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Opini�n

El rey de las dos caras

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EL REINADO de Felipe V, el primer Borb�n espa�ol, contribuy� a la consolidaci�n de un modelo absolutista a imagen del de su abuelo (Luis XIV) en Francia y que los Austrias nunca acabaron de cuajar. Hijo del Gran Delf�n, un hombre orondo y libertino, y de Mar�a Ana de Baviera, hipocondriaca y a decir de sus contempor�neos poca agraciada, Felipe fue siempre un joven t�mido. Su educaci�n estuvo dirigida por el te�logo y religioso Fran�ois F�nelon, quien le inculc� un at�vico miedo al infierno. Cuando se convirti� en rey de Espa�a tuvo dos etapas que le granjeraron dos apodos bien distintos: Felipe El Animoso y Felipe El Melanc�lico.

Para entender este desdoblamiento de personalidad hay que profundizar un poco en su car�cter, o mejor dicho en su trastorno (neurosis maniaco-depresiva, dir�an los galenos hoy). Pesadillas, alucinaciones, hipocondria, astenia... Felipe lleg� a vagar sin pantalones y en camisa de dormir por los pasillos de palacio y, lo que es peor, a recibir a monarcas y embajadores. Todo porque estaba convencido de que lo quer�an envenenar a trav�s de la ropa. Su falta de higiene lleg� a l�mites enfermizos. Incluso cuentan que convocaba a su consejo para despachar los asuntos reales de madrugada.

Entre sus visiones m�s famosas est� la de creerse una rana (y croar para demostrarlo), subirse a los caballos de los tapices o defenderse de un horrible sol que le atacaba cuando sal�a a cabalgar. Incluso una temporada se convenci� de no tener brazos ni piernas. �Qu� gran injusticia que Juana La Loca fuese incapacitada para gobernar mientras que el tarado de Felipe V sea el rey que m�s a�os ha reinado en Espa�a! Y, por cierto, rein� dos veces. Ya que en 1724 abdic� en su hijo mayor Luis, aunque �ste solo vivi� 8 meses como rey y Felipe tuvo que volver a ce�irse una corona que cada vez le era m�s pesada.

Dicen que sus dos esposas son parte importante de ese car�cter bipolar. Con Mar�a Luisa Gabriela de Saboya conoce los deleites del amor conyugal, le infunde energ�a, disfruta de participar en las campa�as b�licas -que por esos a�os no escaseaban gracias a la Guerra de Sucesi�n- y queda a merced de la personalidad intrigadora de la princesa de Ursinos. Con la segunda, Isabel de Farnesio, el vulnerable Felipe qued� apagado para siempre. �Qu� hubiese sido del rey tratado con la medicaci�n moderna?

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