Alfonso V de Portugal

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Alfonso V de Portugal
Rey de Portugal

Rey de Portugal
9 de septiembre de 1438-10 de noviembre de 1477
(39 años y 62 días)[n 1]
Predecesor Eduardo I
Sucesor Juan II
15 de noviembre de 1477-28 de agosto de 1481
(3 años y 286 días)
Predecesor Juan II
Sucesor Juan II
Información personal
Nombre completo Alfonso de Avis
Otros títulos
Nacimiento 15 de enero de 1432
Palacio Real, Sintra, Lisboa, Reino de Portugal
Fallecimiento 28 de agosto de 1481
(49 años)
Palacio Real, Sintra, Lisboa, Reino de Portugal
Sepultura Monasterio de Batalha
Familia
Casa real Avís
Padre Eduardo I de Portugal
Madre Leonor de Aragón
Consorte Isabel de Avis
Juana la Beltraneja
Hijos

Firma Firma de Alfonso V de Portugal

Alfonso V de Avís (Sintra, 15 de enero de 1432 - Sintra 28 de agosto de 1481) fue rey de Portugal. Era el hijo mayor sobreviviente del rey Eduardo I de Portugal y de su esposa, la infanta Leonor de Aragón. Alfonso V tenía seis años cuando sucedió a su padre en 1438.[n 2]

Sepulcro de Alfonso V e Isabel de Portugal. Monasterio de Batalha

Biografía[editar]

Primeros años de vida[editar]

Durante su minoría de edad, Alfonso quedó bajo la regencia de su madre, de acuerdo con los últimos deseos de su padre. Además de por ser mujer, su madre era extranjera, por lo que su popularidad era muy baja.

El único gran aliado de la reina era Alfonso de Portugal, conde de Barcelos, hijo natural de Juan I de Portugal. Al año siguiente, las Cortes decidieron reemplazar en la regencia a la reina por Pedro, duque de Coímbra, tío del joven rey. La política de Pedro se centró en limitar las grandes Casas nobles, reinos dentro del reino y en concentrar el poder en la persona del rey. El país prosperó bajo su gobierno, pero no de una forma pacífica, ya que sus leyes se enfrentaban con las ambiciones de los nobles poderosos.

El conde de Barcelos, enemigo personal del duque de Coímbra, se convirtió en el tío favorito del rey, lo que le permitió aumentar su poder. Tal es así, que en 1442, el rey concedió a Alfonso el título de duque de Braganza (dando origen a la Casa de Braganza, que reinaría en Portugal tres siglos más tarde). Con este título y las tierras que le pertenecían se convirtió en el hombre más poderoso de Portugal y uno de los más ricos de Europa.

Para asegurar su posición como regente, Pedro casó en 1447 a su hija, Isabel, con el rey Alfonso V. De este matrimonio nacieron tres hijos:

Pero el 9 de junio de 1448, al alcanzar el rey su mayoría de edad, Pedro tuvo que entregar todo su poder a Alfonso V. El 15 de septiembre de ese mismo año, Alfonso V anuló todas las leyes y edictos que se habían aprobado durante la regencia. La situación se volvió inestable y, en los años siguientes, Alfonso declaró la guerra a Pedro y derrotó a su ejército en la batalla de Alfarrobeira. En la contienda, su tío y a la vez suegro falleció.

El apogeo del Marruecos portugués[editar]

A partir de entonces, Alfonso centró su atención en el norte de África. Durante el reinado de su abuelo Juan I, se había conquistado Ceuta en 1415 y ahora el rey quería ampliar sus conquistas. El ejército del rey conquistó Alcazarseguir (1458), Tánger (ganada y perdida varias veces entre 1460 y 1464) y Arcila (1470). Estas conquistas le proporcionaron al rey el apodo de el Africano.

El rey dio apoyo a las exploración del océano Atlántico, lideradas por su tío, el infante Enrique el Navegante, pero tras la muerte de Enrique en 1460 dejó de prestar atención a estas expediciones. Administrativamente, Alfonso V fue un rey ausente, ya que no desarrolló ni las leyes ni el comercio, prefiriendo seguir con las legislaciones dictadas por su padre y su abuelo.

