Alejandra de Hannover, la más real de los Grimaldi, se hace mayor

Le gusta el fútbol, el patinaje sobre hielo y su novio, un millonario que juega al baloncesto. Alejandra de Hannover cumple 18 años y organiza una fiesta por su puesta de largo. ¿Acudirá su padre?

La princesa Alejandra de Hannover, en 2015.

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La niña Hannover se viste de largo. La niña Hannover ya se ha vestido de largo en otras ocasiones, pero será el próximo sábado cuando ese traje largo se oficialice. La niña Hannover dejará de ser niña para convertirse en princesa mocita, aunque los 18 los cumple días más tarde, el 20 de julio, y ya tiene un ** novio millonario** desde meses atrás.

El sábado 1 de julio se ha organizado en Mónaco una gran celebración en su honor para festejar prematuramente esa mayoría de edad, desde ese día podrá asistir a fiestas de sociedad. Pero, lo que es de fiestas la niña Hannover sabe un rato, ya que ha crecido en el corazón de las mismas: Mónaco.

Alexandra Charlotte Ulrike Maryam Virginia de Hannover y Cumberland Grimaldi nació el 20 de julio de 1999 en Vöcklabruck, Austria, seis meses después de la boda de sus padres, celebrada el 23 de enero de ese año en el Principado de Mónaco. Eran segundas nupcias para el padre, Ernesto Augusto V de Hannover y terceras de la madre, Carolina de Mónaco. Un matrimonio que ya aportaba cinco hermanos al vástago de la pareja: tres por parte de madre –Andrea, Carlota y Pierre– y dos por el padre –Ernesto y Christian –, bien diferentes entre ellos.

Mientras los tres primeros han paseado por el mundo unos genes exquisitos, un dolce far niente envidiable y una corte de paparazzi cada vez que han asomado la melena, los hijos de Ernesto han sido unos perfectos desconocidos, con un pedigrí de los más exquisitos del Gotha y asiduos en los círculos de la rancia nobleza de Europa. Quizá, al igual que los Grimaldi, también hacían del ocio virtud, pero ellos sin fotógrafos que lo plasmaran.

Aquel bebé que se vestirá de largo el sábado era mitad y mitad: Prinzessin von Hannover, Duquesa de Brunswick y Lüneburg, princesa de Gran Bretaña e Irlanda con tratamiento de Alteza Real. Durante siglo y medio los Hannover ocuparon el trono de Inglaterra al suceder a la última reina Estuardo, que murió sin herederos. El padre de Alejandra desciende del rey Jorge III de Reino Unido (fue el primer Hannover que ejerció de rey inglés de hecho y la reina Victoria, sobrina de los reyes ingleses Jorge IV y Guillermo IV, la última de la dinastía Hannover que reinó en Gran Bretaña) , bisnieto del káiser Guillermo II y primo hermano de la reina Sofía.

Por parte de madre la cosa difiere. Los Grimaldi descienden de una familia de origen genovés que andaba guerreando por el Mediterráneo. Cierto que desde el siglo XIII en que se asentaron en el peñón, sus altezas serenísimas han ido emparentando con nobles europeos de mayor alcurnia. Quizá para visibilizar el origen dispar de la sonriente Alejandra basta con echar un ojo a sus dos abuelas: la princesa Ortrudis de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg por su padre. ** La actriz norteamericana** que enamoró a Hollywood y a Rainiero III, Grace Kelly, por su madre. En las antípodas la una de la otra.

Alejandra de Hannover, genio y figura.

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LA PRINCESA LLEGA AL PRINCIPADO

Desde bebé quedó patente que la niña Alejandra era Hannover por los cuatro costados. Rubia, de piel blanca, mofletes rosados como su padre y la fisonomía inequívoca de los Güelfos. Y, eso sí, era traviesa y simpática; curiosa cuando había de posar en los actos del principado entre la despampanante Carolina y Ernesto ataviado de frac. Simpática a rabiar en la nieve cuando la familia al completo se trasladaba Gstaad. Sus padres vivían en la mansión de Fontainebleau, a una hora de París, o en los castillos de Alemania y Austria de los Hannover. Y, no faltaban a las actividades oficiales de Mónaco. Carolina jamás renunció a protagonizar las fotos del principado. Mientras, la niña crecía al margen de los escándalos paternos, cada día más habituales.

