¿Qué es lo que la hace eterna? Raffaella Carrà, una de las nuestras | El Periódico

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¿Qué es lo que la hace eterna? Raffaella Carrà, una de las nuestras

La artista que conquistó Italia y España a través del televisor vuelve con la misma fuerza que la caracterizó con una biografía, un ensayo dedicado a su figura y una obra de teatro con sus canciones

No le gustaba que la llamaran estrella o reina, pero casi tres años después de su muerte sigue siendo ídolo feminista e icono de mujer empoderada

Rafaella Carrà: una leyenda hecha a sí misma que nos hizo explotar el corazón

De '¡Hola Raffaella!' a 'Salvemos Eurovisión': los programas televisivos más recordados de Raffaella Carrà

Rafaella Carrà, en una imagen de juventud, antes de triunfar en España.

Rafaella Carrà, en una imagen de juventud, antes de triunfar en España. / ARCHIVO

Anna Maria Iglesia

Anna Maria Iglesia

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"Raffaella era transversal, como mamá…", comenta Diana, una de las dos protagonistas de 'Esta sí tenemos que bailarla', la última pieza de teatro del dramaturgo y novelista Nando López. Diana está preparando el funeral de su madre o, mejor dicho, la fiesta, tal y como le gustaba llamar a la anciana su última despedida, y la música de la Carrà será la banda sonora.

"Yo empezaría por 'Rumore', que era su favorita. Y luego, pues el resto. La gente que venga se las va a saber todas". Y no se equivoca Diana porque, efectivamente, no hay nadie que no conozca por lo menos alguna canción de Raffaella Carrà, que no haya tarareado sus melodías o que no haya bailado con su ritmo. Porque, como dice el título de la biografía que firma Pedro Ángel Sánchez, 'Nada es eterno salvo la Carrà'. Pero ¿qué es lo que la hace eterna? 

No hay nadie que no conozca por lo menos alguna de sus canciones, que no haya tarareado sus melodías o que no haya bailado con su ritmo

Corría 1992 cuando Raffaella Carrà (Bolonia, 1943-Roma, 2021) publicó 'Las recetas de Raffaella' (Ediciones B). Por entonces, ella triunfaba en Radio Televisión Española con ¡Hola, Raffaella!, un programa dirigido por su coreógrafo, realizador y pareja, Sergio Japino, que estuvo en antena dos años, hasta 1994, convirtiéndose desde sus primeras emisiones en líder de audiencia. 

Aprovechando su éxito televisivo, se decidió publicar en castellano un libro que ya había cosechado unas elevadísimas ventas en Italia y en el que la presentadora reunía, tal y como cuenta Sánchez: "Platos que la cantante había estado elaborando durante un año con sus dos cocineras: Miriam y Luigina". Recetas como las de la sopa de Raffaella y la de los 'strozzapreti' estilo Carrà convirtieron el volumen en uno de los más vendidos.

Retrato de Raffaella Carrà firmado por el artista valenciano Antonio de Felipe.

Retrato de Raffaella Carrà firmado por el artista valenciano Antonio de Felipe. / INSTAGRAM

De hecho, tal y como recuerda Sánchez, según los datos ofrecidos por la empresa CISE, entre febrero y septiembre de 1993, Antonio Gala encabezaba la lista de los más vendidos con 'La pasión turca' y 'El águila bicéfala', pero muy de cerca, compitiendo por alcanzar el podio, estaba la Carrà con sus recetas, que, en menos de un año había alcanzado los 200.000 ejemplares vendidos. 

Siempre viva

Carrà no volvió a publicar ningún otro libro. Sin embargo, no desapareció de las librerías, más bien todo lo contrario. Con el inicio de la década de los 2000, las librerías italianas comenzaron a llenarse paulatinamente de libros dedicados a su figura; algunos eran biografías no siempre autorizadas, otros eran ensayos acerca del fenómeno televisivo y musical que fue. Títulos como 'Raffaella Carrà. Tra moda e mito' se interesaban por la imagen de la Carrà analizando la importancia de la moda en la construcción de su figura. Pero el interés no paró ahí...

En 2020, la película de Nacho Álvarez 'Explota, explota' recurrió a las canciones de la Carrà para narrar la historia de una joven bailarina que quiere triunfar en el Madrid de los 70. El año pasado, Blackie Books tradujo al castellano 'El arte de ser Raffaella Carrà', del italiano Paolo Armelli, y Dos Bigotes publicó la citada obra de teatro de Nando López donde las canciones de la italiana funcionan como banda sonora.

Hace apenas unas semanas, esta misma editorial de Madrid, publicó la biografía escrita por Sánchez y el artista Antonio de Felipe la ha convertido en musa para algunos de sus nuevos retratos. Todo apunta a que, tanto aquí como en Italia, seguirán apareciendo nuevos títulos que no solo exploren, desde el ensayo, la biografía o el reporterismo, la figura de Raffaella Carrà, sino que conviertan a la artista de Boloña en fuente de inspiración para creaciones de ficción. 

