Cristina Peri Rossi, en su discurso reciente en la ceremonia de entrega del Cervantes, pronunciado de forma vicaria por Cecilia Roth, ha evocado una famosa frase del as de la Luftwaffe Erich Hartmann (aunque la ha atribuido erróneamente a Neruda): 

“La guerra es eso en lo que se masacran unos hombres que no se conocen entre sí, en beneficio de otros hombres que sí se conocen perfectamente”

Esto, que es ciertísimo y de actualidad, me ha hecho recordar el bufonesco espectáculo de telegramas y ultimatums que, en las vísperas de la Gran Guerra, se intercambiaban los soberanos del Reino Unido, Alemania y Rusia, es decir, Jorge V, el Kaiser Guillermo II y el zar Nicolas II.

Estas tres cabezas coronadas ya lo creo que se conocían. Eran primos, y amigos entrañables desde la infancia. El Kaiser era nieto de la Reina Victoria de Inglaterra, lo que le convertía en primo hermano de Jorge V. A su vez, Jorge V y el Zar Nicolás también eran primos hermanos, pues Jorge V era hijo de Alejandra de Dinamarca, cuya hermana, Dagmar de Dinamarca, era la madre del zar Nicolas II.

Los tres primitos se conocían más que bien, confirmando con ello la aguda observación de Hartmann. Y de hecho, los tres se trataban con los hipocorísticos propios de sus tiernos juegos infantiles: Georgy, Willy y Niky.

Y el hecho es que cuando la Gran Guerra estaba a punto de empezar, Georgy le mandaba a Willy un telegrama, Willy le lanzaba un ultimatum a Niky y Niki se aliaba cordialmente con Georgy contra Willy. 

Al cabo, Niki se unía a Georgy y Willy le declaraba la guerra a Niki y a Georgy…

Y así, tras esos mensajes cordiales que Willy, Niki y Georgy intercambiaban, daba comienzo la carnicería continental que acabaría con decenas de millones de seres humanos, los cuales, como bien dice Hartmann, ni se conocían, ni eran parientes, ni mucho menos primos hermanos, como los entrañables Willy, Niki y Georgy.

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