El caso es que Inglaterra tenía un nuevo futuro rey en la persona de Georgie...
Y Georgie, plenamente consciente de lo que las nuevas circunstancias requerían de él, estaba dispuesto no sólo a sacrificar de inmediato su carrera en la Navy, si no también a comprometerse en matrimonio.
A decir verdad, la trayectoria de Georgie en el apartado sentimental no contenía muchos episodios. Su primer amor había sido Julie Stonor, una bonita muchacha de rubios cabellos cuya madre formaba parte del grupo de damas de compañía de Alix princesa de Gales.
Julie Stonor.
Julie no pertenecía a la realeza, ni siquiera a la alta aristocracia; por añadidura, profesaba la religión católica. Aunque la propia Alix consideraba que su Georgie y la querida Julie formaban una pareja deliciosa, aquel romance estaba sentenciado de antemano. Sin embargo, una prueba de hasta qué punto hubo unos sentimientos profundos y verdaderos entre ellos la tenemos en el hecho de que jamás dejaron de ser amigos. George siempre conservó una cariñosa predilección hacia Julie, incluso después de que ella se convirtiese en marquesa d´Hautepoule por matrimonio.
Después de Julie Stonor, ninguna joven había capturado los sentimientos de George...excepto su prima Marie, apodada Missy. Missy era la mayor de los hijos del tío Alfred y la tía María, duques de Edimburgo. Se daba la circunstancia de que, al emular Georgie a su tío paterno Affie enrolándose en la Navy, el joven fue puesto en cierto
modo bajo la tutela del mayor. Así, puesto que Affie había sido destinado a Malta, en dónde se hallaba fondeada la británica Flota del Mediterráneo, Georgie se convirtió en uno de sus oficiales. El tío exigía al sobrino igual que al resto de sus subordinados, pero eso al sobrino le parecía perfecto. Había un profundo respeto y veneración de Georgie hacia Affie. Puesto que la esposa de Affie, María, se había establecido en el palacio de San Antonio, en Attard, con los hijos de la pareja, para poder mantener una vida familiar, resultó que Georgie se convirtió en un constante huésped de los Edimburgo. De tanto relacionarse con su primo y sus cuatro primas, enseguida se quedó entusiasmado con la mayor de las chicas, Missy, una rubia encantadora y pizpireta.
Missy.
Georgie contaba con el apoyo de su padre Bertie, príncipe de Gales, en su proyecto de solicitar la mano de Missy. La chiquilla con la que había flirteado en Malta residía a la sazón en Coburgo, el ducado alemán que el tío Alfred heredaría a la muerte de Ernest II, hermano mayor del difunto consorte de la reina Victoria, Albert. Georgie pensaba que Missy estaría encantada de aceptar su petición de mano, pues ambos se gustaban muchísimo y aparte ella, británica por nacimiento, nieta de la soberana inglesa, valoraría la oportunidad de convertirse, con el tiempo, en consorte del rey de Gran Bretaña e Irlanda. Bertie pensaba igual, lo mismo que Affie, el padre de Missy. Pero la oposición vino de las madres de ambos. Alix de Gales y María duquesa de Edimburgo, una gran duquesa imperial rusa, nunca habían congeniado. María no ocultaba que le desagradaba todo lo inglés; estaba encantada de que a su marido le tocase recibir en herencia un ducado germánico. A Alix le molestaba ese afán constante de su concuñada por resaltar lo germánico a costa de denostar lo británico. No había forma de que las dos conciliasen sus posturas.
Probablemente, Alix hubiese cedido...por amor a Georgie. Pero María era harina de otro costal. Estaba completamente decidida a evitar que su Missy se casase con Georgie. De hecho, para frustrar cualquier avance en esa dirección, había pedido ayuda a su sobrino político Wilhelm II, el káiser, primo hermano tanto de Georgie como de Missy. María explicó a Wilhelm que, dado que su marido y posteriormente su único hijo varón deberían convertirse, sucesivamente, en duques soberanos de Coburgo, creía que lo que les convenía, en términos dinásticos, era que sus hijas matrimoniasen con príncipes de estirpes alemanas.
Presionada por María, Missy hubo de enviarle una cartita a Georgie en la que cerraba las puertas a un compromiso nupcial. Paralelamente, se encontraría aceptando el cortejo del príncipe Ferdinand de Hohenzollern-Sigmarigen, heredero de Rumanía desde que le había adoptado su tío paterno Carol I.