Hepatitis A

20 de julio de 2023

Datos y cifras

  • La hepatitis A es una inflamación del hígado que puede causar morbilidad de moderada a grave.
  • El virus de la hepatitis A (VHA) se transmite al ingerir agua o alimentos contaminados o por contacto directo con una persona infectada.
  • Casi todos los pacientes se recuperan totalmente y adquieren inmunidad de por vida. No obstante, una proporción muy pequeña de las personas infectadas por el VHA puede fallecer a causa de una hepatitis fulminante.
  • El riesgo de infección por el VHA se asocia a la falta de agua salubre y a unas malas condiciones higiénicas (como manos sucias y contaminadas) y de saneamiento.
  • La hepatitis A se puede prevenir mediante una vacuna segura y eficaz.

Información general

La hepatitis A es una inflamación del hígado debida al virus de la hepatitis A (VHA), que se propaga principalmente cuando una persona no infectada (y no vacunada) ingiere agua o alimentos contaminados por heces de una persona infectada. La enfermedad está muy asociada al consumo de agua y alimentos insalubres, el saneamiento deficiente, la mala higiene personal y el sexo bucoanal.

A diferencia de las hepatitis B y C, la hepatitis A no causa hepatopatía crónica, pero puede ocasionar síntomas debilitantes y, en raras ocasiones, hepatitis fulminante (insuficiencia hepática aguda), que a menudo es mortal. La OMS estima que, en 2016, 7134 personas murieron en todo el mundo de hepatitis A, una cifra que representa el 0,5% de la mortalidad por hepatitis víricas.

La hepatitis A se presenta esporádicamente y en epidemias de ámbito mundial, y tiende a reaparecer periódicamente. Las epidemias asociadas a agua o alimentos contaminados pueden aparecer de forma explosiva, como ocurrió con la epidemia registrada en Shanghái en 1988, que afectó a unas 300 000 personas (1). También pueden ser prolongadas y afectar a la población durante meses, a través de la transmisión de persona a persona. Los virus que causan la hepatitis A subsisten en el medio y pueden resistir a los métodos que se utilizan habitualmente en la producción de alimentos para inactivar o controlar las bacterias patógenas.

Distribución geográfica

Se pueden distinguir zonas geográficas de nivel alto, intermedio o bajo de infección por el VHA. Sin embargo, contraer la infección no siempre significa que se vaya a enfermar, pues los niños que se infectan durante la infancia no padecen síntomas visibles.

En los países de ingreso bajo y mediano donde las condiciones de saneamiento y las prácticas de higiene son deficientes, la infección es frecuente, y la mayoría de los niños (el 90%) han contraído el virus antes de los 10 años, muy a menudo sin presentar síntomas (2). En los países de ingreso alto con un buen nivel de saneamiento e higiene, las tasas de infección son bajas. La enfermedad puede aparecer en adolescentes y adultos de los grupos de alto riesgo, como las personas que se inyectan drogas, los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y las personas que viajan a zonas de alta endemicidad, así como en poblaciones aisladas, como las comunidades religiosas cerradas. En los Estados Unidos de América se han registrado grandes brotes entre las personas sin hogar. En los países de ingreso mediano y en las regiones donde el saneamiento no siempre es idóneo, los niños eluden a menudo la infección durante la primera infancia y llegan a la edad adulta sin inmunidad.

Transmisión

El virus de la hepatitis A se transmite principalmente por vía fecal-oral, es decir, cuando una persona no infectada ingiere agua o alimentos contaminados por heces de una persona infectada. En las familias, esto puede ocurrir si las manos de la persona encargada de cocinar están sucias. La transmisión hídrica, que no es frecuente, suele estar relacionada con la contaminación por aguas residuales o el abastecimiento de agua insuficientemente tratada.

El virus también puede transmitirse por contacto físico estrecho con una persona infectada —por ejemplo, mediante el sexo bucoanal—, pero no se propaga por contacto fortuito.

Síntomas

El periodo de incubación de la hepatitis A suele ser de entre 14 y 28 días.

Los síntomas van de moderados a graves y pueden incluir fiebre, malestar, pérdida de apetito, diarrea, náuseas, molestias abdominales, coloración oscura de la orina e ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos). Los infectados no siempre presentan todos esos síntomas.

Los adultos presentan signos y síntomas con mayor frecuencia que los niños. De hecho, la gravedad y la mortalidad de la enfermedad aumentan con la edad. Los menores de seis años infectados no suelen experimentar síntomas apreciables, y solo el 10% presentan ictericia. En ocasiones, la hepatitis A puede recidivar, es decir, que la persona que se acaba de recuperar puede caer enferma de nuevo con otro episodio agudo, aunque, por lo general, se acaba recuperando.

