El hombre de 92 años que levantó uno de los imperios mediáticos más influyentes del mundo a lo largo de 70 años, se prepara para retirarse.
Por Antonio Jiménez Rueda
Un ataque cardiaco cambió su vida, en 1953. A los 22 años de edad, Rupert Murdoch interrumpió sus estudios en Gran Bretaña y regresó a su natal Australia obligado por las circunstancias. Su padre murió y él debía hacerse cargo del negocio familiar.
Era un pequeño periódico en Adelaide, una cosmopolita ciudad costera australiana, pero el joven Rupert comenzó a construir -un periódico a la vez- lo que sería uno de los imperios del entretenimiento más grandes e influyentes del mundo.
En 1964 fundó el primer diario de circulación nacional de Australia y cuatro años después saltó al Reino Unido, donde compró el tabloide News of The World y luego The Sun.
Su apuesta por el periodismo rosa y sensacionalista, centrado en el chisme, las celebridades y la cultura pop, revolucionó la prensa inglesa y comenzó a mostrar destellos de lo que sería la impronta Murdoch: tomar riesgos y alimentar las pasiones de los lectores.
Su estrategia pronto lanzó a niveles estratosféricos las cifras de circulación de sus periódicos. Murdoch era un titán de la prensa en el Reino Unido y apenas comenzaba su expansión hacia el resto del planeta.
El primer coqueteo con Estados Unidos fue con Hollywood, cuando adquirió los estudios de cine 20th Century Fox. Paralelamente adquirió el New York Post. Todo sin quitar su mirada de la pantalla chica.
Murdoch quería entrar en los hogares estadounidenses a través de los canales de televisión. Sin embargo, él tenía un gran impedimento: la ley estadounidense prohibía a extranjeros comprar estaciones de radio y televisión.
Tal era su ambición, que en 1985 renunció a la nacionalidad australiana, se convirtió en ciudadano estadounidense y desencadenó la creación de su gran instrumento de influencia: la cadena Fox.
Una vez más, Murdoch causaba una disrupción en el mundo de los medios, pero esta vez en Estados Unidos y ya como un zorro de los negocios.
En 1986, Fox lanzó su señal y desafió a las tres grandes cadenas que habían controlado el mercado desde que se inventó la televisión: ABC, CBS y NBC.
De nuevo, tomando riesgos, Fox apoyó producciones innovadoras e irreverentes para la época, como The Simpsons y Married With Children, que rápidamente se ganaron el gusto de las audiencias.
Murdoch comenzaba a dominar la caja mágica a través del entretenimiento, pero en el cine también acaparó el mercado con la producción de Titanic.
¿Qué le faltaba? Conquistar una de las grandes pasiones de los estadounidenses: el fútbol americano. Lo logró en lo que fue considerada una jugada magistral. Fox ganó la negociación de los derechos de transmisión de la NFL y se los arrebató a CBS, tras firmar un contrato de $1.6 billones.
El futbol americano y otros deportes permitieron que Fox lanzara cadenas de cables especializadas, a nivel local como nacional, en Estados Unidos.
Poco le quedaba a Murdoch por conquistar. Poco, pero lo más importante para tener la influencia que sus periódicos le había dado en Inglaterra (también había adquirido Times, el periódico de referencia en el Reino Unido).
A mediados de la década de 1990, el ya magnate no dudó en enfrentarse a un competidor consolidado en un mercado nuevo: las noticias por cable, en vivo y 24 horas al día.
En 1996, Fox News nace como una alternativa a CNN, pero con un sesgo conservador que surgió como una idea que le lanzó al aire Roger Ailes, un empresario de televisión vinculado al Partido Republicano.
La mezcla de noticias con opinión alimentó polémicas y cautivó a los televidentes a tal punto que, seis años después de su creación, los ratings de Fox News ya superaban a los de su contrincante.
En el nuevo siglo, el XXI, Murdoch había contribuido en gran parte a una nueva disrupción, la de hacer casi imperceptible la línea que separa los hechos de las opiniones, especialmente en la cobertura periodística de temas políticos.
Sus críticos lo acusan de empobrecer el nivel del discurso público en Estados Unidos, y de esa manera profundizar la polarizacón entre la población.
La respuesta de Murdoch siempre ha sido que su cadena de noticias es "justa y balanceada". Es más, argumenta, su éxito se debe a que cierto sector de la prensa (ese que había dominado las ventas de periódicos y los ratings de televisión) estaba conformado por reporteros elitistas que perdieron contacto con el lector común y corriente.
Lo justo es decir que su pasión por los medios de comunicación -en especial, los periódicos- no cesó. En 2007 pagó $5 billones por Dow Jones & Co., empresa propietaria del prestigioso diario The Wall Street Journal.
