Lucía Rivera debuta en la literatura con unas memorias en las que carga contra las relaciones tóxicas y los abusos en el mundo de la moda

La modelo y ahora también escritora, hija de Blanca Romero y Cayetano Rivera, publica su primer libro, ‘Nada es lo que parece’.
Lucía Rivera
Lucía RiveraGtres

Lucía Rivera (Gijón, 1998), modelo y escritora, hija de Blanca Romero y de Cayetano Rivera, quien le dio su apellido tras casarse en 2001 con Blanca Romero, publica su primer libro, Nada es lo que parece (Editorial Planeta), una especie de autobiografía en la que repasa lo vivido hasta el momento, a sus 24 años. Un testimonio con el que sorprende al revelar que no “nací entre algodones. Es verdad que habría sido maravilloso, pero ni mucho menos fue así. Cuando miro con perspectiva las hostias que me ha dado la vida, no puedo evitar pensar que una de las más grandes me la llevé en le momento de nacer”, escribe en uno de los primeros capítulos de un libro en el que confiesa relaciones tóxicas, maltrato psicológico y físicos por parte de dos de sus primeros novios, de los peligros del mundo de la moda, de sus complejos físicos, y de los problemas de salud mental que ella misma ha padecido. 

“Querido lector, esto es de mí para ti, para que te en­cuentres y me encuentres. Para que veas a través de mis ojos. Para que escuches mi verdad. Para que nos tomemos un café o un vino juntos, riamos, lloremos y nos hagamos cómplices. Estás en un front row, oyendo mis pasos firmes al desfilar y, a la vez, todo lo que esconde este mundo. Estás detrás del objetivo de un fotógrafo. Estás en la primera fila de un teatro viendo mi vida en directo, como espectador, y espero que te vayas con un mensaje, tu propio mensaje.

Querido lector, estás viendo a escondidas, por un agu­jerito en la pared, una de mis terapias psicológicas. Estás haciéndote pasar por sacerdote escuchando todas mis confesiones. Estás detrás de un escaparate observán­dome. Estás en la cama escuchando cómo tus padres te leen un cuento, aunque nunca lo hayan hecho. Estás en tus clases del colegio atento a algo que quizás no te sirva como lección...

Querido lector, cuando acabes este libro, puede que me odies o quieras abrazarme fuerte.

Con mucho cariño, Lucía”, escribe en la presentación de Nada es lo que parece.

Modelo como su madre, la primera vez que se subió a una pasarela tenía 10 años y con 16 ya había fichado por una agencia de modelos, llegó al mundo con muchas dificultades. Al nacer el ginecólogo le rompió los dos fémures y poco después sufrió un paro cardíaco. 

Blanca Romero y el padre biológico de Lucía rompieron unos meses después de comenzar su relación, Blanca dejó su ajetreada agenda como maniquí para refugiarse en Asturias y en su familia. Miembro de una familia muy diversa —la bisabuela de su madre era peruana y el bisabuelo de su padre era gitano— comenzó a desfilar con 14 años y con 17 se mudó a Japón para comenzar una carrera internacional que la convertiría en una de las modelos más destacadas de esos años, carrera que retomaría tras el nacimiento de Lucía. La niña fue un tiempo con ella, pero después volvió a Asturias con sus abuelos y con ellos a Madrid cuando decidieron que lo mejor sería que la niña fuera a un colegio inglés y con ellos hizo también el viaje de regreso a Gijón. Pasó por 11 colegios hasta la adolescencia sin acabar de encajar en ninguno. “Estaba obsesionada con ser una niña normal”, cuenta en el libro.

Lucía Rivera, que compartió protagonismo en un editorial de moda publicado en 2017 en Vanity Fair con Andrea Molina, hija de los actores Lydia Bosch y Micky Molina, y Rocío Crusset, cuyos progenitores son los periodistas Carlos Herrera y Mariló Montero, se define como alguien “exigente, inconformista y cabezona”, alguien que creció “pensando que estaba aquí para cumplir una misión, aunque aún estoy en la tarea de descubrir cuál es”. Puede que la haya encontrado.

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