Presidentes del Consejo de Ministros durante el reinado de Alfonso XII. José Posada Herrera y de nuevo Antonio Cánovas del Castillo
José Posada Herrera (en la foto)
José Posada Herreras, asturiano, nacido en Llanes en 1814 y muerto en la misma localidad a la edad de 71 años, en 1885. Abogado y político liberal, Presidente del Congreso de los Diputados en varias ocasiones, Ministro de Gobernación, Embajador ante la Santa Sede y Presidente del Consejo de Ministros. Licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo, fue profesor de dicha Universidad.
Diputado por el partido progresista y el partido moderado en los años cuarenta del siglo. Intervino en la redacción de las Constituciones de 1869 y 1876. Como ministro de Gobernación fue un experto manipulador de elecciones para conseguir, sin escrúpulos y con gran habilidad, los resultados que el Gobierno deseaba.
Perteneciente al mismo partido que Sagasta, fue nombrado Presidente del Consejo de Ministros en sustitución del dimitido Sagasta, el 13 de octubre de 1883. Su mandato fue corto, duró hasta el 18 de enero del año siguiente cuando dimitió y fue sustituido por Antonio Cánovas.
Durante su mandato, la Asamblea Andaluza del partido demócrata federal, liderado por Pi y Margall, tuvo lugar en la ciudad de Antequera los últimos días del mes de octubre de 1883. Allí se aprobó el Proyecto de Constitución o Pacto Federal para los Cantones andaluces. El texto establece una estrecha correlación entre regionalismo, campesinado y superación del concepto de nación. Es un código político de carácter social y económico que intentaba reavivar el espíritu de 1873.
La Asamblea, celebrada en el décimo aniversario de la I República, fue el primer acto donde se solicitó expresamente una “Andalucía soberana y autónoma”. Fue el comienzo del Regionalismo andaluz.
Posada dimitió, el 13 de enero de 1884, acosado por la crisis de su partido y, siguiendo el turno de partidos en el poder, su sustituto como Presidente del Consejo de Ministros fue el conservador Antonio Cánovas del Castillo.
Antonio Cánovas del Castillo
Nombrado Presidente del Consejo de Ministros, por cuarta vez, el 13 de enero de 1884, su mandato duró hasta el 27 de noviembre de 1885 cuando, dos días después de la muerte del Rey Alfonso XII, puso su cargo a disposición de la Regente y viuda del Rey, María Cristina de Habsburgo- Lorena.
Siguiendo la práctica habitual, Cánovas disolvió las Cortes el día 31 de marzo de 1884, convocando elecciones para 27 de abril del mismo año. Las elecciones fueron realizadas con un sufragio restringido, votó el 4,6% de la población, y la victoria fue para el partido conservador que obtuvo 318 diputados de los 392 elegidos. Como era costumbre de la época, la abstención fue de un 28 % y las elecciones fueron manipuladas para que el partido conservador obtuviese la mayoría parlamentaria.
La crisis económica debida, a una brusca caída de los precios de los productos de exportación, las deudas contraídas en la Guerra de los Diez años, la abolición de la esclavitud y la modernización de la maquinaría de los ingenios azucareros, llevó a la bancarrota la economía de la Cuba afectando a los resultados electorales en la isla. Surgió un movimiento político, la Junta Magna, que reclamaba la adopción de medidas radicales para recuperar las exportaciones. Proponían una reforma arancelaria y un tratado comercial con Estados Unidos que era el mayor mercado de productos cubanos. El movimiento fue disuelto por las autoridades.
El día 27 de abril de 1884, el mismo día de las elecciones, se produjo la mayor calamidad sucedida durante el reinado de Alfonso XII, la catástrofe del Puente de Alcudia, que, junto al terremoto de Andalucía del día de Navidad y la epidemia de cólera de 1885, la última epidemia de la historia ocurrida en España y en Europa, constituyen los mayores siniestros del reinado.
