La reunificación alemana, un cambio económico y político - El Orden Mundial - EOM
3 de octubre de 1990

La reunificación alemana, un cambio económico y político

La República Federal Alemana, capitalista, y la República Democrática Alemana, en la órbita soviética, se reunificaron en 1990 después de más de cuatro décadas separadas. Los partidos gobernantes eran partidarios de la unidad y acordaron el ingreso de la RDA en la RFA. El cambio tuvo efecto inmediato, pero las desigualdades continúan.
La reunificación alemana, un cambio económico y político
Banderas de los estados alemanes frente al Reichstag en 1990 por la reunificación alemana. Fuente: Wikimedia Commons

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y Hitler ya muerto, Alemania estaba destruida. Para asegurarse su control, las potencias vencedoras decidieron repartirse su territorio y su capital en cuatro zonas: una estadounidense, una británica, una francesa y otra soviética. En 1949, los territorios bajo el bloque capitalista se unificaron en la República Federal Alemana (RFA), con capital en Bonn, y la Unión Soviética respondió promoviendo la proclamación de la República Democrática Alemana (RDA), con Berlín Este como capital.

El Partido Socialista Unificado de Alemania Oriental (PSUA) permaneció a las órdenes de Moscú y reprimió a los disidentes. Para evitar la fuga de ciudadanos a la RFA, en 1961 levantó un muro a lo largo de Berlín que simbolizaría la Guerra Fría. En los años ochenta, una crisis económica azotaba al bloque comunista, incluidas la propia URSS y la RDA, y las condiciones de vida precarias obligaban a cada vez más alemanes orientales a marcharse. 

El Muro cayó y comenzó la reunificación

Las olas de refugiados hacia la RFA ya eran masivas para el verano de 1989. El 4 de septiembre comenzaron en Leipzig las “manifestaciones de los lunes”, en las que los jóvenes pedían la apertura de fronteras y la disolución de la Stasi, los servicios secretos de la RDA. La barrera entre ambos países cayó el 9 de noviembre, cuando el portavoz del comité central del PSUA, Günter Schabowski, anunció que se permitiría viajar a Alemania Occidental de inmediato. Fue un error burocrático, pues el plan era tramitar una movilidad progresiva, pero la noticia empujó a miles de jóvenes a derribar el Muro de Berlín. Inmerso en su propia crisis interna, el presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, se negó a intervenir.

Las manifestaciones en la RDA, cada vez más grandes, exigían un gobierno democrático, y en octubre habían hecho dimitir al veterano Erich Honecker como líder del país y del PSUA. Después del mandato impopular de Egon Krenz, que no pudo evitar la caída del muro, el nuevo secretario general, Hans Modrow, convocó elecciones parlamentarias y plurales para el 18 de marzo de 1990. La coalición Alianza por Alemania, integrada por la Unión Demócrata Cristiana, la Unión Social Alemana y Despertar Democrático, ganó con el 48,2% de los votos bajo la promesa de la reunificación, cuyas conversaciones lideraría Lothar de Maizière como último primer ministro.

Las tres etapas de la unificación

El día después de la caída del muro, entre celebraciones populares, el canciller democristiano de la RFA, Helmut Kohl, tomó las riendas de la unificación en una mesa redonda. Continuaba así el trabajo del socialdemócrata Willy Brandt, que en los años setenta había iniciado la Ostpolitik, la política de acercamiento con la RDA. El 29 de noviembre siguiente, Kohl presentó un plan de diez puntos para unificar los dos países y democratizar la RDA. 

El primer paso fue el Tratado de unión monetaria, económica y social, que entró en vigor el 1 de julio de 1990. Preveía convertir la economía planificada oriental en una economía de mercado, eliminó los controles fronterizos y estableció el marco de la RFA como moneda única. Un mes después se aprobó el Tratado de Unificación, por el que finalmente la RDA ingresó el 3 de octubre a la República Federal como cinco länder nuevos: Brandeburgo, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia. El Bundestag pasó así de tener 519 a 662 escaños, y la capital del país reunificado se trasladó a Berlín.

En política exterior se firmó el Tratado 2+4 entre las dos Alemanias y Francia, el Reino Unido, Estados Unidos y la URSS, por el que las potencias renunciaron a sus derechos de soberanía sobre Alemania. Además, Moscú consintió el ingreso del país reunificado en la OTAN, el organismo militar del bloque capitalista, a cambio de ayuda económica. El entonces presidente estadounidense, George H. W. Bush, apoyó la reunificación desde el principio, mientras que el presidente de Francia, François Mitterrand, y la primera ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, aceptaron después de haberse mostrado escépticos.

El muro de las desigualdades

La reunificación alemana estuvo marcada por las dificultades económicas. El sistema de economía planificada de Alemania Oriental tuvo que adoptar el modelo capitalista de la noche a la mañana. Aunque se creó la Agencia de Fideicomiso para traspasarle capital y modernizar sus empresas, estas no podían competir en el mercado mundial.

Con la reunificación, la migración no se detuvo y dejó una antigua Alemania Oriental envejecida y sin mano de obra. Las diferencias todavía se sienten, como si hubiera un muro invisible: los länder del este tienen una mayor tasa de desempleo, menor renta per cápita y menor salario medio. Estas inequidades, a su vez, provocan en muchos habitantes de la antigua RDA un mayor escepticismo hacia la Unión Europea y la democracia occidental.

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