefinida y una caracterizaci�n m�s bien asexuada, era perfectamente reconocible a los noventa y muchos. M�s fr�gil y m�s arrugada, pero capaz de transmitir la misma serenidad, la misma mezcla de dulzura y detachment.
Aquel fue el final de una carrera de otro tiempo. Lansbury naci� en Londres en 1925, hija de una actriz irlandesa y hermana de la mujer de Peter Ustinov. Cuando empezaron los bombardeos alemanes en sobre el Reino Unido, su madre se la llev� a Estados Unidos en el �ltimo crucero de pasajeros que atraves� el Atl�ntico. Lansbury ten�a 15 a�os y hac�a el mismo viaje que Alfred Hitchcock y que tantos artistas europeos que inyectaron un punto de complejidad y malicia a la cultura estadounidense. Lansbury estudi� interpretaci�n y empez� su carrera en Nueva York, pero su dicci�n y su caracterizaci�n fueron m�s brit�nicos que la reina, desde las radionovelas basadas en obras y canciones de N�el Coward y Oscar Wilde con las que empez� su carrera.
No todo fue el educado saber estar burgu�s que transmit�a su personalidad: Balancing act, la biograf�a autorizada de Lansbury, narra que la actriz fue pobre en el Nueva York de los 40, que particip� de la vida bohemia del Village, que fue casi una beatnik, rodeada de amigos artistas y gays.
Que fue una mujer insatisfecha con su carrera durante muchos a�os. Con 17 a�os, se asom� a la 'Luz de gas' de George Cuckor y se gan� una candidatura al Oscar y un contrat� fijo en la Metro Goldwyn-Mayer, que la emple� como actriz a destajo. Lansbury, inconformista, se pas� al teatro, a la serie B, al cine de autor de los 50 y a Broadway, donde por fin encontr� su lugar, pese a no ser un talento natural para la m�sica. Entonces, consolidada en las tablas, Hollywood la rescat� con El candidato manch�, una pel�cula de esp�as de John Frankenheimer y Frank Sinatra, en la que Lansbury aparec�a ya como el �ngel que todos reconocemos.
"El personaje de Angela es un modelo vital: justa, libre de fanatismos, c�lida... Es bondadosa sin ser una p�nfila. Es compasiva con los defectos de los dem�s pero no se deja enga�ar. Y tiene su parte dura. No soporta a los presuntosos. Sobre todo es decente. Representa una decencia innata, llegada de otro tiempo m�s decente", escribi� Martin Gottfried, el autor de su biograf�a.
Lo interesante de esa frase es la alusi�n a "el personaje de Angela", como si la actriz s�lo hubiese hecho un papel en una carrera de 80 a�os. Un papel que depur� en la piel de Jessica Fletcher, la escritora de novelas criminales de Se ha escrito un crimen que hoy todos a�oraremos.
Conforme a los criterios de