La rebelión de 1624 fue un “estallido a favor de la justicia” La rebelión de 1624 fue un “estallido a favor de la justicia” | Últimas noticias, actualidad y última hora en México y el mundo

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La rebelión de 1624 fue un “estallido a favor de la justicia”

No obstante, la confrontación del virrey contra el arzobispo, detonaron la rebelión, señala el historiador Gibran Bautista y Lugo en su libro "Integrar un reino"

La rebelión de 1624 fue un “estallido a favor de la justicia”

La rebelión de 1624 fue un “estallido a favor de la justicia”

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

*reynapazavendano@gmail.com

El 15 de enero de 1624, multitudes que gritaban ¡Viva Dios y el Rey y muera el mal gobierno! se organizaron para tomar el Palacio Real de la Ciudad de México y derrocar al virrey Diego Pimentel, marqués de Gelves. Los motivos: la gente consideró que el virrey había lastimado la justicia. El resultado: el virrey fue derrocado.

La historia de cómo el arzobispo Juan Pérez de la Serna lanzó un edicto para que las iglesias cerraran sus puertas como incitación a la rebelión contra el virrey, de cómo se lanzaron tiros de arcabuces a la puerta del Palacio Real, son detalles que narra el historiador Gibran Bautista y Lugo en su libro Integrar un reino. La ciudad de México en la monarquía de España, 1621-1628.

El virrey llegó a la Nueva España en septiembre de 1621 e intentó imponer un plan reformador en una tierra rica y con muchos grupos de poder que echaban mano de negocios, entre éstos, oidores, corregidores, alcaldes y personas con gran poder adquisitivo dentro del Ayuntamiento de México.

De Gelves ha dicho que era un virrey de mano dura, pero al mismo tiempo muy austero y que tenía la idea de reformar la moral y la fiscalidad. En realidad, lo que uno puede entender es que no comprendió el entramado político y económico del reino de Nueva España y que intentó imponer un plan a los grupos más desprotegidos y a los grandes ricos”, detalla el experto.

Algunas medidas que implementó el virrey fueron: prohibición de reuniones de negros y mulatos, impidió el grano de maíz para la engorda de ganado porcino, anuló apelaciones y desterró a ocho oidores.

El virrey trató de meter la mano en la distribución del comercio al por menor del maíz, el abasto de la ciudad dependía del modo en cómo se introducía el maíz de los pueblos productores en los alrededores de la ciudad. Ahí había un gran negocio controlado por corregidores, alcaldes mayores y algunos oidores que autorizaban reventas y el regateo”, detalla Bautista y Lugo.

Sin embargo, el gran malestar se expresó cuando canceló las apelaciones.

La sociedad estaba manida de foros judiciales, la justicia era gobierno. Las apelaciones eran muy importantes porque si a alguien le robaban una vaca, unas piezas de artesanías o instrumentos de su taller iba y pedía justicia ante el alcalde ordinario de la Ciudad de México y si el alcalde estaba coludido con el que le robó no había justicia, entonces ese demandante apelaba a una segunda instancia: los oidores”, indica.

Lo que hizo Pimentel al cancelar las apelaciones fue cancelar la justicia, añade el investigador del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UNAM.

En buena medida, la rebelión fue un estallido a favor de la justicia, aunque si tuviéramos que encontrar cuál fue la gota que detonó la rebelión fue la confrontación del virrey contra el arzobispo y las medidas radicales que éste tomó para enfrentar lo que parecía una medida exagera del virrey: el destierro del prelado”, detalla.

Entre los antecedentes que demuestran una rebelión planeada y organizada, Bautista y Lugo menciona –en el libro editado por el IIH de la UNAM– el tráfico de arcabuces por Miguel Rodríguez de Guevara, alguacil mayor de la Ciudad de México, y su hermano, Francisco Rodríguez de Guevara, alguacil mayor en la Ciudad de Puebla.

Como alguaciles tenían todos los contactos de quiénes elaboraban la pólvora y armas. Lo que fue extraordinario es que trasegaran armas de otras ciudades como Puebla y las acumularan en el Palacio del Arzobispado, uno de los puntos de combate más importantes a la hora en que la rebelión se convirtió en una trifulca entre arcabuceros lanzados hacia el Palacio Real”, indica.

El autor señala que cuando el virrey fue derrocado, en su lugar, la Audiencia Real gobernó en nombre del rey por nueve meses.

La investigación para castigar el atrevimiento de los vecinos de la ciudad de México comenzó dos años después, bajo la dirección del visitador general Martín Carrillo y Alderete. Muchos fueron perseguidos, apresados y torturados. Sometidos a juicio por sus delitos, tres fueron ejecutados en público; pero las protestas y conspiraciones contra los representantes reales continuaron”. En 1627, el rey promovió la paz y nulificó sentencias.

Portada del libro, editado por el IIH de la UNAM.

GRABADO EN HOLANDA

En la imagen del grabado, niños y adultos arrojan piedras a la fachada del edificio, justo como lo describe uno de los testigos: “había tantas piedras que si a propósito se hubieran dispuesto en un montón a la mitad de la Plaza Mayor, no las habrían tenido tan a la mano”, escribe Gibran Bautista y Lugo en el artículo “Los indios y la rebelión de 1624 en la ciudad de México”, del libro Los indios en las ciudades.