Tragedia en cinco actos de Friedrich Hebbel (1813-1863), compuesta en 1851 y representada en Munich en 1852. Tiene por argumento un episodio de la historia bávara del siglo XV. Agnes Bernauer, hija de un barbero y llamada por su belleza «el ángel de Augsburg», en 1432 es tomada secretamente en matrimonio por el duque Alberto de Baviera-Munich, contra la voluntad de su padre, el duque Ernesto. Tres años más tarde, acusada y condenada como hechicera, es arrojada al Danubio cerca de Straubing. Alberto, reconciliándose con el padre, se casa con la princesa Ana de Braunschweig. Hebbel reconstruyó el fondo histórico de la tragedia representando la vida de las ciudades alemanas en el siglo XV; por una parte, el mundo de la nobleza, con los torneos caballerescos, las luchas de facción y las cortes de los príncipes, cada vez más independientes del lejano emperador; por otra, la burguesía organizada en corporaciones, que aspira a conquistar un lugar al lado de la nobleza; precisamente a este mundo pertenece Agnes. El elemento trágico estriba en la imposibilidad de conciliar el amor de Alberto y Agnes con la razón de Estado. Hebbel, fiel a su principio de que ningún personaje esté equivocado desde su punto de vista particular, mientras hace de la protagonista una de las más dulces criaturas femeninas de su teatro, consigue dibujar también el personaje del duque Ernesto de modo que no aparezca nunca como un tirano despiadado, sino como un hombre lleno de bondad y de cordura, cuyo deber de gobernante le obliga a ordenar la muerte de Agnes.
El carácter del duque Alberto, apasionado e impetuoso, es contrario al de su padre, y contrasta también con el de Agnes. Mientras Alberto está dispuesto a todo con tal de no renunciar a su amor, Agnes lo acepta presintiendo desde el principio que lo pagará con la muerte, y resignándose a ello como a una predestinación. Después de la muerte de Agnes, Alberto desahoga su sed de venganza azotando el país y devastándolo; pero se detiene ante su padre, que le habla de los deberes del gobernante para con el Estado, y reconoce que ante éstos han de sacrificarse los sentimientos personales del príncipe. Así la tragedia, rica de vivas figuras secundarias (como la del padre de Agnes, orgulloso burgués, y la de Preising, astuto y fiel consejero de Ernesto), se concluye según la implacable lógica interna propia de los dramas de Hebbel; y su humanidad es pensativa y severa.
M. Doria