ALBERTO DE SAJONIA-COBURGO-GOTHA
Vida, obra y legado del Príncipe Consorte del Reino Unido
Daniel Pedrero Rosón
Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha es uno
de tantos personajes históricos que han ido
quedando en el olvido, en el rincón apartado de la
Historia, eclipsados por otros con más relevancia e
importancia. Alberto, que al fin y al cabo era la
cabeza pensante del matrimonio real inglés, ha
sido relegado de la historia a pesar de todas las
importantes mejoras y acciones que hizo en la isla
británica a lo largo de su corta pero intensa vida.
Logró
cambiar
el
concepto
tradicional
de
monarquía y consiguió que fuera querida por su
pueblo en una época donde el anarquismo, las
insurrecciones y los movimientos populares
estaban a la orden del día en las naciones europeas.
El no haber sido rey le brindó la oportunidad de
Retrato de Alberto pintado en 1842
poder dedicarse al mecenazgo y las causas
por Franz Xaver Winterhalter
humanitarias en una época donde la realeza solo aspiraba a mantener su puesto y seguir
disfrutando de sus privilegios a costa del pueblo. Esta es la historia de un hombre que pudo
haber hecho mucho más de lo que hizo pero que murió demasiado pronto. La historia de un
hombre que, si no hubiera sido por su papel, posiblemente la sociedad inglesa, e incluso la
europea, no serían como hoy en día las conocemos.
INFANCIA Y JUVENTUD
Francisco Alberto Augusto Carlos Manuel de Sajonia-Coburgo-Gotha nació en el
castillo de Rosenau, situado en el antiguo ducado de Sajonia-Coburgo (actualmente Estado
federado de Baviera, Alemania), el 26 de agosto de 1819. Fue el segundo hijo del matrimonio
formado por el duque y príncipe soberano de los Ducados Ernestinos, Ernesto III de Sajonia-
1
Coburgo-Saalfeld y I de Sajonia-Coburgo-Gotha, y de la princesa Luisa de Sajonia-GothaAltenburgo1, única hija del duque y príncipe soberano de los Ducados Ernestinos, Augusto
de Sajonia-Gotha-Altenburgo.
Se podría decir que la infancia de
Alberto y Ernesto, su hermano mayor, no es
que fuera muy agradable. El duque Ernesto le
fue infiel a su esposa en innumerables
ocasiones, hechos que ocasionaron que ella
actuara de igual forma. Como dijo el biógrafo
Lytton Strachey: "La corte ducal no se
destacaba por la rigurosidad de su moral; el
duque era un hombre de galantería, y la
duquesa siguió el ejemplo de su marido. Hubo
escándalos: uno de los camaradas de la corte,
un encantador y se habló de un hombre
cultivado de ascendencia judía; finalmente
un
Retrato de Alberto (izquierda) con su
divorcio"2. Dicha separación llegó en 1824
madre, Luisa, y su hermano, Ernesto,
hubo
una
separación,
seguida
de
acaecida por el adulterio de la princesa Luisa
pintado entre 1823-24 por Ludwig Döll
con el oficial del ejército Alexander von Hanstein. Solo se conoció este caso de parte de la
princesa y fue el citado en la petición de divorcio3. La princesa Luisa fue exiliada de la corte
y se mudó a St. Wendel, donde el duque pudo tenerla controlada hasta el divorcio definitivo,
ocurrido en 1826. Dicho divorcio se aceptó con la condición de que Luisa no pudiera tener
contacto nunca más con sus hijos. Murió en 1831, de cáncer, a los 30 años de edad4. Al año
siguiente el duque contrajo segundas nupcias con María de Wurtemberg, su sobrina5.
Muchos años más tarde se puso en duda, tanto en Coburgo como en Londres, la
paternidad del duque hacia su hijo Alberto, ya que se oían ciertos rumores de que en
realidad el padre del futuro Príncipe Consorte del Reino Unido era el Chamberlán de la corte
del duque, el barón judío von Meyern. Es así como, en 1921, un tal M.L.W. Foss publicó en
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Berlín un trabajo antisemita donde se describía al príncipe como medio judío6. Pero todo
fue eso, un rumor del cual nunca se ha llegado a saber la verdad.
Al poco de nacer, Alberto se convirtió en el hijo predilecto de la princesa Luisa,
pasando por encima de Ernesto, el primogénito. El futuro tutor de Alberto, Christoph
Florschütz, escribiría más tarde: “Dotado de cualidades brillantes, guapo, inteligente e
ingenioso, poseedor de elocuencia y de una imaginación viva y ferviente, la duquesa Luisa
carecía de las cualidades esenciales de una madre. No intentó ocultar que Alberto era su hijo
favorito. Era guapo y tenía un parecido con ella misma. Él era, de hecho, su orgullo y gloria”7.
Ya desde su infancia, por deseo familiar, Alberto estaba destinado a ser el esposo de
la futura reina de Inglaterra. Era la propia abuela de Alberto, la duquesa viuda, la que
intermediaba, mediante correspondencia epistolar con la duquesa de Kent, la princesa
Victoria de Sajonia-Coburgo-Saalfeld (su hija), para hacer ver lo guapo e inteligente que era
su nieto8.
A la edad de cuatro años Alberto ya fue sometido bajo las enseñanzas de Her
Christoph Florschütz9, su nuevo tutor junto al de su hermano Ernesto.
Alberto era un muchacho algo sensible, y así nos lo muestra él mismo en diferentes
escritos en su diario personal de 1825 donde hace referencia a cuando lloraba, el por qué y
lo que le pasaba después. Fue también, durante su infancia, una persona muy tímida,
reservado con los que no conocía, y muy reacio a recibir visitas de extraños. En cambio, con
aquellos que conocía, era pura amabilidad y alegría10.
A medida que iba creciendo era más notorio el hecho de que no había salido
precisamente a su padre. Tal y como dice Strachey: “ya fuera por la especial manera como
había sido educado, o por más fundamentales motivos de su idiosincrasia, el caso es que
sentía marcado desafecto por el sexo opuesto. En un baile de niños, cuando tenía cinco años,
lloró de disgusto y rabia porque le pusieron delante de una niña para que bailase con ella; y
aunque más tarde logró disimular mejor tal sentimiento, este subsistió”11.
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Aunque el mismo Alberto admitió que
tuvo una infancia feliz, no hay que olvidar que
hubo periodos de soledad (cuando su padre se
marchaba de viaje) y de infelicidad, aunque él y
su hermano siempre se hacían lado y las
abuelas siempre estaban pendientes de ellos.
Tanto es así que el biógrafo Robert Rhodes
James no entiende el porqué se hace referencia
únicamente a una infancia infeliz en las
diferentes biografías de la reina Victoria
cuando el propio Alberto afirmaba que su
infancia fue placentera12.
En el año 1832, con trece años de edad,
Grabado de Alberto por Carl Mayer
Alberto y su hermano Ernesto visitaron al
cerca de 1835
recién coronado rey de los belgas, su tío Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Saalfeld13. Leopoldo
fue uno de los que más influyó en que años después Alberto se casara con la reina Victoria.
A la edad de catorce años Alberto elaboró su propio programa de trabajo14, el cual se
expone a continuación:
-
De 6 a 7 de la mañana: Traducciones del francés
-
De 7 a 8 de la mañana: Repetición y preparación en Historia
-
De 8 a 9 de la mañana: Historia Moderna
-
De 10 a 11 de la mañana: Ovidio
-
De 11 de la mañana a 12 del mediodía: Inglés
-
De 12 del mediodía a 1 de la tarde: Matemáticas
-
De 6 a 7 de la tarde: Francés
-
De 7 a 8 de la tarde: Composición latina
La educación de Alberto fue incisiva en idiomas, historia, ciencias naturales y música, y
con menos importancia en las matemáticas y los clásicos. El entrenamiento físico también
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fue muy importante en su formación, ya que la franja horaria que va de la 1 a las 6 de la
tarde iba destinada a actividades al aire libre15.
