Museo del Prado. Las mujeres y el poder

La reina Ana de Austria

Autor: 
Sofonisba Anguissola

Ubicación: Sala 56. [P1284]

Cronología: 1573
Técnica: Óleo
Soporte: Lienzo
Medidas: 86 cm x 67,5 cm
Escuela: Italiana
Tema: Retrato
Procedencia: Colección Real

Sala 53

Nos encontramos ante un retrato de Ana de Austria (1549-1580) realizado por la pintora Sofonisba Anguissola. La elección de Ana de Austria, hija de su hermana María y de Maximiliano II, como su cuarta esposa, se ha relacionado con el deseo de Felipe II de buscar un aliado eficaz para la defensa de sus intereses en los Países Bajos e Italia. Las crónicas, como en otros casos similares, relatan la dureza de la separación de Ana y sus progenitores, conscientes de que no será fácil volver a verse. Tras cinco meses de viaje, la comitiva que la acompaña, ya con el rey que ha recibido a Ana en Segovia, llega a Madrid el 26 de noviembre de 1570.
Los matrimonios de infantas españolas con emperadores de la Casa de Austria habían sido habituales, pero no había ocurrido lo mismo en sentido contrario. Sin embargo, a partir de este matrimonio los herederos de la casa de Austria en España serán siempre hijos de una princesa de esa dinastía, en una endogamia dinástica inusitada que contó con la complicidad del Papado.

Ana, que había nacido en 1549, tuvo una hija y cuatro hijos, de los que sólo sobrevivió el último, que reinará como Felipe III. Cuando Felipe II, enfermo de gripe, hizo testamento, dispuso un Consejo de Regencia, pero, a diferencia de lo que era costumbre, no designó a la reina como gobernadora del reino. Al conocer esta decisión, Ana expresó su malestar y quejas, ya que su posición en la corte quedaba claramente dañada.

Con un rey establecido de forma permanente en Madrid y obsesionado por intervenir personalmente en todos los asuntos del imperio, la reina fue ajena o estuvo apartada de cualquier tarea de estado, aunque parece que acompañaba al rey con mucha frecuencia en su despacho.

Ana de Austria cambió el estilo de la vida de la corte volviendo a modelos de vida mucho más sencillos. La continuidad de los lutos familiares en su década como reina no sería ajena a esos cambios.

El Escorial debió ser un lugar atractivo para ella dada su amor a la naturaleza y la caza, que practicaba con ballesta y arcabuz. A diferencia de Felipe II, no pudo vencer a la gripe, que le provocó la muerte, en 1580, cuando aún no había cumplido los treinta y un años.

Felipe II pensó en la posibilidad de un nuevo matrimonio. La elegida fue  Margarita de Austria, que contaba 13 años de edad al morir su hermana la reina Ana. El intento resultó fallido ante la resistencia de la princesa, que decidió ingresar en el convento de las Descalzas Reales. Desde allí, entre otros asuntos, intervendrá activamente en la planificación de los matrimonios de su sobrino Felipe III. Para algunas mujeres, el convento fue un refugio para defenderse de peligros y ampliar horizontes de autonomía personal., así como un posible espacio de poder.

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