Mamma Mia!: Ricky Pashkus no dejó nada librado al azar

Después de una exitosa temporada teatral en Villa Carlos Paz, Mamma Mia! llegó a Buenos Aires para revolucionar la escena porteña con un espectáculo de calidad en el que todo funciona a la perfección para el disfrute del espectador. Ya al ingresar a la sala del hermoso Teatro Coliseo (M. T. de Alvear 1125, CABA) se anuncia la fiesta con las canciones de ABBA como fondo y seguidores de colores moviéndose por el ambiente. Todo está listo para pasar dos horas 15' (con un intervalo breve) a puro baile y diversión de la mano de un elenco homogéneo que sabe a la perfección que tiene que hacer en cada momento para que el público se ría, se emocione o desee bailar.

Y acá está la mano (y la inventiva) del director general de la puesta, alguien no necesita presentaciones: Ricky Pashkus. El fue capaz de convertir una historia archi conocida, que vimos más de una vez, en una propuesta llena de sorpresas, con mejores versiones en la traducción y adaptación de Marcelo Kotliar, con coreografías modernas y sexys de Vero Pecollo, ensambles vocales impresionantes y una orquesta en vivo al servicio del espectáculo. ¿Qué puede salir mal? Pues nada. Sale todo tan bien que quien haya visto la versión anterior de este musical de Broadway lo encontrará ahora mejorado, moderno, más simpático (sin desmerecer la versión anterior).

Mención aparte merece la imaginativa escenografía que le saca provecho al amplio espacio del Coliseo, de la inventiva de Mauricio Moriconi. Es móvil, se adapta a las necesidades del momento y nos hace creer que estamos ante una isla de Grecia con unos pocos artilugios. Y el sonido, cuyo diseño es de Gastón Briski, logra que todo se escuche bien, algo que con unas 30 personas en escena es mucho.

Y ahora al elenco: la cabeza de compañía es una gran trabajadora del espectáculo que todo se lo pone al hombro, Florencia Peña, quien aquí está tan bien acompañada que se le nota el disfrute durante la función. Encarnando a Donna le descubrimos ahora cualidades vocales nuevas sobre las que puede apoyarse para lucirse, además de aportar latiguillos y esa gran simpatía que la hace única. Es la gran protagonista y se lo merece. Y la otra gran protagonista es la adorable Malena Ratner, quien encarna a su hija y lo hace con soltura, encanto y gran profesionalismo, poniéndole voz y cuerpo a un personaje con el que soñaría cualquier actriz. 

Alrededor de ellas hay caras muy conocidas y otras no tanto, formando un ensamble demoledor, y lo bueno es que cada uno tiene su momento para lucirse. Desde Lula Rosenthal y Alejandra Perlusky, las amigas de la protagonista, que componen los momentos más divertidos de la trama y se llevan el amor del espectador. Hasta el trío de antiguos novios de Donna, encarnado por el siempre perfecto Alejandro Paker, Leo Bosio y Pablo Silva, todos infalibles en el musical. Y queda por mencionar a El Purre, José Giménez Zapiola, quien subió un escalón más en su ascendente carrera y se prestó al juego de encarnar a Sky y le puso el cuerpo, así como seducción y calidez. 

En sus voces, y las del resto del elenco, las canciones de Benny Sndersson y Björn Ulvaeus ganan potencia y picardía, así como les suma atractivo visual cada baile el ensamble, completando una propuesta que da ganas de ver más de una vez. Y es detrás de todo esto que está Ricky marcando el pulso de un espectáculo muy disfrutable.
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