Siguen apareciendo títulos que no solo explotan -desde el ensayo, la biografía o el reporterismo-, su figura, sino que convierten a la artista en fuente de inspiración

"Aunque casi nunca fuera divisiva, sus acciones marcaron un antes y un después; hubo una vida a. C. y una vida d. C., antes y después de la Carrà, tanto en Italia como en España. Esa libertad no se prodigaba en ninguno de los dos países, moralmente rígidos y reticentes a la hora de apostar por personalidades y talentos de este tipo", escribe Armelli.

Evolución gradual

Sin embargo, "los patrones preestablecidos y preconcebidos saltaban por los aires cuando, con sus bailes y su vestuario, ofrecía al público un abanico de estilos y de estéticas recogidos por todo el mundo", prosigue el autor italiano, para el cual la revolución de la artista fue "gradual, invisible. Nadie se daba cuenta, pero todos vivían sus efectos". 

Nadie se daba cuenta, porque Carrà la revolución la hizo sin hacerla, la hizo sin eslóganes, ni discursos propagandísticos ni proclamas. Si la Carrà pudo poner patas arriba los patrones sociales y morales asumidos por toda una sociedad, no fue únicamente por las letras de sus canciones, por sus bailes o su estética, sino y sobre todo fue porque, ante el público, Carrà siempre se presentó como una más, como una de ellos. 

Hizo la revolución sin hacerla: sin eslóganes, ni discursos propagandísticos ni proclamas, porque, ante el público, siempre se presentó como una más

"La televisión presenta al hombre absolutamente medio como el ideal. En el teatro, Juliette Gréco aparece en escena e inmediatamente crea un mito y establece un culto. Joséphine Baker desata rituales idólatras y nombra una época. El rostro mágico de Juliette Gréco aparece varias veces en la televisión y, sin embargo, el mito ni siquiera nace; el ídolo no es ella, sino el presentador, y entre los locutores el más querido y famoso será el que mejor represente las características del hombre medio", escribió Umberto Eco en el capítulo que le dedicó al famoso presentador Mike Bongiorno en 'Diario mínimo', texto publicado en 1963.  

Rafaella Carrà, en una imagen de juventud, antes de triunfar en España.

Rafaella Carrà, en una imagen de juventud, antes de triunfar en España. / ARCHIVO

Si bien el análisis que hace Eco de la figura de Bongiorno no es en absoluto trasladable a la Carrà, sí es cierto que estas palabras, escritas cinco años antes de que la intérprete de 'Rumore' se diera a conocer en televisión, explican ese éxito y esa pregnancia en la sociedad que no tardará en conseguir. 

Ella fue la Carrà y, al mismo tiempo, fue Raffaella. Fue la cantante que rompía con todos los tabús y fue la mujer cercana, la que traspasaba las pantallas e incluso conquistaba al público infantil. Esta doble naturaleza la acompañó desde el inicio de su carrera, desde Canzonissima: en ese mismo plató, protagonizaba sketches cómicos con Topo Gigio, con quien cantaba la canción infantil 'Strapazzami di coccole', a la vez que estrenaba 'Tuca-Tuca', provocando un escándalo a nivel nacional. 

Diversión y libertad

El Vaticano, cuenta Sánchez, "puso el grito en el cielo y dijo que aquello era ‘troppo forte, troppo forte’" y tachó de inmoral una coreografía que, sin embargo, niños replicaban durante las horas del patio. "Enzo Paolo Turchi, primer bailarín de su cuerpo de baile, recorría con sus manos la fisionomía de Raffaella de abajo arriba, siguiendo un orden muy concreto: rodilla-rodilla, cadera-cadera, hombro-hombro y finalmente cabeza. Carrà le daba el relevo haciendo exactamente lo mismo sobre el cuerpo de Turchi". Así describe Sánchez la coreografía de aquella canción que escandalizó al Vaticano, provocó algo de revuelo dentro de la RAI y entusiasmó a una sociedad, la italiana, que encontró, como lo encontró poco tiempo después la sociedad española, en la Carrà alguien que les ofrecía diversión y libertad, alguien que les hablaba sin tabús. 

La artista italiana, en '¡Hola, Raffaella', programa de TVE.

La artista italiana, en '¡Hola, Raffaella', programa de TVE. / ARCHIVO

"Él era un chico de cabellos de oro / Yo le quería casi con locura / Le fui tan fiel como a nadie he sido / Y jamás supe qué le ha sucedido», dice la letra de 'Luca', canción en la que, en una Italia donde la homosexualidad todavía era un tabú, Carrà hablaba de un joven homosexual que no se escondía y paseaba "abrazado" a otro chico.

