117 países: Isabel II fue una monarca viajera

117 países: Isabel II fue una monarca viajera

Adiós a la Reina de Inglaterra

La monarca más longeva de Reino Unido y la segunda de la historia deja atrás más de 1,6 millones de kilómetros recorridos por tierra, mar y aire

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La reina Isabel II y su esposo, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, observan a los aborígenes Tjapukai encender un fuego ceremonial cerca de Cairns, el 1 de marzo de 2002 

TORSTEN BLACKWOOD / AFP

Su conversión de princesa a reina la sorprendió viajando. Con 25 años, Isabel Alejandra María, hija de Jorge VI del Reino Unido, pasó la noche del 6 de febrero de 1952 en el Treetops, un hotel en pleno Parque Nacional de Aberdare, Kenia. Cuando despertó, recibió la noticia que su padre había fallecido. Automáticamente, en aquel edificio de madera de los montes Aberdare supo que desde ese momento pasaba a ser reina. Una reina que acabó siendo el jefe de estado más viajero de la historia, con 117 países visitados y más de 1,6 millones de kilómetros recorridos por tierra, mar y aire. Allí por donde fue, representó al Reino Unido siendo testigo directo de los cambios del mundo durante siete décadas.

En los últimos años, el grueso de los viajes reales de unos días al extranjero los ha realizado en avión, aunque al inicio de su reinado, en 1952, los desplazamientos oficiales a países de todo el planeta, en especial aquellos realizados a la Mancomunidad de Naciones o Commonwealth, eran mucho más largos y se diseñaban con mucha más calma. Podía decirse que se preparaban a ritmo de travesía marítima. Como símbolo de los nuevos tiempos en la monarquía, el veterano HMY Victoria and Albert III, yate real botado en 1899, fue retirado del servicio y el mismo año de la coronación de la reina Isabel, los astilleros escoceses John Brown & company iniciaron los trabajos de construcción de un nuevo yate para la corona: el HMY Britannia. Este fue botado en primavera de 1953 y puesto en servicio en enero del año siguiente.

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La reina Isabel II y el príncipe Felipe se despiden mientras abordan su vuelo en el Aeropuerto Internacional de Perth tras su visita a Australia, el 29 de octubre de 2011

LINCOLN BAKER / AFP

El Britannia, un precioso barco de 126 metros de eslora fue desde entonces uno de los símbolos del Reino Unido por el mundo. Recorría puertos de colonias y excolonias en tiempos de la guerra fría. La reina embarcó por primera vez en su yate en el puerto de Tobruk, al oeste de Libia, donde el rey Idris fue su anfitrión y también el de altos mandos británicos y estadounidenses que establecieron bases en el país a cambio de ayuda económica. Luego llegó el descubrimiento del petróleo, el golpe de Muammar Gaddafi y el fin de la monarquía Líbia. Para entonces, 1969, la reina Isabel ya había pasado unos 40 países en visita oficial. Entre estos, viajó a Nepal, Irán, Ciudad del Vaticano, Suecia y Etiopia. En ese periodo de tiempo también visitó un Chile previo al golpe de Pinochet, la parte occidental de una Alemania dividida, los Estados Unidos de Eisenhower y la Bélgica de un joven rey Balduino.

Los países más visitados por la madre de Carlos, el príncipe de Gales, han sido los miembros de la Commonwealth, pues ella era la simbólica reina y jefa de estado de 15 de los 54 países que la conforman, aunque el día a día de cada uno, fuese reino o república, era lógica tarea del primer o primera ministra local o un gobernador. A estos territorios, que van desde pequeñas islas caribeñas a enormes extensiones continentales, Isabel dedicó ni más ni menos que 186 desplazamientos. El más visitado fue Canadá, a donde llegó por mar y aire hasta en 27 ocasiones.

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Aviación comercial

Además de ejercer de eterna embajadora del Reino Unido, los viajes de Isabell II también fueron una plataforma promocional para las dos aerolíneas nacionales: La BEA y la BOAC. La primera, siglas de British European Airways, se dedicaba a vuelos de corto y medio alcance, mientras que la BOAC o British Overseas Airways Corporation, estaba especializada en vuelos de largo alcance. De la fusión de ambas, en primavera de 1974, nació British Airways, aerolínea que la casa real inglesa también usó frecuentemente para sus viajes.