Hasta que diez años después de la boda, en 2008, el matrimonio se fue al traste. Carolina cogió a su hija y a su título de princesa de Hannover y se instaló definitivamente con sus hermanos. Y en el palacio real de Mónaco, tan distinto a los sobrios castillos alemanes, la pequeña Alejandra, la princesa de más alcurnia, era la más natural, la más amable, la menos altiva. La pequeña Alejandra creció casi como la mascota de la familia Grimaldi. Nunca se le vieron al príncipe Alberto gestos más cariñosos que los dedicados a su sobrina. Alejandra se agarraba de los brazos de sus bellos hermanos Casiraghi, les sonreía, miraba con admiración a Carlota, con curiosidad a Charlène y contemplaba el mundo con placidez y una sonrisa franca. Amiga de sus primas Camille Gottlieb y Pauline, hijas de Estefanía, amiga también de las novias de sus hermanos mayores, ** Tatiana y Beatrice,** feliz en el balcón Grimaldi, ha ido creciendo sin perder la sonrisa ni la fisonomía de su apellido paterno.

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La hija pequeña de Carolina no ha heredado los genes de la abuela norteamericana ni los de la antepasada Juliette Louvet, pareja del príncipe Louis II de Mónaco. No es tan hermosa como sus hermanos, pero tampoco tan altiva, no es elegante como Grace ni seductora como Carlota, duquesa de Valentinois, pero es una chica cercana, vital y dulce. Carolina ya la ha vestido de Karl Lagerfeld para asistir a su primer baile de la Rosa. En la boda de Alberto y Charlène, su madre la eligió un vestido sencillo de tejido vaporoso, el mismo que lucían en la ceremonia Violette, hija menor de Inés de la Fressange, y Christine y Alexia, hijas de Donatella Knecht de Massy, sobrina política de Alberto. Cosas de madres.

Son excepciones, habitualmente mantiene su propia opinión en los asuntos del vestir, e igual que lleva un bolso de Hello Kitty en un acto oficial, que se viste como cualquier adolescente, calza plataformas de vértigo que ** combina con pantalón corto** y cazadora, aún a riesgo de que su hermana Carlota y su madre sufran de infarto al verla de tal guisa.

RICA HEREDERA

Alejandra ha estudiado en la École de Condamine, como sus hermanos. Habla alemán, inglés, francés, y estudia español e italiano. Ama el deporte, pero no el de los nobles: juega al fútbol y es forofa del AS Mónaco, el equipo de la monarquía monegasca y en cuyas filas he hecho sus pinitos como jugadora. Pero Alejandra ama sobre todas las cosas el patinaje sobre hielo. Comenzó a patinar como afición, pero la afición se hizo hábito y se transformó en pasión. Porque en realidad es ella la que se transforma al calzar los patines y deslizarse por las pistas de hielo, es entonces cuando abandona la pose tan habitual de “la pequeña de la casa”, se transforma en una elegante joven y domina la pista con seguridad ejercitando piruetas con las que ha obtenido varios ** galardones en campeonatos** nacionales e internacionales.

La princesa Carolina, que tanto manda, quiso educar a su hija pequeña en la religión católica, sin embargo, su padre se impuso y la obligó a abrazar el protestantismo. ¿Guerra de religiones? No, guerra de tronos. Si Alejandra hubiese seguido la religión católica habría quedado fuera de la línea de sucesión al trono de Inglaterra, donde ocupa un lejano puesto tras sus hermanos Ernesto Augusto y Christian. Una decisión que la alejó definitivamente de la corona del principado al no profesar el catolicismo. Aunque no parece que el asunto de los tronos le quite el sueño. Es una joven de hoy, que no se ha enamorado de un príncipe sino de un rico de casi dos metros: Ben-Sylvester Strautmann, un jugador de baloncesto hijo de unos banqueros alemanes afincados en Mónaco.

Alejandra es una rica heredera, con más títulos nobiliarios que todos los Grimaldi juntos. En realidad, sus hermanos Casiraghi no tienen ninguno. Entre sus posesiones, la mansión de Hurlingham Lodge en Londres y propiedades en Mónaco, París e Islas Mauricio y el castillo de Marienburg en la Baja Sajonia donde poco días después de su puesta de largo de este sábado se casa su hermano mayor Ernesto Augusto, futuro jefe de la casa Hanover con la diseñadora rusa Ekaterina Malysheva. Será una boda real con presencia de representantes de las casas reales, incluido el padre del novio, que deprimido o no, enfermo o no, la realidad es que no se ha dejado ver durante meses. ** En Marienburg también se espera al rey de España, Felipe VI, padrino de bautismo del novio.**

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