En el año 1836 Leopoldo decidió hacer una visita a Coburgo, junto con Stockmar
(hombre de confianza desde su matrimonio con la princesa Carlota Augusta de Hannover),
para valorar el desarrollo de Alberto y la posible “contaminación” moral e intelectual que
podría haber causado el duque Ernesto sobre él. Ambos pudieron comprobar como
claramente Alberto no había salido a su padre, aunque en ese momento no se encontraba
del todo desarrollado16. Stockmar hizo una valoración sobre Alberto que dice así:
“Es un joven apuesto que, para su edad,
tiene un desarrollo tolerable, con
características agradables y llamativas;
y quien, si nada interfiere con su
progreso, probablemente en unos años
será un hombre bien formado con un
porte agradable, simple y distinguido.
Externamente, por lo tanto, tiene todo
lo atractivo para las mujeres, y posee
todas las cualidades que encuentran
agradables en todo momento y en
todos los países. También puede
considerarse como una circunstancia
afortunada que ya tenga un cierto
aspecto inglés sobre él […].
Retrato de un joven Alberto de artista
desconocido
Se dice que es prudente, cauteloso y que ya está muy bien informado. Todo esto, sin
embargo, no es suficiente. No solo debe tener una gran capacidad, sino una
verdadera ambición y una gran fuerza de voluntad. Para seguir una carrera política
tan difícil, toda una vida requiere más que energía e inclinación, exige también ese
estado de ánimo serio que está listo por sí solo para sacrificar el mero placer por la
utilidad real. Si simplemente satisfacer una de las posiciones más influyentes en
Europa no lo satisface, con qué frecuencia se sentirá tentado a lamentar lo que ha
emprendido. Si no lo considera, desde el principio, como una tarea seria y
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responsable sobre el cumplimiento del cual depende su honor y felicidad, no es
probable que tenga éxito”17.
De lo que se puede extraer entre la opinión elogiadora de Florschütz y la opinión
severa de Stockmar, nos queda un Alberto de diecisiete años talentoso y atractivo pero
reservado e inmaduro.
A los diecisiete años Alberto empezó a estudiar literatura y filosofía alemana,
llegando a escribir un ensayo sobre las modalidades de pensamiento de los germanos y un
Bosquejo de la Historia de la Civilización Alemana18.
Fue en mayo de 1836 cuando Alberto y Ernesto, junto con el duque, viajaron a
Inglaterra con la pretensión de que Alberto y Victoria se conocieran personalmente. Victoria
dejó anotada en su diario, con fecha del 18 de mayo, la visita de sus primos. Esta dice así:
“A las dos y cuarto bajamos al salón para recibir a mi tío Ernesto, duque de SajoniaCoburgo-Gotha, y mis primos, Ernesto y Alberto, sus hijos. Mi tío estuvo aquí, ahora
hace cinco años, y se ve extremadamente bien. Ernesto es tan alto como Fernando y
Augusto (otros primos de Victoria); tiene el pelo oscuro y finos ojos y cejas, pero la
nariz y la boca no son buenas; tiene una expresión honesta e inteligente muy amable
en su semblante, y tiene una muy buena figura. Alberto, que es tan alto como
Ernesto, pero más fuerte, es extremadamente guapo; su cabello es casi del mismo
color que el mío; sus ojos son grandes y azules, y tiene una nariz hermosa y una boca
muy dulce con dientes finos; pero el encanto de su semblante es su expresión, que
es de lo más encantador; es a la vez lleno de bondad y dulzura, y muy inteligente”19.
Alberto, a diferencia de su prima-hermana, no anotó en su diario (o bien no se
conserva) la reacción al ver a la que sería su futura esposa. Eso sí, según se puede extraer
de las cartas que enviaba a la familia durante su estancia en la isla inglesa, vemos que
precisamente una buena impresión del país no se llevó. Mareos, fiebres, climas, formas de
vida, horarios intempestivos, vida social, etc20. Vamos, ni punto de comparación con lo que
ya estaba acostumbrado viviendo en el Castillo de Rosenau.
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Más tarde, en unas memorias personales, el príncipe Alberto afirmó que, con la edad
de diecisiete años, Victoria y él estaban “muy satisfechos el uno con el otro, pero ni una
palabra referente al futuro pasó entre nosotros”. Victoria escribió a su tío Leopoldo después
de la marcha de Ernesto y Alberto, confirmándole que aceptaba a Alberto como esposo, pero
no en un futuro cercano, dejando ver que no se consideraba comprometida con él21.
Después de su etapa formativa en
Rosenau, Alberto pasó diez meses en Bruselas
bajo la tutorización del Barón von Wiechmann,
que lo preparó para su entrada en la Universidad
de Bonn. Entre otros de sus formadores se puede
destacar al matemático Adolphe Quetelet y al
reverendo William Dury22.
En abril de 1837 ingresó en la Universidad
de Bonn, donde estudió derecho, economía
política, filosofía e historia del arte. Hizo un
especial progreso en la música, de la cual era un
apasionado y habiendo demostrado tiempo atrás
su talento como compositor. A pesar de haber sido
una persona débil en su infancia, en la universidad
Litografía del Príncipe Alberto de
artista desconocido
Alberto destacó en la esgrima y en la equitación23.
Tanto es así que incluso ganó un concurso universitario de esgrima24. Sin duda, la estancia
en la Universidad de Bonn fue uno de los periodos más felices para Alberto.
Después de la muerte del rey Guillermo, el día 20 de junio de 1837, Victoria subió al
trono como la nueva reina de Inglaterra. Desde entonces, una serie de rumores
especulativos referentes al compromiso entre la reina Victoria y Alberto fueron
esparciéndose como una plaga. Es a raíz de esto que Leopoldo aconseja a Alberto que
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marche de gira a Suiza e Italia, durante una temporada, para así desviar la especulación25.
Durante el viaje, Alberto hizo un álbum de recortes que más tarde enviaría a Victoria26.
Con dieciocho años Alberto no deseaba casarse aún con Victoria. De hecho, ni ella lo
deseaba. Aun así, Leopoldo seguía en sus trece y poco a poco iba maquinando como hacer
que los dos primos acabaran contrayendo matrimonio. Si que es cierto, pero, que Leopoldo
recomendó a Alberto que, al menos, pospusiera la idea del matrimonio durante tres años a
causa de su aún pronta juventud. Pero lo que Alberto temía era que, después de esperar tres
años, la reina perdiera interés en su persona, poniéndolo así en ridículo27.
Para desgracia de Alberto llegó la separación de su hermano, el cual fue destinado
para el entrenamiento militar. En una carta de Alberto escrita a Ernesto nada más
marcharse, le dijo así: “No te puedes imaginar lo vacío que estoy desde que te fuiste. Sentí
un nudo en la garganta y fue solo con dificultad que pude ocultar las lágrimas. Es la primera
separación, y no será la última. Pero me consuelo con el viejo dicho: “Debe haber un valle
entre dos colinas”28.
El viaje que Alberto realizó a Florencia le dejó fascinado, tanto en galerías de arte
como en vida social. Lo que no le gustó fue la ciudad de Roma, de la que afirmó que, si no
fuese por alguno de sus palacios, tanto podía encontrarse ahí como en cualquier ciudad
alemana. Tuvo incluso una audiencia con el Papa Gregorio XVI en la cual se permitió
corregirle cuando hablaban de las influencias artísticas de los griegos y los romanos. El Papa
afirmó que los griegos se influenciaron de los etruscos, mientras que Alberto insistió en que
de quien en realidad se influenciaron fue de los egipcios29.
