Alfonso X, sabio y desquiciado
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Historia Alfonso X, sabio y desquiciado

Culto, políglota, impulsor de la Escuela de Traductores de Toledo, redactor de las 'Cantigas'... Eso fue Alfonso X de Castilla y León, pero también fue narcisista, ambicioso, iracundo, derrochador y cometió graves errores, sobre todo en sus últimos años. Libros y exposiciones lo recuerdan en su 800.º aniversario.

Jueves, 23 de Septiembre 2021

Tiempo de lectura: 7 min

Cuando ascendió al trono, en 1252, tenía 31 años, experiencia en importantes batallas y una profunda cultura. Su coronación fue pacífica, cosa rara entonces. No tuvo Alfonso, el mayor de los 15 hijos de Fernando III de Castilla y León, que enzarzarse en guerras sucesorias. Pero no lo tuvo fácil porque sucedía a un rey brillante, unificador de Castilla y León, reconquistador de tierras cruciales para los cristianos: Jaén, Córdoba y Sevilla, nada menos. El listón estaba alto para Alfonso X: su padre fue un hombre carismático, santo –canonizado en el siglo XVII– y sensato, que antes de morir le aconsejó: «Pugna por hacer bien e ser bueno, ca bien has con qué».

Alfonso X de Castilla y León fue un digno sucesor del rey santo y se ganó él mismo un apodo muy halagador: es el único rey español apodado 'el Sabio'. De él perdura un buen recuerdo por sus logros culturales; ah, pero también cometió errores y no fue tan conciliador y brillante como la imagen que ha trascendido de él. Según José Antonio Vaca de Osma, autor de Grandes reyes españoles de la Edad Media (Espasa), Alfonso X el Sabio fue sobresaliente en lo cultural y torpe en lo político. «Era brillante, valiente, piadoso, con gran afán de saber, generoso y con muy precoces dotes literarias […], pero pecaba de ingenuidad, pasaba de la tenacidad y la fortaleza a la debilidad y la claudicación», explica. Indeciso e incapaz lo vio el historiador jesuita Juan de Mariana: «Tenía en sus acciones una maravillosa inconstancia», escribió de él en el siglo XVII.

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Promotor cultural. El rey sabio escribió, supervisó y encargó importantes obras. Aquí, Libro de los juegos, encargado por él en 1252.GETTY IMAGES

No está de acuerdo con estas apreciaciones Inés Fernández-Ordóñez, académica de la Lengua y comisaria de la exposición que le va a dedicar la Biblioteca Nacional con motivo del 800.º aniversario de su nacimiento. «Su actividad cultural no se puede separar de la política. Los libros que patrocinó estaban vinculados a sus tareas de gobierno. Tenía un proyecto reformista que implicaba una reforma administrativa, jurídica y política que fracasó. Quería una monarquía fuerte», afirma.

Pariente de Europa

La lista de debes y haberes de Alfonso X es muy interesante. Para empezar, lo es su familia. 'Pariente de Europa' lo llama Vaca de Osma. Por parte de su madre, Beatriz de Suabia, era bisnieto de Federico II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico; por su mujer, Violante de Aragón, era yerno de Jaime I el Conquistador; también fue consuegro de San Luis, rey de Francia, abuelo del rey Dionís de Portugal; cuñado de Eduardo, príncipe de Gales, y de Pedro III el Grande de Aragón; y suegro de María de Molina, que fue reina consorte de Castilla.

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Música, poesía y dibujo.Las Cantigas de Santa María están redactadas en parte por el rey. Esta es una ilustración «de ferir la pellota», uno de los juegos que «se fazen de pie».GETTY IMAGES

Emparentado con tanto poder, se creyó con derecho a aumentar el suyo. Según Vaca de Osma, a Alfonso le perdió su ambición por convertirse en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, una posición que se lograba por elección. Dedicó 20 años de su reinado a conseguirlo y se gastó una fortuna en ello, algo que indignó a sus súbditos. El 'fecho del imperio', su intento de ser emperador, lo desgastó. Tras alianzas, pagos y desaires de varios papas, no lo logró: Gregorio X hizo proclamar emperador a Rodolfo de Habsburgo.

Reformas y triunfos

Era ambicioso el rey sabio. Entró triunfador en Murcia, Jerez de la Frontera, Medina-Sidonia, Lebrija, Cádiz y Niebla. Aquellos éxitos soñó expandirlos a África: 'guerra divinal' llamó Sánchez Albornoz a esa empresa que no pudo ser.

Emprendió también importantes reformas. En lo jurídico, por ejemplo, con las Siete partidas pretendió «uniformar el derecho y controlarlo. Quiso que a los jueces los nombrase el rey y que la última estancia fuera la corte regia», dice Inés Fernández-Ordóñez.

