Este 4 de diciembre se cumplen 150 a�os de la singular visita que recibi� Amadeo, duque de Aosta en el Palacio Pitti de Florencia: una comisi�n enviada por el Gobierno provisional del general Serrano para ofrecerle el trono de Espa�a que Amadeo hab�a aceptado de palabra. Era la consecuencia de la surrealista situaci�n que viv�a el pa�s tras La Gloriosa, revoluci�n orquestada en 1868 por generales sublevados que derrocaron la monarqu�a Borb�n de Isabel II, quedando el trono vacante. Hasta ese 16 de noviembre de 1870 en que las Cortes, tras ardua b�squeda y por votaci�n parlamentaria, algo in�dito, proclamaron rey a Amadeo, cuyo remoto v�nculo con Espa�a era ser tataranieto de Carlos III.
Amadeo Ferdinando Maria di Saboia era hijo del rey V�ctor Manuel de Italia, un liberal que hab�a unificado el pa�s, y de Adelaida de Habsburgo. Guapo, valiente soldado y de exquisitos modales, "el rey Caballero" , como le apodaban, naci� en Tur�n en 1845. Casado con Victoria Da Pozzo, princesa della Cisterna, era padre de tres varones, Manuel Filiberto, V�ctor Manuel y Luis Amadeo, que nacer�a en Espa�a.
El soberano lleg� solo al puerto de Cartagena el 30 de diciembre, pues su esposa tard� meses en instalarse, y all� recibi� la peor de las noticias: su valedor, el general Prim, hab�a sido asesinado en un atentado. Ya en Madrid, lo primero que hizo fue acudir a la bas�lica de Atocha para rezar ante su cad�ver, dirigi�ndose seguidamente a las Cortes donde fue proclamado rey el 2 de enero de 1871.
La muerte de Prim fue el nefasto augurio de lo que ser�a un reinado de pesadilla, pues la coalici�n de gobierno que encabezaba dicho general y sosten�a al rey Amadeo se fractur�. La consecuencia fueron tres elecciones a Cortes y seis crisis ministeriales en dos a�os, sumado al recrudecimiento de la guerra con Cuba, y el estallido de la tercera guerra carlista. En medio del caos, lo �nico que el italiano logr� unir fue a la oposici�n en su contra: a los mon�rquicos tradicionales, que le tildaban de mas�n, a los borbonistas, a los republicanos, al pueblo llano, que le apodaba "el rey macarroni" por no hablar espa�ol, a parte de la c�pula militar y hasta a la misma iglesia, pues su padre, V�ctor Manuel de Italia, fue excomulgado por conquistar el Vaticano por la fuerza.
Ante el hostil recibimiento de los espa�oles y solo en Madrid, el rey, que ten�a fama de don Juan, busc� consuelo en una mujer de peculiares encantos, que Gald�s describi� en sus Episodios Nacionales "no mal constituida de carnes, rostro hermoso y tan abundante pelo que se extend�a delante de la oreja, como varoniles patillas", por lo que se la conoc�a como "la dama de las patillas".
Se trataba de Adela Larra Wetoret, hija del escritor Mariano Jos� de Larra, la misma que con 4 a�os descubri� el cad�ver de su padre, quien se dispar� un tiro desenga�ado por la situaci�n pol�tica y tras romper con su amante, Dolores Armijo. Adela, una mujer de armas tomar, era 10 a�os mayor que el monarca y estaba casada con Diego Garc�a Nogueras, un terrateniente de Granada padre de sus tres hijos.
Amadeo la conoci� a trav�s de su m�dico personal, el doctor Montaner, que era cu�ado suyo, e iniciaron una fogosa relaci�n a la que daban rienda suelta cada noche en el palacete de La Castellana donde resid�a Adela, que se convirti� en amante, confidente y consejera regia. Su pasi�n tuvo abrupto final en verano en Santander, donde Amadeo sedujo a la esposa del corresponsal del diario The Times, lo que motiv� que la amante despechada amenazara al rey con publicar sus cartas de amor en el diario El Imparcial. Un chantaje que fren� un intimo del soberano, quien recuper� las misivas a cambio de cien mil pesetas que Adela se resist�a a aceptar hasta que el susodicho le puso una pistola en la sien.
"De Espa�a, ni el polvo"
No terminaron aqu� sus desdichas, ya que Amadeo tuvo que enfrentarse adem�s a un intento de atentado en julio de 1872, cuando un desconocido tirote� su carruaje, muriendo uno de los caballos. Su insostenible situaci�n se agudiz� a principios de 1873, en que ya se plante� tirar la toalla y renunciar a su proyecto de monarqu�a parlamentaria con alternancia de partidos, al sospechar que su primer ministro, Ruiz Zorrilla, conspiraba con los republicanos para derrocarle. El 11 de febrero, cuando se encontraba en el madrile�o Caf� de Fornos esperando su almuerzo, le lleg� un mensaje en que se le ped�a abandonar el pa�s. Fue la gota que colm� el vaso: anul� su men�, pidi� una copa de grapa y en la Embajada italiana redact� su carta de renuncia tras dos a�os y un mes de reinado aduciendo la imposibilidad de gobernar un pa�s "altamente perturbado".
Abandon� Espa�a por ferrocarril hacia Portugal, pero antes de cruzar la frontera cuentan que mand� parar el tren, baj�, se quit� las botas y las sacudi� exclamando: "De Espa�a, ni el polvo".
Se afinc� en Tur�n, donde en 1876 muri� su esposa Victoria, y 12 a�os despu�s, se cas� con su sobrina Letizia Bonaparte, que le dio un hijo, Humberto, del que su padre solo disfrut� seis meses, pues el 18 de enero de 1890, el ex monarca espa�ol fallec�a de pulmon�a con 44 a�os.
Mientras, en Espa�a, la tarde misma de la renuncia de "Amadeo, el breve" fue proclamada la I Rep�blica, que dur� 22 meses y se finiquit� con el golpe militar de Pav�a, restaur�ndose en 1875 la monarqu�a Borb�n con Alfonso XII, hijo de la destronada Isabel II.
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