Si 'Santo, santo' habla de la insatisfacción de una mujer cuyo marido, "a la hora de amar, se duerme"; si 'Caliente, caliente' es una canción sobre el deseo femenino –"Hace tiempo que mi cuerpo / anda loco, anda suelto y no lo puedo frenar / ah ah ah ah, y no lo puedo frenar / Por las noches me despierto/ abrazada a la almohada y con deseos de ama"»–, en 'Qué dolor' la infidelidad del marido no se afronta con dolor o pesar, sino que se convierte en una forma de liberación: "Desde ese día […] Regresa tarde cuando le viene en gana / Desde esa tarde que estaba tan mal / Y su marido le quiso engañar". 

Carrà representó la mujer empoderada; lo representó en sus canciones, pero también en sus programas de televisión: cuando se vio en vuelta en la polémica por su aumento de sueldo, no dudó en reivindicarse como una mujer trabajadora, subrayando el machismo de la polémica, que, de haber sido ella hombre, afirmó, no se habría producido.

Cuando estalló una polémica por su aumento de sueldo, se reivindicó como una mujer trabajadora y subrayó el machismo de la controversia: si fuera un hombre, afirmó, no se habría producido

"Hago todo desde la legalidad, pagando desde le primero hasta el último centavo de mis impuestos", afirmó por entonces la artista, que nunca escondió su tendencia política –"voto comunista"– y a la que nunca le gustó alardear de su extraordinaria generosidad. 

En programas como '¡Hola, Raffaella!' y 'A las 8 con Raffaella', apunta Sánchez, "dio voz a muchas personas que en ese momento se encontraban pasando necesidades, invitados a los que brindaba su espacio para contar su difícil situación pedir ayuda a través de la pantalla. Pues bien, prácticamente todas las personas que por allí pasaron con penurias económicas se fueron de aquel plató con un sobre con dinero. Pero no con dinero de las arcas de TVE, sino del propio bolsillo de Raffaella". 

Dos mujeres en una

Desde sus primeras apariciones en televisión en 1968 hasta las últimas, demostró que no le interesaba ser la estrella inalcanzable. No le gustaban las masas, sobre todo tras lo vivido en su gira por Latinoamérica en los primeros años de la década de los 70. Le gustaba el público, pero no para ser admirada desde el fanatismo, sino para mezclarse entre él. Fue capaz de entrevistar a estrellas de Hollywood, políticos y famosos de todo tipo y, a la vez, sentarse y escuchar las historias de la gente común, que encontró en ella una interlocutora.

Raffaella Carrà, con Antonio Banderas, en San Remo en 2001.

Raffaella Carrà, con Antonio Banderas, en San Remo en 2001. / ANDREW MEDICHINI

Es aquí donde radica el carácter extraordinario de la Carrà. De hecho, no quiso que la llamaran ni estrella ni reina –siempre reivindicó el papel de su equipo, el trabajo colectivo– y no se mostró como tal. No adoctrinó ni se hizo propaganda, pero tampoco ocultó sus principios. 

En 1992, se emitió 'Pronto Raffaella… La parola ai bambini', un especial de tres programas en los que los niños llamaban a Raffaella y le contaban problemas, anécdotas, sus primeros amores… Carrà, que muchas veces reconoció que le habría gustado ser madre, siempre consiguió entenderse con el público infantil, conectaba con los más pequeños, así como lo hacía con los mayores. 

Su figura fue transversal; atravesaba capas de la sociedad, tendencias políticas y edades. Fue popular, nunca populista. Convirtió los temas más universales –el amor, el deseo, la traición– en temas centrales de sus canciones y abordó en sus programas los problemas más globales –el dolor, el dinero, la enfermedad, la muerte–. La artista italiana mezclaba diversión y seriedad, alta cultura y cultura popular, modernidad y tradición. Por esto no ha perdido vigencia, porque trascendió la moda; porque apeló a lo atemporal, a lo universal y a lo transversal.  

"De vez en cuando bromeaba diciendo que estaba dividida en dos: "la Carrà del mundo del espectáculo y la Pelloni de la vida privada"

"De vez en cuando bromeaba diciendo que estaba dividida en dos: la Carrà del mundo del espectáculo y la Pelloni de la vida privada. He conocido a ambas, pero nunca he encontrado un contraste, una contradicción entre las dos", afirmó su pareja, Japino. Sabía que el medio era el mensaje y, por lo tanto, que el espectáculo y la imagen lo eran todo, pero sabía también que el medio y el mensaje no se sostienen sin una persona real, auténtica, detrás. En otras palabras, sabía que era necesario ser la Carrà, pero también Raffaella, siendo siempre y, ante todo, la Pelloni.

'Nada es eterno salvo la Carrà'

Autor: Pedro Ángel Sánchez

Editorial: Dos Bigotes

352 páginas. 21,95 euros 

'El arte de ser Rafaella Carrà'

Autor: Paolo Armelli

Traducción: Alfonso Zuriaga

Editorial: Blackie Books

240 páginas. 21 euros 

'Esta sí tenemos que bailarla'

Autor: Nando López

Editorial: Dos Bigotes

96 páginas. 15,95 euros