Sus reformas eran unificadoras y de ellas bebieron luego los reyes católicos. Su General estoria, por ejemplo, es la primera historia de España que arrancaba con los primitivos pobladores de la Península Ibérica, con una visión global, no localista. En la escritura, encargo o supervisión de libros, su labor fue magnífica. En los libros promulgó las lenguas romances cuando era inaudito que no se utilizaran el latín o el árabe en textos 'científicos'.

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Primera historial global. Su General estoria es la primera crónica de lo que luego fue España. Su visión no es localista, sino global.Biblioteca Nacional de España

Bajo su mecenazgo se consagró la Escuela de Traductores de Toledo: monjes e intelectuales europeos descubrieron allí las obras de los sabios musulmanes, griegos, hindúes o persas traducidos al latín, árabe y castellano. Libros del saber de astronomía, tratados de ajedrez, tratados musicales, «dan testimonio de haberse servido de crónicas y libros científicos árabes», cuenta Gonzalo Menéndez-Pidal en La España del siglo XIII leída en imágenes (Real Academia de la Historia). Bellísimos son los códices miniados: «Se conservan más de 3500 miniaturas de la escuela alfonsí con un contenido significativo extraordinario», dice Menéndez-Pidal. Sus ilustraciones narran en coloridas viñetas la vida en el siglo XIII. Es genial la producción literaria que debemos al rey sabio. En gallego –que dominaba porque se crio en Galicia– redactó y encargó Alfonso X las Cantigas de Santa María, 417 composiciones de enorme valor musical, literario y pictórico realizadas en honor de la Virgen María.

Expulsión de los mudéjares

También tomó importantes medidas económicas como el afianzamiento del Honrado Concejo de la Mesta, donde el rey unificó, en 1273, las asociaciones de pastores, favoreció el comercio de la lana y abrió el camino de exportaciones a Inglaterra y Flandes.

En sus 32 años de reinado también tuvo Alfonso X que hacer frente a serios problemas. Se sublevaron los mudéjares, musulmanes bajo dominio cristiano a los cuales «se les permitía conservar su cultura a cambio del sometimiento y el pago de una cantidad de dinero», explica Fernando García de Cortázar en Historia de España (Planeta). Alfonso X aplastó el levantamiento y decretó su expulsión de Andalucía. Una consecuencia de esa expulsión fue la proliferación de latifundios andaluces porque la marcha de los mudéjares supuso despoblación y escasez de mano de obra en el campo.

Y tuvo el rey graves rifirrafes con los nobles. A los Lara, los Castro, los de Haro, los Saldaña y otros apellidos poderosos de la época no les gustaron los grandes gastos de la Corte. Se le sublevó también la familia al rey sabio. Su hermano Felipe se enfrentó a él, se alió con sus enemigos (buscó apoyos en Navarra, reino que Alfonso X quiso someter sin éxito, y en los reyes de Granada). El suegro del rey, el imbatible Jaime I, lo socorrió.

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Ciencia accesible.Promovió textos científicos en lenguas romances. En Don Alfonso el Sabio y los libros del saber de astronomía aparece junto a una esfera armilar.Museo Del Prado

Los benimerines, tribus del norte de África, le dieron grandes quebraderos: desembarcaron en Tarifa y Algeciras y llegaron a las puertas de Sevilla. Acudió a frenarlos don Fernando, el hijo mayor de Alfonso, pero murió en la recién fundada Villa Real (Ciudad Real): Alfonso X promovió la creación de ciudades para repoblar terrenos ganados a los moros. A los benimerines los derrotó Sancho, segundo hijo del rey, apodado 'el Bravo' por su valentía y sus dotes militares.

Murió de cáncer de mandíbula. «Es probable que esa sea la causa del dolor y los ataques de soberbia de sus últimos años», dice Inés Fernández-Ordóñez

Con la muerte del infante Fernando arranca un doloroso pleito familiar porque sus hijos (nietos mayores del rey) piden ser los sucesores al trono, cosa que indigna a Sancho el Bravo, hijo del rey. Hay una terrible pugna por la sucesión y Alfonso X da bandazos en sus decisiones. En el 'juego de tronos' que enreda a los partidarios de ambos bandos participan Francia, Aragón, Portugal... Y las Cortes, que en 1282 suspenden a Alfonso X de sus funciones reales y proclaman a su hijo Sancho gobernador general. Alfonso reacciona enfurecido, deshereda a Sancho, exige al papa Martín IV que lo condene y pide ayuda a... los benimerines.

Final amargo

Según José Antonio Vaca de Osma, el rey sabio se desquició en sus últimos años: fueron duros y tristes, de cruenta pelea con su hijo Sancho y de ideas 'peregrinas'. En su segundo testamento designa a su hijo Juan rey de Sevilla y Badajoz, y rey de Murcia a otro hijo, Jaime. Varios historiadores hablan de desbarros del rey. Cuenta Inés Fernández- Ordóñez que cuando exhumaron su cadáver se vio que había muerto de cáncer de mandíbula. La enfermedad fue lenta y cruel y es probable que sea la causa «del dolor y los ataques de soberbia de sus últimos años». Aun así, como sabio ha perdurado.