PROPOSICIÓN MATRIMONIAL
Poco después del regreso de Alberto a Coburgo se organizó una nueva visita a
Inglaterra para que los dos primos volvieran a verse después de tres años. El rey Leopoldo
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lo había estado planeando todo detalladamente para que Alberto y Ernesto viajaran a
Inglaterra en octubre de 183930.
Alberto y Ernesto llegaron al Castillo de Windsor el día diez de octubre, con un
temporal que dejaba mucho que desear y sin su equipaje, que había sido extraviado por el
camino. Fue tal la impresión que le causó a Victoria ver a su primo después de tres años que,
según Robert Rhodes James, “nadie en Windsor tenía ninguna duda de que se había
enamorado profundamente”31.
En esta ocasión Victoria elogiaba aún más la belleza de Alberto que cuando ocurrió
el primer encuentro, y eso se puede ver en la entrada de su diario del día 11 de octubre
donde escribió que “Alberto es realmente y extremadamente guapo, con hermosos ojos
azules, una nariz exquisita y una boca tan bonita y delicada, con un bigote muy ligero y una
figura hermosa, ancha en los hombros y fina de cintura”32.
El día 14 de octubre Victoria estaba completamente decidida en cuanto a su
matrimonio con Alberto, a la cual el primer ministro, Lord Melbourne, instó a que se casara
y juntos planearon los preparativos33. La reina le propuso matrimonio a Alberto al día
siguiente, el 15 de octubre de 183934.
A pesar de que el biógrafo Strachey afirmó, en su estudio sobre la reina Victoria, que
Alberto no estaba enamorado de ella, Rhodes James vio a un Alberto tímido y turbado por
el extremo cariño que sentía la reina Victoria hacia él, y sus contemporáneos confirmaron
que el corazón de Alberto “había sido profundamente tocado”35. Para Strachey, afecto y
gratitud eran las reacciones que sentía Alberto hacia su prima, y una sensación de ambición
que nunca antes había conocido36. Él estaba convencido de que la posición que le iba a tocar
no la iba a aprovechar para darse el gusto, como dijo Strachey, sino para hacer el bien. Tal y
como él pensaba: “Tenía que ser noble, varonil y principesco en todas las cosas; vivir
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sacrificándose en beneficio de su nuevo país; emplear todo su poder y esfuerzo para un gran
fin: el de promover el bienestar de multitud de sus semejantes”37.
El día 15 de octubre Alberto se
encontraba cazando con su hermano38.
Regresó al palacio hacia el mediodía y fue
entonces cuando se le convocó a una
audiencia privada, a solas, en los aposentos
de la reina Victoria. Del diario de la reina
podemos extraer el siguiente párrafo:
“Le dije que pensaba que debía ser
consciente de por qué deseaba que
ellos (los hermanos) vinieran aquí, y
que me haría muy feliz si aceptaba lo
que
deseaba
(casarme);
nos
abrazamos y él fue tan amable, tan
cariñoso; ¡Oh! ¡Sentir que era, y soy
Escena de la reina Victoria proponiéndole
amada por un ángel como Alberto
matrimonio al príncipe Alberto en 1839.
fue un deleite demasiado grande para describirlo! Él es la perfección, perfección en
todos los sentidos, en belleza, en todo. Le dije que no era digna de él y le besé su
querida mano. Dijo que estaría muy feliz y sentí que era el momento más feliz de
toda mi vida. Como me esforzaré por hacerle sentir lo menos posible el gran
sacrificio que ha hecho… Me siento la más feliz de los seres humanos”39.
Alberto, aunque feliz por la proposición, se encontraba también preocupado por lo
que le iba a deparar el futuro. En palabras de Alberto: “Mi posición futura tendrá sus lados
oscuros y el cielo no siempre será azul y brillante. Mi futuro es alto, pero también está lleno
de espinas”40.
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Al día siguiente del compromiso, Alberto escribió una carta a Stockmar que dice así:
“Hoy te escribo en uno de los días más felices de mi vida para enviarte las noticias
más alegres posibles. Ayer, en una audiencia privada, V. declaró su amor por mí y
me ofreció su mano, que tomé en ambas mías. Ella es tan buena y amable conmigo
que apenas puedo creer que tal afecto sea mío. Sé que participas en toda mi felicidad,
y así puedo derramar mi corazón hacia ti. Por el momento, el evento permanecerá
en secreto y se anunciará a la nación antes de ser comunicado a cualquier otra
persona, en la reunión del Parlamento […]
Victoria desea que la boda se celebre a principios de febrero, a lo que acepté con
gusto, ya que las relaciones entre una pareja comprometida, cuando el hecho es de
propiedad pública, a menudo pueden parecer incoherentes […]”41.
Durante el mes siguiente los Coburgo se quedaron en Windsor42, y Victoria y Alberto
solo vivían el uno para el otro, hasta tal punto de que la reina tuvo que disculparse ante Lord
Melbourne por apenas prestarle atención a él43 de lo ocupada que estaba con su prometido.
La intención de Victoria de casarse fue declarada formalmente ante el Consejo
Privado el 23 de noviembre44. Después de leer ante el Consejo la declaración
correspondiente, Victoria se retiró a la espera de que toda aquella gente que había en la sala
deliberara sobre el asunto. Poco después, el duque de Cambridge deseó alegría a la reina45.
Al día siguiente, Alberto y Ernesto partieron a Alemania, donde el primero podría disfrutar
los meses que le quedaban de los encantos de su hogar natal46.
La noticia del compromiso matrimonial no fue muy bien recibida en Londres, a
diferencia de Coburgo. A la reina le aconsejaron que no le concediera el título de Rey
consorte a Alberto, consejo que tuvo que acatar a pesar de que fue ella quien propuso el
título. Además, a los ingleses no les gustaba que un alemán fuera el futuro marido de su
reina, y más aún cuando era pariente del rey Leopoldo y de la duquesa de Kent, dos
personajes no muy populares entre la sociedad británica. Los tories fueron los que más
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lucharon en contra de esta unión, prefiriendo de candidato a uno de los príncipes de
Orange47.
Llegó el momento de que el Parlamento fijara la anualidad del futuro Príncipe
Alberto. Los whigs, el partido liderado por Lord Melbourne, propusieron una anualidad de
50.000 libras esterlinas anuales, asignación que se ofrecía a los consortes. Por el contrario,
los tories creían que 30.000 libras ya era una buena cifra, más aún cuando el país pasaba
hambre48. Todo esto era para desprestigiar aún más a Alberto. Incluso se negaron a
ennoblecer-le, a lo que Alberto afirmó que no tenía necesidad de un título británico, y
escribió: “Casi sería como dar un paso hacia abajo, como duque de Sajonia me siento
superior al duque de York o de Kent”49.
También se propuso en el Parlamento un
proyecto de ley para nacionalizar a
Alberto50, el cual, después de diferentes
animadversiones por parte de los tories, fue
aprobado, junto con el tratamiento de Su
Alteza Real.
A todo esto, Alberto fue razonable en
cuanto a la asignación de su anualidad,
aunque tuvo que hacerse a la idea de que el
mecenazgo que tenía pensado habría de ser
más modesto. Fue la cuestión del título la
que si le enojó hasta tal punto de afirmar que
“como no pueden ni se atreven a atacarnos
en el Parlamento, hacen todo lo posible para
ser groseros conmigo”51.
El día de la boda llegó. Fue el 10 de
febrero de 1840 en la capilla real de Palacio
Unión de manos de la reina Victoria y el
Príncipe Alberto retratada por George
Hayter entre 1840 y 1842
de St. James. Hay que remarcar que la gran
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mayoría de los invitados, por no hablar de excepto una decena, eran whigs52. Aquí se
muestra clara la animadversión de la reina por los conservadores. Dos días antes, el
príncipe, acompañado por Ernesto y su padre, llegó al Palacio de Buckingham llevando
consigo el regalo de boda para su futura esposa: un broche de zafiros y diamantes.
