El bloqueo francés al Río de la Plata: el fantasma del servicio militar y la intervención de San Martín

El bloqueo francés al Río de la Plata: el fantasma del servicio militar y la intervención de San Martín

El 28 de marzo de 1838 aparecieron los barcos frente al puerto de Buenos Aires. La excusa había sido defender a un ciudadano de ese país al que querían obligar a realizar la instrucción militar. Las conspiraciones con los unitarios y la solución del conflicto por la vía diplomática, tras dos años con el comercio exterior paralizado

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El litógrafo francés César Hipólito Bacle, que había llegado a Buenos Aires por 1825. Su caso fue uno de los detonantes del bloque (Wikipedia)
El litógrafo francés César Hipólito Bacle, que había llegado a Buenos Aires por 1825. Su caso fue uno de los detonantes del bloque (Wikipedia)

César Hipólito Bacle vivía en la calle Victoria 148. Este ginebrino nacionalizado francés había llegado al país por 1825. Allí armó un negocio de litografía y pintura, donde retrató a lo mejor de la sociedad de entonces. Los hacía en miniatura y al óleo. Impulsor de la litografía en la ciudad de Buenos Aires, también imprimía letras de cambio, circulares y tarjetas.

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El francés que originó el conflicto

Era multifacético: caricaturista de la vida urbana, tipógrafo, crítico literario e investigador científico. En 1829, Rosas lo nombró director de Litografía del Estado, que funcionaba en la calle de la Catedral número 17.

Fundó el Boletín de Comercio y le tomó cinco años elaborar la Colección General de marcas de ganado de la Provincia de Buenos Aires y editó Trajes y costumbres de la Provincia de Buenos Aires. El mismo vendía lo que exhibía en su vidriera.

Juan Manuel de Rosas era el gobernador de Buenos Aires, con el ejercicio de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina
Juan Manuel de Rosas era el gobernador de Buenos Aires, con el ejercicio de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina

Cuando sus finanzas declinaron probó suerte en Chile, donde se lo nombró Impresor y Litógrafo del Estado. Con el ministro de Guerra Diego Portales hablaron de política y de una cuestión delicadísima, los emigrados argentinos.

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A su regreso de su viaje, Rosas ya estaba al tanto de sus opiniones. Bacle se condenó con una carta en la que se revelaba contenido comprometedor con el funcionario chileno. Se lo acusó de ponerse en contacto con los unitarios y de vender mapas secretos de las fronteras argentinas a Bolivia. Encarcelado, se lo condenó a muerte. Desesperado, le pidió ayuda al cónsul francés y logró que le conmutasen la pena. Luego de cinco meses preso en las peores condiciones, sometido a malos tratos, enfermó. Recuperó la libertad y falleció en su casa el 4 de enero de 1838 por una gastritis por una excesiva ingesta de opio. Su cadáver fue acompañado al cementerio por una multitud de franceses, que tomaron la muerte de su compatriota como un insulto hacia el gobierno de su país.

Aimé Roger, el vice cónsul sin credenciales diplomáticas. Fue el que fogoneó el bloqueo del Río de la Plata (Wikipedia)
Aimé Roger, el vice cónsul sin credenciales diplomáticas. Fue el que fogoneó el bloqueo del Río de la Plata (Wikipedia)

Sus bienes fueron embargados por Chile, al considerar que no había cumplido con su contrato de trabajo. La viuda y sus hijos quedaron prácticamente en la calle.

La desgracia de Bacle sería una de las excusas para que Francia aplicase un bloqueo al Río de la Plata.

Las relaciones diplomáticas entre nuestro país y el reinado de Luis Felipe de Orleans, el monarca francés que había ascendido al trono en julio de 1830, empezaron con el pie izquierdo. El detonante fue una ley de 1821 que establecía que los ciudadanos extranjeros que tuvieran propiedades en el país, que ejercieran el comercio, con más de dos años de residencia, podían ser convocados al servicio de la milicia.

La flota francesa en el Rio de la Plata en plena acción. El 11 de octubre de 1838 ocupó la Isla Martín García luego de una elogiable resistencia de parte de la pequeña dotación que la defendía (Autor Justo Lynch, según "Iconografía Uruguaya" de Besnes Irigoyen. En Historia Naval Argentina)
La flota francesa en el Rio de la Plata en plena acción. El 11 de octubre de 1838 ocupó la Isla Martín García luego de una elogiable resistencia de parte de la pequeña dotación que la defendía (Autor Justo Lynch, según "Iconografía Uruguaya" de Besnes Irigoyen. En Historia Naval Argentina)

La leva de extranjeros no era nueva: había comenzado en 1815 y comprendía a hombres de entre 16 y 60 años con más de dos años de residencia en el país.

