¿Por qué Iván IV de Rusia fue apodado "El Terrible"?
A lo largo de los siglos muchos personajes históricos han pasado a la posteridad con fama de locos y sanguinarios… pero ¿lo fueron en realidad? ¿Fue justo el apodo que se ganaron? Pues ese es el caso de Iván IV de Rusia, el cual fue apodado “El Terrible”.
En primer lugar, hay que decir que sobre este personaje histórico, fundador del zarismo en Rusia, se han escrito ríos de tinta. Pues lo cierto es que, en términos globales, y a pesar de su mala reputación, está considerado como uno de los más grandes e importantes gobernantes de la Rusia moderna. Porque lo cierto es que Iván fue un hombre muy religioso, astuto y realmente culto, ya que le gustaba mucho leer.
Y es que bajo su mandato el país se convirtió en uno de los más poderosos y avanzados del momento gracias a la profunda reforma legal que modernizó y centralizó la administración en la capital, Moscú, y que sin duda reforzó su autoridad y posición como monarca frente a la poderosa nobleza. Un grupo social que hasta ese momento había influido notablemente en la vida política de su país. De hecho, en sus últimos años en el poder dio comienzo la expansión y conquista rusa de los primeros territorios más allá de los Urales, es decir, Siberia.
Pero alejándonos de lo puramente político, lo que importa en este caso es determinar algo muy sencillo ¿estaba loco de verdad Iván y por eso fue apodado “el terrible”? Pues la verdad es que si atendemos a sus actos en vida, podría decirse que sí, que hubo probablemente un momento a partir del cual el zar perdió el juicio y se dejó llevar por la enajenación más absoluta. Una enajenación que, según parece, le hizo cometer algunos crímenes terribles, como el asesinato de su propio hijo tras golpearle en la cabeza con un bastón en un arrebato de ira desmedida.

Cuadro de Ilía Repin del año 1885 titulado “Iván el Terrible y su hijo”
No obstante, fue por otros motivos por los que Iván se forjó por méritos propios la fama de gobernante implacable, cruel y terrible con sus enemigos, con los que casi nunca mostraba piedad. Una reputación que, curiosamente, ya le precedía desde bien joven. Por ejemplo, apenas siendo una adolescente y aún era un simple príncipe heredero, capturó a un rival político y ordenó que lo arrojasen vivo a una jauría de perros hambrientos, que, lógicamente, lo destrozó. Ya como adulto, tras ser coronado como zar en 1547, se tiene constancia de que, como mensaje para los que osasen a desafiar su poder, en algunas ocasiones ordenó quemar y reducir a cenizas ciudades rebeldes enteras, como fue el caso de Novgorod, así como torturar y asesinar a sus ciudadanos usando como herramienta a su guardia de élite, conocida como oprichnik.
Pese a lo anterior, que ya de por sí habla por si solo, hubo un acontecimiento en su vida que cambió y, por qué no decirlo, empeoró todo muchísimo más. La repentina muerte en 1560 de su mujer Anastasía Románovna, de la que estaba profundamente enamorado. A partir de ese momento Iván se volvió una persona mucho más conspiranoica, violenta y fanática, ya que desde el primer momento pensó que sus rivales por el trono la habían asesinado. Y lo cierto es que, a pesar de que en vida no pudo demostrarlo, Iván tenía razón, porque unos análisis químicos de los restos mortales de la zarina hechos hace pocos años por un equipo de forenses confirmaron la presencia en ellos de altos niveles de mercurio, una sustancia muy usada en tiempos pasados para envenenar a la gente de forma sutil y efectiva.
Evidentemente, sin ánimo de justificar sus actos pasados, se puede decir que la persona que le “calmaba” y le mantenía “estable”, por así decirlo, era su mujer. Y al perderla de esta forma tan traumática, la locura y la demencia se apoderaron rápidamente de él. La cual se manifestó en forma de ira y, sobre todo, más violencia.
De hecho, tras este episodio se empezó a mostrar extremadamente sanguinario con todos sus oponentes. Tanto en el interior como en el exterior de Rusia. Lo curioso de su caso, es que, para añadir un ingrediente más a su cóctel explosivo, parece ser que en sus últimos años empezó a creer en la magia y la brujería. Pues ya siendo un anciano, se dejó seducir por varias creencias paganas y rituales relacionados con las ciencias ocultas, algo que no hizo más que hundirlo más aún en su locura.
Aunque dicho esto, son muchos los historiadores los que han tratado de explicar su actitud utilizando la ciencia como herramienta. Y es que es importante decir que el zar se contagió de sífilis, y el tratamiento médico que se prescribía en aquellos tiempos era una pócima que tenía como ingrediente también el ya mencionado mercurio. Un producto que administrado en dosis bajas y espaciadas no es directamente mortal, pero que puede provocar graves daños a nivel cerebral, los cuales podrían explicar en parte sus repentinos y violentos estallidos de demencia y psicosis.
Referencias:
Ibañez Fos, M.C. (1993). Iván “el Terrible” en la historiografía rusa y soviética. Revista d’historia medieval. pp.275-290.
De Madariaga, I. (2008). Iván “el Terrible”. Alianza Editorial.
Erusalimskij, K.J. (2015). Ivan “the terrible” and the other in the current history-writting. Milan State University. Vol.68.