En el Valle de Alcudia, sobre el río que da nombre al valle, entre las localidades de Chillón y de Almadenejos, en la provincia de Ciudad Real, existía un puente metálico de 90 metros de longitud. Era un puente de ferrocarril en la línea Madrid- Badajoz. En la madrugada del día 27 se produjo un atentado contra la línea de ferrocarril. Consistió en serrar la vía lo que provocó el descarrilamiento del tren que, procedente de Chillón, llevaba un pasaje compuesto, en su mayoría, de soldados licenciados de los Regimientos Castilla y Granada de guarnición en Badajoz. Fue el primer accidente ferroviario de España y se saldó con 59 soldados muertos, de los 176 que transportaba el tren, además de dos paisanos. Los heridos fueron 81, de ellos dos graves. Se piensa que fue un atentado anarquista para alterar el orden público y la intención del voto.
El 1 de octubre, el catedrático de Historia Universal de la Universidad Central, Miguel Morayta y Sagrario, masón, anticlerical y republicano federal, impartió el discurso inaugural del curso 1884-1885 sobre la civilización faraónica, el acto contaba con la presidencia del Ministro de Fomento Alejandro Pidal y Mon.
Al final de su discurso, Morayta se hizo eco del debate que había suscitado en España le teoría de la evolución de Darwin. Siguiendo la línea del positivismo aplicado a la antropología, sostuvo que no era científico seguir las Sagradas Escrituras para explicar el origen del Hombre, las civilizaciones antiguas o acontecimientos como el diluvio universal. Las propuestas iban contra la doctrina de la Iglesia por lo que fueron consideradas heréticas y Morayta fue excomulgado. Maraya creía que el deber del catedrático era trabajar a favor de la enseñanza de las verdades probadas y de la libertad de cátedra, sin que nadie le impusiese la doctrina que ha de profesar, ni la ciencia que ha de creer, ni el sistema que ha de enseñar.
El intrusismo del Gobierno conservador, y en especial del ministro de Fomento, un reaccionario ultra católico, terminó generando los disturbios estudiantiles la noche del día 11 de noviembre, día de Santa Isabel, que recordaron a todo el mundo lo sucedido veinte años antes, la noche de San Daniel de 10 de abril de 1865, cuando las fuerzas del orden del gobierno del general Narváez reprimieron duramente las manifestaciones estudiantiles. El conflicto se llevó a las Cortes donde la oposición denunció la actuación del Gobierno y lo puso en serias dificultades.
En octubre, se celebró en Washington una conferencia internacional para determinar el primer meridiano cero para uso internacional. El meridiano elegido sería utilizado como meridiano de longitud cero y como estándar de tiempo en todo el mundo. Entre las tres propuestas presentadas estaba el meridiano de la isla de Hierro por ser la isla más occidental de España. El adoptado fue el meridiano de Greenwich. Hasta entonces, cada nación tenía su propio meridiano de longitud cero, así en las cartas de navegación españolas se usaba el meridiano de Cádiz. En la conferencia, también se acordó la división del mundo en 24 husos horarios de 15º cada uno.
El día 25 de diciembre de 1884, se registró un seísmo en Andalucía de gran magnitud, 6,5 grados en la escala de Richter, que causo entre mil y mil doscientos muertos.
El 26 de diciembre, el Rey proclama que ha tomado el territorio de Rio de Oro bajo su protección. De acuerdo con la Conferencia de Berlín, el Gobierno comunica a todas las potencias extranjeras tener bajo su protectorado los territorios de la costa existentes entre el Cabo Bojador y el Cabo Blanco. Ninguna potencia puso objeciones, ni siquiera Marruecos, por lo que la ocupación quedó legalizada. Una vez reconocido su dominio en el Sahara Occidental, España empieza a construir Villa Cisneros como capital del territorio, así como factorías en Rio de Oro y Cabo Blanco.
Así mismo, España reafirmó sus posesiones del Golfo de Guinea (Isla de Fernando Poo, un pequeño territorio continental y otras pequeñas islas) lo que constituyeron los Territorios Españoles del Golfo de Guinea, mucho más reducidos que los derechos originalmente adquiridos por España a Portugal.