PRIMEROS AÑOS DE ALBERTO COMO ALTEZA REAL (1840-1848)
Al inicio del matrimonio, Alberto no
ayudaba a Victoria con los asuntos de Estado.
De hecho, una de las pocas tareas que
realizaba era pasar el papel secante encima
de las rúbricas de la reina para que estas se
secaran antes. Ni si quiera era invitado a las
conversaciones
de la reina con Lord
Melbourne. Claro que, hay que decir, la reina
no
imaginaba
que
Alberto
querría
involucrarse en esos asuntos. En mayo,
Alberto se quejó a la reina de su falta de
confianza en él en todos los asuntos políticos
de Estado53 y, en noviembre, nueve meses
después del enlace matrimonial, Alberto ya
Retrato del Príncipe Alberto pintado por
disponía de la llave para abrir las cajas con
John Partridge en 1840
documentación oficial54. En palabras de Anson, el príncipe se había convertido, aunque no
de nombre, en el Secretario Privado de la reina55.
Alberto se sentía feliz al lado de Victoria, pero como bien diría poco después de
casarse a su amigo William von Lowenstein: “La dificultad de ocupar mi lugar con la
dignidad adecuada estriba en que soy solo el marido, no el jefe de la casa”56. Hay que señalar
que, desde la coronación de la reina, la que antes era su institutriz, la baronesa Lehzen, se
convirtió en la administradora de la Casa Real. Alberto comprendió que debía luchar para
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ganarse la posición que merecía por derecho y uno de sus aliados y hombro donde apoyarse
fue el secretario personal que le habían asignado, George Edward Anson57.
A los dos meses de matrimonio Alberto se enteró de que Victoria estaba embarazada
y este empezó a encargarse de los asuntos públicos y ayudó a Victoria con los papeles del
gobierno. Una de las primeras funciones públicas que asumió Alberto fue su nombramiento
como presidente de la Society for the Extinction of Slavery (Sociedad para la extinción de la
esclavitud), la cual ya había sido abolida en el imperio británico pero que aún seguía en
Estados Unidos58. El discurso lo realizó el 1 de junio y, aunque estaba muy nervioso, todo el
mundo pudo ver el gran espíritu humanitario y el sentimiento de justicia que salía del
interior del Príncipe Alberto59.
Alberto encontraba intolerables las funciones de la Corte. Él era de madrugar e irse
a dormir pronto, mientras que la reina era de las que le gustaba bailar hasta casi el
amanecer. Windsor era uno de los lugares favoritos de Alberto, aunque también tenía sus
ratos aburridos. Al príncipe, como dice Strachey, le hubiera gustado llamar a su presencia a
hombres distinguidos en las ciencias y en la literatura, y después entablar opiniones acerca
de arte y erudición, pero Victoria, sabiendo que no estaba capacitada para tomar parte en
las conversaciones, insistió en que la rutina de las veladas permaneciese como siempre60.
El 10 de junio de 1840, Alberto y Victoria sufrieron un atentado de tiroteo por
Edward Oxford, un joven de diecisiete años61, mientras paseaban por Hyde Park en carruaje.
Ninguno de los dos sufrió ningún daño y Oxford fue arrestado y declarado no culpable por
demencia62. Fue deportado a la colonia australiana de por vida. Alberto relató este
acontecimiento en una carta dirigida a su abuela que dice así:
“Querida abuela,
Me apresuro a contarte un evento, que de otra manera podría a ver sido tergiversado
para ti, que puso en peligro mi vida y la de Victoria, pero de la cual escapamos bajo
la protección de la vigilante mano de la Providencia.
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Salíamos ayer por la tarde, sobre las seis, para visitar a la tía de Kent y dar una vuelta
por Hyde Park. Condujimos un pequeño faetón. Yo me senté a la derecha y Victoria
a la izquierda. Apenas habíamos avanzado cien metros desde el Palacio cuando note,
a mi lado, un hombrecillo de aspecto mezquino que sostenía algo hacia nosotros; y
antes de que pudiera distinguir de qué se trataba disparó un tiro que casi nos
sorprendió a los dos. Victoria acababa de girarse para mirar un caballo y, por lo
tanto, no podía entender por qué le sonaban las orejas, ya que por estar tan cerca no
podía distinguir que se trataba de un disparo. El carruaje se detuvo. Agarré las
manos de Victoria y le pregunté si el miedo no la había sacudido, pero ella se rio.
Luego volví a mirar al hombre, que seguía de pie en el mismo lugar, con los brazos
cruzados y una pistola en cada mano. Su actitud fue tan afectada y teatral que me
divirtió bastante. De repente, volvió a apuntar su pistola y disparó por segunda vez.
Esta vez, Victoria también vio el disparo y se agachó rápidamente. La bala debía
haber pasado justo por encima de su cabeza, para juzgar desde el lugar donde se
encontró pegada en una pared opuesta.
Las muchas personas que estaban a nuestro alrededor se precipitaron encima del
hombre. […]”63.
Acuarela del atentado de Hyde Park en 1840 pintada por G.H. Miles
63 JAMES (2017:120-121)
15
A medida que avanzaba el estado de embarazo de la reina, cada vez más iba
aumentando la preocupación de qué pasaría si la reina moría en el parto. El apoyo popular
de Alberto y la influencia política que iba ganando ayudó en que el Parlamento aprobara, en
agosto, la Ley de Regencia de 1840, por la cual fue designado regente en el caso de que la
reina falleciera antes de que el heredero al trono llegara a la mayoría de edad64. No hay que
decir, porque ya es de suponer, que este cargo no sentó muy bien a ciertos políticos que aún
no confiaban plenamente en las virtudes y cualidades del Príncipe Alberto.
Victoria dio a luz a su primera hija,
Victoria Adelaida María Luisa, el día 21 de
noviembre de 1840, la cual fue la presunta
heredera al trono hasta el nacimiento de
su hermano Alberto Eduardo. El 19 de
enero de 1841 se la nombra princesa real
y el 10 de febrero es bautizada en el salón
del trono del Palacio de Buckingham.
Victoria y Alberto quisieron que
Vicky (así es como la llamaban en la
intimidad) y sus futuros vástagos, tuvieran
una esmerada educación. Tanto es así que
Alberto redactó un memorando sobre los
Retrato de Vicky pintado por Franz Xaver
deberes y obligaciones de todo aquel que
Winterhalter en 1842
interfiriera en la educación de sus hijos.
Poco después, Stockmar redactó un documento donde se estipulaban los principios en los
cuales debían ser educados los príncipes y princesas65.
A medida que pasaba el tiempo Alberto cada vez era más consciente del control que
la baronesa Lehzen ejercía sobre su esposa. Tanto es así que, en febrero de 1841, Alberto le
confesó a Anson que la reina tenía más miedo que amor hacia la baronesa y que creía que la
reina sería más feliz sin ella, aunque no lo quisiera reconocer. Alberto llegó a odiar a la
baronesa por las dificultades que ponía en su matrimonio y por impedir poder reorganizar
la Corte y las finanzas reales, llegando a verla como una amenaza real para su matrimonio66.
64 WEINTRAUB (1997: 107)
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Cuando Alberto quiso echar a Lehzen de la corte, esta le dijo que no tenía el poder
suficiente para poder hacerlo. La reina, que recordaba la lealtad de la baronesa hacia su
persona, se posicionó en contra de su marido cuando Lehzen exageraba y tergiversaba
pequeños fallos que cometía el príncipe. Alberto quiso ser cauteloso y esperar el momento
oportuno para derrocar al “dragón de la casa”67.