El trono de Castilla y el oro de Guinea[editar]

Cuando finalizaron las campañas africanas, Alfonso V encontró nuevos frentes bélicos en la península ibérica. En la vecina Castilla, se estaba gestando un escándalo político con implicaciones reales. El rey Enrique IV solo tenía una hija de su segundo matrimonio con Doña Juana de Avís (hermana de Alfonso V): Juana, llamada la Beltraneja. Pero la paternidad del rey se había puesto en cuestión ya que se decía que era impotente y que la reina Juana había mantenido una relación amorosa con un noble, Beltrán de la Cueva.[n 3]

Tras fallecer Enrique IV en diciembre de 1474, Alfonso V se casó en Plasencia el 25 de mayo de 1475 con su sobrina Juana, a la que consideraba legítima heredera al trono, siendo allí aclamados como reyes de Castilla. Pero al año siguiente, en la batalla de Toro, Alfonso fue derrotado por su primo Fernando (el futuro Fernando el Católico y esposo de Isabel, hermana de padre de Enrique IV), mientras las tropas de su hijo, el príncipe Juan, destrozaron el ala derecha castellana y quedaron en posesión del campo de batalla:

Quiso la mala suerte de los fernandinos que el ala izquierda de los portugueses, tan poderosa, mandada por el príncipe Don Juan, hubiese de enfrentarse con su ala derecha, más desordenada por estar repartida entre tantos capitanes, y así esta fue fácilmente vencida. Acudieron, con la del rey, las demás huestes…y así estuvo el combate indeciso… hasta que los portugueses [centro y ala derecha], ante la presión de los fernandinos se fueron retirando hacia Toro. Contribuyó a que de esta turbia jornada quedase para los partidarios de Don Fernando el optimismo de la victoria la extraña conducta de Alfonso V, que abandonó a su hueste para refugiarse en el castillo de Castronuño. En cambio, el Príncipe de Portugal, «visto que la gente del rey su padre era vencida… subióse sobre un cabezo, a donde tañendo las trompetas, e haciendo fuegos e recogiendo su gente, estuvo quedo con su batalla en el campo…». El cardenal hubiera querido arrojarle de aquella posición, pero la gran lluvia que caía, que hacia mas tenebrosa la noche, y la fatiga inmensa de la gente del rey, que había hecho en ayunas aquella jornada y aquel combate, lo hicieron imposible, y se dio orden de retirada hacia Zamora. Así fue la batalla de Toro.[1]

Sin embargo, aunque militarmente indecisa,[n 4][n 5]​ la batalla de Toro fue una victoria política muy grande para los Reyes Católicos,[n 6][n 7][n 8]​ arruinando definitivamente las posibilidades de Juana de alcanzar el trono castellano, ya que sus últimos partidarios castellanos se trasladaron al partido isabelino.

Isabel I de Castilla y su marido Fernando V convocaron cortes en Madrigal (abril de 1476), donde su hija Isabel fue reconocida y jurada heredera de la corona de Castilla, mientras San Juan de los Reyes, famoso convento franciscano [que] quiere ser la réplica de Batalla (...) fue edificado para conmemorar la indecisa batalla de Toro,[2]​ (López de Ayala en Historia de España).

Alfonso V se trasladó a Francia buscando la ayuda del rey Luis XI pero, decepcionado por el monarca francés, regresó a Portugal en 1477. Ante las noticias que se habían recibido de Francia acerca de que Alfonso V había abdicado, en noviembre de 1477, fue proclamado su hijo Juan II como rey de Portugal, pero cinco días más tarde Alfonso V regresó a Portugal y su hijo le cedió la corona.[3]

Por su parte, las flotas portuguesas suplantaron a las castellanas en el Atlántico y posesiones ultramarinas:[n 9][n 10]​ la expulsión de una armada castellana de 25 carabelas enviada por Fernando para conquistar Gran Canaria con la pérdida de 5 navíos y 200 hombres (1478),[n 11][n 12]​ la captura de una armada de 35 carabelas[n 13][4]​ con un enorme cargamento de oro en la batalla naval de Guinea (1478) y la reconquista de Ceuta, recuperada a los 5000 castellanos[n 14]​ del duque de Medina Sidonia por una armada comandada por el propio rey Alfonso en 1476, en el decorrer de su viaje a Francia.[n 15]

