Alberto, príncipe visionario que atrapó el corazón de Victoria de Inglaterra

Alberto, príncipe visionario que atrapó el corazón de Victoria de Inglaterra

  • Marido ejemplar e inquieto urbanista, el nombre del príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria de Inglaterra, ha quedado ligado a obras y monumentos que su desconsolada esposa le dedicó tras su muerte, hace hoy 150 años.

Ramón Abarca

Londres, 14 dic.- Marido ejemplar e inquieto urbanista, el nombre del príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria de Inglaterra, ha quedado ligado a obras y monumentos que su desconsolada esposa le dedicó tras su muerte, hace hoy 150 años.

Una exposición organizada con motivo de este aniversario explora en el museo Victoria & Albert de Londres el legado cultural, científico y arquitectónico del único príncipe al que se le otorgó el título oficial de consorte en Inglaterra.

A través de planos, fotografías y cartas se pone de manifiesto el carácter visionario de Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha y su contribución en la transformación del barrio londinense de South Kensington, conocido en su época como Albertopolis.

Siete museos, la espectacular sala de conciertos Royal Albert Hall, la sociedad geográfica, un jardín botánico y una escuela de artes son el fruto de su hiperactiva personalidad y su inquietud sin límites.

También coincidiendo con el aniversario de su muerte, que tuvo lugar el 14 de noviembre de 1861 cuando el príncipe tenía 42 años, un libro repasa su intensa y apasionada relación con su prima Victoria y el devastador impacto que su desaparición tuvo en la soberana de 400 millones de personas.

La historiadora Helen Rappaport relata en "Magnificent Obsession" cómo la reina Victoria nunca se recuperó de la muerte de su esposo y apenas volvió a asumir responsabilidades en público, algo que, según la autora, transformó la monarquía.

Tras el temprano fallecimiento del príncipe Alberto, al parecer por fiebres tifoideas aunque nunca se le hizo la autopsia, fueron cancelados todos los conciertos, fiestas y celebraciones de la agenda social británica, incluida una serie de lecturas públicas del escritor Charles Dickens, ya entonces muy popular.

Aunque la normalidad llegó pronto al país, Victoria vistió siempre un riguroso luto hasta el día de su muerte a los 82 años, cuatro décadas después del fallecimiento de su esposo y 64 años más tarde de haber sido coronada reina.

"No tenía deseo de seguir adelante, solo quería continuar en éxtasis, recreándose perpetuamente en el terrible momento de la pérdida", relata la historiadora, quien explica que el príncipe Alberto lo fue todo para ella: padre dedicado, marido, su mejor amigo, consejero, amanuense y maestro, "un rey en todo menos en el nombre".

La historia de amor entre Alberto y Victoria ha quedado inmortalizada en la película "Young Victoria" (2009), dirigida por Jean-Marc Vallée e interpretada por Emily Blunt y Rupert Friend.

Los biógrafos coinciden en que el príncipe Alberto fue un hombre cuya vida estuvo siempre dominada por su sentido de la responsabilidad y su desbordante fuerza de voluntad.

A los once años escribió en su diario: "Intento entrenarme para ser un hombre bueno".

Tras una infancia en la ciudad bávara de Coburgo (Alemania) dominada por el divorcio de sus padres, Alberto se casó en 1840, a los 20 años, con su prima hermana Victoria, con quien tuvo nueve hijos y que le delegó prácticamente todas sus responsabilidades de reina.

El príncipe fue quien motivó un cambio del papel de la monarquía, reduciendo su influencia en el Parlamento, y tuvo un papel determinante en la reforma de la educación y la abolición de la esclavitud.

Pero fue su pasión por el desarrollo y divulgación de las ciencias y la cultura, así como su interés en el comercio y la industria, lo que le llevó a implicarse, casi obsesivamente, en la organización de la Gran Exposición de 1851 en Londres, todo un éxito de visitantes y recaudación.

Con el dinero conseguido, el príncipe Alberto propuso que se pusiera en marcha la creación de un barrio dedicado a la difusión de las artes y la ciencias y empezó a construirse el denominado Albertopolis, su legado más evidente.

Además de haber dado el nombre a un sinfín de puentes, lagos, salas de conciertos y museos, el marido de la poderosa reina Victoria está ligado también al de un piercing genital que la leyenda popular asegura que llevaba el príncipe Alberto.

Los historiadores no han podido certificarlo, pero lo cierto es que este tipo de anillo era muy popular entre los hombres en la época victoriana.

Mostrar comentarios