Las primeras navidades de Vicky las celebraron en el Castillo de Windsor con una
profusa decoración navideña de árboles, adornos y regalos. Esta costumbre, aunque fue
popularizada por Alberto (en Gran Bretaña a penas se conocía), no fue el primero en
importarla a Gran Bretaña, ya que la primera fue la reina Carlota68.
Pocos meses después de dar a luz, Victoria volvía a estar embarazada. Para ella, lo
que la hizo miserable fue que sus dos primeros años de matrimonio se vieran obstaculizados
por dos embarazos69. En ese momento Victoria se encontraba sumergida en una profunda
depresión postnatal, la cual iba en aumento a causa de la irritación de Alberto al ver que
Lehzen quería encargarse de todo lo que tuviera que ver con los niños. El colmo llegó con la
enfermedad de Vicky, durante la cual
Alberto le escribió una nota a Victoria que
decía lo siguiente: “El Dr. Clark ha
maltratado a la niña, la ha envenenado con
calomelano y la ha dejado morir de
hambre. No tendré nada más que ver con
eso; llévate a la niña y haz lo que quieras, y
si ella muere lo tendrás en tu conciencia”70.
Alberto Eduardo nació el 9 de
noviembre de 1841 y fue bautizado en la
capilla de St. George de Windsor el día 25
de enero de 1842. Siendo el primer hijo
varón
de
la
automáticamente
reina
fue
el
Victoria,
presunto
heredero al trono y se le nombró Príncipe
Retrato de Bertie pintado por Franz Xaver
Winterhalter en 1846
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de Gales. Al igual que con Vicky, Victoria y Alberto decidieron que Bertie (así lo llamaban en
la intimidad) tuviera una educación que lo preparara para ser un monarca constitucional
modelo.
Después de muchos esfuerzos Alberto consiguió que la guardería real quedara fuera
del control de la baronesa Lehzen. Poco a poco esta fue perdiendo protagonismo en la vida
del matrimonio real. Con dos hijos en la familia, la reina Victoria lo que quería era pasar
tiempo con ellos y con su marido, por lo cual Lehzen quedó relegada a un segundo plano. De
hecho, cuando la Corte viajaba, a la baronesa se la dejaba en Windsor. En todo momento
Alberto fue cauto y esperó el momento idóneo para deshacerse para siempre de la baronesa.
Después del cambio de gobierno, y tal como dice Strachey en su estudio sobre la reina
Victoria, Alberto “habló, y la Lehzen desapareció para siempre”71. La baronesa dejó Gran
Bretaña, para siempre, en septiembre de 1842.
La marcha de la baronesa trajo la paz y la tranquilidad que tanto deseaba tener el
matrimonio de Victoria y Alberto. Además, fue a raíz de este acontecimiento que Victoria y
su madre, la Duquesa de Kent, se reconciliaron. Por lo tanto, como dice James: “fue la mayor
contribución individual del Príncipe Alberto a la felicidad de su esposa en los primeros años
de su matrimonio”72.
En esta época Alberto fue nombrado, por el Primer Ministro, Robert Peel, presidente
de la Comisión de Bellas Artes. Fue así como aumentó el interés de la reina por el arte y la
música, además de que instaló equipos de grabado por el Palacio73. Además, Peel le nombró
también presidente de la Comisión Real encargada de la reconstrucción del incendiado
Palacio de Westminster74. La reconstrucción debía fomentar las Bellas Artes en el Reino
Unido y Alberto estuvo encantado con la tarea para la cual había sido designado75.
El 29 de mayo de 1842 el matrimonio volvió a sufrir otro atentado. Como no
lograron cazar al culpable, al día siguiente decidieron salir otra vez para así provocar que
volviera a atacarles. Y así lo hizo. John Francis fue detenido y condenado a muerte, aunque
finalmente fue indultado76.
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El 25 de abril de 1843 vino al mundo Alicia
Matilde María, siendo bautizada en la capilla del
Palacio de Buckingham el día 3 de junio. La educación
de la princesa fue supervisada por Stockmar.
Con el nacimiento de Alicia surgió la
necesidad de buscar una casa más grande para la
familia Real ya que el Palacio de Buckingham no
cumplía con las condiciones necesarias para albergar
a unos niños en esos aposentos. Es así como en otoño
de 1843, Victoria y Alberto trataron la posibilidad de
comprar una casa propia. Con la marcha de Lehzen, el
Príncipe había podido poner los asuntos del palacio
en manos de un encargado, cuya administración
había conseguido mejorar las finanzas reales hasta el
Retrato de Alicia pintado por
Franz Xaver Winterhalter en 1845
punto de poder permitirse adquirir la casa que querían77.
Llegó a oídos de la familia real que, en la Isla de Wight, Lady Isabella Blatchford
quería vender Osborne House. Dio la casualidad que la reina Victoria visitó la isla con su
madre en 1831 y 1833, y esta le cautivó en demasía. Alberto y Victoria quedaron encantados
con la finca. Era lo que buscaban: un lugar tranquilo, retirado y lejos de los despachos.
Osborne House fue adquirida en 1844 por 26.000 libras esterlinas y el Príncipe y el
arquitecto Thomas Cubbit fueron los encargados de darle forma a aquella pequeña casa, que
acabaría siendo transformada en todo un palacete de estilo italiano78 entre los años 1845 y
1851. Fue en esta obra donde Alberto pudo demostrar sus dotes de silvicultura y paisajismo,
ya que en las residencias reales era responsabilidad del Comisionado de Bosques y Alberto
no podía interferir en esos asuntos. En la playa privada se instaló una cámara de baño para
la reina completamente equipada. También disponían de una cabaña suiza destinada para
que los niños hicieran diferentes tareas, como por ejemplo cocinar79. En total, el coste de
compra y construcción de Osborne House ascendió, aproximadamente, a 200.000 libras
esterlinas80.
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Aspecto de Osborne House en 1901
El año 1844, aún con la feliz compra de Osborne House, también tuvo su lado oscuro.
El 29 de enero murió el duque Ernesto, padre del Príncipe Alberto, a los sesenta años de
edad81. La corte inglesa llevó la desgracia con un profundo duelo82. Alberto tuvo que
ausentarse durante unos días para asistir al funeral de su padre en Coburgo, lo cual significó
tener que separarse de la reina por primera vez desde su matrimonio83.
1844 fue también el año en que Alberto inició la reorganización de la Casa Real.
Mientras la baronesa Lehzen anduvo a su alrededor le fue imposible hacer nada al respecto,
pero ahora tenía vía libre para hacer las cosas a su gusto84. El príncipe pudo observar, entre
otras deficiencias, que cada vez que una vela era encendida, esta ya no podía encenderse
más veces, desconociendo el paradero final de esa vela85.
Alberto logró efectuar la reforma deseada. Todas las autoridades fueron unificadas
en un solo funcionario, el Jefe de la Casa Real, el cual se encargaba de la administración de
todos los palacios reales.
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20
En el mismo año en que murió el
duque Ernesto llegó un nuevo miembro
a la familia. El 6 de agosto de 1844 nació
el Alfredo Ernesto Alberto (Affie para la
familia)86, duque de Edimburgo. Fue
bautizado el 6 de septiembre en la capilla
privada del Castillo de Windsor por el
arzobispo de Canterbury. La familia
crecía, según James, a una velocidad que
complacía
a
Alberto,
pero
que
preocupaba a la reina, que en cinco años
y medio de matrimonio había dado a luz
Retrato de Affie (izquierda) y Bertie (derecha)
a dos hijos y a dos hijas87.
pintado por Franz Xaver Winterhalter en 1849
Y después de Affie llegó Elena. Elena Augusta Victoria, Lenchen para la familia, nació
el 25 de mayo de 1846 en el Palacio de Buckingham88. El parto de la tercera hija fue más
traumático que los anteriores para la reina, por lo cual tardó más tiempo en recuperarse.