Desde tiempo atrás, la diplomacia francesa venía solicitando al gobierno que los ciudadanos galos fueran eximidos, tal como ocurría con los británicos. Era cierto: en diciembre de 1825, cuando Gran Bretaña reconoció nuestra independencia y se celebró un acuerdo comercial, por el que los ingleses gozaban de libertad de tránsito, de culto, podían disponer de sus propiedades, los comerciantes quedaron exentos del pago de derechos de tonelaje, puerto y pilotaje, también quedaron eximidos del servicio militar.

Felipe Arana, ministro de relaciones exteriores de Rosas. Tuvo un arduo trabajo en el terreno diplomático (Wikipedia)
Felipe Arana, ministro de relaciones exteriores de Rosas. Tuvo un arduo trabajo en el terreno diplomático (Wikipedia)

De todas maneras, cuando Rosas asumió el poder, procuró aplicar la ley en cuestión solamente en casos de necesidad.

La relación con Francia

Durante su segundo gobierno, que comenzó en 1832, las relaciones con Francia no mejoraron. La actitud del vice cónsul francés Aimé Roger no contribuyó a una relación cordial, que iba en consonancia con las pretensiones imperialistas de Francia en América.

Roger evaluó que un éxito diplomático lo posicionaría de la mejor manera en la corte de Luis Felipe. Sin tener las credenciales en orden, Roger, de temperamento arrogante y agresivo, exigió el fin del servicio militar para los franceses y solicitó la libertad de Pedro Lavié, un cantinero francés enrolado en la milicia, condenado a cinco meses a la cárcel por robo.

Apoyaba además la reclamación de la viuda de Bacle y en la lista de reclamos incluyó al francés Pedro Gascogne a quien el gobierno le había clausurado todos sus negocios al negarse a contribuir con dinero para una fiesta en honor a Rosas. También exigía que fueran dados de baja los conciudadanos Martín Larré y Jourdan Pons, que estaban en la milicia, pero por su propia voluntad.

No entendía cómo argentinos se había aliado a los franceses "para humillar a su patria". Le ofreció su colaboración a Rosas.
No entendía cómo argentinos se había aliado a los franceses "para humillar a su patria". Le ofreció su colaboración a Rosas.

Lo primero que hizo Rosas fue pedir la lista de los franceses permanecían detenidos. Se sorprendió al saber que había solo dos. El marinero Pedro Jusson, acusado de asesinar a Matías Cañete y Pedro Lavié.

Rosas ninguneó a Roger. Respondió que para atender dichos reclamos, exigió que fuera ante un diplomático con las credenciales correspondientes. Roger no las tenía porque reemplazaba al cónsul que se había ausentado de Buenos Aires.

A las primeras reclamaciones diplomáticas, de fines de 1837 el ministro de Relaciones Exteriores Felipe Arana respondía cuando quería y a cuentagotas. Encima le hizo saber que discutiría los términos de la ley del servicio militar con un diplomático acreditado.

Roger escribió a su gobierno. Que Rosas era despótico, un tirano, y que el único camino que quedaba para resolver el entuerto era el de la fuerza.

Empieza el bloqueo

París lo autorizó a usar dos naves del almirante Luis Francisco Leblanc, que estaban en Río de Janeiro. Roger respondió que dos naves no alcanzaban, que era necesaria una verdadera demostración de fuerza. Nadie se detuvo entonces en Francia en analizar cómo se habían dado los hechos, le creyeron a Roger a pie juntillas pero, aún así, le pidieron que hiciera un último intento con Buenos Aires.

El 7 de marzo de 1838 Rosas recibió a Roger durante dos horas. Ninguno dio el brazo a torcer. La cosa terminó a los gritos. Que Francia se uniría a los enemigos de Rosas, amenazó Roger y el gobernador respondió que todo el país lo apoyaría y que los unitarios desaparecerían. El 13 de marzo, Arana le devolvió los pasaportes a Roger.

El 24 de marzo apareció frente a Buenos Aires la flota francesa. Traían tres pretensiones: la eximición del servicio militar a franceses, indemnización a ciudadanos perjudicados y reclamaban a Lavié, para que fuese juzgado y ver si en realidad era culpable.

Rosas no admitió negociar en una situación de fuerza. Decía que sentaría un precedente y cualquier país podría hacer lo mismo.