Lo balanceado es afirmar también que, si bien la cadena Fox News fue percibida como un elemento central en el ascenso político de Donald Trump, otros medios del grupo Murdoch (como el New York Post y The Wall Street Journal) fueron críticos -en algunas ocasiones- con el expresidente republicano.
En resumen, el legado de Murdoch es polémico, cuando poco: se le acusa de haber favorecido a través de sus periódicos y sus canales de televisión, el ascenso del populismo en los paises anglosajones, simbolizado por el Brexit en Reino Unido y la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos en 2016.
Los debates acalarados y las polémicas que encendieron han sido los males menores de Murdoch. Hace cinco meses, Fox News tuvo que pagar la suma de $787,5 millones al fabricante de máquinas de voto electrónico Dominion Voting Systems para evitar una demanda por difamación después de las elecciones presidenciales de 2020.
En el proceso, uno de sus presentadores estrella Tucker Carlson, abandonó el canal que desde entonces ha perdido audiencia.
Años atrás, en el 2011, los métodos utilizados por el periódico británico sensacionalista News of the World provocaron un sonado escándalo. Los empleados de Murdoch piratearon los teléfonos de decenas de personas, incluidos miembros de la familia real, para recopilar en secreto información jugosa, desafiando a la ley. Debido a este escándalo y tras 168 años de existencia, el semanario cerró.
News Corp llegó a acuerdo extrajudiciales por millones de dólares, con presentadoras de sus espacios, para evitar juicios por acoso sexual por quien fue la cabeza de Fox News, Roger Ailes.
En 2023, después de setenta años de revolucionar la manera en que se cuentan historias, se transmiten noticias y se consume entretenimiento (también construyó Sky, el gigante de la televisión por pago en Inglaterra), Murdoch anuncia que se va pero sin irse del todo.
“Nuestras empresas gozan de buena salud, al igual que yo”, escribió el patriarca en el anuncio de su retiro. “Nuestras oportunidades superan con creces nuestros desafíos comerciales. Tenemos todos los motivos para ser optimistas sobre los próximos años”, agregó.
Dejará la presidencia de Fox Corporation y de News Corp y pasará el puesto a su hijo Lachlan, para convertirse en presidente "emérito".
Ya Lachlan Murdoch era co-presidente de Fox Corporation, y se posicionaba como el favorito para suceder a su padre, entre su hermano James, considerado más liberal, y sus hermanas Prudence y Elisabeth, en una disputa familiar que inspiró la exitosa serie televisiva "Succession".
Lachlan tomará las riendas de un imperio achicado, tras la compra por parte de Disney en 2017 del grupo de entretenimiento 21st Century Fox y su amplio catálogo de películas, a un valor de $66.000 millones. Entonces, Fox Corporation se volvió a centrar en los deportes y la información.
Hasta el momento Lachlan Murdoch no ha dado señal alguna de pretender atenuar la línea conservadora de Fox News.
Su padre dará un paso al lado en momentos cruciales para los dos bastiones del imperio mediático de su familia.
"En nombre de las juntas directivas de FOX y News Corp, los equipos directivos y todos los accionistas que se han beneficiado de su arduo trabajo, felicito a mi padre por su notable carrera de 70 años", dijo Lachlan Murdoch, de 52 años, en el comunicado de ambas empresas, en el que reconoció su "espíritu pionero, su determinación inquebrantable", su "legado duradero" y agregó que cuenta con sus "valiosos consejos".
La designación de Lachlan no elimina las dudas sobre la dirección que tomará el imperio cuando Rupert Murdoch fallezca, porque sus cuatro hijos tendrán entonces los mismos derechos de voto dentro del grupo.
Murdoch sigue siendo el mayor accionista en las dos compañías. Es y es propiertario de casi un 40 por ciento de los derechos de voto en News Corp y de un 44 por ciento de los de Fox Corp, según las autoridades reguladoras.
De los pocos magnates vivos que definieron la industria de la televisión y el entretenimiento, como Ted Turner (fundador de CNN) y Sumner Redstone (de CBS), Rupert es el último que deja el timón.
Un mando con influencia en tres continentes, lo que le permitió -ante los ojos de sus críticos- concentrar mucho poder y ejercer demasiada influencia en la formación de la cultura, los negocios, la política y la opinión pública.
Y es que Murdoch siempre ha querido retratarse como un outsider que tuvo que enfrentarse a los grandes jugadores de cada momento en la historia, para poder abrirle espacio a sus empresas en el mundo de negocios de viejos conocidos.
Lo dijo en 1996, durante un discurso en el National Press Club, en Washington D.C.: “No he tenido más opción que ser un catalizador del cambio. Eso a veces resulta en que te traten como al canalla en una fiesta de té. Pero ese es el destino de cualquiera que desafíe el status quo”.
Si algo ha hecho él, es eso. Para bien y para mal.
Este reportaje contiene textos de la agencia AFP
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