(De izquierda a derecha) Retrato de Affie, Bertie, Victoria, Alberto, Alicia, Lenchen y Vicky,
pintado por Franz Xaver Winterhalter en 1846
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21
En 1847 Alberto fue propuesto como
rector de la Universidad de Cambridge y tuvo
que disputarse el puesto con Lord Powis en un
proceso
electoral89.
Las
elecciones,
que
duraron tres días (del jueves 25 al sábado 27
de febrero), dieron como ganador a Alberto con
un total de 953 votos respecto a los 837 de
Powis90. Como rector, Alberto impulsó la
propuesta de Henry Philpott de reformar y
modernizar los planes de estudio de la
universidad, incluyendo la historia moderna,
las ciencias naturales, economía política,
jurisprudencia general y leyes de Inglaterra. El
Senado aprobó las reformas el 31 de octubre de
184891.
En el verano de 1847 Victoria y Alberto
pasaron unos días de vacaciones en Escocia.
Les gustó tanto lo que vieron que, a la vuelta,
Retrato de Alberto, vestido como Rector
de la Universidad de Cambridge, pintado
por Frederick Richard Say en 1849
discutieron la posibilidad de adquirir una casa
propia en esas tierras92. En mayo de 1848 Alberto arrendó el castillo de Balmoral a Lord Fife
y en septiembre viajó con Victoria y sus hijos mayores para disfrutar del lugar93.
El 18 de marzo de 1848, en medio de los conflictos europeos que surgían contra las
monarquías establecidas, nació el sexto hijo de Victoria y Alberto: Luisa Carolina Alberta94.
A causa de dichos conflictos, la familia real decidió marchar de Londres para pasar una
temporada en Osborne House, lejos de los tumultos de la ciudad. Por suerte no hubo ningún
disturbio en la capital inglesa95.
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En medio de las circunstancias políticas
del momento, el Príncipe Alberto se mostró
preocupado por las condiciones laborales y de
vida de los trabajadores. Al ver que los ministros
no apoyaban su preocupación, decidió apoyar a la
Society for the Improvement of the Condition of the
Labouring Classes (Sociedad para la mejora de la
condición de las clases trabajadoras)96.
Alberto ignoró y desafió los consejos de los
ministros de la reina tomando la presidencia de la
reunión el 18 de mayo de 1848. En ella expresó su
“simpatía e interés por ese grupo de nuestra
comunidad, que tienen la mayor parte del trabajo
Daguerrotipo coloreado a mano del
duro y la menor cantidad de satisfacciones en este
Príncipe Alberto en 1848
mundo” y dejó claro que era deber de los más poderosos ayudar a aquellos que eran menos
afortunados97.
Con el paso del tiempo Alberto fue involucrándose más en la tarea de mecenazgo,
pero pronto se dio cuenta de que 30.000 libras esterlinas anuales no eran suficientes para
contribuir con su apoyo financiero a las artes y las ciencias. Su intento de aumentar su
asignación anual fue rechazado inmediatamente por el Primer Ministro John Russell, el cual
vio la posibilidad de una revolución si se subían las asignaciones Reales98.
Por su parte abrió a estudiantes serios las colecciones reales para que pudieran ser
estudiadas. Él creía que el arte debía abrirse al público99.
LA GRAN EXPOSICIÓN DE 1851 Y VIDA POSTERIOR (1849-1858)
En 1849 Alberto se embarcó en un nuevo proyecto, quizá el más conocido a día de
hoy ya que su idea llega aún hoy en día a nuestra sociedad. Se trata, ni más ni menos, de la
Gran Exposición de Londres de 1851. Ya hacía algunos años que la Royal Society of Arts
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organizaba exhibiciones anualmente100, pero el empuje que le hizo visionar esta idea fue la
entrada de Henry Cole en su círculo personal. Alberto quería algo semejante a la Exposición
de París, pero de ámbito internacional, no solo nacional, hecho que hizo que el proyecto
fuera aún más ambicioso de lo que ya lo era101.
Como la Royal Society of Arts no podía hacer frente a semejante proyecto, Alberto
invitó al Gobierno a que se creara una Comisión Real, presidida por él, que se encargara de
llevar a feliz puerto semejante empresa. La Royal Comission for the Exhibition of 1851
(Comisión Real para la Exposición de 1851) quedó constituida el 3 de enero de 1850102. La
exposición pretendía reunir, en un mismo lugar, todos los avances tecnológicos,
manufactureros y artísticos de todas las sociedades del mundo.
La gran mayoría de tareas recayeron sobre el Príncipe Alberto, el cual las aceptó de
buen grado. Después de debatir donde se instalaría la exposición, se llegó a la conclusión de
que el lugar idóneo sería Hyde Park, aunque esta opinión tuvo a muchos detractores. Casi
estuvo a punto de desmoronarse todo cuando salió a la luz el diseño del edificio que
albergaría la exposición: un edificio de ladrillo y mortero, formado por diecinueve millones
de ladrillos, de carácter permanente y de aspecto sólido y rígido103.
Para suerte de Alberto, el paisajista Joseph Paxton se encontraba en la ciudad.
Paxton era el jardinero jefe de Chatsworth House y se había especializado en la construcción
de grandes invernaderos para salvaguardar las plantas exóticas de la familia Chatsworth.
Dio la casualidad que, en 1843, Victoria y Alberto contemplaron los invernaderos de
Chatsworth, por lo tanto, conocían el trabajo de Paxton. Paxton presentó un proyecto muy
similar al Gran Invernadero de Chatsworth que tenía la ventaja de poder ser desmontado
muy rápidamente, a diferencia del edificio de ladrillo y mortero. Era un concepto tan
moderno de la arquitectura que fue lo que Alberto buscaba exactamente104. Este edificio fue
conocido con el nombre de “Crystal Palace”.
El edificio fue construido en pocos meses, siendo finalizado en marzo de 1851. Según
James, “El establecimiento de la Gran Exposición, desde la discusión de Cole con Alberto en
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junio de 1849 hasta su realización el 1 de mayo de 1851 fue la historia de superación de
problemas que la mayoría de personas sensatas consideraban insuperables”105.
La Gran Exposición de Londres de 1851 fue inaugurada el 1 de mayo de 1851 por la
reina Victoria y se clausuró el 15 de octubre del mismo. Fue un éxito total. Participaron 28
países de todo el mundo y por ella pasaron más de seis millones de visitantes. Aún y
habiendo rebajado el precio de las entradas, la Comisión obtuvo un beneficio de 186.000
libras esterlinas106. Hay que decir, pero, que la salud del príncipe se resintió mucho durante
los dos años de trabajo y preparación y que los insomnios fueron constantes.
Aspecto del Palacio de Cristal en 1851
Después de la exposición hubo que pensar qué hacer con el edificio. Alberto trabajó
para que la Comisión adquiriera tierras en South Kensington, con el beneficio obtenido, para
así crear un complejo científico y tecnológico. Su deseo era que la Gran Exposición de 1851
no fuera un evento temporal107. Y así fue. Los terrenos fueron adquiridos y en ellos se
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25
erigieron instituciones culturales y educativas, como, por ejemplo: el Museo de Victoria y
Alberto, dedicado a las Bellas Artes; el Museo de Ciencia; y el Museo de Historia Natural108.
A aquella zona se la apodó como Albertopolis109. Respecto al Palacio de Cristal, a pesar de
que Paxton instó para que se quedara en Hyde Park y se convirtiera en un jardín cubierto,
este fue vendido a una empresa comercial y fue trasladado a Sydenham, donde fue 110
reformado. Con el excedente restante se estableció un fideicomiso educativo para
proporcionar becas y subvenciones para investigadores. Estas becas siguen vigentes hoy en
día.
En medio de los preparativos de la
Gran Exposición vino al mundo otro vástago.