El tratado de Alcáçovas (4 de septiembre de 1479) puso término al conflicto, siendo reconocidos los derechos de los Reyes Católicos al trono castellano, así como la hegemonía portuguesa sobre casi todos los territorios atlánticos y africanos disputados, descubiertos o por descubrir —incluso el monopolio del comercio de Guinea (oro, esclavos, marfil y pimienta melegueta)—, con la excepción de las islas Canarias. Portugal recibió también una sustancial indemnización de guerra en forma de dote del matrimonio entre don Alfonso, heredero de la corona portuguesa, y doña Isabel, primogénita de los reyes católicos: 106 676 dobles de oro.[5]

En sus últimos años de vida, Alfonso se retiró a un monasterio en Sintra, en el que murió en 1481.

Ancestros[editar]

Sucesión[editar]


Predecesor:
Título creado

Príncipe heredero de Portugal

1433-1438
Sucesor:
Fernando de Portugal
Predecesor:
Eduardo I

Rey de Portugal y Algarves

1438-1477
bajo regencia de Leonor de Aragón (1438-1439), bajo Pedro de Portugal (1439-1448) y de Juana de Portugal (1471)
Sucesor:
Juan II
Predecesor:
Juan II

Rey de Portugal y Algarves

1477-1481
Sucesor:
Juan II
Predecesor:
Enrique IV

Rey disputado de Castilla
Junto con Juana la Beltraneja

Rival y en guerra contra Isabel I de Castilla y Fernando V
1475-1476[n 16]
Sucesor:
Isabel I y Fernando V

Notas[editar]