La jefa de estado voló prácticamente en todos los aviones de las flotas de estas compañías, incluido el famosísimo Concorde de British Airways, con el que pudo desplazarse por primera vez al doble de la velocidad del sonido. Fue en un viaje a Barbados, donde actualmente se conserva como una joya tecnológica una unidad de este avión. Otros viajes en el supersónico franco-británico tuvieron como destino Estados Unidos, Kuwait y otros países del Golfo Pérsico. En la mayor parte de las ocasiones el avión se reconfiguraba y fletaba por completo. En otras, muy puntuales, una parte de la cabina estaba estrictamente reservada y blindada para quienes realizaban el desplazamiento oficial. A las tripulaciones se les pedía firmar acuerdos de confidencialidad y en algunas ocasiones se daba el caso que el resto de los pasajeros de ese vuelo se enteraban a posteriori de que habían compartido un desplazamiento real tras recibir un lápiz conmemorativo al final del viaje: “usted ha compartido este vuelo con la reina Isabel II”, podía leerse en letras doradas sobre la madera de los portaminas.

Flota real

La reina también dispuso de aviones estrictamente dedicados a sus viajes y los de su familia. De hecho, tras la segunda guerra mundial se restableció una unidad histórica, la ‘King’s Flight’ o ‘vuelo del rey’, que lógicamente cambió de género a subir Isabel II al trono, del mismo modo que el legendario James Bond en las películas ha estado “al servicio secreto de su majestad” en los últimos 60 años (On Her Majesty’s Secret Service y no On His Majesty Secret Service, de haber estado al servicio de un rey).

Desde los años 80, el avión-tipo de transporte real ha sido el British Aerospace BAe 146, un cuatrirreactor de ala alta y fabricación inglesa que si en versión comercial puede llevar hasta 90 pasajeros, en la configuración para Isabel II y familia, acomoda a un máximo de 26 personas a todo confort, incluyendo una pequeña suite. Hace muchos años que este modelo se dejó de fabricar y al no existir sustituto que se construya en Reino Unido, este mismo año, el departamento de logística del Ministerio de Defensa, decidió la incorporación de aviones Falcon 900LX, la última generación del trirreactor francés, para tareas de transporte de la familia real y miembros del gobierno británico. Estos también tienen a disposición un Airbus A330 de alcance intercontinental y un Airbus A321 alquilado a una compañía comercial británica, que lo pintó con los colores de la bandera británica y lo reconfiguró con cómodos butacones y nuevos sistemas de comunicación. Devuelto recientemente a su operador, ahora el ex-avión de estado ofrece cruceros aéreos por el mundo para una elitista agencia de viajes.

Adiós yate, hola helicóptero

El Britannia fue un barco de última generación cuando se botó, aunque fue quedándose desfasado con el paso de los años. Para mantenerlo en perfecto estado como yate que hizo las veces de Buckingham portuario en diferentes ciudades del mundo, las inversiones eran notables, por lo que se decidió su retirada a mediados de los años 90. Los conservadores británicos abogaron entonces por la construcción de un sustituto y los laboristas vieron innecesario mantener ese privilegio. La beligerancia de los primeros con la necesidad de su construcción enfureció a una reina que se vio inmersa en el barro de la bronca política sin desearlo. Finalmente, y tras muchas vueltas, el Britannia no tuvo heredero. Por su simbolismo, en lugar de acabar desguazado, el buque acabó convertido en un museo flotante en Edimburgo, Escocia, donde cada año es visitado por cerca de 300.000 personas. El cierre o cancelación también flotó sobre otro transporte muy querido por la familia: el tren real, dedicado a viajar por Inglaterra, gales y escocia. El convoy está compuesto por nueve magníficos coches en perfecto estado, aunque como su titular, cada vez viajaba menos y pasa mucho tiempo descansando en las instalaciones de Wolverton Works.

Una de las últimas incorporaciones al servicio de los viajes de su majestad fueron dos helicópteros Sikorsky S76 idénticos a los que en España usan los Guardacostas de Galicia o el Ejército del Aire en su escuela de Armilla, Granada. En el caso de los helicópteros reales británicos, estos tienen configuración VIP con tan solo seis asientos y están pintados de un elegante color burdeos. Tienen matrícula civil, un alcance de 700 kilómetros sin repostar y la pasada primavera en la página web de la casa real se ofertaban plazas para trabajar como piloto de estas aeronaves tan exclusivas trabajando 37,5 horas por semana, aunque con total flexibilidad. Todo eso, junto a los viajes, el protocolo, las miles de millas recorridas y los aparatos utilizados por tierra, más y aire, son, a partir de hoy, historias de la historia.

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