Arturo Guillermo Patricio Alberto nació el 1
de mayo de 1850 en el Palacio de
Buckingham, siendo el séptimo de los nueve
hijos del matrimonio real. Se ha llegado a
afirmar que fue el hijo favorito de la reina
Victoria.
En 1852 Alberto adquirió finalmente
la propiedad del Castillo de Balmoral por
una cantidad de 30.000 guineas. Hasta
entonces la familia real solo eran inquilinos,
pero por fin habían conseguido lo que tanto
Litografía de Arturo dibujada por Franz
Xaver Winterhalter en 1854
deseaban. Las obras pudieron comenzar ese
mismo año y el castillo estuvo completamente habitable en 1855. Con la compra de
Balmoral, Alberto pudo poner en práctica sus planes para el castillo, para su jardín y para
sus terrenos colindantes111. La pequeña casita de Balmoral fue derribada y, en su lugar, se
construyó un castillo diseñado por Alberto. Él mismo colocó la primera piedra. Strachey nos
hace una descripción exhaustiva de cómo se diseñó Balmoral: “Espacioso, construido de
granito en el estilo baronial escocés, con una torre de cien pies de altura y otras torrecillas
y cubos almenados, el castillo estaba hábilmente situado para dominar las más hermosas
vistas de las montañas que lo rodeaban y del vecino río Dee. En las decoraciones interiores
108 HOBHOUSE (1983: 110)
109 WEINTRAUB (1997: 263)
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26
Alberto y Victoria prodigaron todos sus cuidados, Los muros y los pavimentos eran de pino
de tea, cubiertos con tartanes especialmente fabricados. El tartán de Balmoral, en rojo y gris,
dibujado por el Príncipe, el tartán de Victoria, con una franja, dibujado por la Reina, se veían
en todas las habitaciones: había cortinas de tartán, y cubiertas de sillas de tartán y hasta
linóleums de tartán […]. Apuntes en acuarela, de Victoria, colgaban de las paredes,
juntamente con innumerables cornamentas de venados y la cabeza de un jabalí, cobrado por
el Príncipe en Alemania. En una hornacina, en el hall, se erguía una estatua de tamaño
natural de Alberto en traje de highlander112.
Hall del Castillo de Balmoral con la estatua del Príncipe Alberto a la derecha
A lo largo de su vida, Alberto se involucró y promocionó muchas instituciones
educativas públicas y, en todas las reuniones relacionadas con este tema, quiso mostrar la
necesidad de una mejora en la educación113.
112 STRACHEY (2019: 2014-2015)
113 HOBHOUSE (1983: 63)
27
El 7 de abril de 1853 nació Leopoldo
Jorge Duncan Alberto, octavo hijo de la reina
Victoria y del príncipe Alberto. Fue el primer
niño nacido en un parto sin dolor ya que, a la
reina Victoria, le administraron cloroformo.
Desgraciadamente heredó de su madre la
enfermedad de la hemofilia, lo que hizo que
la reina estuviera constantemente pendiente
de él hasta que pudo casarse. Como no pudo
prosperar en la carrera militar, se dedicó a
patrocinar, igual que hacía su padre, las artes
y la literatura, siendo presidente de la Real
Sociedad de Literatura y vicepresidente de la
Real Sociedad de Artes. Además, también
ejerció, desde 1876, de secretario privado de
su madre. Fue el primer hijo en morir del
Fotografía de Leopoldo alrededor de los
veinte años de edad
matrimonio real, haciéndolo el 28 de marzo de 1884 a la temprana edad de 30 años por el
tratamiento médico administrado después de una caída en Cannes.
En 1857 hubo tres acontecimientos importantes en la vida de Victoria y Alberto: el
compromiso de su hija Victoria con el heredero al trono prusiano, Federico de Hohenzollern
(futuro Federico III de Alemania); el nacimiento de su noveno y último vástago, Beatriz; y el
nombramiento del Príncipe Alberto como Príncipe Consorte.
Victoria y Federico se conocieron por primera vez en la Gran Exposición de Londres
de 1851. Él era nueve años mayor que ella. Ambos se gustaron y la reina Victoria y el
príncipe Alberto decidieron posponer el matrimonio al menos hasta que Vicky cumpliera
los diecisiete años. Se casaron el 25 de enero de 1858 en la capilla real del Palacio de St.
James después de mucha lucha por parte de la reina, ya que los Hohenzollern querían que
el matrimonio se celebrara en Berlín alegando que Federico era el heredero al trono de
Prusia. Este, a pesar de lo que se pueda pensar, no fue un matrimonio de conveniencia, sino
un matrimonio por amor.
Beatriz María Victoria Feodora nació el 14 de abril de 1857 en el Palacio de
Buckingham. Fue muy querida por Alberto ya que para él fue un regalo que su última hija
naciera justo cuando la mayor marchaba para casarse. Beatriz fue compañera inseparable
de la reina Victoria durante toda su vida, incluso durante su corto matrimonio con Enrique
28
de Battemberg. Antes de casarse con Enrique, pero, uno de sus posibles pretendientes
pudiera haber sido Napoleón Eugenio Bonaparte, hijo de los emperadores franceses Luis
Napoleón y Eugenia de Montijo, pero este murió abatido a lanzazos en 1879 durante la
segunda guerra anglo-zulú, en Ulundi (Sudáfrica). Además, Beatriz fue la encargada de
editar los diarios personales de la reina Victoria después de su muerte, llegando a censurar
y destruir dos terceras partes de los volúmenes originales.
Fotografía de la familia real en 1857. De izquierda a derecha: Alicia, Arturo, Príncipe
Alberto, Alberto Eduardo, Leopoldo, Luisa, Reina Victoria con Beatriz en brazos, Alfredo,
Victoria y Elena
El 25 de julio, después de muchos esfuerzos por parte de la Reina y a pesar de la
duda de los ministros de si aprobarlo o no, el Príncipe Alberto recibió el título de Príncipe
Consorte después de diecisiete años de feliz matrimonio. Para el príncipe significó mucho
que se le diera este título, a pesar de que ya había estado ejerciendo como tal durante
muchos años114.
ÚLTIMOS AÑOS DE VIDA Y MUERTE (1859-1861)
La vida del Príncipe fue siempre ajetreada. Se despertaba temprano y trabajaba dos
horas en soledad hasta que se unía la reina para desayunar. Cuando ella se despertaba y
acudía a su meda de trabajo, se encontraba encima de ella una ordenada pila de papeles
dispuestos a ser firmados por la soberana115. Después tocaba recibir a los ministros,
114 JAMES (2017: 266)
115 STRACHEY (2019: 206)
29
despachar la correspondencia y escribir innumerables memorándums116. A Alberto le
encantaba escribir memorándums de toda clase, ya fuera de temas de interés como de
conversaciones que tenía con diferentes personalidades. A medida que pasaba el tiempo las
tareas iban aumentando y, por ende, también las horas dedicadas a ellas. A Stockmar le
escribió en 1860 diciéndole que estaba “cansado de muerte por el trabajo, la irritación y la
preocupación”117.
La ansiedad estaba consumiendo poco a poco el interior del príncipe, el cual empezó
a sufrir de insomnios. Además, le molestaban profundamente las críticas públicas y privadas
que caían constantemente sobre él118. En palabras de Strachey, “estaba aniquilándose en
servicio del país”119.
Alberto siguió concentrado en las artes, en la National Gallery y en el nuevo complejo
científico y cultural de South Kensington. Para la National Gallery escribió unas normas para
la colocación de los cuadros en función de las escuelas a las cuales pertenecían120. Pero hubo
un hecho que le preocupó en demasía y del cual fue muy crítico: el trabajo infantil. En un
discurso leído en una conferencia nacional sobre educación, Alberto hizo hincapié en los
tres millones de niños, comprendidos entre los tres y quince años de edad, que no habían
recibido escolarización y que eran utilizados como mano de obra en las fábricas inglesas121.
