Es interesante pensar que El planeta de los simios, una serie que lleva cincuenta y seis años estrenando películas, no tuvo el visto bueno de la Fox, que tenía los derechos de la novela de Pierre Boulle en el principio. Se convencieron a la larga y cuando uno de los guionistas, Michael Wilson, consideró hacer más primitiva que el el libro la sociedad de monos porque así resultaba más barata de producir. Nadie esperaba que fuera el éxito que fue, ni que, a la fecha, haya producido diez películas, una serie de TV, revistas de historietas, dibujos animados y toda clase de merchandising. También es sorprendente si se tiene en cuenta que no es muy "para chicos" que digamos, aunque cautivó a varias generaciones. Dado que este jueves se estrena la décima entrega y que en Star+ están todas, vamos a revisarlas.

La original de 1968 tiene tres grandes "plus": el protagónico de Charlton Heston (una gran estrella entonces, que venía de hacer nada menos que Ben-Hur), la dirección de Franklin Schaffner -que luego se llevaría el Oscar por Patton- y a Rod Serling en el guión. Serling fue el creador de Dimensión desconocida, esa antología televisiva de cuentos fantásticos y de ciencia ficción que hizo escuela y resultaba de lo más inteligente que podía dar la pantalla chica. La historia de unos astronautas que caen en un planeta muy parecido a la Tierra donde los simios tienen el poder y los hombres son tratados como animales servía para la sátira social (de hecho, lo era, aunque no cómica) y el final desolador en el que se descubría que no era "otro planeta" sino el nuestro en un futuro post guerra nuclear sigue siendo icónico. En su momento, ése era un final sorpresa que inauguraba de algún modo el cine "pesimista" de los años setenta. Pero hoy es necesario conocerlo para lo que sigue.

En 1970, apareció Bajo el planeta de los simios, que narra la aventura de otro astronauta en aquel futuro simiesco y la permanencia, bajo tierra, de un arma nuclear que puede, de una vez por todas, terminar con lo poco que queda de civilización. Es una película muy amarga y más violenta que su predecesora, aunque también tiene algunas vueltas de tuerca algo arbitrarias. Los personajes "simios" importantes (Zaius, Cornelius y Zira) reaparecen y hay mutantes humanos. Pero probablemente no haya una pelicula de Hollywood de gran presupuesto con una conclusión tan terrible.

Lo que nos lleva, un año después, al desarrollo de otra trilogía relacionada: Escape del Planeta de los simios (1971), Conquista del Planeta de los simios (1972) y Batalla por el Planeta de los simios (1973). Las tres forman parte de un único arco argumental: Cornelius y Zira escapan tras el final de la segunda y saltan al pasado en el tiempo con su pequeño hijo. Eso cambia las cosas, hay una pandemia, los simios inteligentes se reproducen y se vuelven esclavos de los humanos, se rebelan y establecen, finalmente, una sociedad nueva que invierte los roles. Es decir, estas películas nos cuentan cómo se llegó a la primera, y todo genera algo así como una estructura circular. Hay momentos buenos y otros no tanto; el tono es oscuro en general y lo bueno de estas películas es que uno se pone de parte de los monos y contra los humanos, a la larga. Aunque -estamos en los setenta amigos, todo sale mal- los monos terminan copiando las mismas taras de los humanos. Vale la pena ver todas estas películas, de todos modos, aunque terminaron algo Clase B.

Por mucho tiempo se pensó un "relanzamiento" de los monos. Hubo guiones e intentos por parte de Oliver Stone y -el que más avanzó- James Cameron, que utilizó bastante de lo que desarrolló para es proyecto en su propia saga Avatar (ah, ¿vieron que había un aire de familia?). Pero en 2001 el proyecto cuajó y quedó en manos de, quizás, la persona menos indicada, Tim Burton. Para entonces, El Planeta... era su peor película, porque su visión acerca de la discriminación del freak chocaba en es mundo donde "el freak" era el normalito humano que interpretaba Mark Wahlberg. De todos modos, tiene momentos muy buenos y el aire "burtonesco" de la comunidad simia es más que interesante. El final es una vuelta de tuerca que casi satiriza al de la película original y está muy cerca del humor entre negro y cartoonesco de Burton. Un experimento, digamos.

Y entonces pasó más de una década hasta que, casi como al pasar, a la Fox se le ocurrió hacer una película de los monos que en realidad era una precuela, o más bien un nuevo origen. El Planeta de los simios: (r)evolución, de 2011, es realmente buena, buenísima de hecho. Narra la historia de cómo el intento de desarrollar una droga contra la senilidad (por parte del doctor James Franco para curar a su papá John Lithgow) le otorga a un simio (César, gran interpetación en captura de movimiento del Papa de ese medio, Andy "Gollum" Serkis) gran inteligencia. También hay un virus artificial y más monos educados y liberados por César.

La segunda, de 2014, es El Planeta de los simios: Confrontación. Una película notable como análisis político en el que la Humanidad ha quedado diezmada y los simios forman pequeñas comunidades. Hasta que se encuentran. El final épico quizás de alarga un poco, pero se nota la mano de Matt Reeves (el director de la última Batman) a la hora de generar emociones con el puro movimiento. También es bello el rol que juega el paisaje y cómo se desarrollan algunos -no todos, los hay bastante torpes- de los conflictos entre los personajes. De paso, aunque su personaje es en el fondo lateral, es muy bueno lo de Gary Oldman.

Y finalmente hasta ahora, El Planeta de los simios: Guerra. Después de los descorazonadores hechos de la película anterior, los simios y los humanos se enfrentan en una especie de guerra final. Los simios lo tienen a César, el personaje de Serkis que sigue destilando humanidad a pesar de las capas de animación digital que lleva encima; y los humanos a Woody Harrelson, que básicamente repite el personaje de Marlon Brando en Apocalypse Now (y no tiene nada de malo eso). Dejemos de lado las resoluciones de las "acciones", un poco providenciales a veces. Lo importante, tal como lo vuelve a pintar Reeves, es que los dos bandos tienen razones o razón y que la crueldad es transversal a las especies inteligentes. Lo mejor de estas películas es que, si bien "tomamos partido", no siempre lo hacemos por lo más previsible. Una monada.

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Leonardo D'Espósito

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