Cómo el teléfono de un adolescente ayudó a desmantelar una red de traficantes - noticieromadrid.es

Cómo el teléfono de un adolescente ayudó a desmantelar una red de traficantes

cómo el teléfono de un adolescente ayudó a desmantelar una red de traficantes

Seis miembros de una banda fueron encarcelados por usar a un joven de 14 años para hacer tráfico de drogas.

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Michael Buchanan & Steve SwannBBC News

5 horas

Seis miembros de una banda fueron encarcelados por traficar drogas a través de un adolescente. En lugar de procesar al chico, los detectives persiguieron a los adultos que lo controlaban.

Esta es la historia de los teléfonos móviles que destaparon el caso.

Es febrero de 2021 y un adolescente envía mensajes de texto a un contacto al que llama «Hombre» preguntando por un trabajo. Recibe una respuesta casi instantánea en la que se le informa de que hay trabajo y que viene acompañado de un teléfono nuevo.

Puede parecer un intercambio bastante inofensivo, salvo que el trabajo consiste en traficar con drogas y que el empleador, Wesley Hankin, un hombre de unos 20 años, se encuentra a cientos de kilómetros de distancia del chico de 14 años, en una celda de la cárcel de Dorset.

Durante las dos semanas siguientes, el chico viajaría por todo el país a las órdenes de una banda de narcotraficantes que utilizaba un número de teléfono conocido como TJ Line para ponerse en contacto con sus clientes.

Recorrido por Reino Unido

Su primer viaje, organizado por Hankin, fue a Liverpool para recoger el flamante teléfono.

El Nokia 105 fue un primer indicio de que la vida de gángster podía no ser tan glamurosa como el adolescente esperaba: sin aplicaciones, sin un sistema operativo sofisticado, solo barato, con mucha batería y bueno para enviar mensajes de texto y almacenar contactos.

Pero sería suficiente para ayudar a allanar el camino para el mayor proceso en ese condado contra una banda de trata de niños, de acuerdo con la Ley de Esclavitud Moderna.

Apenas 15 días después de empezar a trabajar para la banda, el chico fue detenido en el norte de Gales por vender heroína y cocaína por valor de 20 libras (unos US$25) a un agente de policía encubierto. Llevaba consigo cientos de envoltorios de heroína y crack valorados en casi US$3.000.

Los agentes ya estaban sobre la pista de los traficantes, pero para demostrar que la banda había traficado necesitaban conocer los movimientos del chico. ¿Con quién estaba en contacto? ¿Quién le llevaba y le alojaba?

Sería un caso complicado. En todo momento, el adolescente se negó a responder a las preguntas de los agentes, así que recurrieron a sus teléfonos incautados para reconstruir los hechos.

Los dispositivos abrieron una ventana al sombrío mundo de un niño traficante de drogas, controlado y explotado por delincuentes adultos.

Víctima más que criminal

Los datos del teléfono revelaron que el chico había reservado un gran número de taxis mientras se movía por Wigan traficando. Entre tanto, la sección de notas del Nokia registraba sus ingresos, sus deudas y cuánta droga le quedaba por vender.

En el pasado, el adolescente -cuyo nombre no podemos revelar por motivos legales- habría sido procesado por delitos de drogas y, sin duda, habría sido sustituido por otro soldado de a pie dispuesto a colaborar con la banda.

La policía y los fiscales optaron por la vía más difícil, y quizá más controvertida: la de tratarlo como víctima y perseguir a quienes lo habían estado controlando.

«Se trataba de un joven que había sido víctima de la trata en todo el noroeste», explica el comisario Simon Williams, de la policía de Gales del Norte.

«Probablemente corría más riesgos de los que él mismo creía. Así que, en mi opinión, era una víctima, no un agresor».

En este tipo de casos en los que están implicados menores, se anima a la policía y a los fiscales a que intenten comprender el relato de los hechos que hace el propio menor. Es lo que se conoce como «la voz del niño».

Pero como el chico no quiso cooperar, explica el comisario Williams, los teléfonos servirían como la voz del niño.

«Una vez que tuvimos los primeros indicios del tipo de cosas que estábamos viendo en el teléfono, y el nivel de explotación, se hizo evidente que estábamos tratando con un niño pequeño vulnerable», afirma.

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