Alguna vez el pianista, compositor, arreglista y director de orquesta André Previn, quien murió en su casa en Nueva York a los 89 años, afirmó que "el repertorio para orquestas sinfónicas es el más grande del mundo". Y a éste dedicó muchos años de su vida como conductor de agrupaciones sinfónicas como la de Londres, Boston, Viena, Pittsburgh y Los Ángeles y una larga carrera como concertista.
Su creatividad también fue notable como compositor para cine. Con más de 60 películas a su cuenta, obtuvo cuatro Óscares por Gigi, Irma la dulce, Mi bella Dama y Porgy & Bess. A ello hay que agregar su desempeño como pianista de jazz, género en el que grabó muchos discos.
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Como compositor, lo mismo escribió obras para el pianista Vladímir Áshkenazi, que para el violonchelista Yo-Yo Ma y varios ciclos de canciones para Janet Baker, Kathleen Battle, Barbara Bonney y Anthony Dean Griffey. También dedicó muchas obras a la violinista Anne-Sophie Mutter, una de sus esposas.
Además de trabajar para Broadway, escribió algunas óperas. La más exitosa de ellas fue Un tranvía llamado deseo, que ganó en Francia el Grand Prix du Disque, y que hace algunos años se presentó en México.
Decepcionado del cine
En una entrevista para The Guardian, en 2005, el compositor, cuya familia huyó de Europa por el nazismo, dice que le resultó muy fácil trabajar en el cine. "Siempre estaban buscando a alguien talentoso, rápido y barato, y como era un muchacho, tenía las tres cualidades. Así que me contrataron para trabajar a destajo y evidentemente lo hice muy bien".
Disfrutó mucho un trabajo por el que ganó tantos premios, agregaba, "aunque no significa mucho. Me atoré en Hollywood durante demasiado tiempo. Quería librarme de toda la atmósfera. Tenía muchos amigos que eran muy talentosos, pero no es una atmósfera en la que se puede hacer música seria, no lo es. La gente te pregunta las cosas más sorprendentes, lo que más tarde sirve para anécdotas muy buenas, como el productor que, tras haber visto Muerte en Venecia de Visconti, estaba desesperado por contratar a Mahler".
El jazzista
Como estudiante de piano, bajo el influjo del bebop desde adolescente comenzó a tocar jazz con tan buena fortuna que, en 1956 con su trío grabó una versión jazzística de Mi bella dama, disco que vendió un millón de copias. Eso le permitió dedicarse con mucha fortuna al jazz, género que siguió grabando a lo largo de los años.
Valoraba mucho el jazz. En una entrevista para el New York Times en 1991, decía que "un Charlie Parker puede tomar la canción más mundana y, gracias a sus improvisaciones, hacerla extraordinaria", mientras que un director "es un artista interpretativo en lugar de un artista creativo".
Vida amorosa
En cuestión de amores fue persistente: se casó cinco veces. Con la actriz Mia Farrow tuvo tres hijos, además de que adoptaron otros, pero por supuesto, ahora se saca a relucir que una de sus hijas adoptadas acabó relacionándose con Woody Allen, algún tiempo pareja de Farrow.
Y ya que estamos en chismes: el músico no aprovechó el hecho de que Ava Garner le pidió que la llevara a su casa a la salida de una fiesta, pues pensó que quería que le pidiera un taxi. "Es uno de los grandes dolores de mi vida", diría al recordar al muchacho de 16 años que refulgía de inocencia.
¿Premios?, para dar y regalar: la Cruz del Mérito en Austria y Alemania, nombrado caballero por la reina Isabel II, premio Glen Gould, reconocimiento por su trayectoria por el Kennedy Center y muchos Grammys, además de los Óscares.
En una entrevista con Bruce Duffy, realizada en 2005, decía que el propósito de la música "es hacer sentir a la gente que la escucha que está sucediendo algo mejor que eso que usualmente le preocupa. En verdad creo que de la música obtienes un atisbo de inmortalidad y de placer puro y de alegría. Eso no lo obtienes de ninguna otra cosa".
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