La Conferencia de Berlín, celebrada entre noviembre de 1884 y febrero de 1885, había reunido en la ciudad a todos los países interesados en el reparto colonial de África.
A primeros del mes de enero de 1885, España firmó la paz con Ecuador, el último país beligerante en la Guerra del Pacifico entre España y las Repúblicas Sudamericanas que quedaba por firmar la paz.
El Océano Pacifico había sido un océano español hasta mediados del siglo XIX cuando las potencias europeas empezaron a repartirse el mundo. África se la repartieron en la Conferencia de Berlín, pero el Océano Pacifico, en teoría con amplias zonas de dominio español, no había sido repartido con ningún un tratado internacional semejante a la Conferencia de Berlín. Además, España no disponía de la Armada ni de los medios necesarios para el control de tantos territorios en tan extenso Océano.
Los problemas para España habían empezado en las Filipinas con los intentos ingleses de ocupación de algunas islas del archipiélago de escasa o nula presencia española. A la presión imperialista inglesa se unió la alemana después de 1870, ambas naciones tenían intereses suficientemente importantes en el archipiélago de Joló y en el norte de Borneo como para poner en cuestión la soberanía española sobre tales territorios. La debilidad de España en el área hizo que, tras largos conversaciones, renunciara a favor de Gran Bretaña de cualquier derecho de soberanía sobre la parte de Borneo que había pertenecido al sultán de Joló, a cambio, ambas naciones, Gran Bretaña y Alemania, reconocían explícitamente la soberanía española sobre el archipiélago de Joló. El acuerdo se firmó el 7 de marzo de 1885.
El Gobierno español, sospechando de los intereses imperialistas de los alemanes e ingleses, ordenó, el 8 de enero, al Capitán General de Filipinas la ocupación de las Islas Carolinas. El archipiélago, descubierto por los españoles y considerado posesión española, no había sido ocupado ni existían asentamientos españoles en él. Desde Manila se envió al crucero Velasco que llegó a la isla de Yap, 99 años después de la última visita de Armada española. Descubre que hay compañías extranjeras dedicadas al comercio de la copra (pulpa seca del coco). A continuación, se desplaza a la isla de Palaos donde llega a un acuerdo con los reyes nativos para que reconozcan la soberanía española.
A la vuelta a Cavite, el comandante del crucero prepara un informe, pero el Gobierno, antes de recibirlo, decreta el 3 de marzo, la creación de un gobierno político – militar de las Carolinas incluyendo a la isla de Palaos.
Entre tanto, en abril, los ingleses y alemanes llegan a un acuerdo sobre esferas de influencia en el Océano Pacífico y asignan el archipiélago de las Carolinas dentro del área de influencia alemana.
El día 6 de agosto de 1885, el embajador alemán en Madrid entregó una nota al Gobierno español indicando su propósito de ocupar las islas Carolinas al considerarlas un territorio sin dueño (res nullius). El Gobierno de España, contestó oponiéndose a las pretensiones alemanas cuando ya navegaban desde Manila hacia las islas un convoy español con el nuevo gobernador con fuerzas de infantería de marina destinadas a permanecer en la isla de Yap. Las fuerzas españolas llegan a la isla días antes que un cañonero alemán, ambas fuerzas izan su bandera y consideran que las islas son de su soberanía. Ambos comandantes, antes la igualdad de fuerzas, deciden escalar el enfrentamiento a sus respectivos gobiernos. El Gobierno español propuso el arbitraje papal que fue aceptado por el Gobierno alemán.
Entre tanto, otros buques alemanes ocupan algunas islas del archipiélago de las Marshall, archipiélago descubierto por españoles que formaba parte de la micronesia española y bajo su soberanía desde 1875.
El laudo papal se acepto por ambas naciones en el Protocolo de Roma del 17 de diciembre de 1885. España mantenía la soberanía sobre las Carolinas a cambio de ceder las islas Marshall a Alemania e Inglaterra. Además, Alemania obtenía libertad de comercio y explotación de las islas.