  1. Ante las noticias que se habían recibido de Francia acerca de que Alfonso V había abdicado, en noviembre de 1477, fue proclamado su hijo Juan II como rey de Portugal, pero cinco días más tarde Alfonso V regresó a Portugal y su hijo le cedió la corona (Carabias Torres, Ana María (1994). Las relaciones entre Portugal y Castilla en la época de los descubrimientos y la expansión colonial. Universidad de Salamanca. p. 58. ISBN 9788474817928. )
  2. Biografías y vidas [1].
  3. Juana de Castilla "La Beltraneja" [2]
  4. [...]. En fin, D. Fernando salió á campaña, y tomo la ofensiva, procurando aislar al portugués de los puntos donde había de hallar ayuda. Después de algunos movimientos en los cuales unos y otros combatientes mostraban los pocos deseos de pelear, vinieron á las manos junto á Toro, combatiéndose unos y otros con tanta blandura, que los Isabelinos con no haber desbaratado al portugués, se atribuyeron la victoria, y los Juanistas no se tuvieron por derrotados, siendo así que se apartaron con disgusto de la pelea. […]. Véase Crónica de la provincia de Segóvia, D. Luís Carreras (1866), p. 74
  5. […] la batalla de Toro, como triunfo militar, quedó indeciso, […]. Véase Enrique IV y la excelente señora llamada vulgarmente Doña Juana la Beltraneja, 1425-1530, Sitges (1912), p. 312
  6. […] ¿fue realmente una victoria? Probablemente no lo fue desde el punto de vista militar, debido a la confusión del combate. Pero desde el punto de vista político sí. Y decisiva. […]. Véase L'avènement d'Isabelle la Catholique, Ferrara y Marino (1958), p.389,
  7. […] y allí don Fernando es el que va a aunar su valor militar, su espada, en la batalla de Toro, gritando: «Adelante, seguidme caballeros de Castilla, que yo soy vuestro rey»; y cuando termina la batalla, indecisa, mientras los demás se entregan fatigados al reposo, él va a estar con sus amanuenses escribiendo cartas a todas las ciudades importantes de Castilla y de Aragón, comunicando que aquella batalla – que …era indecisa – ha sido una victoria resonante, y es que esta propaganda activísima del que ha combatido en la batalla, pero que todavía está en vigilia, hace que aquellos que estaban indecisos y no sabían si ponerse del partido de Isabel o del partido de la “Beltraneja”, se pasen con armas y bagajes al partido de la reina. […]. Véase Anales, Universidad Autónoma de Santo Domingo (1954), p. 355
  8. […]1476, batalla de Toro. En los campos de Castilla se libra un combate incierto. Incierto es el resultado de la batalla. De un lado luchan Isabel y Fernando; de otro, diversos y resueltos elementos. El resultado de la batalla es vago, inseguro; no se puede decir, al pronto, quién la ha ganado. Pero van pasando días y todo se inclina hacia el lado de Fernando e Isabel. En realidad, la victoria es de estos dos Monarcas. […]. Véase "Historia y vida", Azorín (1962), "p. 37"
  9. […]. Comparando el número de las fuerzas portuguesas y castellanas en presencia, tanto en tierra como en el mar, y a sus éxitos respectivos, la superioridad de los reyes de Castilla y Aragón en tropas fue largamente compensada por las mayores fuerzas navales y preparación náutica portuguesas, comprobadas por sus victorias contra los castellanos.[…]. .Véase Os Descobrimentos Portugueses, Jaime Cortesão (1990), volumen 3, p.557
  10. Véase África versus América: De 1492 al siglo XIX, 2ª Ed, Álvarez de Toledo (2006)
  11. La campaña de Canarias: véase Década IV, Alonso de Palencia (1970), libro XXXI, Capítulos VIII y IX (...preparación de dos flotas [para Guinea y para Gran Canaria, respectivamente] para que con ellas juntas a su tiempo El Rey Fernando aplaste a sus enemigos [los portugueses]...).
  12. Véase Decada IV, Alonso de Palencia (1970), libro XXXII, capítulo III. Esta victoria permitió al Príncipe perfecto utilizar las islas Canarias como moneda de trueque por el monopolio portugués de navegación y comercio en todo el océano Atlántico “para bajo y adelante” de esas islas, en el tratado de Alcáçovas.
  13. Véase Crónica de los señores reyes católicos Don Fernando y Doña Isabel de Castilla y de Aragon, Hernando del Pulgar (1780), Capítulos LXXVI y LXXXVIII (“Como la flota de los Portugueses desbarató á la flota de los Castellanos, que habían ido á la mina del oro”).
  14. López de Coca Castañer: [...] aquel verano, D. Enrique de Guzmán cruzaba el Estrecho con cinco mil hombres para tomar Ceuta, llegando a ocupar parte del recinto urbano tras la primera embestida, [la ciudad portuguesa fue cercada al mismo tiempo por un ejército musulmán y por otro castellano] pero opta por retirarse al saber que venía el rey de Portugal con refuerzos para los sitiados [...]. Véase El papel de Granada en las relaciones castellano-portuguesas (1369-1492), en Espacio, tiempo y forma, Serie III, Historia Medieval, Coca Castañer (2004), tomo 17, p.350.
  15. […] La flota hizo escala para dar refuerzos y provisiones a las guarniciones portuguesas de Ceuta, Tánger, Alkazarquivir e Arcilla, ya que Afonso temía las acciones de los moros y, aún más, las que pudieran emprender los andaluces. Y tenía buenas razones, porque los nuevos refuerzos llegaron justo a tiempo para repeler un ataque lanzado sobre Ceuta por orden de Medina Sidonia […]. Véase Isabel la católica, Peggy K. Liss (1998), p.143
  16. Año de la Batalla de Toro, que liquidó la sucesión de Enrique IV de Castilla (Ruiz Martín, Felipe (2003). La monarquía de Felipe II. Real Academia de la Historia. p. 183. ISBN 9788495983305. Suárez Fernández, Luis (1989). La conquista del trono. Ediciones Rialp. p. 157. ISBN 9788432124761. Archivado desde el original el 15 de marzo de 2012. Consultado el 3 de enero de 2012. ). El tratado de paz y la renuncia formal no llegaría hasta 1479.

Referencias[editar]

  1. López de Ayala, 1979, 3º libro, p. 22
  2. López de Ayala, Historia de España, 1945, p. 85
  3. Góis, 1724, p. Cap. XCVII.
  4. Góis, 1724, p. Cap. CIII.
  5. Mendonça, 2007, pp. 102, 103.

Bibliografía[editar]

Artículos

Crónicas

Libros

Sitios Web

Enlaces externos[editar]

Obras de D. Afonso V en la Biblioteca Nacional Digital de Portugal