La Sinfónica de la Radio de Baviera, con Iván Fischer al frente, firma una encomiable Quinta de Mahler en Barcelona

Mahler, 5 - Haydn, 0

La Sinfónica de la Radio de Baviera, con Iván Fischer al frente, firma una encomiable Quinta de Mahler en Barcelona

La Sinfónica de la Radio de Baviera, en el Palau de la Música Catalana a. bofill
Pep Gorgori

Pep Gorgori

Barcelona

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La orquesta sinfónica se inventó para esto. Para sonar así y hacer vibrar toda una sala, para emocionar, sorprender, deleitar y recordarnos lo que los humanos podemos llegar a hacer si somos capaz de ir a una, sumando en lugar de dividir. La Sinfónica de la Radio de Baviera, bajo la dirección de Iván Fischer, ofreció una versión excelente de la Quinta sinfonía de Mahler. Inicialmente, estaba previsto que la dirigiese Zubin Mehta, que por problemas de salud canceló su participación semanas antes. Sería una desfachatez afirmar que con el cambio salimos ganando, pero en cualquier caso quedó claro desde los primeros compases que no salimos perdiendo, en ningún aspecto.

Clásica

La Sinfónica de la Radio de Baviera y Fischer

  • Música: Mahler, Haydn
  • Intérpretes: Orq. Sinfónica de la Radio de Baviera. I. Fischer, director
  • Fecha: 28 de noviembre
  • Lugar: Palau de la Música, Barcelona. Temporada BCNClàssics

Desde el inicio de la 'Trauermarsch', con la trompeta solista a la que se añaden primero seis trompas y después el resto de la orquesta para dibujar un frontispicio sonoro inigualable, se supo que iba a ser una interpretación memorable. Fischer jugó con sabiduría en el imbricado tejido de la orquestación mahleriana, que va de lo solístico a lo camerístico y la gran masa orquestal sin solución de continuidad. No solamente equilibró a la perfección los planos en la particular acústica del Palau de la Música, sino que sacó matices, fraseos y efectos tímbricos que denotan una profundidad soberbia en el conocimiento de la partitura.

La Quinta de Mahler es, como todas sus sinfonías, un verdadero tratado de orquestación en el que, además de los experimentos con la forma y los timbres, encontramos un trabajo inconmensurable del ritmo. Así, en el 'Scherzo', Fischer condujo magistralmente una partitura endiablada que requiere precisión y, sobre todo, dominio en la preparación y la gestión de los clímax y anticlímax que su peculiar retórica requiere. El célebre 'Adagietto' transmitió toda lo etéreo que Mahler introdujo en apenas cuatro páginas en las que un sonido extático hace que el tiempo se detenga antes de emprender la ascensión al 'Rondo' final. Dando riendo suelta a los decibelios, pero solo en los momentos oportunos, Fischer y la orquesta arrancaron una vigorosa ovación del público.

El concierto, incomprensiblemente, se abrió con la 'Sinfonía Concertante' de Haydn, que ni tiene un interés especial en relación con el momumento mahleriano ni se cuenta entre las especialidades de la orquesta ni de Fischer. Fue una versión anodinamente perfecta, con todo en su lugar, excelentes solistas y Fischer actuando como poco más que de metrónomo. Es ese enfoque, perfectamente respetable pero ya algo extemporáneo, que niega a Papá Haydn la capacidad expresiva, en pro de una interpretación que resalta la parte clasicista y racional, dejando de largo otros aspectos como su sentido del humor y del ritmo.

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