En 1859, después de que Charles Darwin publicara El origen de las especies, Alberto
propuso ante el Parlamento nombrar caballero al naturalista. El Parlamento rechazó la
propuesta y su solidaridad con la ciencia hizo que se ganara la oposición de la Iglesia122.
Empezó a trabajar en lo que iba a ser la Exposición Universal de Londres de 1861,
que finalmente se pospuso a 1862123. Iba a celebrarse en el paraje de South Kensington y se
tenía la intención de que los edificios fueran permanentes. Al igual que en la anterior, hubo
más de seis millones de visitantes, aunque, por desgracia, el Príncipe Alberto no iba a estar
ahí para contemplar uno más de sus muchos logros.
116 STRACHEY (2019: 207)
117 JAMES (2017: 261-262)
118 JAMES (2017: 264-265)
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122 WEINTRAUB (1997: 232)
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30
En diciembre de 1860 sufrió una
enfermedad que le causó temblores y vómitos,
que él creía que hubiera podido ser el cólera. La
recuperación fue muy lenta124.
Los
problemas
de
salud
fueron
incrementando a medida que pasaba el tiempo.
Podría decirse que una de las causas de su
empeoramiento fue la preocupación que sentía
por Bertie durante su estancia en un curso de
capacitación en Curragh. El Príncipe Alberto no
recibió precisamente unos informes favorables
del Príncipe de Gales. Además, hubo una noche
en que unos compañeros de Bertie metieron en
su habitación a una joven actriz llamada Nellie
Clifden125. Los rumores que circulaban por los
clubes de caballeros llegaron a oídos de
Victoria y Alberto, los cuales quedaron
horrorizados. Alberto vio en peligro la
moralidad impoluta de la monarquía por la que
Fotografía del Príncipe Alberto en 1860
tanto había luchado su esposa y él. Además, se le vino a la cabeza la posibilidad de que
ocurriera lo mismo que había ocurrido con su hermano Ernesto, el cual había quedado
impotente y sin posibilidad de descendencia después de sufrir una enfermedad venérea en
una de sus muchas relaciones extramatrimoniales126.
Para colmo, la muerte del rey Pedro V de Portugal, primo de Alberto, a causa de una
fiebre tifoidea, hizo que el Príncipe se sumiera en una profunda depresión127.
En noviembre de 1861, Alberto había perdido completamente las ganas de vivir y ya
no luchaba por seguir adelante. Él mismo dijo que no estaba agarrado a la vida y que estaba
seguro de que si tuviera una enfermedad grave, no lucharía por vivir. No tenía tenacidad
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por la vida128. El día 25 tuvo que trasladarse a Madingley para reunirse con su hijo Alberto
Eduardo, el cual se rumoreaba que aún seguía su aventura con la actriz129.
El matrimonio se trasladó al Castillo de Windsor, donde Alberto se instaló en la
Habitación Azul, habitación donde Jorge IV y Guillermo IV habían fallecido. El doctor que
trataba a Alberto se dio cuenta del empeoramiento de su paciente y pudo diagnosticar lo
que vendría a ser una fiebre tifoidea. Si se hubieran dado cuenta antes de la enfermedad que
padecía el príncipe, posiblemente se hubiera salvado, pero el doctor James Clark se opuso a
que el príncipe fuera visitado por otro doctor alegando que “todo marcha
satisfactoriamente”130. Entonces Bertie fue convocado a Windsor por su hermana Alicia131.
En sus últimos días Alberto sufrió también de reumatismo y dolor en las piernas132.
Finalmente, Alberto murió a las 22:50 del 14 de diciembre de 1861 a la temprana
edad de 42 años, en presencia de la reina y de cinco de sus nueve hijos133. El cuerpo fue
enterrado temporalmente en la Bóveda Real de la Capilla de St. George y, el 18 de diciembre
de 1862, fue trasladado al Mausoleo Real de Frogmore, en Windsor Park134.
Sepultura del Príncipe Alberto y de la Reina Victoria en el Mausoleo Real de Frogmore
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132 STRACHEY (2019: 237)
133 WEINTRAUB (1997: 425-431)
134 JAMES (2017: 279-280)
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La reina Victoria vivió el
resto de su vida en un luto
permanente y siempre con el
recuerdo vivo de su esposo. Cabe
decir que llegó a culpar a su hijo
Bertie de la muerte de su padre a
causa de los disgustos ocasionados
en sus últimos años de vida.
Victoria se retiró de la vida pública
e hizo que las habitaciones que
había ocupado Alberto a lo largo de
su vida se mantuvieran intactas,
como si él siguiera ahí. Eso incluía
llevar agua caliente todas las
Albert Memorial
mañanas y cambiar la ropa de cama
y las toallas a diario135. Para la reina, su vida había terminado con la de su marido136.
Con la muerte de Alberto, decenas de monumentos dedicados a su persona se
erigieron por todo el país. Cabe destacar el Royal Albert Hall y el Albert Memorial en Londres.
El Príncipe Alberto fue un puntal imprescindible tanto en la vida de la Reina Victoria
como en la política gubernamental del país. Alberto llegó a influir tanto en su mujer que
incluso después de muerto la reina trabajó igual que lo hizo Alberto a lo largo de su vida. No
firmaba ningún documento sin antes haberlo leído y tomado notas sobre él, igual que hacía
el Príncipe. Por lo tanto, desde entonces las decisiones que tomó la reina fueron en función
de lo que hubiera hecho Alberto si siguiera vivo.
CONCLUSIÓN
Después de ver lo que logró hacer Alberto por su país de acogida y contemplando en
la actualidad la huella imborrable que ha dejado para la posteridad, no es comprensible que
un personaje tan importante, no solo para la historia del Reino Unido, sino para la historia
de Europa, haya sido estudiado tan poco.
135 WEINTRAUB (1997: 436)
136 STRACHEY (2019: 241)
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Alberto fue un hombre trabajador desde su misma infancia, y ese espíritu lo llevó
consigo hasta el día de su muerte. De hecho, podría decirse que el exceso de trabajo fue el
causante de sus malestares y dolencias que le llevaron a desarrollar la enfermedad que
acabó matándolo.
El Príncipe Alberto tuvo una profunda influencia en la sociedad victoriana que se
sigue sintiendo hoy y sus importantes contribuciones moldearon fundamentalmente la
historia del Reino Unido y su relación con el mundo. La Inglaterra Victoriana no hubiera
sido la misma sin la entrada de Alberto en la vida de la reina.
En mi opinión, Alberto fue un hombre talentoso y un avanzado a su tiempo que
siempre quiso trabajar para lograr el bien común, tanto de su familia como del pueblo
británico. Un hombre que lo dio todo por su país de acogida sin olvidar nunca su país de
origen, aguantando con firmeza las críticas, burlas y, en general, la germanofobia tan típica
de los ingleses durante el siglo XIX. Supo guardar con entereza la compostura y lograr que,
finalmente, fuera querido por muchos de los cuales lo repudiaron en un principio. Alberto
es uno de esos personajes que cuanto más lees sobre él más quieres saber de su vida y obra.
Por ende, desde aquí hago un llamamiento a todos los historiadores e interesados
en el tema para que investiguen, estudien y divulguen la vida y obra de este personaje que
tan importante ha sido para la historia del siglo XIX y sus avances.
BIBLIOGRAFIA
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complete narrative…including the lives of King Edward VII and Queen Alexandra. Londres:
International Publishing Society
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PAKULA, HANNAH (2002). An Uncommon Woman: The Life of Princess Vicky: The Empress
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STRACHEY, LYTTON (2019). La reina Victoria. España: Renacimiento
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