Ante la negativa, Leblanc declaró el miércoles 28 de marzo de 1838 que bloqueaba el puerto de Buenos Aires y el litoral del río perteneciente a nuestro país. Los franceses estaban convencidos de que en dos semanas la cuestión quedaría zanjada, ya que la economía local sentiría fuerte el bloqueo.

Rosas, resiste

Rosas ajustó el cinturón. Aplicó fuertes recortes, especialmente en sueldos de funcionarios, eliminó muchos, entre ellos el suyo propio. Cortó el apoyo económico a la Universidad de Buenos Aires, a la Casa de Niños Expósitos, a la Sociedad de Beneficencia y a los hospitales, y que cada uno se proveyera de los fondos con colectas para pagar sueldos, porque mientras durase el bloqueo, no podía girarle un peso más.

Hizo del bloqueo una causa nacional y fogoneó la xenofobia entre sus seguidores al hacer correr la versión de que Francia pretendía colonizarnos.

Para la actividad agrícola ganadera, el bloqueo fue un mazazo letal: recién se estaban recuperando de una increíble sequía que hubo en 1836.

Para colmo de males, la Confederación, desde principios de ese año, mantenía una guerra con Bolivia y miraba de reojo los movimientos de los unitarios, que no demoraron en aliarse a los franceses.

Rosas dispuso una importante baja de la tasa de ingreso de productos importados, estimulando el contrabando. Tanto comerciantes argentinos como extranjeros contribuyeron con un empréstito voluntario.

El 25 de mayo la ciudad apareció empapelada con carteles con la leyenda “¡Viva el 25 de mayo!¡Muera el tirano Rosas!”. Su primo Anchorena fue a su casa a advertirle que había un plan para asesinarlo.

El gobernador había decidido someter a la legislatura la correspondencia oficial que mantenía con los franceses para acordar los pasos a seguir, y surgió el plan de declararlo incapaz para gobernar y reemplazarlo por un triunvirato. Pero los legisladores no hicieron nada.

Desde su exilio, José de San Martín se enteró del bloqueo. En una carta del 5 de agosto de 1838 a Rosas escribió que si aquel lo creería necesario, esperaría sus órdenes, y que tres días después “me pondré en marcha para servir a la patria honradamente, en cualquier clase que se me destine”.

San Martín describió el bloqueo en una carta del 10 de julio como “violento abuso del poder”. Criticó la actitud de los unitarios, unidos a los franceses: “…no puedo concebir es el que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se una al extranjero para humillar a su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempos de la dominación española; una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer desaparecer”.

Las firmas de Arana y Mackau en el acuerdo al que llegaron la Confederación y Francia. Fuente Facebook Junta de Estudios Históricos de la Recoleta
Las firmas de Arana y Mackau en el acuerdo al que llegaron la Confederación y Francia. Fuente Facebook Junta de Estudios Históricos de la Recoleta

El 20 de octubre Rosas sufriría otro golpe, la muerte de su esposa Encarnación Ezcurra. Al regreso del entierro, el coronel Vicente González sugirió llevar un cintillo punzó en el quepi militar, arriba del crespón negro por el luto. Se popularizó tanto que su uso se generalizó y acompañó la divisa federal que se debía lucir en el pecho.

A comienzos de 1839 Rosas supo de un plan para matarlo. Un complot entre unitarios, franceses y federales, que pasaría a la historia como la conjuración de Maza, que debía estallar en una acción combinada de insurrección local, a la que se sumaría el desembarco de Juan Lavalle. Logró desbaratarla.

El desgaste y el intríngulis político en que se vio envuelto Francia, que no veía ningún avance concreto con el bloqueo, la llevó a ser más práctica y el 29 de octubre de 1840 se firmó, a bordo del buque francés Bolonnaise un acuerdo entre el ministro de exteriores Felipe Arana y el vicealmirante Angel René Armand de Mackau. En ese acuerdo se estableció que el gobierno argentino reconocería indemnizaciones a franceses que hubieran sido perjudicados, y cada caso sería estudiado por media docena de árbitros. Francia levantaba el bloqueo, devolvía la isla Martín García, que la había tomado el 11 de octubre de 1838, y de ahí en adelante los ciudadanos franceses tendrían las mismas prerrogativas y derechos que cualquier otro extranjero.

Rosas salió como ganador y los unitarios, al ser ignorados por los franceses, quedaron librados a su suerte. No sería el fin de la historia. El país sufriría otro bloqueo. Y en ese sí habría disparos.

Fuentes: Historia de la Confederación Argentina, tomo II, de Adolfo Saldías; El gran bloqueo, por Antonio E. Castello; Historia Naval Argentina, de Teodoro Caillet-Bois.

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