Ahogarse es quizás la mejor metáfora posible para la depresión y la ansiedad. La falta de aire, el miedo, la impotencia, la sensación de que hay algo más fuerte que el cuerpo que empuja hacia abajo para obligarte a tocar fondo. En ‘6 globos’, el coche es el envase de esa imagen: lleno de agua, hundiéndose en un mar imaginario, cubriendo ya las cabezas de sus dos protagonistas que, aparentemente inconscientes de la situación, continúan discutiendo acaloradamente. Es, claro está, una metáfora, como lo son las que cubren el metraje de ‘¡Olvídate de mí!’ para representar la pérdida y el dolor de los recuerdos, y como era la sangre que salía del ascensor de ‘El resplandor’, al mismo tiempo un recurso del terror y un síntoma de que algo demoníaco subyace en los cimientos del Overlook. Para esta producción original de Netflix, como para los filmes mencionados, la metáfora no es una elección arbitraria, sino una línea coherente que acompaña de la mano a una narración impactante: apenas 75 minutos que escalan en intensidad emocional y tensión narrativa y que, al terminar, dejan escapar un largo y hondo suspiro. Como el que daría el ahogado al salir del agua. Como el que dará el espectador que alguna vez sintió ese dolor en el pecho.

Katie (Abbi Jacobson) está preparando una fiesta sorpresa para su novio, pero, mientras los invitados acaban de arreglar algunos detalles, debe hacer un par de recados. Entre ellos, recoger a su hermano Seth (Dave Franco) y a su hija pequeña Ella. Sin embargo, al llegar a su casa, sólo necesita unos minutos para darse cuenta de lo que ocurre: ha vuelto a recaer en la heroína. A partir de entonces, esos recados se convertirán en una especie de ‘road movie’ a través de la decisión entre encontrar una clínica de desintoxicación dispuesta a acogerle o conseguirle más droga para poder llegar a tiempo a la fiesta. La relación entre los dos hermanos se va desvelando entre las claustrofóbicas paredes del coche, y se revela intoxicada, dependiente y desigual. Se evidencian los egoísmos, los rencores y las excusas ya conocidas. Todos esos elementos se cocinan en una olla a presión, con acontecimientos que combinan la risa con el llanto, para mostrarnos una perspectiva muy específica: la de Katie, que se ahoga -literal y metafóricamente- en los problemas de su hermano mientras guarda en el coche sus cintas antidepresivas -que escuchamos sin cesar, que escucha ella en su cabeza- y es incapaz de dejar caer a una de las personas que más quiere en el mundo.

Subirte a un barco, perder el control, darte cuenta de que no existe, hundirte en el agua. Las etapas que escuchamos del locutor de las grabaciones son las mismas que recorre la psique de la protagonista para poder superar con ¿éxito? el ‘via crucis’ por el que la lleva su hermano en una noche que se suponía de fiesta. La directora Marja-Lewis Ryan demuestra en su segundo largometraje una habilidad portentosa para transmitir en imágenes esa congoja, ese temblor, esa tristeza crónica. De hecho, su historia deja muchas preguntas sin contestar, pues sólo necesita algunos detalles para transmitir perfectamente lo que quiere, apoyándose menos en la información y más en las imágenes poderosas que la componen. El final es el colofón de todas ellas, donde Katie tiene que decidir si quiere seguir hundiéndose para salvar a su hermano o si, en cambio, prefiere salvarse a sí misma. Porque siempre estará la opción, siempre habrá un barco esperando al final del muelle. La cuestión es si tenemos la fuerza suficiente para subirnos a él.

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Mireia Mullor

Mireia es experta en cine y series en la revista FOTOGRAMAS, donde escribe sobre todo tipo de estrenos de películas y series de Netflix, HBO Max y más. Su ídolo es Agnès Varda y le apasiona el cine de autor, pero también está al día de todas las noticias de Marvel, Disney, Star Wars y otras franquicias, y tiene debilidad por el anime japonés; un perfil polifacético que también ha demostrado en cabeceras como ESQUIRE y ELLE.

En sus siete años en FOTOGRAMAS ha conseguido hacerse un hueco como redactora y especialista SEO en la web, y también colabora y forma parte del cuadro crítico de la edición impresa. Ha tenido la oportunidad de entrevistar a estrellas de la talla de Ryan Gosling, Jake Gyllenhaal, Zendaya y Kristen Stewart (aunque la que más ilusión le hizo sigue siendo Jane Campion), cubrir grandes eventos como los Oscars y asistir a festivales como los de San Sebastián, Londres, Sevilla y Venecia (en el que ha ejercido de jurado FIPRESCI). Además, ha participado en campañas de contenidos patrocinados con el equipo de Hearst Magazines España, y tiene cierta experiencia en departamentos de comunicación y como programadora a través del Kingston International Film Festival de Londres.

Mireia es graduada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y empezó su carrera como periodista cinematográfica en medios online como la revista Insertos y Cine Divergente, entre otros. En 2023 se publica su primer libro, 'Biblioteca Studio Ghibli: Nicky, la aprendiz de bruja' (Editorial Héroes de Papel), un ensayo en profundidad sobre la película de Hayao Miyazaki de 1989.