¿Quiénes corren riesgo?

Cualquier persona que no se haya vacunado o infectado previamente puede infectarse con el virus de la hepatitis A. En las zonas donde el virus está extendido (zonas de alta endemicidad), la mayoría de las infecciones se producen durante la primera infancia. Entre los factores de riesgo cabe citar los siguientes:

  • saneamiento deficiente;
  • falta de agua apta para el consumo;
  • convivencia con una persona infectada;
  • relaciones sexuales con una persona con infección aguda por VHA;
  • consumo de drogas recreativas;
  • sexo entre hombres, y
  • viajes a zonas de alta endemicidad sin inmunización previa.

Diagnóstico

Los casos de hepatitis A son clínicamente indistinguibles de otros tipos de hepatitis víricas agudas. El diagnóstico concreto se establece mediante la detección en la sangre de anticuerpos IgM dirigidos específicamente contra el VHA. Otra prueba utilizada es la reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscripción (RT-PCR) para detectar el ARN del virus de la hepatitis A, aunque normalmente se realiza solo en laboratorios especializados.

Tratamiento

No hay ningún tratamiento específico para la hepatitis A. Los síntomas tras la infección pueden remitir lentamente, y esta recuperación puede prolongarse a lo largo de varias semanas o meses. Es importante evitar medicamentos innecesarios que pueden afectar negativamente la función hepática, como el acetaminofeno o paracetamol.

En ausencia de insuficiencia hepática aguda, la hospitalización es innecesaria. El tratamiento tiene como objetivo mantener el bienestar y el equilibrio nutricional del paciente, incluida la rehidratación tras vómitos y diarreas.

Prevención

La mejora del saneamiento, la inocuidad de los alimentos y la vacunación son las medidas más eficaces para combatir la hepatitis A.

La propagación de la hepatitis A puede reducirse mediante:

  • un abastecimiento adecuado de agua potable salubre;
  • la correcta eliminación de las aguas residuales de la comunidad, y
  • prácticas de higiene personal, como lavarse regularmente las manos antes de comer y después de ir al baño.

Hay varias vacunas inyectables inactivadas contra la hepatitis A disponibles a nivel internacional. Todas ellas son similares en cuanto a la protección que confieren y a sus efectos colaterales. No existe ninguna vacuna aprobada para su uso en niños menores de un año. En China también hay disponible una vacuna viva atenuada.

Respuesta de la OMS

Las estrategias mundiales del sector de la salud contra el VIH, las hepatitis víricas y las infecciones de transmisión sexual para el periodo 2022-2030 orientan al sector de la salud en la aplicación de medidas estratégicas para lograr los objetivos de poner fin al sida, las hepatitis víricas (en particular, las hepatitis B y C crónicas) y las infecciones de transmisión sexual de aquí a 2030.

Las estrategias proponen una serie de medidas compartidas y específicas para cada enfermedad respaldadas por las intervenciones de la OMS y sus asociados. Tienen en cuenta los cambios epidemiológicos, tecnológicos y contextuales ocurridos en años anteriores, fomentan el aprendizaje en todas las áreas de las enfermedades y crean oportunidades para aprovechar las innovaciones y los nuevos conocimientos a fin de responder eficazmente a las enfermedades. Las estrategias hacen un llamamiento a ampliar la prevención, la realización de pruebas y el tratamiento de la hepatitis vírica poniendo el acento en llegar a las poblaciones y las comunidades más afectadas y en situación de riesgo respecto de cada enfermedad, así como en abordar las brechas y las desigualdades. Promueven sinergias en el marco de la cobertura sanitaria universal y la atención primaria y contribuyen a alcanzar los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

 La OMS organiza campañas anuales con motivo del Día Mundial contra la Hepatitis (una de sus nueve campañas anuales de salud emblemáticas) con el objetivo de crear más conciencia y mejorar los conocimientos acerca de las hepatitis víricas. Para la edición de 2023 del Día Mundial contra la Hepatitis, la OMS se centra en el tema «Una vida, un hígado» para ilustrar la importancia del hígado para una vida saludable y la necesidad de ampliar la prevención, la realización de pruebas y el tratamiento de las hepatitis víricas a fin de prevenir las enfermedades hepáticas y alcanzar la meta de eliminar la hepatitis para 2030.