Mientras tanto, en Cuba, el 7 de marzo de 1885, en los fosos del castillo del Morro, fue fusilado Ramón Leocadio Bonachea, el último de los miembros de ejército insurgente cubano que no aceptó los pactos de Zajón y continuo luchando. Había sido detenido en diciembre del año anterior
El Capitán General de Filipinas, Emilio Terrero Perinat, lanzó en abril de 1885 una campaña en la isla Mindanao contra los moros del líder Dato Uto. Los moros se habían convertido en insurgentes a raíz de una hambruna que hubo en Mindanao en 1872. La campaña duró hasta 1888 y se consiguió destruir una serie de fortalezas en Cotabato y ganar la bahía de Sarangani en el sur de la isla. La paz se firmó en marzo de 1888.
El día 10 de abril, fueron fusilados en las playas de Agaña, la capital de la isla de Guam, los asesinos del Gobernador español de la Isla, Ángel de Pazos y Vela Hidalgo. Los criminales eran soldados chamorros de la compañía de dotación. Los chamorros eran los habitantes nativos de la isla. Las causas del asesinato fueron los abusos de autoridad que se venían cometiendo y la falta de participación de los nativos en el gobierno de las islas. Guam es la isla más grande y más al sur del archipiélago de las Marianas. El archipiélago está situado al este de Filipinas y al sur de Japón. El nombre proviene de Mariana de Austria, reina consorte, esposa de Felipe IV.
El 12 de abril de 1885, se detectó en Valencia el primer afectado por un brote de cólera que se fue extendiendo por todo el país. Cuando la enfermedad llegó a Aranjuez, el Rey partió hacia la ciudad donde ordenó una serie de medidas, repartió ayudas y consoló a los enfermos.
En junio, las diversas facciones liberales habían alcanzado un acuerdo, conocido como la “ley de garantía”, que permitió restablecer la unidad del partido. El acuerdo fue negociado por Manuel Alonso Martínez, como representante de los fusionistas, y por Eugenio Montero Ríos, de los izquierdistas. En el acuerdo se proponía desarrollar las libertades y los derechos reconocidos durante el Sexenio Democrático a cambio de la aceptación de la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes, es decir en la aceptación de la Constitución de 1876. El acuerdo fue básico para el posterior Pacto del Pardo, garante de la estabilidad del régimen y el turno pacifico de los partidos en el poder.
A lo largo del año 1885, la salud del Rey empezó a declinar, tenía 26 años y, aunque la Reina había tenido dos niñas, no tenía descendencia masculina. En otoño su estado se agravó, acabando muriendo de tuberculosis el 25 de noviembre. La Reina estaba en cinta por lo que se consideró conveniente demorar la cuestión sucesoria hasta el nacimiento del hijo póstumo del Rey con objeto de evitar los posibles problemas que pudieran plantear los carlistas. Ambos partidos apoyaron la Regencia de la Reina María Cristina de Habsburgo – Lorena.
Los líderes de los dos principales partidos, el conservador y el liberal, acordaron la víspera de la muerte del Rey, en el supuesto Pacto de El Pardo, proporcionar estabilidad al régimen que consideraban amenazada con el fallecimiento del Rey y la ausencia de un heredero. Así, se institucionalizó el sistema de rotación en el poder, la alternancia de gobierno, sin sobresaltos entre ambas formaciones. El sistema seguía los pasos siguientes: cuando el partido en el poder se veía sometido a tensiones internas de sus distintas tendencias, el Rey llamaba a gobernar al otro partido, otorgando al nuevo Presidente del Consejo de Ministros el decreto de disolución de las Corte, se convocaban nuevas elecciones que, convenientemente manipuladas, daban la victoria al gobierno con una mayoría suficiente frente a la oposición.
El día 27 de noviembre, Antonio Cánovas dimitió y la Reina Regente nombró Presidente del Consejo de Ministros a Práxedes Mateo Sagasta.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, economista e historiador